12J: ELECCIONES EN GALICIA Y EUSKADI

Ni Álava resiste al vendaval soberanista: las nuevas fronteras pulverizadas por una corriente en pleno auge electoral

Iñigo Urkullu junto al presidente del PNV Andoni Ortuzar, celebrando sus resultados este domingo.

El nacionalismo avanza, pulverizando sus límites uno tras otro. Con diferentes ritmos en cada una de las comunidades históricas, las opciones soberanistas –también distintas entre sí en su forma de entender la relación con España– siguen rompiendo sus techos. Las elecciones del domingo en Galicia y Euskadi han marcado un nuevo hito. Es el mejor resultado histórico del BNG, que nunca le había sacado 4 escaños al PSdeG, y también de la suma PNV-izquierda abertzale.

El caso vasco es extremo, hasta el punto de dibujar de facto un bipartidismo nacionalista, con las fuerzas estatales en posiciones cada vez más subalternas. Ni Álava resiste. También cae del lado soberanista el tradicional dique españolista ante la hegemonía peneuvista. El PNV extiende su dominio a todas las esferas de poder y es el más votado en todas las elecciones: autonómicas, generales y europeas.

A ello se suma que ERC es la más votada en las generales en Cataluña, donde el independentismo rompió su techo en los últimos comicios, y JxCat en las europeas. Las fuerzas soberanistas tienen mayoría en el Parlament.

El mapa completo nos muestra que ni PSOE ni PP están ya entre las dos primeras fuerzas en las autonómicas en el País Vasco y Cataluña, donde Cs está ya lejos de su punto álgido de 2017. Los socialistas son la segunda fuerza de la izquierda en las autonómicas en las tres comunidades históricas, por detrás de la izquierda soberanista. El PP tiene posiciones próximas a la marginalidad en el País Vasco y Cataluña. Le queda un significativo consuelo. El PP gallego, liderado por Alberto Núñez Feijóo, se erige como excepción al avance electoral de las corrientes soberanistas periféricas en las comunidades históricas.

Euskadi

El poder del PNV en Euskadi es arrollador. Ha gobernado la autonomía vasca desde el arranque de la democracia, con la única salvedad del trienio de Patxi López (2009-2012). Las elecciones refuerzan la posición de Iñigo Urkullu, lehendakari desde 2012. El PNV ostenta además el poder en las tres alcaldías de las capitales de los territorios, Bilbao, San Sebastián y Vitoria, y en las tres diputaciones forales. Con sus resultados del domingo, logra 31 escaños, a dos de su segunda mejor marca, 33 en 2001, con José María Aznar gobernando con mayoría absoluta en Madrid. Pero entonces la izquierda abertzale, con Euskal Herritarrok, ponía 7 escaños. Ahora Bildu aporta 22. ¿Resultado? Los partidos nacionalistas logran el 66,96% de los votos y el 70,66% de los asientos en el Parlamento, 53 de 75, lo cual supone un doble récord en el presente periodo democrático.

El único episodio que se le podría comparar –con salvedades– son las primeras elecciones autonómicas, en 1980, cuando PNV, HB y Euskadiko Ezkerra sumaron 42 de los 60 escaños, un 70%, si bien la particular idiosincrasia nacionalista de EE hace difícil la traslación, no en vano este partido acabó fusionándose con el PSE. Más tarde hubo importantes picos nacionalistas, próximos incluso al 70% en número de escaños, pero la tónica ha sido más baja, si bien en la década del 2000 influyó la ofensiva judicial contra la izquierda abertzale. En 2005, por ejemplo, PNV, Partido Comunista de las Tierras Vascas y Aralar sumaron 39 escaños, un 52%, cerca de 20 puntos menos que ahora. En 2009, con las marcas continuadoras de Batasuna ilegalizadas, el porcentaje de representantes soberanistas se quedó en el 46,66%.

