Ada Colau ha anunciado que abandona la primera línea de la política, dejando a los comunes huérfanos de un liderazgo que ha definido este espacio político desde su creación, hace una década. El partido que gobernó la Ciudad Condal durante 8 años comienza una etapa incierta, marcada por la búsqueda de nuevas figuras visibles y el eterno dilema de cómo relacionarse con el PSC, que ha conseguido hacerse con el Ayuntamiento y la Generalitat gracias a su apoyo, pero es a la vez su principal rival electoral.
Colau ha tenido “un rol crucial, por su liderazgo, su visibilidad mediática y su trayectoria como alcaldesa durante dos mandatos”, explica Steven Forti, profesor de Historia en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y coautor del libro Ada Colau, la ciudad en común (Icaria, 2019), con Giacomo Russo. Coincide con el análisis David Cid, portavoz del grupo parlamentario de Comuns en el Parlament: “Los comunes en Cataluña no se entienden sin Ada. Parar a la derecha en las elecciones estatales, estar en un gobierno progresista, las victorias [en Cataluña en las elecciones generales] en 2015 y 2016 no se explican sin Ada”, afirma.
El gran interrogante es cómo sobrevivirá el espacio político sin una figura que voces fuera y dentro del partido definen como insustituible. Especialmente en un momento de resultados electorales a la baja en Barcelona y Cataluña. Las elecciones al Parlament de este año, que dieron una contundente victoria a Salvador Illa, supusieron para los ‘comunes’ perder todos los diputados fuera de la provincia de Barcelona. “El Partido Socialista se está convirtiendo en el espacio refugio de las clases populares ante un posible giro a la derecha [del gobierno central] y la emergencia de la extrema derecha”, argumenta Cid para explicar los resultados, “en las últimas elecciones hubo una polarización muy fuerte entre Illa y Puigdemont, volver al procés o no. Pero también tenemos retos estructurales, tenemos que construir una organización más sólida”, admite.
La pérdida de la alcaldía el año pasado fue un trauma para Barcelona en Comú, pero Forti recuerda que es la única candidatura municipalista que sobrevive del ciclo iniciado en 2014. Con Colau como candidata, los comunes quedaron en tercera posición en las elecciones municipales de 2023, con el 19,7% de los votos, casi empatados con el PSC de Jaume Collboni, que consiguió la alcaldía gracias al apoyo inesperado del PP y los ‘comunes’. Sin embargo, una reciente encuesta de GESOP para El Periódico de Catalunya coloca en el 17% la intención de voto a Barcelona en Comú, mientras que el PSC sube hasta el 23%.
Gemma Tarafa, concejala de los comunes e integrante de la Dirección Ejecutiva del partido, resta importancia a los malos augurios demoscópicos: “Queda mucho tiempo para 2027. Haciendo una oposición contundente, con los temas que preocupan a la ciudad, estos resultados se pueden remontar”. Acusa a Collboni de una “deriva decepcionante” y recuerda que es “el primer alcalde que suspende [en el Barómetro municipal] el primer año de mandato”. Las exigencias de Barcelona en Comú al gobierno municipal se centran en el decrecimiento turístico y la regulación de la vivienda, los temas que más protestas han provocado en las calles barcelonesas en los últimos meses.
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Para paliar la pérdida de visibilidad por la salida de Colau, Tarafa plantea una estrategia doble: “levantar el perfil de Janet Sanz, la nueva presidenta del grupo municipal, y un trabajo muy coral. Tenemos un equipo de concejales muy potente, con trayectorias complementarias”. La regidora, muy cercana a Colau, subraya que “no estamos en el momento de decidir quién será nuestro candidato o candidata” a las elecciones de 2027. Colau no ha cerrado la puerta a volver, pese a que el Código Ético de la formación impone un límite de mandatos. Forti relativiza la importancia de esta norma: “El Código Ético debería ser sobre todo otras cosas como la transparencia o las puertas giratorias, no podemos resolverlo a que una persona tiene que dejarlo sí o sí tras dos mandatos”.
Todas las personas consultadas coinciden en que atravesamos un momento complejo para las izquierdas. “Los resultados electorales de los comunes en el último bienio se tienen que contextualizar con los resultados de las izquierdas en el marco español y europeo”, afirma Forti, que señala también “la poquísima presencia de movimientos sociales”. “Todos estos gobiernos [de izquierdas], de los más partidistas como Syriza en Grecia a los más movimentistas como Barcelona en Comú, han surgido y se han reforzado por las movilizaciones que venían de las calles. Hoy no se ven movilizaciones como en 2011 o 2014”.
En Barcelona y en Cataluña, los ‘comunes’ se enfrentan al reto de seguir siendo influyentes en un contexto adverso y sin su principal liderazgo. A su favor tienen una aritmética parlamentaria que les convierte en imprescindibles para la gobernabilidad del Ayuntamiento y la Generalitat. La marcha de Colau “no va a ser fácil para Barcelona en Comú”, pero “no es un partido líder-dependiente sin bases. Existe una estructura en el territorio y una militancia entregada al proyecto”, concluye Steven Forti.
Ada Colau ha anunciado que abandona la primera línea de la política, dejando a los comunes huérfanos de un liderazgo que ha definido este espacio político desde su creación, hace una década. El partido que gobernó la Ciudad Condal durante 8 años comienza una etapa incierta, marcada por la búsqueda de nuevas figuras visibles y el eterno dilema de cómo relacionarse con el PSC, que ha conseguido hacerse con el Ayuntamiento y la Generalitat gracias a su apoyo, pero es a la vez su principal rival electoral.