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Cataluña vuelve a mirar a Escocia tras el éxito del movimiento independentista

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Un nuevo referéndum se dibuja como una posibilidad más nítida en el horizonte escocés. Los resultados electorales de este jueves han concedido al Partido Nacional Escocés (SNP) una holgada victoria en el territorio, con 48 escaños de los 59 en juego. Trece más que en la anterior legislatura. Los votos cosechados han abierto un nuevo frente: el del referéndum de autodeterminación. La líder del partido, Nicola Sturgeon, se ha apresurado a señalar que el apoyo obtenido "refuerza" su reivindicación de una segunda consulta.

"Escocia ha rechazado a Boris Johnson y a los tories y, una vez más, ha dicho no al Brexit", ha destacado Sturgeon. En septiembre de 2014, el Parlamento británico autorizó la convocatoria de un referéndum para que los escoceses decidieran sobre la independencia de la nación. Con un 84,6% de participación, una mayoría próxima a los dos millones (el 55% de los sufragios) se inclinó finalmente por el no a la independencia.

Ahora, con un paisaje político sustancialmente distinto, los escoceses del SNP plantean la convocatoria de otro referéndum como uno de sus principales y más ambiciosos objetivos. Y una vez más, los independentistas catalanes miran a Escocia. Pero no son los únicos. Este mismo viernes, el líder del PP, Pablo Casado, advirtió del "riesgo" que suponen los referéndums y las "fracturas nacionales", aunque resaltó las diferencias entre uno y otro territorio. A preguntas de los medios de comunicación, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, esquivó el asunto: "Lo único que puedo manifestar es el absoluto respeto a la voluntad manifestada por el pueblo británico".

Fuerza al independentismo

La celebración de un segundo referéndum en suelo escocés "va a dar fuerza al independentismo catalán en su reivindicación". Así lo entiende Xavier Arbós, catedrático de Derecho Constitucional por la Universitat de Barcelona (UB). El también profesor recuerda la manera en que, "de un modo muy instintivo", el movimiento independentista ya cuestionó hace un lustro "por qué ellos sí y nosotros no". Aunque el Brexit "hizo seguramente cambiar la impresión sobre los referéndums", en aquel momento el escocés "sí parecía una salida razonable en un país con un prestigio democrático claro y rotundo". Y aunque la situación es distinta, repara Arbós, "seguramente seguirá influyendo".

Todo ello sin perder de vista, advierte el constitucionalista, que un referéndum como el de Escocia "no es posible en nuestro sistema constitucional". En el caso británico, apunta, "el Parlamento lo puede acordar y no es ninguna infracción de su orden constitucional", mientras que en el caso de España la celebración de este tipo de consultas sí "vulnera el artículo 2 de la Constitución", de manera que reproducirlo en el país sería "imposible con el actual marco". No obstante, puntualiza, "desde el punto de vista político, el independentismo sí se reforzaría por el ejemplo escocés".

También lo entiende de ese modo el historiador Xosé Núñez Seixas, quien afirma que "el efecto contagio va a ser inevitable". Además, reflexiona, "ahora mismo los independentistas escoceses van a contar con muchas más simpatías en la Europa continental" y de hecho el argumento "de que si lo hacían se iban fuera de la UE, pierde sentido". En ese frente, analiza el historiador, "sí puede suponer un punto de inflexión" y sobre todo una suerte de "presión sobre el Gobierno español".

Javier Pérez Royo, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla, no cree que el nuevo escenario altere sustancialmente aquellas creencias ya asentadas en el movimiento independentista catalán. "Siempre se ha utilizado y dicho que en Cataluña había que hacer lo mismo que en Quebec y en Escocia, no hay ninguna novedad, estamos dónde hemos estado siempre", sostiene.

Los nacionalistas escoceses, sin embargo, podrían no tenerlas todas consigo. La celebración de un segundo referéndum "es una posibilidad que exige la autorización parlamentaria", recuerda Pérez Royo, a lo que Núñez Seixas añade que Boris Johnson (Partido Conservador), recién elegido primer ministro, no parece estar dispuesto. El propio SNP ya ha insistido en que "lo que se vaya a hacer se hará legalmente" y no siguiendo el camino de la unilateralidad, de manera que resulta probable que "la cuestión, que será debatida y discutida, se estanque y prolongue".

Núñez Seixas repara asimismo en el cisma que brota dentro del propio partido nacionalista. "Han logrado una gran victoria, pero menor a lo que esperaban", de modo que "se sienten empoderados, pero no tanto". También son conscientes de haber congregado gran parte de "voto útil anti-Brexit", anti-Brexitque deja fuera "las cuestiones identitarias de los votantes independentistas". Conviene recordar que sólo el 38% de los escoceses se mostraron partidarios del Brexit en 2016.