Lo indudable es que el Parlamento vasco salido de las elecciones del domingo, con un 70,66% de diputados de PNV y Bildu, es el más abertzale de la historia. La mayoría soberanista es aplastante. PNV y Bildu son los dos partidos más votados. Y con diferencia. La izquierda abertzale le saca a los socialistas 14,2 puntos (de 27,84 a 13,64). Los socialistas, primera fuerza de ámbito estatal, se quedan en menos de 14 puntos. El PP en coalición con Cs no llega al 7%. Las fuerzas del histórico bipartidismo español más el partido naranja se quedan en estas elecciones en el 20,39%, a más de 7 puntos de Bildu. Así es la realidad electoral del País Vasco.

Llama la atención el caso de Álava. La provincia tradicionalmente menos vasquista de Euskadi, llamada a compensar y castellanizar sociodemográficamente el País Vasco en el diseño territorial, apunta cada vez más a unas características similares a las de Gipuzkoa o Bizkaia. PNV y Bildu suman el 57,1% del voto, todavía lejos de Bizkaia (66,54) y Gipuzkoa (71,71), pero ya claramente por encima del 50%. En Álava, en 2016, los partidos nacionalistas sumaban 46,15 puntos y el PP aún iba por delante de Bildu. Con respecto a 2016, PNV y Bildu –ahora primero y segundo en Álava– han dado un salto de 10,95 puntos. Es cierto que el avance del nacionalismo en toda Euskadi es pronunciado, pero no tanto, pasando en conjunto del 58,86% a 66,96%: 8,1 puntos. Cuando Carlos Iturgaiz fue candidato por primera vez, en 1998, los partidos nacionalistas –PNV, EH y Eusko Alkartasuna– alcanzaban en Álava el 40,53% y el PP era allí el partido más votado. En Vitoria, ciudad de la que han sido alcaldes Alfonso Alonso y Javier Maroto, PNV y Bildu son ahora primera y segunda fuerza política y suman el 51,63% del voto.

No hay espacio que escape al liderazgo nacionalista. Si no fuera por las elecciones generales, en las que el PSE se mantiene segundo, el dominio sería tal que podría empezar a hablarse ya de una suerte de bipartidismo nacionalista, sólo matizado por fuerzas minoritarias de ámbito estatal. Bildu se muestra de hecho resistente a pactos con el PNV, un gesto que evidencia su pretensión de erigirse en alternativa de gobierno y en ningún caso en fuerza subordinada. En las últimos comicios generales, el PNV fue el partido más votado (32,01) y las fuerzas nacionalistas superaron el 50%, copando 10 de los 18 diputados vascos. Pero el PSE sigue siendo segundo partido, por delante de Bildu. Ambos suman 4 escaños, pero los socialistas obtienen el 19,31% de los votos, frente al 18,67% de Bildu. Esto es cada vez es menos frecuente: que, en los territorios históricos, la izquierda de ámbito estatal supere a la soberanista en una contienda electoral. En Euskadi ya no ocurre en las elecciones europeas. En las últimas, en mayo de 2019, PNV y Bildu fueron primera y segunda fuerza, respectivamente, sumando el 55,93% de los votos. El PSOE se quedó en el 18,98% y el PP en el 6,44%.

El catedrático de Ciencia Política Pedro Ibarra cree que lo ocurrido este domingo "no es un salto", sino la expresión de una "dinámica". "La aparición de Podemos, que incluso llegó a ser la fuerza más votada en las generales de 2015, supuso una interrupción, pero la tendencia estaba ahí y ahora sigue con fuerza. Bildu ha ido centrando su discurso en lo social y alejando su nacionalismo de la ortodoxia clásica, expresándose más por el derecho a decidir, la democracia, la confederación... Por su parte, el PNV ha ido sumando toda la derecha tradicional, ese votante moderado que votaba al PP y que quiere orden, y que ha visto que el PNV le ofrece lo mismo que el PP, pero mejor presentado y con menos exageración", analiza Ibarra.

