El adelanto agua la fiesta a Feijóo: ni puede celebrar la victoria ni se libra de la sombra de Vox

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En el PP se preparaban este lunes para explotar durante semanas el éxito electoral de este 28M después de que la absorción de los antiguos votantes de Ciudadanos y la previsible alianza con la extrema derecha de Vox que ven en el horizonte les entregase una renta institucional abultada en comunidades autónomas y ayuntamientos de toda España. Pero el guion duró apenas unas horas. La dirección conservadora, con Alberto Núñez Feijóo a la cabeza, se vio obligada a entrar de lleno en el marco fijado por Pedro Sánchez al convocar elecciones anticipadas para el 23 de julio. “Sé que el presidente quiere que los resultados obtenidos [por el PP] pasen desapercibidos”, admitió.

Las urgencias electorales obligan al PP a dejar en un segundo plano la celebración de su victoria en las elecciones locales y autonómicas, que sus dirigentes pensaban prolongar durante semanas, y ponerse manos a la obra con la campaña de las generales. 

Dicho y hecho. Los empleados del partido bajaron a la sala de prensa las banderas de España y de Europa, para dar a la comparecencia de su candidato el consabido barniz presidencial, Feijóo se puso el traje azul y la corbata a juego que había abandonado durante la campaña y dos operarios colocaron en el atril el que parece va a ser el lema de precampaña del PP: “Una España preparada”.

Una sola oportunidad

En Génova no contaban con esto, pero tampoco están incómodos. Se saben en cabeza. Y aunque no esperasen la convocatoria anticipada, se disponen a aprovechar una oportunidad que el propio Feijóo ha descrito en varias ocasiones como la única que tendrá para acabar con el mandato de Pedro Sánchez y ocupar él mismo la Moncloa.

En una comparecencia en la que su equipo de prensa sólo permitió un turno de preguntas, Feijóo manifestó su “satisfacción” por la decisión de Sánchez. “Mejor cuanto antes”, proclamó antes de convocar “este mismo instante a todos a culminar“ el nuevo ciclo político abierto este domingo.

Para desactivar la euforia del 28M, Feijóo advirtió: “El sanchismo no ha sido derogado todavía. España está convocada a hacerlo en 54 días y es ahí cuando habrá de expresar con nitidez qué camino quieren [los ciudadanos] que emprenda nuestra nación durante los próximos cuatro años”.

El presidente ya está en campaña, quizá llevado por la inercia de la que acaba de terminar. Por eso Feijóo ya reclama el voto, como si el de este lunes fuese su primer mitin: “Pido desde ya una mayoría clara, incontestable y contundente para iniciar un nuevo rumbo” y dejar “atrás cinco años para olvidar”.

Deseo de cambio

En su primer discurso oficial como candidato, Feijóo aseguró que España “no puede consentir cuatro años más” con “las políticas y el clima social generado” por Sánchez”. El 28M, en el que el PP ha conseguido superar al PSOE por apenas tres puntos porcentuales (31,5% frente a un 28,11%), le parece “la expresión más potente y a la vez más limpia del gran deseo de cambio que existe en nuestra sociedad”. Un “resultado excepcional” que ahora, el 23J, el PP tendrá que “confirmar” y “ampliar”, reclamó. 

Asumiendo su rol más institucional, Feijóo ofreció un “gobierno preparado” y pidió “una oportunidad”. Cuando aún resuenan los ecos de una campaña crispada en las que acusó a Sánchez de ser “más generoso con los verdugos que con las víctimas” de ETA y alentó las sospechas de pucherazo aventadas por Isabel Díaz Ayuso, invocó esa “oportunidad en nombre de la moderación, de la serenidad y del respeto institucional”.

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Feijóo celebró el adelanto electoral, pero no pudo evitar acompañar aderezar su intervención de dos críticas. La primera, a la decisión de Sánchez de no atender la petición de convocatoria anticipada que le trasladó meses atrás y que hubiese permitido celebrar este domingo también las generales. La segunda, a “que desaprovechase la oportunidad de despejar la incertidumbre electoral un momento clave para nuestra política exterior”, en referencia a la presidencia de turno de la Unión Europea.

El PP celebrará este martes en Génova, como estaba previsto, una reunión de todos sus barones para analizar y celebrar las elecciones del domingo y examinar dónde es posible pactar con Vox. En la agenda, sin embargo, se ha colado el anticipo electoral y eso significa que el partido tiene que ponerse urgentemente a la tarea de confeccionar las listas que presentará al Congreso de los Diputados y al Senado. Una selección siempre tensa, porque hay que conciliar las aspiraciones de quienes ya tienen escaño con las preferencias de los barones, los nuevos y los viejos, así como con los deseos del líder del partido, en este caso Feijóo, que querrá asegurarse un equipo de su entera confianza para la legislatura que viene —hasta ahora ha tenido que echar mano de los nombres elegidos por Pablo Casado y su mano derecha, Teodoro García Egea—.

Montar una campaña no es fácil, pero dos seguidas, la segunda con tan poco margen de tiempo, no está a al alcance de cualquiera. El equipo de Feijóo trabajará con la premisa de trasladar que el PP puede conseguir una mayoría “amplia” para gobernar en solitario mientras trata de conciliar ese mensaje con la negociación de acuerdos con Vox en seis comunidades y numerosos ayuntamientos que puede hacer evidente que, si dan los números, ambas formaciones pactarán el Gobierno de España después del 23J.

En el PP se preparaban este lunes para explotar durante semanas el éxito electoral de este 28M después de que la absorción de los antiguos votantes de Ciudadanos y la previsible alianza con la extrema derecha de Vox que ven en el horizonte les entregase una renta institucional abultada en comunidades autónomas y ayuntamientos de toda España. Pero el guion duró apenas unas horas. La dirección conservadora, con Alberto Núñez Feijóo a la cabeza, se vio obligada a entrar de lleno en el marco fijado por Pedro Sánchez al convocar elecciones anticipadas para el 23 de julio. “Sé que el presidente quiere que los resultados obtenidos [por el PP] pasen desapercibidos”, admitió.

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