Alberto Núñez Feijóo lleva defendiendo desde que ganó sus primeras elecciones en Galicia la idea del “bilingüismo cordial”, trasunto de lo que Manuel Fraga, el exministro franquista que fundó su partido, llamaba el "bilingüismo armónico". Antes de eso protagonizó una durísima campaña electoral en la que no dudó en sumarse a quienes pretendían —y lograron— romper los consensos lingüísticos de décadas en nombre del derecho a una educación íntegramente en castellano. Entonces, como ahora en Cataluña, Feijóo no acudía a las manifestaciones en favor del español. Enviaba a otros.
Ese bilingüismo cordial que defiende Feijóo y que desde que llegó a Génova trata de incorporar al ideario de un PP nacional poco acostumbrado a defender la igualdad del español con las lenguas cooficiales es uno de los ejes de la oferta política que quiere ofrecer a los catalanes para recuperar el espacio político perdido por su partido en la última década. Un bilingüismo que, según el líder de la oposición, en realidad es trilingüismo y reparte entre tres lenguas vehiculares —español, inglés y gallego— las horas de escuela de los alumnos gallegos. Todo de manera “cordial” y sin que nadie cuestione semejante reparto.
La realidad es sensiblemente diferente. Bajo esa apariencia de equilibrio y cordialidad se esconde un imparable retroceso del uso del gallego a todos los niveles. Lo que hizo Feijóo cuando llegó a la Presidencia de la Xunta en 2009 fue poner fin a las políticas de normalización que primaban la presencia del gallego en las aulas para tratar de frenar su retroceso en el uso social, producto de años de persecución y menosprecio en los que el castellano era la única lengua en la escuela.
Esas políticas habían sido en Galicia un territorio de consenso protagonizado e impulsado por el PP, también durante la época de Manuel Fraga. Hasta que llegó Feijóo, rompió los acuerdos y por mayoría absoluta impuso un modelo dirigido a igualar el uso vehicular de las dos lenguas cooficiales. Como si ambas partiesen de una situación inicial de igualdad que ningún experto reconoce. Una decisión que en la práctica sacó a la escuela del esfuerzo de normalización lingüística desarrollado desde la restauración autonómica de 1981, al mismo tiempo que daba un portazo a quienes como la organización Galicia Bilingüe le ayudaron a ganar las elecciones en nombre del supuesto derecho a recibir educación exclusivamente en español.
Hoy en Galicia el trilingüismo del que presume Feijóo es realidad en una minoría de centros educativos, no más de una tercera parte de los que existen. En ellos la presencia del español es de un 33%, igual que la del gallego. En el resto, la presencia del inglés sigue siendo testimonial.
Para saber cómo ha evolucionado y en qué situación se encuentra el uso de ambas lenguas en la escuela gallega hay que recurrida a la Encuesta Estructural de Hogares sobre el Conocimiento y el Uso del Gallego que ha publicado el Instituto Galega de Estatística (IGE), un organismo que depende de la Xunta, en los años 2003, 2008 (previos a la llegada de Feijóo a al Gobierno de Galicia), 2013 y 2018 (ya con él quo frente del Ejecutivo).
Los datos de los dos primeros años reflejan una progresión del uso del uso del gallego como lengua vehicular en la enseñanza. Las clases que se daban en gallego o mayoritariamente en gallego en 2003 eran un 39% del total (el resto eran mayoritariamente o totalmente en castellano). Esas cifras cambiaron sustancialmente en 2008, en pleno Gobierno bipartito PSOE-BNG. En gallego o mayoritariamente en gallego se daban casi el 61% de las asignaturas (el resto se impartían en español).
Tendencia negativa
Eso tendencia se truncó en 2013, ya con cuatro años de políticas lingüísticas de Feijóo. Ese año, en gallego o mayoritariamente en gallego sólo se daban el 46% de las clases, por un 54% en castellano o mayoritariamente en castellano.
Los datos más recientes, del año 2018, no permiten hacer comparaciones, porque el IGE introdujo una nueva categoría: clases que se dan “igual en gallego que en castellano” (el 59,5%, según en la encuesta). No obstante, sí es posible le apreciar un evidente desequilibrio en favor del español: el 27,6% de las asignaturas se impartían ese año en castellano o mayoritariamente en castellano frente a apenas un 12,7% en gallego o mayoritariamente en gallego.
El resultado de esta política dibuja un claro retroceso en el uso de la lengua gallega y una cada vez mayor presencia del castellano. El gallego resiste, según datos del IGE, como la lengua mayoritaria de la mitad de la población, pero sólo gracias a los gallegos de más de 50 años. Entre los jóvenes, la proporción de quienes hablan sobre todo en gallego cae al 40% y se desploma al 30% entre quienes tienen de 5 a 24 años. El porcentaje de los niños que no saben hablar gallego se ha disparado en lo que va de siglo. Apenas un 18% de los niños y niñas de 2018 habían pronunciado sus primeras palabras en gallego, muy por debajo del 30% contabilizado en 2003.
Con esos datos, no es de extrañar que el Consejo de Europa haya advertido a la Xunta de Feijóo del incumplimiento de sus compromisos para la normalización del uso del gallego eliminando “las limitaciones de la enseñanza en lengua gallega en todos los niveles educativos” a la vista de que “el conocimiento general del gallego parece disminuir”.
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En el informe, fechado en 2021, el Consejo de Europa certifica “que la distribución de idiomas entre las materias escolares no es igual“, entre otras cosas porque “el gallego está presente sólo en una fracción de los centros de educación infantil” y de que “el material didáctico en gallego también es insuficiente”.
El comité de expertos que vigila la situación de las lenguas amenazadas en Europa reiteró la Xunta “la importancia de proporcionar un nivel suficiente de educación lingüística en todos los niveles de enseñanza” y señaló que el actual “marco legal existente”, el que iguala el uso de las dos lenguas en la escuela, “es contrario a los compromisos de España”, concluyendo que “no se eliminaron todas las limitaciones [detectadas] para o enseñanza en gallego”.
El citado informe recordó a las autoridades de la Xunta que España ratificó el artículo 8.1 ai, bi, ci, di de la Carta de Lenguas, lo que significa que “la educación debe impartirse en gallego como medio de enseñanza” y reiteró “la importancia de proporcionar un nivel suficiente de enseñanza de la lengua en toda la gama de la educación”.
Alberto Núñez Feijóo lleva defendiendo desde que ganó sus primeras elecciones en Galicia la idea del “bilingüismo cordial”, trasunto de lo que Manuel Fraga, el exministro franquista que fundó su partido, llamaba el "bilingüismo armónico". Antes de eso protagonizó una durísima campaña electoral en la que no dudó en sumarse a quienes pretendían —y lograron— romper los consensos lingüísticos de décadas en nombre del derecho a una educación íntegramente en castellano. Entonces, como ahora en Cataluña, Feijóo no acudía a las manifestaciones en favor del español. Enviaba a otros.