Ante eso, ni el PP ha tenido respuesta para retener al votante conservador –no ha funcionado lo de alinear al PNV con el eje de los radicales– ni Podemos ha conseguido frenar la sangría hacia Bildu, continúa Ibarra. A su juicio, amplios sectores del electorado han entendido que, con el tema territorial abierto, es conveniente contar con "partidos nacionalistas fuertes, pero al mismo tiempo partidos que por razones históricas [PNV] o tácticas [Bildu] no están por un enfrentamiento político abierto, como ha ocurrido en Cataluña". Dicho de otro modo: votar nacionalista en el País Vasco no se percibe como un voto arriesgado o aventurero. No más aventurero, en cualquier caso, que cuestionar el cupo vasco, como hace Cs, socio del PP. ¿Y el PSE? Ibarra se muestra extrañado de sus pobres resultados, pasando de 9 a 10 escaños, y lo atribuye fundamentalmente a la abstención.

Galicia

El caso de Galicia es diferente. Allí PP y PSOE son más fuertes. Sobre todo el PP, de largo. Pero el nacionalismo avanza. El Parlamento gallego salido de las elecciones del 12J es el que tiene mayor representación del BNG en todo el periodo democrático: 19 escaños de un total de 75 (25,33%). Ha habido elecciones con el nacionalismo gallego fuerte, pero esta última marca un hito. En 1985 Coalición Gallega –un partido nacionalista centrista–, PSG-Esquerda Galega y BNG sumaron 15 escaños (21,12%). En 2001 el BNG sumó 17 (22,66%). El panorama se hizo más complejo en la segunda década del presente siglo. En 2012 la coalición de Esquerra Unida y Anova cosechó 9 parlamentarios, si bien no era una fuerza íntegramente soberanista. Sumados a los 7 del BNG, eran 16 (21,33%). En En Marea, que obtuvo 14 parlamentarios en 2016 y dejó al BNG en 6, había elementos soberanistas, pero la clave nacionalista no era la prioritaria. No es comparable, en cualquier caso, con los 19 diputados obtenidos el domingo por la apuesta nítidamente soberanista del Bloque Nacionalista Galego, que se aproxima –con matices– a las posiciones autodeterministas de ERC y Bildu.

El BNG queda además por delante del PSdeG. Los nacionalistas de izquierdas le sacan a los socialistas 4,42 puntos (de 23,8 a 19,38) y 4 escaños. Ya hubo dos ocasiones en que el BNG quedó en segunda plaza, por detrás del PP y por delante de los socialistas: 1997 y 2001. En 1997 la diferencia en puntos fue incluso mayor, 5,39 puntos. Pero en escaños fue menor, sólo 3 (18 frente a 15). En 2001 empataron a 17 escaños, con una diferencia a favor del BNG de sólo 7 décimas. Las elecciones en las que más relevancia adquirió la correlación de fuerzas entre las dos izquierdas –una soberanista y otra no– fueron las de 2005, cuando entre ambos partidos sumaron un escaño más que el PP. Los socialistas dominaron claramente: 25 a 13. En estos 15 años, el reparto ha dado un cambio significativo hasta quedar en 19-15 a favor del BNG.

A diferencia del País Vasco, en Galicia el nacionalismo aún no domina las contiendas electorales. Ni las autonómicas, ni tampoco las generales o las europeas. En las últimas generales, el BNG fue cuarta fuerza, por detrás de PP, PSdeG y Podemos-EU. Logró un escaño y el 8,09% del voto. Eso sí, su dinámica es ascendente desde el 2,89% de 2016.

En las europeas, el BNG fue tercero, por detrás de los dos partidos históricos de ámbito estatal con un 11,8%. El BNG, aunque lejos del poder local del PNV en grandes ciudades, sí tiene una sólida implantación en los ayuntamientos, con más de un centenar de alcaldías. No obstante, su posición en los grandes focos de poder es por el momento restringida. Cogobierna la Diputación de Pontevedra, con el PSdeG en la presidencia, y ostenta la alcaldía de una capital de provincia, Pontevedra.