Joaquín Tornos, catedrático de Derecho Administrativo por la Universitat de Barcelona (UB) y autor del libro De Escocia a Cataluña. Referéndum y reforma constitucional (Iustel, 2015), explica en conversación telefónica los diferentes escenarios y su influencia sobre el movimiento independentista catalán. Hay, describe, una doble dirección. "Pongamos que pide celebrar el referéndum y Boris Johnson lo rechaza", plantea el catedrático. Ese supuesto puede reforzar precisamente a quienes se oponen al movimiento independentista: "Vean ustedes cómo no existe derecho a la autodeterminación, ni siquiera en Reino Unido", podrían argumentar. "Incluso allí donde no está prohibido constitucionalmente, no se ha autorizado", sugiere el experto. En este caso, además, habría que analizar si Escocia plantearía una vía unilateral que por el momento parece haber descartado. De seguir esta línea, "podría rebotar en contra" de los catalanes pro independencia.

Por contra, en caso de que el primer ministro refrende la consulta, "volveríamos a estar donde estábamos". Pero no necesariamente reforzaría al movimiento independentista: "Ya en el primer referéndum, nunca se reconoció el derecho a la autodeterminación, sino que se validó la celebración de la consulta porque quien tiene la soberanía, el Parlamento, se lo autorizó". A partir de ahí, coincide el catedrático, el recorrido sería largo.

Reingreso en la Unión Europea

El escenario hacia una posible independencia escocesa deja además otro frente: el reingreso en la Unión Europea. Si finalmente Johnson "cede y da permiso, nos encontraremos con una circunstancia distinta que estimulará aún más al independentismo", reflexiona Arbós, y es que "a los argumentos anteriores se sumará otro implícito: el de considerar que está más justificada la independencia". El Brexit, por tanto, con la consecuente salida de la UE, "puede ser un elemento que vaya a estimular más a los propios escoceses y a incrementar las posibilidades de una victoria del", explica el constitucionalista.

¿Demostraría entonces Escocia que la independencia no es incompatible con pertenecer a la UE? "Si Escocia se independiza y no entra en la UE, el mal ejemplo puede que no llegue a ser determinante. Pero si se independiza y termina entrando, la opción independentista subiría mucho en su viabilidad y en su crédito", porque en cierto modo se diluiría el argumento de "si sales te quedas fuera de la UE" y "sería un estímulo grandísimo", comenta Arbós. Sin embargo, añade, conviene no obviar que para su reingreso "sería necesario que todos los países de la UE estén de acuerdo". En caso de una hipotética independencia de Cataluña, bastaría con el veto de un país, por ejemplo España, para impedir su entrada.

Coincide Pérez Royo en que una posible separación de Cataluña se toparía con la oposición de España para su reingreso en la UE. "Es una circunstancia completamente distinta, porque España tendría que pronunciarse al respecto", completa.

A juicio de Tornos, Escocia "cumpliría las condiciones y los requisitos" para su entrada en la UE como Estado independiente, pero "tendría que cosechar el acuerdo unánime de todos los países". En ese escenario, habría que ver también cuál sería la posición de España, que quizá podría plantear un veto precisamente para no dar alas al independentismo catalán. En todo caso, se inclina por pensar el catedrático, "no sería inmediato, pero lo lógico es que ingresara".

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El refuerzo del movimiento independentista escocés, ¿podría generar un efecto contagio en otras regiones? Precisamente a finales de noviembre, el Ejecutivo de Flandes suscribió, junto al Govern de Cataluña, una declaración conjunta que pide a la UE "establecer un mecanismo que pueda permitir la integración de nuevos Estados independientes nacidos por vías democráticas".

En ese contexto, Tornos percibe que sí podría producirse un refuerzo o "como mínimo, podrían tener un argumento: aquí hay un problema, hay que darle solución". Esa petición plasmada en noviembre, por tanto, podría seguir un camino de largo recorrido. Los flamencos tendrían vía libre para plantear "qué ocurre cuando un territorio pide su reingreso como Estado independiente" y "como mínimo tendrían argumentos para pedir analizar el problema y reclamar un marco normativo específico".

A juicio de Arbós, los flamencos "están más bien en una posición de un independentismo ideológico formal" pero sin llegar más allá. "De momento tienen bastante con una política de altísima descentralización que les permite una alta cota de autogobierno", razona el constitucionalista, quien no detecta que exista un interés de peso en "aprovechar el ejemplo de Escocia" en la región belga, "a no ser que consiguiera a corto o medio plazo entrar en la UE como país nuevo".

Un nuevo referéndum se dibuja como una posibilidad más nítida en el horizonte escocés. Los resultados electorales de este jueves han concedido al Partido Nacional Escocés (SNP) una holgada victoria en el territorio, con 48 escaños de los 59 en juego. Trece más que en la anterior legislatura. Los votos cosechados han abierto un nuevo frente: el del referéndum de autodeterminación. La líder del partido, Nicola Sturgeon, se ha apresurado a señalar que el apoyo obtenido "refuerza" su reivindicación de una segunda consulta.

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