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Una carrera ya no basta o cómo la universidad se ha convertido en un negocio (para unos pocos)

Un mural cuelga de la fachada de la Facultad de Físicas de la Universidades Complutense de Madrid, a 23 de abril de 2025, en Madrid (España).

“Es un continuo miedo, no porque no esté preparada, sino porque el mercado es muy competitivo y son las pequeñas cosas las que marcan la diferencia” explica Sara Manzanares, estudiante del Doble Grado en Derecho y ADE.

“Derecho solo se quedaba corto” añade, pero en un principio quería completarlo con Ciencias Políticas. Acabó por descartarlo porque tenía pocas salidas, aunque este curso ha comenzado una formación complementaria en esa carrera para engordar aún más un currículo que luchará por encontrar su hueco y ser seleccionado entre otros miles.

La perspectiva de encontrar un trabajo digno que permita a los jóvenes independizarse es cada vez más improbable al acabar la carrera. Por ello, los jóvenes continúan con su etapa formativa con la esperanza de poder diferenciarse de sus compañeros. Antonio Echaves, profesor titular de Sociología en la Universidad de Sevilla, explica a infoLibre que “en momentos de crisis el sistema educativo se convierte en un refugio para los jóvenes”.

Alejandro estudia Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid y comenzará un Doble Grado en Relaciones Internacionales y Derecho el curso que viene mientras termina la carrera. “Es por el síndrome del impostor” dice, mientras argumenta que “el mercado de trabajo está muy precarizado y eso hace que veas a personas haciendo trabajos para los que están sobrecualificados”.

Enrique Gil Calvo y Luis Garrido Medina, sociólogos y autores del libro Estrategias familiares explican que la causa de que la formación se dilate cada vez más en el tiempo tiene mucho que ver con que el alumnado y sus familias decidan planificar mejor la formación de los jóvenes para evitar tener que enfrentarse a una situación de precariedad.

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Es el caso de Mateo, estudiante de Doble Grado en Derecho y ADE en la Universidad Carlos III. Eligió esta opción porque “los despachos de abogados siempre prefieren a alguien con un doble grado” aunque los motivos, según el alumno, no van encaminados hacia un mayor conocimiento sino a que “al tener más carga de trabajo, los alumnos están más acostumbrados a un ritmo laboral más alto”.

Según el informe Universidades y Despachos 2023 elaborado por El Confidencial, dos de cada tres nuevos abogados en la élite de los bufetes se habían graduado con un doble grado, mientras que quienes tenían uno solo representaban el 37%. También se repite esta tendencia en los másteres, el 55% de los abogados que se unían a un bufete habían cursado un doble master.

El profesor de sociología explica que esto no siempre ha sido así: “tener una licenciatura era suficiente antes, ahora esto no sucede”. Las nuevas generaciones se están teniendo que enfrentar a una etapa formativa más específica y larga, con la carga económica que eso supone, debido a que ha subido la competencia porque "se ha disparado el número de personas con estudios universitarios".

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Pero, ni siquiera tener un currículo brillante y que acredite una formación extensa es garantía de nada. Según datos de Eurostat un 35% de la población en España esta sobrecualificada para el trabajo que desempeñan, una cifra muy por encima de la media europea de 21,5.

Una cuestión de clase

El sistema educativo español esta basado en una lógica meritocrática, que también se aplica en el sistema para acceder a la universidad mediante las notas de corte de la recién bautizada PAU. Echaves explica que este sistema funcionaría si “todos los alumnos partieran del mismo lugar” en términos de igualdad de condiciones, cosa que no pasa. Aquí entra en juego bachillerato, ya que los alumnos de colegios privados o concertados llegan “dopados” a la PAU. Y así lo avalan los estudios. 

Las mejores calificaciones se dan en los alumnos de colegios privados: en concreto en un 53%. Y a su vez, según el informe Notas de acceso a la universidad, ¿son equitativas? del Observatori del Sistema Universitario de Catalunya (OSU) este buen rendimiento no se ve en los resultados en los exámenes de la PAU, que se corrigen preservando el anonimato del alumnado.

Daniel Valdivia, profesor de sociología de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla explica a este periódico que “las clases sociales más altas y con mayor capital social encuentran siempre forma de cerrarle las puertas a la clase trabajadora” y, a la hora de acceder al mercado laboral “ni siquiera un master sirve, ahora te hace falta un contacto o una recomendación que te permita conseguir un puesto de trabajo”.

El estrato social también determina la posibilidad de alargar los estudios para conseguir cursar los cotizados masters: “a mayor nivel de estudios, mayor es la condición socioeconómica”, explica Echaves, ya que "no hay ningún tipo de presión o necesidad de trabajar".

La universidad: un negocio más

Las universidades han aumentado sus precios hasta las cifras que conocemos hoy, con Madrid, Navarra y Cataluña a la cabeza, superando las tres comunidades los 18 euros por crédito en los grados.

A pesar de los precios que los alumnos se ven obligados a pagar, esto solo se refleja en la financiación publica de dos de estas comunidades: Cataluña y Navarra gastan 7.137 y 8.976 euros por alumno respectivamente. Madrid, sin embargo, continúa siendo la comunidad autónoma que menos invierte en su educación pública, con tan solo 5.467 euros por alumno.

La infrafinanciación de la universidad pública por parte de los gobiernos del Partido Popular en esta región para promocionar la privada han llevado a que muchos alumnos acudan a ella. De hecho, ya superan en cantidad a las públicas con solo 6 públicas y 13 privadas, más del doble.

Incluso las propias universidades públicas se están volviendo cada vez menos accesibles para los alumnos. La Universidad Carlos III de Madrid, uno de los centros públicos más caros, tiene másteres que pueden rondar entre los 80 y 150 euros por crédito, aunque otros llegan hasta los 225, como el de Administración de Empresas.

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Una grieta que se hizo más profunda durante la pandemia cuando la Comunidad de Madrid aprobó el Real Decreto-ley 17/2020 que suprimió el sistema de horquillas permitiendo que los precios subieran de una forma descontrolada. Aún así, en el curso 2023-24 los másteres siguieron con cifras récord, con un 32,6% de matriculados más. Daniel Valdivia explica que "los alumnos deben cursar un master de manera casi obligatoria si quieren acceder a un trabajo" desde que el Plan Bolonia suprimió el quinto año de los grados universitarios.

El pasado abril, plataformas estudiantiles convocaron una huelga en Madrid junto con el profesorado en defensa de la educación pública. Ante sus demandas, Ayuso aprobó la subida de solo un 4,2% de la financiación lo que supone 47,3 millones más. Una cifra muy alejada de los 200 millones de euros que demandaban los rectores. 

Valdivia explica que las soluciones, como aumentar las plazas o limitar la universidad privada, son sencillas por lo que “solo hace falta voluntad política”.

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