El periodista y escritor Manuel Martínez Barreiro considera que el liderazgo de Gonzalo Caballero en el PSdeG ha sido "débil", aunque otorga más peso a la tensión centro-periferia y a la percepción de numerosos gallegos de tener una región escasamente considerada por el poder central. "No se ha observado, con el PSOE y Unidas Podemos gobernando en Madrid, una acción de gobierno con gran significado para Galicia. A PSOE y Unidas Podemos se los ha visto subordinados a la agenda de Estado", añade el analista, que cree que el BNG ha logrado capitalizar su único diputado en el Congreso con la firma de un compromiso del PSOE a cambio del voto a favor investidura de Pedro Sánchez que incluía buena parte de la "agenda reivindicativa" de Galicia. "Eso revalorizó el peso político de la representación del BNG en Madrid", señala Martínez Barreiro, que destaca la importancia de una fuerza política centrada en los logros para Galicia justo con la cuestión territorial abierta y con una crisis económica ya golpeando. "Existía la pregunta legítima de hasta qué punto un gobierno autonómico con Podemos y PSOE iba a mantener una actitud reivindicativa con el Gobierno central. Se las ha visto en buena medida como fuerzas delegadas", añade.

CATALUÑA

El análisis del avance soberanista obliga a mirar a Cataluña. Allí el caso es diferente, porque las fuerzas independentistas –neoconvergentes, ERC y CUP– han echado un pulso al Estado, tratando de alcanzar la secesión unilateralmente por vías ilegales. Lo cierto es que el procés no sólo ha provocado la ebullición del problema territorial en España, sino que ha brindado al nacionalismo las mejores posiciones de poder en Cataluña. En las últimas autonómicas, JxCat (34), ERC (32) y CUP (4) sumaron 70 escaños, el 51,85% de la representación. En las autonómicas Cs fue el partido más votado, lo cual rompe cualquier posible simetría con el País Vasco. La izquierda soberanista sí está por delante del PSOE, pero en las autonómicas la derecha de JxC, aunque alcanzó la presidencia, quedó por detrás de la candidatura de Inés Arrimadas. Ahora bien, desde 2017 Cs ha vivido un calvario electoral. ¿Resultado? El partido naranja fue el octavo más votado en las últimas generales en Cataluña.

En las generales noviembre de 2019 las fuerzas soberanistas obtuvieron 23 de 48 diputados (47,91%), lo que supone el mejor resultado del independentismo en unos comicios estatales. El salto es importante desde las generales de abril de 2019, cuando obtuvieron 22. Antes, sacaban aún menos: 17 en 2016 y 2015, 19 en 2011, 13 en 2008, 18 en 2004, 16 en 2000... Otra vez, la dinámica ascendente. En las últimas generales, ERC, con 13 escaños, fue la fuerza más votada, por delante del PSC, y JxCat quedó por delante de las derechas de ámbito estatal e incluso de la suma de todos los escaños de PP, Vox y Cs (8 frente a 6). Además, entró en el Congreso la CUP con 2 diputados.

En las últimas elecciones europeas JxCat fue la fuerza más votada. Junto con ERC, los partidos soberanistas sumaron casi el 50%. En las europeas de 2009, los republicanos ya habían sido el partido más apoyado. No ha sido la tónica en Cataluña a lo largo de las últimas décadas. Sólo en otra ocasión, en 1994, una fuerza soberanista, CiU, había sido la más apoyada en los comicios europeos. En el resto de las citas con las urnas para elegir eurodiputados, dominaron los socialistas, que han perdido el liderazgo en generales y europeas. Ahora mismo, las cotas más significativas de poder socialista en Cataluña son las alcaldías de L'Hospitalet de Llobregat, segundo municipio de Cataluña por población, Sabadell, Mataró y Santa Coloma de Gramanet, además de la presidencia de la Diputación de Barcelona, que gobiernan junto a JxCAT. El resto, salvo la Barcelona de Ada Colau y la Badalona de García Albiol, está en manos de fuerzas soberanistas: JxCat y ERC se reparten en gobiernos de coalición las diputaciones de Girona, Tarragona y Lleida. Las capitales de provincia son para ERC (Lleida y Tarragona) y JxCat (Girona).

