Se abren las puertas del castillo de Stormont. Sonríen, se estrechan la mano, posan para los fotógrafos. La anfitriona es Michelle O’Neill, una política que ya ha pasado a los libros de historia desde el pasado mes de febrero al ser la primera dirigente del Sinn Féin en coger las riendas de Irlanda del Norte. Apenas había pasado un mes y llegaba directo desde Euskadi a Belfast el invitado. Su nombre: Pello Otxandiano. Con un sueño parecido en la maleta: ser el primer político de EH Bildu que se hace con la Lehendakaritza.
EH Bildu lleva muchos años mirándose en el espejo del Sinn Féin, el brazo político del IRA (la organización terrorista que causó unos 3.600 muertos durante cuarenta años para luchar contra la dominación británica). Una formación que desde los Acuerdos de Paz del Viernes Santo en abril de 1998 entre Londres, Dublín y los unionistas ha vivido un proceso total de transformación, dejando atrás el apoyo de la violencia y poniendo en el centro de su discurso la política social.
Todo ello combinado con una apuesta absoluta por los votantes jóvenes, por agarrar con fuerza preocupaciones como la vivienda y por la renovación de las caras asociadas a las épocas sangrientas. ¿El resultado? El Sinn Féin es también una gran máquina electoral que se ha hecho con los pasillos del poder ejecutivo en Belfast, pero que también se ha mostrado excelentemente competitiva en los ayuntamientos imponiéndose en los últimos comicios municipales al obtener un tercio de los concejales en juego. Pero la pujanza de las papeletas va más allá y se extiende su poder ya en el sur: es la primera fuerza ahora mismo en las encuestas para las próximas elecciones en la República de Irlanda por encima de los históricos Fianna Fáil y Fina Gael. Su victoria supondría todo un terremoto en la política de este país y un movimiento de enorme envergadura en la Unión Europea si vence un partido izquierdista en la segunda nación con el PIB per cápita más alto.
Ese manido calificativo de histórico sobrevuela también de verdad esta vez en Euskadi mirando a las próximas elecciones del 21 de abril, donde EH Bildu aparece en los sondeos con más fuerza incluso que el PNV, la encarnación del poder hegemónico en el País Vasco. El Centro de Investigaciones Sociológicas vaticinó este miércoles en su estudio preelectoral ese posible sorpaso, con el partido de la izquierda abertzale logrando entre un 34,2% y un 35,1% del voto, por delante de la formación de Imanol Pradales (32,6%-33,5%). Por detrás se situarían PSE-EE (13,3%-14,1%), PP (6,7%-7%), Sumar (3,1%-3,6%), Elkarrekin Podemos-Alianza Verde (3,1%-3,2%) y Vox (2,7%-3%).
Son muchos los paralelismos entre los dos partidos y muchas las apuestas compartidas. Pero también hay diferencias, con EH Bildu incluso protagonizando un ascenso electoral más rápido que sus aliados irlandeses (puede convertirse en primera fuerza en el País Vasco apenas trece años después del fin del cese de la violencia, mientras que el Sinn Féin no ganó sus primeros comicios en Irlanda del Norte hasta 17 años después del anuncio del IRA de que abandonaba las armas).
"Giro hacia la socialdemocracia"
“No hay un único factor para explicar el ascenso de EH Bildu. Lleva ya mucho tiempo, desde la última década, haciendo un claro giro ideológico hacia una socialdemocracia donde prima el discurso social frente al nacional. Y, aunque no el de Arnaldo Otegi, sí ha ido sustituyendo liderazgos de forma progresiva. Ha incorporado figuras nuevas con edades más intermedias. Y ha sabido conectar con la sociedad vasca pospandemia. A lo que se ha unido el descenso del PNV, cuya mayor virtud hasta ahora era la de interpretar las necesidades de Euskadi y en los últimos tiempos no está acertando. Son virtudes propias y males ajenos”, analiza Félix Arrieta, politólogo y profesor de la Universidad de Deusto.
Además pone este foco Arrieta: “En Euskadi se ha pasado muy rápido de un escenario de conflicto latente a un contexto muy distinto. En los primeros años tras el alto el fuego de ETA la agenda de la reconciliación estuvo muy presente. Pero en los últimos años han desaparecido incluso los temas que tienen que ver con víctimas y memoria del primer plano de la agenda política. Tienen más presencia a nivel nacional que en el País Vasco. Eso beneficia a EH Bildu, que ha hecho una lectura estratégica de lo que tiene que ver con su pasado. Ha dado algunos pasos, pero le faltan todavía algunos. Es un espacio en el que no se siente cómodo, pero la sociedad vasca no prioriza estas cuestiones. En las encuestas salen en las últimas preocupaciones”.
Apuntando hacia Irlanda del Norte, Arrieta subraya que la izquierda abertzale y el Sinn Féin “siempre se han mirado mutuamente” en la manera de abordar el proceso del final de la violencia y de “acercarse al ámbito institucional”. “Sólo hay que ver el viaje que ha hecho Otxandiano. Sin duda alguna, el partido irlandés es un referente en las cuotas de poder a las que aspira ahora EH Bildu desde una posición mucho más pragmática”, ahonda. Las elecciones del 21A son un “paso más” para la izquierda abertzale, añade el politólogo. Aunque no consiga lograr la Lehendakaritza ante un pacto del PNV y del PSE-EE, el profesor de Deusto cree que la formación de Ochandiano “tiene en su camino gobernar en algún momento Euskadi”.
