“Cataluña ha vuelto”: el plan de Illa para reconectar con los empresarios y relanzar la España periférica

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En el interior del Palau de la Generalitat son conscientes de la trascendencia del momento. Y de la dificultad. Salvador Illa es el primer president del Govern no independentista desde hace más de una década. En solitario, con la necesidad del apoyo externo de ERC y los comunes. Con las miradas muy fijas en el resto de España por el acuerdo de financiación singular, tanto por parte de la derecha como entre miembros del socialismo y la izquierda. La eterna sombra de Junts también acechando.

Illa llegó al poder a principios de agosto en una jornada marcada por la aparición (y desaparición) de Carles Puigdemont. Acaba de cumplir cincuenta días al frente del Ejecutivo y ha dado muestras de la hoja de ruta que tiene planificada para su mandato. Sin estridencias, con ganas de seguir ampliando esa mayoría social que le respaldó en las urnas, tendiendo puentes con el resto de España pero con una defensa cerrada del nuevo modelo de financiación.

“Cataluña ha vuelto”. Esta es la frase que lleva por bandera estos días el president, y que lanzó con toda su fuerza en la pasada Fiesta de la Rosa. Una oración tan sencilla pero que contiene varios significados en diferentes planos. Es el regreso de lo institucional, del puente aéreo, que mira al resto de España y que ha tenido como principal fotografía su visita al Palacio de la Zarzuela para reunirse con Felipe VI. La importancia de la audiencia se midió en el gran número de cámaras y periodistas. Hasta el rey exclamó: “Esto no es lo habitual”. El último president catalán que había ido a ver al monarca en Madrid fue Artur Mas en 2015.

El mundo de los negocios y la financiación singular

Este “Cataluña ha vuelto” tiene también un potente mensaje económico. Tras dejar de ser la locomotora de España en favor de Madrid y tras los convulsos episodios empresariales a raíz del 1-O, Illa tiene como una de sus principales obsesiones recuperar el pulso y tejer una potente red de apoyo de negocios. Él mismo se está afanando en esta faceta y cuenta con la colaboración de Josep Sánchez Llibre, de Foment del Treball. Ya en Madrid se ha visto con grandes directivos como José Bogas (Endesa), Manuel Manrique (Sacyr), Maurici Lucena (Aena), Jaime Pérez Renovales (Banco Santander), Elena Tejedor (Mercadona) y Meinrad Spenger (MásOragen).

Illa está en boca de todos fuera de Barcelona, especialmente por la financiación singular. Pese a los que dicen que nunca se llegará a materializar, en el Palau están totalmente convencidos de que se hará y de que se cumplirá con el acuerdo con Esquerra Republicana. Pero el president quiere lograr que se destierre esa idea de que se trata de un trato de favor a Cataluña.

Su línea argumental pasa por subrayar que el pacto garantiza la “solidaridad”, pero también, como está haciendo La Moncloa, lanzar el mensaje de que no va a aceptar lecciones de los que bajan impuestos en otras autonomías. Pero no se va a quedar solo en esas palabras y es que el líder de la Generalitat tiene la intención de visitar a presidentes autonómicos para explicarles de primera mano sus intenciones. Especialmente quiere trazar buenas conexiones con comunidades vecinas como Aragón y la Comunidad Valenciana, que pueden ser aliadas para recuperar económicamente esas zonas frente a la centrifugadora de Madrid.

De la mano de Sánchez al congreso federal

Illa tiene en mente la importancia de esa España periférica que se está quedando en un segundo plano respecto a la Comunidad de Madrid, algo que le impactó especialmente durante su etapa en el Gobierno central al frente del Ministerio de Sanidad. Por eso, su apuesta es clara por un modelo plural y diverso que sea capaz de atraer inversiones y talento, algo que en el PSC creen que comparten también muchas autonomías. Esa España que se evidenció en los resultados del 23 de julio y que no tiene el suficiente reflejo en los medios focalizados en la capital.

La financiación singular es también la gran espina que tiene el PSOE en su vida orgánica de cara al próximo congreso federal que celebrará en Sevilla del 29 de noviembre al 1 de diciembre. Durante el Comité Federal pasó el primer filtro, con las críticas llegando desde Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha) y Javier Lambán (Aragón) principalmente, pero aplazando el gran debate al cónclave. Ahora se busca un gran acuerdo entre federaciones y los delegados del PSC irán alineados con la dirección de Ferraz con la idea de evitar cualquier cisma.

La conexión entre Pedro Sánchez y Salvador Illa es total. Los dos compartieron en la pandemia algunos de los momentos más duros de su vida y solían comer o cenar juntos. En el socialismo catalán sostienen que hay que aprovechar la buena conexión, a la que se une tener el ayuntamiento de Barcelona, Jaume Collboni, para desarrollar proyectos y que Cataluña y España vuelvan a caminar de la mano. También el líder del PSC ha tratado de calmar con llamadas al resto de barones. En la sede de Pallars miran especialmente al PSOE-A, clave en el equilibrio interno. Juan Espadas no ha dado la espalda al pacto y, además, jugará el papel de presidente del congreso federal. 

El Govern "de todos"

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Otra de las señales que está mandando Illa es que se presenta como ese Govern “de todos” y hace guiños especialmente al antiguo espacio de CiU. Mantiene liturgias que contienen conexión con el legado histórico como el hecho de hacer unas jornadas de trabajo con sus consellers en el monasterio de Poblet (Tarragona), un enclave venerado por la derecha catalana y donde se encuentra el Archivo Tarradellas. Dentro de ese plan para “dignificar”, como suele decir él mismo, la Generalitat se está reuniendo con los ex presidentes autonómicos, aunque no prevé hacerlo con Carles Puigdemont.

Illa ha logrado en el último ciclo electoral que el PSC sea la primera fuerza en Cataluña en autonómicas, generales, municipales y europeas. ¿Ha tocado techo el socialismo allí? En el partido creen que todavía hay margen para crecer, aunque esa expansión se ve más en el espacio del centro. En la izquierda ya están ERC y los comunes, dos socios a los que tampoco interesa comer más la tarta y que en un futuro no den los números para las mayorías. 

En el PSC también están muy pendientes de lo que sucede en Madrid, donde la posición de Junts está dando sustos constantemente en La Moncloa. En Ferraz, de hecho, consideran que los de Carles Puigdemont “están digiriendo que Illa sea el president”, como confiesan en el núcleo duro del socialismo. Para el PSOE es clave lo que pase en los congresos de Esquerra y de Junts, que se celebrarán durante el mes de octubre y que servirán para renovar las direcciones de esas formaciones. De hecho, el Ministerio de Hacienda ha aplazado la votación de la senda de déficit, primer paso para los presupuestos generales, para tratar de reconducir la negociación con los posconvergentes, que ahora se abren a dar su visto bueno. La llave de la legislatura está en juego.

En el interior del Palau de la Generalitat son conscientes de la trascendencia del momento. Y de la dificultad. Salvador Illa es el primer president del Govern no independentista desde hace más de una década. En solitario, con la necesidad del apoyo externo de ERC y los comunes. Con las miradas muy fijas en el resto de España por el acuerdo de financiación singular, tanto por parte de la derecha como entre miembros del socialismo y la izquierda. La eterna sombra de Junts también acechando.

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