Más de seis semanas después de las elecciones y con el debate sobre la gobernabilidad enquistado, Albert Rivera se desmarcó este martes devolviendo de nuevo la presión a Mariano Rajoy. Lo hizo en una comparecencia en el Congreso –convocada por sorpresa y a la que intentó otorgar cierta solemnidad–, en la que puso al PP seis condiciones irrenunciables sin las que no se sentará a negociar el voto a favor de la investidura de Rajoy como presidente, además de la exigencia de que fije ya una fecha para la investidura.
Así, el líder de Ciudadanos aseguró que sólo se abrirá a negociar con el PP si los conservadores aceptan que se cree una comisión parlamentaria para investigar el caso Bárcenas, así como si se comprometen a expulsar a cualquier cargo público imputado por corrupción política; a aprobar una nueva ley electoral; a acabar con los aforamientos de diputados y senadores y con los indultos a los condenados por corrupción; y a limitar los mandatos presidenciales a ocho años o dos legislaturas.
Además, Rivera exigió como paso previo a cualquier conversación que Rajoy fije una fecha para la votación en la que debe decidirse su investidura, una cuestión nada amable para el PP, que hasta el momento se ha cerrado en banda a fijar un día para el debate de investidura sin los apoyos necesarios. En cualquier caso, la jugada de Rivera también mete cierta presión al PSOE, dado que la suma de los 137 parlamentarios del PP y los 32 de Ciudadanos no alcanza los 176 necesarios para la mayoría absoluta.
De hecho, el líder de la formación naranja también arremetió este martes contra el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, al que afeó estar "desaparecido políticamente" y al que acusó de "tirar la toalla a pesar de su posición decisiva". Rodeado por varios miembros de su Ejecutiva, Rivera justificó su viraje –hasta este lunes sus dirigentes habían dicho por activa y por pasiva que no pasarían de la abstención– en la falta de avances entre el PP y el PSOE que definió como el fracaso de la "vieja política".
"Riesgo" de negociar
Fuentes del entorno de Rivera aseguraron a infoLibre que, entre los miembros de la Ejecutiva, en términos generales, hay "bastante acuerdo" sobre este cambio de estrategia. No obstante, los dirigentes del partido son conscientes de que siempre que se pone sobre la mesa la posibilidad de pactar con otras formaciones –así ocurrió también con al acuerdo con el PSOE– se asumen ciertos riesgos, si bien esperan en este caso poder acabar colgándose la medalla de que han logrado cambios en el PP.
En conversación con este diario, un miembro de la Ejecutiva definía las condiciones de Rivera como "bastante aceptables" para el PP. "Si Rajoy no las acepta, quedaría muy retratado", comentó esta misma fuente. En Ciudadanos consideran que quizá lo más complicado para el PP va a ser aceptar la puesta en marcha de una comisión de investigación parlamentaria sobre su supuesta financiación irregular, aunque recuerdan que el PP de Madrid sí aceptó que se investigaran en la Asamblea regional los casos Gürtel y Púnica. Hay que tener en cuenta, no obstante, que en ese caso esa comisión analiza un período en el que estaban en el poder rivales políticos de la actual presidenta.
En conclusión, en Ciudadanos son conscientes de que asumen el "riesgo" de negociar con Rajoy después de haberlo responsabilizado de los casos de corrupción que afectan a su partido, aunque consideran que es necesario para "desbloquear" la situación. La estrategia pasa por, a cambio de admitir la negociación con un partido que tiene múltiples escándalos de corrupción en los tribunales, poner en valor la exigencia de una comisión de investigación sobre el caso Bárcenas.
De hecho, si algo llamó la atención en la campaña electoral del 26J fue la hostilidad de Rivera con Rajoy. "Se lo digo de corazón, creo que la nueva etapa política de España necesita un nuevo Gobierno, y le pido, por favor, que reflexione", le dijo tras recordarle el caso Bárcenas en el único debate televisado entre candidatos. "Usted aparece en estos papeles, y solo por eso es muy difícil confiar", añadió.