OTRAS AUTONOMÍAS Y CONGRESO

Aunque las comunidades llamadas históricas son las que marcan la pauta, no puede obviarse que hay una posición de poder significativa de las fuerzas soberanistas en otras comunidades. En Navarra, Geroa Bai –integrada en el PNV– y Euskal Herria Bildu suman 16 diputados, el 32% de la representación. El caso de Compromís en la Comunidad Valencia es distinto. Se trata de una coalición integrada por el Bloc Nacionalista Valencià, Iniciativa del Pablo Valencià y Verdes Equo. Hay formalmente elementos nacionalista en su seno, pero ahora mismo el partido practica un soberanismo pragmático, en alianza con el PSPV en el Gobierno autonómico. Compromís ostenta más de 70 alcaldías, entre ellas la de Valencia, si bien tiene un solo diputado en el Congreso. Los soberanistas de Més per Mallorca forman parte del Gobierno balear que lideran los socialistas de Francina Armengol. Y, por supuesto, está el caso canario, donde Coalición Canaria-Partido Nacionalista Canario y Nueva Canarias suman más del 35% de los escaños en el Parlamento autonómico.

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La dinámica de reforzamiento de las fuerzas soberanistas es observable en el Congreso de los Diputados, en el que nunca había habido representantes de un mayor número de partidos. A los 23 diputados soberanistas catalanes, los 10 vascos y el único del BNG, se suma una variada de representación de fuerzas dispares regionalistas-autonomistas de comunidades donde no hay significativa fuerza independentista: 1 de Compromís, 1 de Coalición Canaria, 1 de Nueva Canarias, 1 del Partido Regionalista de Cantabria... Teruel Existe ha abierto además la vía de los partidos provinciales, cuyo alcance está por ver. A la hora de examinar el auge del nacionalismo, no se puede obviar la emergencia de Vox. A menudo se olvida, dado que Vox es un partido nacionalista español, y España sí tiene Estado propio. Pero lo cierto es que la tercera fuerza política en el Congreso ha logrado 52 diputados con un exaltado nacionalismo esencialista, arrastrando además a PP y –con matices– a Cs a posiciones identitarias.

El caso andaluz merece examen aparte. El Partido Andalucista (PA), tras perder su representación en el Congreso de los Diputados y el Parlamento europeo, acabó quedándose sin escaños en la cámara autonómica en 2012. Desapareció en 2015. Ahora no hay partidos de ámbito andaluz con representación en el Parlamento autonómico ni el Congreso, en contraste con los tiempos en que el andalucismo tenía escaños no sólo en Andalucía, sino en las Cortes, el Parlamento europeo e incluso el Parlament catalán. Por contraste, la fuerza nacionalista que ha emergido en Andalucía es Vox, que entró precisamente en las autonómicas de diciembre de 2012 con 12 escaños. El espacio andalucista vive actualmente una tensión, resultado de un proceso de reconfiguración.

El frente de Adelante Andalucía, integrado originalmente por Podemos, IU y dos pequeños partidos andalucistas, se ha roto con la salida de Podemos de Teresa Rodríguez y el sector anticapitalista, que quieren conformar una fuerza política autonomista sin sujeción de ningún tipo a partidos de ámbito estatal. Uno de los referentes de este sector, José Ignacio García, valoraba este lunes los resultados gallegos y vascos: "Ha fracasado la hipótesis centralista de que se puede construir una alternativa en los territorios desde Madrid. Ha fabricado la hipótesis de los productos prefabricados desde la Complutense".

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