La Agenda 2030: qué es, qué se ha hecho desde el Gobierno y cómo continuar el trabajo por un desarrollo sostenible

La Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas es, en términos resumidos, una guía detallada para hacer un mundo mejor. Se articula en torno a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que abarcan ámbitos en apariencia tan distintos como el fin de la pobreza, la educación, la sanidad, el medioambiente y el cambio climático, la paz, la justicia o la producción y consumo responsables. En esencia, se trata de lo mismo: de reducir las desigualdades en el contexto de una relación sana entre el ser humano y la naturaleza. Eso sí: sin renunciar al crecimiento, pata esencial del sistema económico y para muchos incompatible con los límites del planeta. Fue acordada el 25 de septiembre de 2015, en la 70º Asamblea General de la ONU; 193 Estados se comprometieron a asumirla como eje central de sus políticas para alcanzar 2030 con un mayor bienestar de los habitantes del planeta, protegiendo tanto su entorno como sus derechos humanos. Aunque se han registrado avances, por ahora vamos mal, cumplido un tercio del plazo.

La Agenda 2030 viene a sustituir a los parcialmente fracasados Objetivos del Milenio, con un nuevo enfoque: no se trata solo de cooperación al desarrollo (dar dinero y recursos a los países más pobres), sino que los países más ricos deben también hacer su parte, porque sus sociedades están repletas de injusticias. Además, se asumen por primera vez los retos relativos al medioambiente y a los derechos humanos como parte de un mismo plan. Cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible cuenta con una serie de indicadores que permiten evaluar el desempeño de cada país, y el de la mayoría, incluido España, no ha brillado por su ambición. Teniendo en cuenta el contexto, el Gobierno de Sánchez decidió, tras ascender al poder con una moción de censura, poner la Agenda 2030 en el centro de su labor ejecutiva, con un Alto Comisionado dependiente directamente de Presidencia. El trabajo seguirá en esta nueva legislatura bajo la Vicepresidencia de Pablo Iglesias, tomando la forma de Secretaría de Estado a cargo de Ione Belarra.

Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El Alto Comisionado para la Agenda 2030 asumió como tareas "realizar el seguimiento de las actuaciones de los órganos competentes de la Administración General del Estado para el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible y la Agenda 2030", así como "impulsar el desarrollo" de los planes y estrategias necesarios para llevar los ODS a buen término y evaluar su avance. La máxima responsable ha sido hasta ahora Cristina Gallach. Se espera que, con el nuevo organigrama de Gobierno, se desmantele el equipo –que pasará a estar bajo la batuta de Unidas Podemos–, donde también tuvo un papel destacado el director de la Oficina Técnica, Federico Buyolo.

A juicio de los expertos, el gran acierto de Sánchez fue colocar el Alto Comisionado como dependiente directamente de Presidencia. Tanto a nivel funcional como de mensaje, sirve para que todos los ministerios, por debajo de Presidencia, trabajen utilizando como guía la Agenda 2030. Se trata de una guía transversal, aplicable a todas –o casi todas– las acciones de Gobierno. "Se ha hecho una labor de integrar la Agenda en las diferentes iniciativas del gobierno. Es verdad que el proceso no es rápido, hay que ir generando cultura en los diferentes ministerios para que vayan integrándolo en las distintas acciones", juzga Jorge Solana, asesor del Alto Comisionado. Hasta entonces, lo relativo a los ODS era parte de Exteriores, por lo que se mantenía la creencia errónea de que se trata solo de una cuestión de cooperación al desarrollo.

Si no hay cambios de última hora, la Vicepresidencia del líder de Podemos, Pablo Iglesias, se llamará de Derechos Sociales y Agenda 2030. Cada uno de los dos ámbitos será responsabilidad de una Secretaría de Estado. La decisión, opina la investigadora de la Universidad Complutense y de la Fundación Real Instituto Elcano Iliana Olivié, arroja mensajes contradictorios. "Por un lado, la Agenda 2030 se eleva de Alto Comisionado a Vicepresidencia", señala, lo cual es un avance en búsqueda de la máxima transversalidad de los ODS. Pero por otro lado, "hay cierta inquietud con respecto a que ya no está en la Presidencia, sino en la Vicepresidencia. Ya no rige sobre los asuntos económicos, solo en los sociales".

