El azote del ébola
La crisis del ébola se cuela en los corrillos de la primera recepción de los reyes por el 12 de octubre
No podía ser de otra manera. La recepción de los reyes con motivo del 12 de octubre –su primer 12-O tras su ascenso al trono– quedó colonizada por la crisis del ébola. El tema recorría todos los corrillos de políticos y periodistas. Y, en particular, el estado de salud de la técnica sanitaria Teresa Romero y la gestión que del caso ha hecho el Gobierno.
Pese a que el clamor contra el Ejecutivo ha sido generalizado, y pese que han sido constantes las críticas por el caos, la falta de coordinación y de organización y pese a que la ministra de Sanidad, Ana Mato, está más entredicho que nunca, el Gabinete quiso exhibir normalidad y dar la impresión de que todo está bajo control. O sea, cerrar filas. Ayudaba a trasladar esa percepción que la enfermera se encuentra estable dentro de la gravedad y hay "indicios de esperanza", según dijeron los expertos este mismo domingo.
No hubo ocasión de preguntar a Mato. Ni ella ni la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, acudieron al cóctel en el Palacio Real. Ambas marcharon tras el desfile militar a la reunión del comité especial. Fueron las dos únicas ministras ausentes, aparte de Luis de Guindos, de viaje en Washington y ausente también de la parada del 12-O en el centro de la capital. El presidente, Mariano Rajoy, unque esquivo y muy remiso a contestar preguntas, intentó mostrar tranquilidad. "En Occidente sabemos muy poco de este virus", trató de justificar, recordando que en EEUU se acaba de descubrir un segundo caso. Por descontado, no habló de la posible dimisión o cese de la ministra ni de cambios en su Gobierno.
Otros miembros de su Ejecutivo, como Fátima Báñez o José Manuel Soria, continuaron pedaleando con la consigna del todo se ha hecho bien. Que ha habido coordinación, que se ha informado en todo momento, que se hizo bien repatriando a los dos religiosos enfermos de ébola, que el Gabinete, empezando por Santamaría, "está volcado" con este caso y con Romero y que, a fin de cuentas, el Gobierno se ha encontrado con una "situación nueva". "Somos un gran país", decía la titular de Empleo, apelando a la Marca España, precisamente cuando la actuación de las Administraciones españolas ha sido más cuestionada. Soria, mientras, contaba que esta crisis no estaba afectando por ahora al turismo.
No es momento de abrir crisis en Madrid
También todo marcha bien para la Comunidad de Madridtodo marcha bien. Ni asomo de autocrítica. Desde el entorno del presidente del Ejecutivo regional, Ignacio González, se recalcaba que los sanitarios cuentan con los trajes reglamentarios por lo que el contagio de la técnica obedeció, "desgraciadamente", a un error humano. Así que no se asumían más equivocaciones que los comentarios "inoportunos" y reprobables del consejero de Sanidad, Javier Rodríguez, que pese a todo dijo "la verdad". ¿Se le cesará? ¿Dimitirá? Aún no se sabe. Toda asunción de responsabilidades políticas llegará, en cualquier caso, una vez que Romero se recupere. No es el momento.
Los reyes, Felipe VI y Letizia, saludan al líder del PSOE, Pedro Sánchez, y a la senadora Carmen Alborch, en la recepción de este 12 de octubre en el Palacio Real | EFE
El PSOE tampoco cree que haya llegado el momento de pedir cabezas a Rajoy. Pero lo hará, según garantizó Pedro Sánchez a los periodistas. El secretario general reconoció que en las filas socialistas no había sido del todo entendido que no saliera a la yugular de Mato desde el primer minuto. Pero él entiende que hay que esperar a ver "cómo evoluciona todo". Lo prioritario es que la técnica sanitaria salve su vida. Después, el partido estudiará a quién señala con el dedo. Tesis que comparte la presidenta de la Junta de Andalucía. Susana Díaz remarcó que, incluso aunque Romero venza al ébola, habrá que pedir responsabilidades políticas. Hay una razón obvia, dijo: el presidente desplazó a Mato de la gestión de la crisis para situar, en primera línea de frente, a Santamaría. "Ahora toca apoyar el Gobierno –insistía Díaz–, pero nos tendrán que decir qué ha pasado", insistía Díaz.
Sánchez no había vuelto a hablar con Rajoy sobre el asunto desde el martes, pero sí mantuvo un contacto el sábado con la vicepresidenta, y ambos quedaron en hacer llegar la información del Ejecutivo a través del portavoz en el Congreso, Antonio Hernando.
Rajoy, dispuesto a hablar con Mas "siempre que sea para algo"
Ébola primero y Cataluña, después. Aunque la consulta soberanista ha perdido brillo en la actualidad informativa en la última semana por la alarma sanitaria, el 9-N sí estuvo presente en las conversaciones informales con los periodistas. El presidente, que hoy, en un artículo de opinión en El País, defendía tender puentes de diálogo frente a las "imposiciones" y los "órdagos", intentó rehuir cualquier pronunciamiento durante la recepción en el comedor de gala del Palacio Real. Pero dio algunos mensajes, justo en una semana que se entiende como crucial en Cataluña, pues Mas debe anunciar si renuncia definitivamente al referéndum y, en ese caso, comunicar a sus socios y a la sociedad qué hará.