Nueva reunión
Mientras, en el Partido Popular, aseguran ver "avances" en las propuestas de Rivera, tal y como aseguró a infoLibre un miembro de la dirección. En cualquier caso, recuerdan que algunas de sus condiciones exigen el concurso del PSOE. Es el caso de la reforma de la ley electoral o los aforamientos de diputados y senadores.
Lo cierto es que entre las exigencias de Rivera hay cuestiones que pueden ser muy asumibles para el PP como la eliminación de la obligación de rogar el voto para los españoles expatriados que Ciudadanos quiere incluir en la reforma de la ley electoral e incluso la expulsión de cualquier cargo público imputado por corrupción política, la eliminación de los aforamientos o el fin de los indultos a los condenados por corrupción política.
De hecho, estas tres últimas cuestiones ya fueron incluidas por el PP en el documento que los conservadores enviaron la semana pasada a la formación naranja y al PSOE con el objetivo de lograr los apoyos suficientes para que Rajoy lograra la presidencia. Más difícil de asumir para el PP puede ser la petición de una comisión de investigación sobre el caso Bárcenas, un escándalo de corrupción por el que el PP está en el banquillo como responsable civil subsidiario.
No obstante, el principal escollo puede ser otro: la reforma de la ley electoral con la que Ciudadanos pretende que se instaure un sistema con listas desbloqueadas (aquellas en las que el elector vota a la lista presentada por un partido aunque puede modificar el orden de candidatos) y "más proporcional". En la misma noche electoral del 26J, Rivera anunció que su primer objetivo en la legislatura sería una reforma electoral para que todos los votos "valgan igual". Es decir, ya avisó de que sería uno de los temas que estará presente en sus conversaciones de cara a la formación de Gobierno.
Aunque nadie quiera hablar ahora de líneas rojas, lo cierto es que en el PP han mantenido hasta el momento que era difícil que acabe saliendo una reforma electoral como la que pide Rivera. No sólo porque, a juicio de los conservadores, está destinada principalmente a beneficiar a Ciudadanos, sino también porque en el partido de Rajoy no se declaran partidarios de abrir el melón de la reforma electoral si previamente no existe el consenso del resto de grupos, sobre todo el PSOE al ser la segunda fuerza más votada.
La propuesta de Ciudadanos, por su parte, tendría como finalidad que el reparto de escaños a las fuerzas que obtienen menor representación sea más proporcional. Es una demanda clásica de formaciones como IU, ahora aliada con Podemos, o UPyD, ahora extraparlamentaria. Lo cierto es que con un sistema de circunscripción única, el resultado del 26J habría cambiado. Así, el PP habría obtenido 119 escaños (tiene 137); el PSOE, 81 (85); Unidos Podemos, 76 (71) y Ciudadanos 47 (32). Otras pequeñas formaciones se habrían repartido el resto de actas.
En cualquier caso, con la situación encallada y el PSOE enrocado en el no a Rajoy, habrá que ver si los conservadores se replantean estos postulados. Por lo pronto, Rajoy y Rivera tienen fijado un encuentro este miércoles a las 10 de la mañana en el Congreso de los Diputados. A mediodía está previsto que el presidente en funciones se traslade a la sede nacional de su partido, donde se reunirá con el Comité de Dirección del PP.
Más de seis semanas después de las elecciones y con el debate sobre la gobernabilidad enquistado, Albert Rivera se desmarcó este martes devolviendo de nuevo la presión a Mariano Rajoy. Lo hizo en una comparecencia en el Congreso –convocada por sorpresa y a la que intentó otorgar cierta solemnidad–, en la que puso al PP seis condiciones irrenunciables sin las que no se sentará a negociar el voto a favor de la investidura de Rajoy como presidente, además de la exigencia de que fije ya una fecha para la investidura.