La teoría dice, y así lo recalcaban en marzo los expertos consultados por infoLibre con un nivel de coincidencia asombroso, que la impresión de "doble vuelta" que daba la cercanía de las elecciones generales (28A) y las municipales-autonómicas-europeas (26M) favorecía a priori al partido mejor situado de cada bloque, PSOE y PP, que se beneficiarían de la polarización en la primera cita y después del voto útil en la segunda. Tal cual. En el caso del PSOE, se cumplió punto por punto, con un efecto arrastre –efecto bandwagon, en la jerga– de libro. En la derecha los hechos también se ajustaron al molde previsto, pero con más rodeos y matices. El PP de Pablo Casado salvó por poco el liderazgo de la derecha –y bien que se lo intentó disputar Albert Rivera en al fase de valoración de los resultados de las generales–. Eso sí, logró rentabilizar la posición de partido dominante de su bloque en las elecciones de mayo. Ahora, en cambio, el escenario es más complejo. Menos predecible. ¿Quién se beneficiaría de una repetición electoral, hipótesis que ha puesto a circular el PSOE para el caso de que las condiciones que le ofrezcan sus potenciales apoyos en una investidura sean inaceptables? Las respuestas, recogidas de cuatro analistas, observadores y académicos, apuntan a un escenario absolutamente incierto. A priori los dos viejos partidos del bipartidismo saldrían beneficiados en sus respectivos bloques, pero el potencial crecimiento de la abstención y la atomización del tablero electoral convierten el panorama en un campo minado.
Lo siguiente sería un resumen de sus aportaciones, aunque no todos coinciden en todos los puntos. Sí, sobre el papel el PSOE sería el principal beneficiado y volvería a ganar, pero el riesgo de abstencionismo en la izquierda siembra de incógnitas la ecuación. Además, se suele dar por hecho que el electorado castigará a quien considere culpable y premiará a la víctima de los bloqueos, que a su vez suele ser la figura que aparece como la opción más creíble para la presidencia. De esa ley no escrita se benefició Mariano Rajoy entre las elecciones de diciembre de 2015 y julio de 2016. Pero entonces, el líder del PP supo trasladar la culpa del bloqueo a su investidura al PSOE del "no". ¿Lo conseguirá Sánchez? El trabajo de presión sobre PP y Cs ya ha empezado, pero ambos partidos –Vox ni se plantea– han sido tan beligerantes contra Sánchez y tan contundentes en el rechazo a una abstención que de momento evitan el foco. Eso sí, en el PP ya ha habido voces, fulgurantemente desautorizadas, que se han mostrado abiertas a esta idea. Si finalmente, en una repetición, el electorado culpara a la izquierda en su conjunto de ser incapaz de entenderse, en contraste con una derecha que sí sabe aparcar diferencias para ponerse de acuerdo, la erosión de las expectativas de Unidas Podemos –algo en lo que todos los consultados coinciden– también podría afectar al PSOE.
Una "mala idea" para la izquierda
La politóloga Carol Galais cree que la repetición electoral sería "muy mala idea para las izquierdas". El PSOE ha ganado las elecciones, afirma, "sólo por la movilización tan intensa que ha habido para frenar a la extrema derecha. "De repetirse elecciones, una gran parte de los votantes del PSOE con tendencias abstencionistas se quedaría en casa", opina Galais, que cree que la reiteración de citas electorales "cansaría" al electorado. Galais, doctora en Ciencias Políticas por la Universitat Pompeu Fabra, cree que el PP podría gobernar con menos apoyos que los que necesita el PSOE.
Especialmente desaconsejable sería una repetición electoral para Podemos, según Galais. "Además de estar en caída libre y a bronca diaria, son los últimos interesados en repetir elecciones si no quieren pasar a ser anecdóticos", señala. Aunque tampoco sería una buena opción para Ciudadanos. "Después de haberse evidenciado su querencia a la derecha podrían perder parte de su electorado más progresista, y los más ultras saben que tienen una mejor opción, más pura, más a la derecha para votar", señala Galais, que, en resumen, ve como principal beneficiario al PP y en segunda instancia a Vox.
