Los vaivenes de Jaume Matas desde que en 2015 se mostró dispuesto a llegar a un acuerdo con Anticorrupción para ver reducidas las penas a que se arriesga a cambio de admitir los delitos cometidos en varias piezas del caso Palma Arena y de confesar qué ocurrió realmente con el presunto amaño del mayor hospital de Baleares, Son Espases, han activado todas las cautelas del ministerio público.
El acuerdo, explicaron la noche de este martes a infoLibre fuentes de la investigación, sigue siendo posible. Pero las mismas fuentes recalcan la mayor dificultad planteada: la mermada fiabilidad de Matas, quien ya amagó hace un año con declarar ante el juez José Castro cómo poco antes de julio de 2006 fue el propio tesorero del PP en aquella época, Álvaro Lapuerta, el que le dio instrucciones escritas con lo que el Gobierno balear debía hacer para adjudicar el mayor hospital del archipiélago, Son Espases, a OHL. Esa, OHL, es la empresa del exministro posfranquista Juan Miguel Villar Mir. Su nombre figura en el ranking de empresas donantes de los llamados papeles de Bárcenas. Y justamente este martes, la Audiencia Nacional ha archivado las actuaciones del caso Gürtel contra Álvaro Lapuerta porque sufre "demencia sobrevenida".
La delicada situación de Lapuerta y lo que eso entraña por la imposibilidad práctica de someter a contradicción cualquier acusación que le afecte añade dificultades a un pacto de la naturaleza que busca Matas.
Todo habría sido distinto, recalcan los investigadores consultados, si Matas hubiera ido adelante hace un año. Fue entonces -relatan las fuentes consultadas por este diario-, cuando en una reunión en Madrid con Anticorrupción Matas explicó con lujo de detalles cómo se había visto con Lapuerta en la primera mitad de 2006 en la sede central del PP un día en que había acudido para una reunión ordinaria del partido. Fue Javier Arenas, dijo Matas, quien le comentó que pasara por el despacho de Lapuerta porque el tesorero quería verle. infoLibre transmitió esa información a los portavoces oficiales del PP por si Arenas deseaba añadir o corregir algún dato. No hubo respuesta.
Aquel amago de confesión -recuerdan fuentes conocedoras del episodio- quedó en nada: el mismo día en que debía declarar como imputado, el 16 de septiembre de 2015, el equipo de Jaume Matas transmitió una nueva condición, la de que el acuerdo también beneficiase a los directivos de OHL involucrados en la causa, el propio Villar Mir entre ellos.
La Fiscalía se negó en redondo. Y Matas se acogió a su derecho a no declarar. El silencio le libraba de verse cercado por las preguntas del fiscal Pedro Horrach y del juez José Castro. Y, al mismo tiempo, le ahorraba ofrecer una versión edulcorada que, llegada la ocasión, tuviera que modificar a cambio de alcanzar un acuerdo.
Transcurrido un año, fuentes de la investigación aseguran que la última oferta del expresidente en relación al caso Son Espases, transmitida hace un par de semanas, fue por completo sorprendente. E inaceptable.
Porque lo que ofreció a la Fiscalía el hombre que logró comprar un palacete millonario con dinero de origen incierto y supuestamente turbio fue declararse culpable de prevaricación y fraude a la administración -que sí conlleva cárcel- pero sin implicar a nadie más. Es decir, sin hablar ni del PP ni de OHL ni de ningún otro potencial partícipe en aquel oscuro amaño confesado por quien en 2006 era su consejera de Sanidad y que se torció cuando el diario El Mundo publicó lo que estaba a punto de suceder. El hospital fue finalmente adjudicado a una filial de Dragados por 635 millones en diciembre de aquel mismo año.
Este diario no ha logrado contactar con Horrach, quien desde comienzos del verano permanece alejado de los focos tras haber solicitado una excedencia fallida. Pero quienes recuerdan lo sucedido con Matas remachan que su marcha atrás de última hora disuadió a Anticorrupción de sus planes para negociar un acuerdo con el expresidente balear.
De hecho, cuando una de las partes personadas en el caso Son Espases pidió en primavera que la causa fuese declarada de especial complejidad, lo que habría otorgado al juez Castro más tiempo para la instrucción, Horrach se opuso. "No esperaba ya nada", afirma una fuente jurídica. Finalmente, Castro dictó una prórroga de un año en mayo. Y así, con la negociación sumergida como un nuevo Guadiana, prosiguió el caso Son Espases hasta que, hace un mes, Matas y su abogado, el prestigioso exfiscal balear José Zaforteza, iniciaron un nuevo acercamiento a Anticorrupción.
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Las mismas fuentes indican que Matas sí está dispuesto por completo a declararse culpable en las tres piezas del Palma Arena en las que solo se arriesga a penas de prevaricación: es decir, en las que no hay riesgo de cárcel. Esas tres piezas están relacionadas con la contratación de los artífices del velódromo que da nombre al caso.
Al margen de Son Espases, otras piezas se presentan como escollos: entre ellas, la del palacete adquirido por Matas y para cuya compra y decoración utilizó dinero negro, y la de los contratos otorgados a la empresa Orange Marketing, la llamada Gürtel balear tanto porque financió campañas del PP como por las similitudes con la operativa de amaño de adjudicaciones.
No es lo mismo -señala una fuente jurídica- que la sentencia del caso Nóos, donde la Fiscalía le pide cinco años, termine acarreando a Matas una condena a cárcel y le aconseje negociar con rapidez para evitar que se vea incrementada tras los juicios del Palma Arena. Sobre todo, porque si el tribunal de Nóos le sentencia a prisión, Matas deberá volver a la cárcel sea cual sea la duración de la pena. ¿Por qué? Porque previamente ya ha sido condenado en dos causas, ambas vinculadas a la corrupción.
Los vaivenes de Jaume Matas desde que en 2015 se mostró dispuesto a llegar a un acuerdo con Anticorrupción para ver reducidas las penas a que se arriesga a cambio de admitir los delitos cometidos en varias piezas del caso Palma Arena y de confesar qué ocurrió realmente con el presunto amaño del mayor hospital de Baleares, Son Espases, han activado todas las cautelas del ministerio público.