La economía española, en opinión del líder del PP, Pablo Casado, sigue llena de nubarrones. Y lo que es más grave: se encamina hacia una enorme tormenta que puede obligar a la Unión Europa a tener que rescatar España como ya hizo en el pasado con Grecia.
Fue en un curso organizado por el PP en El Escorial (Madrid) donde Casado expuso su diagnóstico, muy distinto del que en el mismo foro hizo Luis de Guindos, exministro de Economía y vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE). Hay “triunfalismo” en los medios de comunicación sobre el efecto de los fondos europeos pueden tener sobre la recuperación económica, denunció el presidente del PP. Porque el verdadero problema es la deuda pública, que ya ha alcanzado el 125% del PIB.
“De los 330.000 millones de euros de deuda soberana española que tiene el BCE, 120.000 los ha comprado el año pasado”, una suma “que es prácticamente toda la emisión de deuda pública del tesoro español”. Casado reconoció que gracias a ella ha hecho posible cubrir “los servicios básicos que tenemos en el presupuesto español, en el que el 80% del gasto son cuatro partidas sociales o asociadas (prestaciones de desempleo, pensiones, sueldos de los funcionarios e intereses de la deuda)”.
Pero el problema, subrayó, es que “los fondos europeos cuantitativamente no son relevantes para evitar el boquete que ya tenemos” y no van a compensar la caída de la economía provocada por la pandemia. Así que el déficit estructural va a obligar a hacer ajustes “en un futuro no muy lejano”. Y “cinco puntos de ajuste de déficit estructural nos abocan a diez años de recortes”, advirtió. “Porque son 60.000 millones de euros que tenemos que cortar de ese 80% del presupuesto que son partidas esenciales para el Estado del bienestar”.
España, aseguró, va a recibir fondos no sólo por haber sufrido la pandemia, sino “porque su posición de partida era peor” que la de otros países. Sánchez, remarcó, no había “hecho los deberes”, no cumplió con el déficit, dejó crecer “demasiado” la deuda pública, no hizo “reformas de competitividad”, no eliminó “desequilibrios en el déficit estructural” y “rigideces” en el mercado laboral” y mantuvo los “impuestos demasiado elevados” .
Según su análisis, la inflación y el calentamiento de la economía norteamericana van a afectar a la política monetaria del BCE y, en última instancia, a los países que, como España, necesitan de su ayuda. “En el momento en el que todos los países salgan adelante y nosotros, por no haber hecho la reformas, no lo hagamos, esa asimetría hará que a lo mejor los países que tengan problemas tendrán que ir a programas específicos, particulares para ellos, que todos sabemos cómo se llaman y cómo se han implantado en el pasado”, subrayó en referencia al rescate de Grecia durante la crisis de 2008.
“El aviso que estamos dando es que hay que hacer reformas”, remarcó. “Y empezar a pensar en la estabilidad presupuestaria”. ¿Cómo hacerlo? Con una receta que incluye, por ejemplo, llevar aún más lejos la reforma laboral de Mariano Rajoy en vez de desmantelarla. Y renunciar a que las pensiones se revaloricen automáticamente de acuerdo con el IPC, congelando el salario mínimo y el ingreso mínimo vital y evitando subir el sueldo a los funcionarios públicos.
Aunque no hay elecciones a la vista hasta finales de 2023, Casado quiere tenerlo todo listo. Su intención, explicó, es preparar el partido en los próximos meses “incluso con leyes escritas” para aprobar “en los primeros 100 días del Gobierno futuro del PP”. “Tenemos que tener la capacidad de en apenas tres meses desfibrilar España, de inyectar adrenalina en un pais que ahora mismo está en una situación muy mala. No habrá tiempo que perder”.
El contraste con De Guindos
La paradoja es que el sombrío panorama descrito por Casado en la inauguración de los cursos del PP en El Escorial no obtuvo correlato por parte del principal ponente de la jornada. El exministro De Guindos no sólo subrayó que “vamos a tener un rebote muy intenso de actividad, especialmente en la segunda mitad del año”, sino que puso fecha a la recuperación del nivel de renta: será “en el primer trimestre” de 2022” para el conjunto de Europa (algo más tarde en el caso español, según el Banco de España). “Estamos mucho mejor que hace un año; las previsiones son mucho más optimistas y hay que revisarlas al alza”. “Es evidente que la recuperación está en marcha y con una intensidad muy notable”, concluyó desmintiendo los análisis de Casado y de su partido.
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No fue la única contradicción que quedó patente entre De Guindos y Casado. El vicepresidente del BCE cifró la caída de la economía española en un 6% (cinco puntos menos de lo que el líder del PP había dicho minutos antes) y desmintió las reservas del líder de la oposición sobre los riesgos de que la inflación se dispare. De hecho, no tiene dudas sobre que la recuperación será un hecho el año que viene, hasta el punto de que lo que le parece verdaderamente relevante es aprovechar los fondos europeos para transformar la economía del continente.
De Guindos ni siquiera sostuvo la tesis de Casado de que la pandemia ha tenido peores consecuencias económicas por culpa de Pedro Sánchez. “España se ha visto muy golpeada por la pandemia, fuimos los que más caímos en PIB”, aceptó. Pero “eso tiene que ver con la importancia del turismo y con la estructura empresarial de nuestro país, con muchas pymes”.
Hasta el propio Casado advirtió las diferencias, que atribuyó a la necesidad de De Guindos de mantener un perfil “institucional”.
La economía española, en opinión del líder del PP, Pablo Casado, sigue llena de nubarrones. Y lo que es más grave: se encamina hacia una enorme tormenta que puede obligar a la Unión Europa a tener que rescatar España como ya hizo en el pasado con Grecia.