Ganaría el PSOE, pero siempre hay "peligro"
César Calderón, director de la consultora Redlines, asiste con escepticismo al runrún del adelanto electoral, emitido fundamentalmente desde las filas socialistas. "Ahora mismo es que no hacen falta encuestas. Tenemos resultados electorales. Tenemos generales, autonómicas, municipales y europeas. Las tendencias están claras. Los más beneficiados serían PSOE y PP. Los menos, Podemos y Vox. Pero no va a haber elecciones. El que más tiene que perder es Podemos, por lo que se tiene que esforzar para que no las haya", señala Calderón, convencido de que finalmente habrá fumata blanca.
"Un Podemos en franco retroceso electoral, en situación de urgencia orgánica, lo que menos quiere es volver a medir su marca, y más con la amenaza de Errejón", señala. Ve en los mensajes del PSOE una estrategia orientada a apretar al resto para reforzar su posición de centralidad y evitar cualquier atribución de culpa en caso de repetición, pero no una amenaza verosímil de permitir que la sangre llegue al río. Y no porque en las urnas no le aguardasen a los socialistas unos mejores resultados, sino porque una cita electoral es "siempre un peligro".
"El PSOE está en mejor situación que el resto y sería el partido más beneficiado. Se podría decir que está en win-win. Gana en los dos escenarios posibles", señala Calderón, en referencia a las dos posibilidades: lograr la investidura o repetir elecciones. Pero hay dos factores que hacen difícil que se llegue al segundo escenario, reflexiona Calderón. En primer lugar, el carácter imprevisible de todo proceso electoral. "Unas elecciones son un peligro siempre, aunque lo tengas todo controlado", señala Calderón, que conoce la trastienda de multitud de campañas como experto en comunicación y estrategia política. En un mapa político en el que ganar las elecciones ha perdido importancia, para ser ahora lo crucial liderar una mayoría aun no siendo el más votado, unas nuevas elecciones darían una oportunidad extra al PP. En segundo lugar, "el partido que quede como culpable va a tener unos resultados malos, porque [los electores] lo van a correr a gorrazos". Una incapacidad de alcanzar un gran acuerdo de PSOE y Podemos, con ambos culpándose mutuamente, podría perjudicar a los dos partidos de izquierdas.
Distintos caminos
El politólogo y sociólogo Jorge Galindo es, de los expertos consultados, el que más opciones ve de una repetición electoral, aunque sigue sin considerarla la situación más probable. "La hipótesis de una repetición electoral nunca debe ser descartada por completo cuando los pactos implican a muchos actores en juego, como es el caso. Es cierto que no es la situación más probable. Al fin y al cabo, Pedro Sánchez tiene más de una ruta hacia la investidura y eso le otorga poder de negociación", señala. Las vías son varias, como ilustra Galondi. "Puede tomar la vía ERC, pero también sumaría suficientes síes con la alternativa navarra. Incluso aún le quedaría la opción (aritméticamente factible, pero políticamente imposible) de Ciudadanos. Es por ello que, en caso de repetición, el PSOE sería probablemente el partido menos perjudicado: por una parte resultaría difícil acusarle de no querer formar gobierno si mantiene todas las opciones abiertas; por otra, podría profundizar en la coordinación del voto anti-derecha en torno suyo con el argumento de que necesita una base más amplia para poder formar gobierno", expone.
¿Y el PP? Pues "tampoco saldría necesariamente mal parado", a juicio de Galindo, que recuerda que las elecciones al Parlamento europeo ya demostraron su capacidad para capitalizar el voto útil del campo conservador, restándole tanto a Cs como a Vox. "Atendiendo a estas expectativas, parece difícil que Sánchez no logre activar alguna de sus opciones para al menos ser investido. Otra cosa, por supuesto, será gobernar. Ni la opción ERC ni la alternativa navarra aseguran mayorías estables ni sencillas, y la negociación de los presupuestos llegará con la sentencia del juicio a los líderes independentistas. Además, la potencial incompatibilidad de algunos de los socios en la opción navarra (PNV y Navarra Suma) la hace tan complicada como la vía ERC".
