Chaves y Griñán, codo a codo en el banquillo

Empezó a las 10.50, casi una hora tarde. Y tuvo una utilidad nula, al menos desde el punto de vista del esclarecimiento de los hechos. La primera jornada del juicio de la pieza política del caso de los ERE, que sienta en el banquillo a los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán y a otros 20 ex altos cargos y ex altos funcionarios, sólo sirvió para dar la lectura a los escritos de acusación de la Fiscalía y del PP, ya archiconocidos por todos. Ni siquiera se abordaron las cuestiones previas, la fase preliminar del procedimiento, antes de la declaración de acusados, testigos y peritos, que se producirá previsiblemente después de la Navidad.

La primera sesión fue un prólogo del prólogo. Chaves y Griñán, sentados el uno junto al otro en primera fila y conversando frecuentemente entre sí en voz baja, asistieron a la lectura de los cargos con rostro serio. En la primera fila estaban también los exconsejeros Gaspar Zarrías, José Antonio Viera, Francisco Vallejo, Carmen Martínez Aguayo y Magdalena Álvarez. Parecía la foto de un Consejo de Gobierno, pero era un banquillo de los acusados. Este elemento gráfico fue lo más sustancial de la jornada.

El único consejero que no estaba sentado en primera fila era Antonio Fernández, también el único que ha pasado por prisión preventiva. Justo detrás de Chaves estaba Javier Guerrero, director general de Empleo de 1999 a 2008 y supuestamente el mayor responsable de la concesión de ayudas del conocido como "fondo de reptiles" dotado con 855 millones entre 2000 y 2011. Los acusados aguantaron el tipo durante cinco horas de liturgia intrascendente, sin descomponerse, más con aire ausente que otra cosa. Todos sabían que las cámaras los apuntaban. Guerrero, más revoltoso, jugueteaba con su paquete de tabaco.

No hubo gentío ni espontáneos abucheando o insultando a los políticos a su llegada al edificio de la Audiencia Provincial, una imagen que sí se dio en la fase de instrucción. El fuerte despliegue policial no tuvo apenas trabajo. Casi que el mayor revuelo lo ocasionó la llegada de Mercedes Alaya, que inició la instrucción de la causa y está –aunque ya no tiene competencia alguna sobre el caso– en la mente de muchos.

Empezó a las 10.50, casi una hora tarde. Y tuvo una utilidad nula, al menos desde el punto de vista del esclarecimiento de los hechos. La primera jornada del juicio de la pieza política del caso de los ERE, que sienta en el banquillo a los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán y a otros 20 ex altos cargos y ex altos funcionarios, sólo sirvió para dar la lectura a los escritos de acusación de la Fiscalía y del PP, ya archiconocidos por todos. Ni siquiera se abordaron las cuestiones previas, la fase preliminar del procedimiento, antes de la declaración de acusados, testigos y peritos, que se producirá previsiblemente después de la Navidad.

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