En 2015, Ana Miranda (Cuntis, Pontevedra, 1971) se subía a bordo del pesquero sueco Marianne y se adentraba en aguas internacionales rumbo a Gaza. La ya por aquel entonces eurodiputada fue una de las dieciocho detenidas por tratar de llevar ayuda humanitaria a una Franja asediada por el bloqueo naval y terrestre a manos de Israel. Ocho años después, el Gobierno israelí la expulsó de Tel Aviv, como parte de la delegación palestina de la Eurocámara.
Apenas unas semanas después de que Israel iniciara el ataque sin paliativos contra el pueblo palestino, en octubre del año pasado, la eurodiputada gallega no titubeaba al pedir la dimisión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen: "Cómo es posible que dé lecciones de ética, si usted ha tomado partido", pronunciaba ante los ojos de la líder alemana.
Con la vista puesta en las elecciones europeas, la nacionalista no sólo presume de su compromiso personal y político por la emancipación del pueblo palestino, sino que defiende su proyecto —el BNG repite coaligado con EH Bildu, ERC y Ara Més bajo el nombre de Ahora Repúblicas— como la voz de los sin voz.
Se ha posicionado claramente en contra del genocidio de Israel sobre Palestina. ¿Comparte la sensación de decepción que sienten muchos europeos ante la falta de contundencia de Bruselas?
Sí, totalmente. La posición que ha mantenido la Unión Europea es vergonzosa, tímida y tibia. No ha condenado desde el minuto cero el genocidio y no ha tomado ninguna medida, ni siquiera de carácter humanitario, no ha habido ni un minuto de silencio por las víctimas asesinadas por Israel en Palestina. En todos los plenos desde noviembre pedí un minuto de silencio y no se me concedió en ningún momento, a pesar de los más de cuarenta mil asesinados. Tuve la oportunidad de ir a Rafah y ver cómo estaba la ayuda humanitaria parada, más de dos mil camiones en la frontera, es tremendo. Ha habido una posición muy débil e hipócrita y por eso también pedí la dimisión de Ursula von der Leyen, porque creía que la obligación de la representante era dar la cara. Pero hemos acabado la legislatura europea sin que Europa se haya movido.
La posición que ha mantenido la Unión Europea es vergonzosa, tímida y tibia
¿Qué pasos se deben dar desde Europa para enmendar esa posición de tibieza?
Suspensión del acuerdo con Israel y ruptura total de las relaciones diplomáticas. Así se hizo en el caso del Qatargate con algunos estados como Qatar o Marruecos. Tenemos que dar un ejemplo contra un país que practica ocupación, apartheid, genocidio, limpieza étnica y destrucción de infraestructuras pagadas por Europa y por agencias internacionales. Un país que boicotea ayuda humanitaria para salvar vidas. Tiene que haber un control de la exportación de armas, después de esta masacre no podemos seguir con esas políticas. Hace falta una ruptura de relaciones de todo tipo: culturales, universitarias…
A pesar de la parálisis institucional, sí hay una enorme movilización en las calles. ¿Tiene calado en las instituciones esta protesta generalizada?
La lección que están dando los estudiantes a nivel mundial está siendo bastante movilizadora, pero el problema es que hay estados dentro de la Unión Europea que han criminalizado la protesta, como Alemania o Francia. No ha calado lo suficiente, pero no por culpa de las personas que se movilizan, sino porque los estados no quieren hacerse eco. Quizás en el Estado español, en Bélgica o en Italia ha sido más fuerte, pero ni siquiera se está pidiendo el reconocimiento de Palestina a nivel europeo, hay una contradicción. Falta que los pueblos sean mucho más escuchados por las instituciones europeas. Ahí se ve esa diferencia también entre el pulso institucional y el pulso de las calles.
Falta que los pueblos sean mucho más escuchados por las instituciones europeas
¿Y eso no puede generar desafección, desmovilizar electoralmente, ver que la protesta no tiene consecuencias palpables?
Sí que tiene consecuencias en la representación, porque sí se dan avances. En noviembre se quiso hacer una resolución en el Parlamento Europeo y ahora al final, gracias a las protestas, a la presión y sobre todo a los colectivos que se movieron por toda Europa, se consiguió una resolución pidiendo el cese del fuego. No como queríamos nosotros, pero al final se consiguió algo. Se necesitan diputados pro palestinos porque si no el sionismo invade las instituciones europeas, empezando por el presidente de la delegación de Israel que es Antonio López-Istúriz, el delegado del sionismo en el Parlamento Europeo. Ese señor es también uno de los culpables de que se haya callado en el Parlamento Europeo.
¿Cree que el enfoque social puede quedar mermado en esta legislatura si defensa se dibuja como una prioridad para la UE?