Un laberinto, en suma. Y además plagado de obstáculos. En palabras de Galindo, "Sánchez tiene varios caminos para evitar la repetición electoral, pero ninguno de ellos es ideal". Y concluye: "Como quiera que una repetición bien podría no perjudicarlo, si los costes de cualquiera de esas opciones se vuelven demasiado altos, no es completamente descartable que nos encontremos de nuevo en las urnas después del verano".
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Rajoy 2016 Vs. Sánchez 2019
No se puede comparar al Pedro Sánchez de 2019 con el Mariano Rajoy de 2016. Es la advertencia de Eduardo Bayón, experto en comunicación política, estrategia y campañas. Es decir, el PP de Rajoy capitalizó favorablemente en las elecciones de 2016 un voto útil que lo identificaba como única opción posible en la repetición electoral, tras el fracaso del acuerdo entre Sánchez y Albert Rivera. Pero ahora lo que fracasaría, si no se llega a una investidura, es sobre todo el entendimiento entre PSOE y Podemos, o al menos es posible que se entendiera así, porque –por el momento– el foco no está en el PP y Cs, cuya abstención se da por hecha. "Sánchez recuerda a Rajoy en 2016 en ese dejar hacer y controlar el tiempo, dejándolo pasar, a la espera de que Ciudadanos pudiese cambiar de postura. Lo demás es distinto", señala Bayón. Cada vez hay más síntomas –Madrid, Andalucía– de que el cambio de postura de Cs no va ocurrir. En ese contexto, señala Bayón, hay que entender la oferta de "gobierno de cooperación", que presenta el aspecto del "punto inicial" de un posible acuerdo aceptable por parte de PSOE y Unidas Podemos. El politólogo considera que las alusiones desde el PSOE a una posible repetición están encaminadas "a presionar, o incluso a recordar que existe la posibilidad", pero no son síntomas de un riesgo real. "Son gestos de firmeza negociadora", señala.
"La situación y los síntomas son muy diferentes [para Rajoy en 2016 y para Sánchez ahora]. El PSOE podría salir reforzado, pero en un sistema multipartidista ya no se trata de ganar las elecciones. El PP podría ser el principal beneficiado", señala Bayón, que menciona el elemento que podría cambiarlo todo y que puede actuar como freno para que el PSOE se atreva a llevar el órdago hasta el final: al alcance de una posible "desmovilización de la izquierda". "Hay que recordar que la participación en abril fue muy alta [75,75%, frente al 66,48% de 2016]", subraya Bayón, que no cree que esta baja abstención se repitiese. "Una repetición siempre genera desmovilización", sentencia.
La teoría dice, y así lo recalcaban en marzo los expertos consultados por infoLibre con un nivel de coincidencia asombroso, que la impresión de "doble vuelta" que daba la cercanía de las elecciones generales (28A) y las municipales-autonómicas-europeas (26M) favorecía a priori al partido mejor situado de cada bloque, PSOE y PP, que se beneficiarían de la polarización en la primera cita y después del voto útil en la segunda. Tal cual. En el caso del PSOE, se cumplió punto por punto, con un efecto arrastre –efecto bandwagon, en la jerga– de libro. En la derecha los hechos también se ajustaron al molde previsto, pero con más rodeos y matices. El PP de Pablo Casado salvó por poco el liderazgo de la derecha –y bien que se lo intentó disputar Albert Rivera en al fase de valoración de los resultados de las generales–. Eso sí, logró rentabilizar la posición de partido dominante de su bloque en las elecciones de mayo. Ahora, en cambio, el escenario es más complejo. Menos predecible. ¿Quién se beneficiaría de una repetición electoral, hipótesis que ha puesto a circular el PSOE para el caso de que las condiciones que le ofrezcan sus potenciales apoyos en una investidura sean inaceptables? Las respuestas, recogidas de cuatro analistas, observadores y académicos, apuntan a un escenario absolutamente incierto. A priori los dos viejos partidos del bipartidismo saldrían beneficiados en sus respectivos bloques, pero el potencial crecimiento de la abstención y la atomización del tablero electoral convierten el panorama en un campo minado.