El camino de O'Neill
La idea de renovación de perfiles es clave en este camino. El hecho de que sea Otxandiano es una propia señal, su figura es muy cercana a Otegi pero está alejado de esa imagen del pasado. El aspirante, de hecho, vende principalmente un perfil muy marcado por la gestión y con la vista puesta en materias como el transporte y la energía. Otro hecho sobre este giro: la vivienda centró buena parte de su conversación en Belfast con Michelle O’Neill. Un cambio en las voces que también se materializa en figuras como el diputado Oskar Matute, que, por ejemplo, durante la campaña electoral del 23J se hizo viral ante su respuesta a Iván Espinosa de los Monteros (Vox) al recordarle que él estuvo en Ermua pidiendo la liberación de Miguel Ángel Blanco frente a los ataques del miembro de la ultraderecha para vincularlo con asesinatos.
La renovación de rostros ha sido uno de los factores clave del camino del Sinn Féinn. La propia O’Neill es uno de los grandes ejemplos, ya que viene de una familia ligada al IRA pero representa a una generación política que entró en las instituciones una vez ya se firmaron los Acuerdos del Viernes Santo. Siempre se ha encargado de temas de carácter social como educación y sanidad, haciendo bandera de asuntos como las listas de espera. Aunque hace equilibrios con el pasado (su posición ha sido la de defender la violencia que sucedió hasta aquellos acuerdos de 1998), se le conoce especialmente en política por su pragmatismo, algo que evidenció, por ejemplo, acudiendo “por respeto” a la coronación de Carlos III como rey en la Abadía de Westminster. En su discurso de toma de posesión, aseguró que “servirá a todos por igual: a todos los británicos y a unionistas”. Con una mención a las víctimas: “Lamento todas las vidas perdidas. Todas”. Para lanzar otro mensaje a la juventud a la que también busca EH Bildu: “Creo en nuestros jóvenes. Pueden cambiar nuestra sociedad y cambiar el mundo si les damos la oportunidad. Que nuestro legado sea esa oportunidad, esa libertad para cada joven y para cada niño”.
De esta manera, el Sinn Féin ha ido dejando atrás la imagen de Gerry Adams y ha conectado con las nuevas generaciones. El proceso se completa con el rostro de Mary Lou McDonald, la mujer que ha puesto al partido en primera posición en la República de Irlanda y que tiene una vinculación especial con España por su paso por Almería. Ella engancha a la sociedad con esa mezcla de giro a la paz, unionismo irlandés y justicia social, poniendo siempre sobre la mesa su carácter de templanza.
El giro al "pragmatismo"
Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor de la Universidad Autónoma, también explica otra variable para el crecimiento del Sinn Féin tanto en Irlanda como en Irlanda del Norte: su papel de partido de izquierdas se ve reforzado desde la dura crisis del euro y financiera. “En la República de Irlanda nunca habían tenido una auténtica izquierda”, concreta, para señalar que asume el rol que, por ejemplo, tuvo Podemos en España. A todo ello se suma su “pragmatismo” en las política y el hecho del cansancio a las grandes coaliciones que se reparten el país sucesivamente.
Además, el hecho, añade, de que la firma de los acuerdos le lleva a ganar respetabilidad y la paz le da rédito electoral, en vez de haberlo logrado, por ejemplo, la socialdemocracia en Belfast. No obstante, como pasa con EH Bildu, el partido sigue haciendo “muchos malabarismos” respecto al pasado, pero prima hablar del “salario mínimo o de las carreteras”. Hay un factor en el que sí ve más diferencia Molina: en Irlanda del Norte las dos partes eran violentas, lo que hace que sea más fácil perdonar ese pasado, mientras que en el País Vasco la parte que agredía era ETA.
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Molina al hilo siempre repite que es esencial el “elemento generacional”: “La juventud los ve como un partido atractivo”. Este elemento se materializa con mucha claridad en el análisis de datos de la encuesta preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre el 21 de abril, con Bildu arrasando entre los menores de 24 años (la intención de voto es del 31,5%). Le saca 14 puntos de diferencia al PNV, que es segundo, con un 17,9. Y ya por debajo de los dos dígitos están: Vox (5,1%), PP (3,9%), PSE-EE (2,6%), Podemos (2%) y Sumar (1,6%). Además, el aspirante de la izquierda abertzale es el que mejor puntuación recibe de los nuevos votantes, con un 5,62, superando a su máximo rival, Imanol Pradales, que se queda en un 5,39.
"Se han podemizado"
En esto ponte también el acento Rafael Leonisio, doctor en Ciencia Política, profesor de la UNED y antiguo investigador en el Euskobarómetro, que sitúa así las claves del ascenso de EH Bildu: “El fin de la violencia, se ha convertido en un partido votable para gente nueva. Los menores de 35 años no han conocido el terrorismo más brutal. Y está consiguiendo a un electorado también no independentista. Se ha podemizado para pescar en ese caladero. Es un poco como lo que hizo el BNG comiéndose a las mareas”.
No obstante, su apuesta es que no logrará finalmente comerse al PNV en estas elecciones aunque sí se ha posicionado como el “partido de los valores posmaterialistas”: “El debate territorial prácticamente no existe. Antes era el tema central como pasó durante la época de Ibarretxe. Ahora se habla de sanidad pública, de vivienda y de seguridad. Lo que hay es un debate ideológico de derecha e izquierda”.
Se abren las puertas del castillo de Stormont. Sonríen, se estrechan la mano, posan para los fotógrafos. La anfitriona es Michelle O’Neill, una política que ya ha pasado a los libros de historia desde el pasado mes de febrero al ser la primera dirigente del Sinn Féin en coger las riendas de Irlanda del Norte. Apenas había pasado un mes y llegaba directo desde Euskadi a Belfast el invitado. Su nombre: Pello Otxandiano. Con un sueño parecido en la maleta: ser el primer político de EH Bildu que se hace con la Lehendakaritza.