Sí, sin duda. ¿De dónde va a salir el gasto para la defensa en el nuevo plan europeo? Del gasto social. Ya intentaron sacar fondos de cohesión de la Comisión de Política Regional para derivarlos a la munición y van a intentarlo de nuevo. Hay que decir alto y claro que necesitamos políticas de paz, de diálogo y no de inversión en armas, ni políticas militaristas. Estamos viendo que en estos momentos, según el Eurobarómetro, la prioridad es la lucha contra la pobreza y la exclusión, mientras que la vivienda es el segundo tema más importante. La guerra, no. La gente quiere pan, casa, comida. En las elecciones europeas hay una oportunidad de tener eurodiputados que defiendan lo social por encima de la defensa.
Hay que decir alto y claro que necesitamos políticas de paz, de diálogo y no de inversión en armas, ni políticas militaristas
En su trabajo como eurodiputada se ha distinguido por llevar a Bruselas asuntos como la investigación del accidente del Alvia. Han sido unos años caracterizados por la falta de investigación de lo ocurrido. ¿Cuál es su valoración?
Este es el caso del que más me enorgullezco políticamente, haber llevado una tragedia de estas características a Europa, haber intentado darle un poco de paz con el trabajo político a las víctimas, haber estado con ellas y que la representación política sirva para cambiar las cosas. Al final la Comisión nos ha dado la razón este año, ha cerrado el caso porque el Estado ha cumplido con la adaptación de la legislación de seguridad ferroviaria para que se eviten más accidentes. Se cierra el dossier sabiendo que ahora tenemos normas que garantizan que no haya otro Angrois. Pero no me conformo: vamos a seguir observando, tiene que haber presupuestos para que haya inversiones para el frenado automático, para la seguridad, y estamos pendientes del juicio. Lo que es triste es que no haya habido responsabilidades políticas, que haya señores como Pepe Blanco haciendo lobby europeo y que no hayan tenido ninguna responsabilidad, o señoras como Ana Pastor que se dedica a insultar a marineros en redes sociales en vez de asumir sus responsabilidades.
“Si no estamos, hay muchos temas que no se defenderían en el Parlamento europeo”, ¿cuáles?
En la Comisión de Peticiones me ha tocado defender temas no sólo gallegos, sino que afectan a cualquier ciudadano del Estado. Todos los temas sociales, medioambientales y de denuncias del Estado español han pasado por la Comisión de Peticiones. También las posiciones por los derechos de los pueblos, si no hay eurodiputados internacionalistas que defiendan al pueblo saharaui, al pueblo del Kurdistán o al pueblo palestino, quién hablará de ellos. Hay eurodiputados que se van ahora y que eran muy buenos, como Miguel Urbán, y yo también me comprometo con la gente de esas ideologías a contribuir a que tengan una puerta abierta. No puede haber sólo diputados tacticistas y posibilistas, tiene que haber diputados que sigan luchando por los derechos humanos. Y sobre todo, tiene que haber diputados antifascistas. Representantes que se definan antifascistas y que lo pongan en su programa. Y ya en los temas gallegos: ¿quién va a estar para las mariscadoras o por la libertad de prensa de la TVG? ¿Lo va a hacer el PP? No.
Si no hay eurodiputados internacionalistas que defiendan al pueblo saharaui, al pueblo del kurdistán o al pueblo palestino, quién hablará de ellos
Mantiene una contundente oposición al actual modelo gallego de desarrollo eólico, que el BNG entiende que no revierte en beneficio de la comunidad. ¿Cree que la UE está controlando efectivamente el impacto medioambiental de estas superestructuras?
No. Y de hecho la Unión Europea lo que tendría es que exigirle al Gobierno gallego que ampliase la Red Natura, que podría ser un freno precisamente. Nosotros siempre apoyamos los proyectos de energía eólica sostenible, pero lo que no puede ser son los macroproyectos de energía eléctrica, sin consultas, sin participación ambiental, sin cumplimiento de las directivas comunitarias y sobre todo sin beneficios para las poblaciones locales. El modelo de la Unión Europea pretende deslocalizar lugares que son productivos para instalar energías renovables que al final no benefician a sus pueblos. Le echamos en cara a la Unión Europea que no sea capaz de medir el impacto social o las consecuencias que puede tener en los sectores productivos.
Usted mantiene también una insistente cruzada contra el proyecto de Altri, el macroproyecto de celulosa en Palas de Rei. El BNG y los afectados reclamaron en Bruselas que la UE no financie el proyecto. ¿Hay alguna posibilidad de que la UE no ponga dinero?
El hecho de haber llevado a los colectivos, a los alcaldes y a representantes del BNG de la comarca, a colectivos ecologistas a que hablasen directamente con la Comisión, alertó de que hay un problema grave. Creemos que no cumplen directivas medioambientales clarísimas. Vamos a hacer todo lo posible por pararlo, queremos una industria sostenible y no expoliadora. Yo tengo esperanza y además me comprometo como eurodiputada a pararlo como sea.
Mencionaba antes a la TVG. Es este un tema especialmente candente a raíz de la reflexión abierta por el presidente del Gobierno. ¿Qué batalla se libra desde Europa?