Rajoy se mostró dispuesto a "sentarse a hablar" con Artur Mas –con quien no había vuelto a tener contacto desde su cita en la Moncloa el 30 de julio, aunque sí han hablado con el president otros miembros del Gobierno–, pero "siempre que sea para algo". Defendió que esa es la posición que siempre ha tenido respecto al 9-N. Un criterio que ha hecho llegar al presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y que es el que dicta "el sentido común".
El presidente se quejó de que los integrantes del frente proconsulta "han impuesto la pregunta y la respuesta". Despectivo, criticó la gestión del proceso y dudó de la capacidad de liderazgo de Mas frente a su socio de legislatura, el republicano Oriol Junqueras. "No sé muy bien quién manda ahí".
Rajoy, como con la crisis del ébola, buscó trasladar la sensación de que todo está bajo control. "Todo lleva su ritmo", expresó.
Las plebiscitarias, el peligro para Díaz
Otros miembros del Ejecutivo, como Cristóbal Montoro, se refirieron a la consulta soberanista. Los "puentes" con Cataluña, indicó el titular de Hacienda, son también "financieros", como los 1.700 millones de euros que recibirá del Estado.
La jefa de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, con los presidentes de La Rioja y Valencia, Pedro Sanz y Alberto Fabra, durante el desfile militar del 12 de octubre | EFE
La presidenta andaluza mostró su respaldo a Rajoy en la cuestión legal –el recurso de la consulta y de la ley ante el Tribunal Constitucional–, pero hay que pasar al diálogo. Díaz advirtió de que el peor escenario son unas elecciones autonómicas plebiscitarias. "Entonces sí que vamos a tener un problema y el Estado no sé si está preparado".
Poco asomó en los corrillos el escándalo de las tarjetas black. Sánchez aseguró a los informadores que espera que los expedientes abiertos contra 16 militantes del PSOE queden "resueltos" esta próxima semana. Las críticas que le dirigió el exministro Virgilio Zapatero –que le tachó de "justiciero"– no le cayeron mal. Todo lo contrario, dijo, porque eso refuerza el mensaje de mano dura contra la corrupción que pretende trasladar.
Sánchez salió del Palacio Real acompañado de la presidenta andaluza. Poco antes, ella había comentado que había que conceder "cien días" al secretario general –"Yo no los tuve", bromeó–, evitando entrar en críticas a su sobreexposición mediática o a los últimos patinazos (por la supresión del Ministerio de Defensa, la ampliación del régimen de incompatibilidades a los parlamentarios o los funerales de Estado para las víctimas de la violencia machista). Díaz señaló que había preferido pasar a un segundo plano en las últimas semanas para que se comprobara así que no le tutela.
1.500 invitados
La recepción fue más amplia que en años anteriores. Casi 1.500 invitados en total, uno 500 más. Menos, en todo caso, que el día de la proclamación, el pasado 19 de junio. Los reyes, sin sus hijas –que sí acudieron al desfile militar–, saludaron uno a uno a todos los presentes y luego departieron con ellos y con los informadores en el comedor de gala. En su primer cóctel del 12-O, Felipe y Letizia quisieron contar con colectivos hasta ahora ausentes, entre ellos jóvenes talentos (la violinista Leticia Moreno), deportistas (la nadadora Mireia Belmonte), artistas (Joaquín Cortés, Michelle Jenner y Rodolfo Sancho, protagonistas de la serie Isabel de TVE) o representantes de colectivos de gais y lesbianas, como Boti García Rodrigo, presidenta de la FELGTB.
Los reyes, Felipe VI y Letizia, observan con sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, de ocho y siete años, el paso de los aviones en el desfile del 12-O | EFE
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No acudió ninguno de los expresidentes del Gobierno –ya el año pasado fueron polémicas las palabras de José María Aznar–, ni más representantes de partidos que los de PP, PSOE y Unión del Pueblo Navarro, ni los presidentes de Cataluña y País Vasco, Artur Mas e Iñigo Urkullu. En esta ocasión faltó igualmente el asturiano Javier Fernández, por problemas de agenda, informa Europa Press. En la nómina de ausentes destacaba el exjefe de la Casa del Rey Rafael Spottorno, quien tuvo que dimitir de su cargo como asesor del rey al ser uno de los protagonistas del escándalo de las tarjetas fantasma. Sí se vio a sus antecesores, Fernando Almansa y Alberto Aza. Entre los empresarios, se encontraban algunos clásicos, como César Alierta, Juan Miguel Villar Mir y Esther Alcocer Koplowitz.
La recepción en el Palacio Real fue el último de los actos oficiales con motivo de la Fiesta Nacional. Los reyes habían presidido su primer desfile del 12-O, acompañados de la princesa de Asturias y la infanta Sofía, que siguieron con divertimento y de cháchara, desde la tribuna de honor, la marcha a pie de unos 3.000 militares, el paso de 43 vehículos y el vuelo de 34 aeronaves, entre aviones y helicópteros. Porque este este año se retomó el desfile aéreo después de dos años en blanco por los recortes de gasto.
Para Leonor y Sofía fue su primera parada. Igual que para Pedro Sánchez –que se sentó en las gradas de autoridades junto al portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso– o el presidente murciano, Alberto Garre. En las fotos ya no salieron ninguno de los abdicados: ni los reyes Juan Carlos y Sofía, ni sus hijas Elena y Cristina, ni Alfredo Pérez Rubalcaba... Todos ellos ya son historia.