El argumento de Olivié es interesante porque el desarrollo sostenible tiene mucho que ver con la economía. Explica la experta que separando la Agenda 2030 de los asuntos económicos bajo la batuta de la Vicepresidencia que ostentará Nadia Calviño, se transmite el mensaje de que lo realmente importante tiene que funcionar al margen de los ODS. Y la sostenibilidad también tiene que ver con la balanza fiscal, con el déficit, con las recetas de austeridad, siendo este ámbito uno de los claves para reducir la desigualdad que azota a España desde el estallido de la crisis de 2008. "La anterior estructura hacía que se reconociese su carácter multidisciplinar", afirma. Aunque tenía una desventaja: "El Alto Comisionado tiene rango de Secretaría de Estado. Es inferior al de los ministerios sobre los que debe tratar de influir", una debilidad que en principio se mantendrá con el nuevo esquema, aunque los órganos de los que depende son distintos.

El trabajo hecho

El balance de Solana sobre el año y medio de Alto Comisionado para la Agenda 2030 es positivo, aunque queda un sabor de boca agridulce por haber tenido poco margen. Los objetivos prioritarios eran dos, y se han cumplido. Así lo explica el asesor: "La primera labor era dar a conocer la Agenda más allá de los actores que ya estaban. Había que hacerlo. Es un trabajo más interno, con actores empresariales y de la sociedad civil que conocieran más allá del papel lo que significaba la Agenda. Ha sido un proceso muy intenso", afirma. Por otro lado, "se ha hecho un trabajo muy importante de gobernanza, para dotarnos de los instrumentos que por la casuística de esta legislatura no ha sido posible terminarlo, pero se han dejado las bases del Consejo de Desarrollo Sostenible, el grupo de alto nivel… espacios de gestión, de opinión y de reflexión", explica.

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Un trabajo remarcable, y distinguible por la ciudadanía, ha sido el de comunicación, representado por los pins de la Agenda 2030 que todos los ministros y el presidente, así como otros cargos pertenecientes al Gobierno, han lucido en su ropa en todo momento. "Se ha hecho un esfuerzo ímprobo en ese sentido", valora Olivié, "pero está por ver si la ciudadanía ha comprendido lo que significa". En ese sentido, el hecho de que Pablo Iglesias lo portara en la última sesión de investidura evidencia la intención de Unidas Podemos de continuar con el trabajo comenzado por el Ejecutivo en solitario de Sánchez. "Me gustó mucho que lo llevara", reconoce Solana. "Es un momento propicio para seguir. Espero que a los que vengan el trabajo que se ha hecho les sirva".

El reto pendiente es traducir la Agenda 2030 en políticas concretas. El reto es mayúsculo: según un análisis del Observatorio de la Sostenibilidad de 2018, España suspende en los 17 objetivos, fruto sobre todo de los preocupantes niveles de pobreza que aún se mantienen y de la desigualdad económica entre las distintas capas sociales. Esto reza el programa de Unidas Podemos sobre la Agenda: "Los problemas a los que se refiere la Agenda 2030 y los ODS son demasiado serios y afectan de manera demasiado directa a la vida de las personas como para dejarlos en palabras bonitas y colores en los avatares de Twitter de representantes públicos y partidos políticos", en referencia directa a su ahora socio de Gobierno. Toca pasar a la acción.

"Se ha hecho una labor de integrar la Agenda en las diferentes iniciativas del Gobierno. Pero la labor legislativa del gobierno ha sido muy corta. Muchas leyes se han quedado en el papel, en standby a la espera de que hubiera una legislatura en marcha", explica Solana. Para Olivié, una de las tareas a cumplir ahora es alumbrar "planes de acción y políticas palanca" que vayan más allá de lo que usualmente se vincula con el concepto desarrollo sostenible: la transición ecológica. Hay que ponerse las pilas en los servicios públicos básicos, en la redistribución de la riqueza, en el cuidado de los ecosistemas… hay muchos frentes abiertos. En los próximos años veremos si la bandera de la Agenda 2030, ese círculo colorido tan reconocible, es suficiente para abordarlos.

La Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas es, en términos resumidos, una guía detallada para hacer un mundo mejor. Se articula en torno a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que abarcan ámbitos en apariencia tan distintos como el fin de la pobreza, la educación, la sanidad, el medioambiente y el cambio climático, la paz, la justicia o la producción y consumo responsables. En esencia, se trata de lo mismo: de reducir las desigualdades en el contexto de una relación sana entre el ser humano y la naturaleza. Eso sí: sin renunciar al crecimiento, pata esencial del sistema económico y para muchos incompatible con los límites del planeta. Fue acordada el 25 de septiembre de 2015, en la 70º Asamblea General de la ONU; 193 Estados se comprometieron a asumirla como eje central de sus políticas para alcanzar 2030 con un mayor bienestar de los habitantes del planeta, protegiendo tanto su entorno como sus derechos humanos. Aunque se han registrado avances, por ahora vamos mal, cumplido un tercio del plazo.

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