Cuando ahora se habla de manipulación informativa es inevitable pensar que en Galicia ya la conocemos y además el BNG la sufre muy agresivamente. En la campaña de las galegas hubo una persecución feroz hacia el BNG. Ellos usan lo que usa la ultraderecha organizada y reaccionaria a nivel mundial: la creación de bulos, la creación de fake news constantes dirigidas a objetivos concretos, técnicas del miedo. El caso de la TVG es paradigmático a nivel europeo, de hecho trataron de impedirlo en la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo. Su presidenta, Dolors Monserrat, manipuló absolutamente con la complicidad de Vox y de Ciudadanos lo que sería la posible comparecencia de una sesión. Tuvimos que denunciar al Servicio Jurídico del Parlamento Europeo para que volviera a plantearse. La manipulación llega a que [Alberto Núñez] Feijóo y [Alfonso] Rueda trasladen al panorama europeo una técnica de burocracia, control y alusión a bulos determinados. Seguiremos con ello, será uno de los casos que llevemos esta legislatura.
El PP usa lo mismo que la ultraderecha organizada y reaccionaria a nivel mundial: la creación de bulos constantes dirigidas a objetivos concretos
Desde hace unos meses mujeres de diversos países están desarrollando una iniciativa para blindar el aborto en la UE, ante el avance de la extrema derecha. ¿Qué pasos se pueden dar desde Europa?
El aborto es uno de los temas más conflictivos que hemos tenido en el Parlamento Europeo, junto con Gaza y temas ecologistas. Hubo un debate sobre la inclusión del aborto en la Carta de los Derechos Fundamentales, para garantizar que no tengan que estar las mujeres polacas muriendo por no poder tener un aborto libre, legal y gratuito. Un debate que fue encarnizado, la extrema derecha nos atacó a todas las que hablamos. Creo que hay una oportunidad grande de luchar en, digamos, una internacional europea del derecho al aborto como un motor.
Actualmente ocupa un escaño rotatorio en la coalición Ahora Repúblicas. ¿Es suficiente para defender los intereses del pueblo gallego, a pesar de no estar los cinco años completos?
El BNG demostró todos estos años que el tiempo en el que estamos, con o sin escaño completo, sirve para defender los intereses como voz galega en el Parlamento Europeo. Pero está claro que cuanto más tiempo tengamos, más fuerza. También sería de justicia, por el trabajo hecho del BNG, que el apoyo que hemos tenido a nivel gallego pudiese trasladarse al Parlamento Europeo. Aspiramos a tener mínimo tres escaños y que cada nación tenga su representación.
El BNG ha demostrado mucho y tenemos un proyecto para gobernar, creo que vamos a conseguirlo en el 2028
El PP ha criticado que la moderación del BNG en campaña ha desaparecido ahora en las europeas debido a la coalición con EH Bildu.
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El Gobierno de Galicia, en lugar de preocuparse por defender los intereses de los galegos y de las galegas y de estar con la gente que está buscando vivienda, con los jóvenes que no tienen el acceso a un alquiler, con las mariscadoras que no han cobrado más que una mísera ayuda, en lugar de apoyar a los agricultores, en lugar de evitar que haya emigración, se preocupa del BNG porque ha crecido y es un actor político fundamental de representación de los intereses de las clases populares. Nos tienen miedo, se ha visto que nos tienen miedo. Parece que descubren ahora que vamos en coaliciones. Llevamos sin ir solos desde el año 1999. A la gente no hay que engañarla, hay que escuchar lo que está votando, no hay más que ver cómo está el PP en el País Vasco o el PP a nivel catalán…
Pero el PP gallego… ¿Qué tiene que suceder para que se dé un cambio en Galicia?
Ya ha habido un cambio fundamental. Somos una fuerza de izquierdas con una líder mujer que aspira por primera vez a presidir un país como el nuestro, es la líder mejor valorada de todo el país y somos una fuerza que pasa de haber estado hace ocho años en casi desaparición a conseguir ser referencial. Es verdad que no se ha llegado a gobernar, aunque no depende tanto de nosotros sino también del PSdeG, pero yo creo que hemos conseguido esa aspiración de cambio. El BNG ha demostrado mucho y tenemos un proyecto para gobernar, creo que vamos a conseguirlo en el 2028. Por eso las elecciones europeas son muy importantes, porque en Europa se deciden muchas cuestiones relacionadas con el futuro del país.
En 2015, Ana Miranda (Cuntis, Pontevedra, 1971) se subía a bordo del pesquero sueco Marianne y se adentraba en aguas internacionales rumbo a Gaza. La ya por aquel entonces eurodiputada fue una de las dieciocho detenidas por tratar de llevar ayuda humanitaria a una Franja asediada por el bloqueo naval y terrestre a manos de Israel. Ocho años después, el Gobierno israelí la expulsó de Tel Aviv, como parte de la delegación palestina de la Eurocámara.