La última Convención Nacional del PP estuvo marcada por los reencuentros. Y, en concreto, por el de Francisco Camps con sus viejos compañeros de partido. Después de una década alejado de la primera línea política, el expresidente de la Generalitat quiso aprovechar el cierre del cónclave en la Plaza de Toros de València para dar impulso a su reaparición pública. Entonces, el partido arropaba a Pablo Casado. Y Camps aún esperaba poder librarse del último frente judicial que tiene pendiente. Pero no lo logró. Desde finales de enero, el expresidente valenciano está sentando en el banquillo de los acusados, viendo cómo los principales cabecillas de la Gürtel le señalan directamente. Un cerco que se va estrechando cada vez más alrededor del exdirigente conservador.
Lo que se juzga en la sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares (Madrid) es la quinta pieza del macrocaso de corrupción. La causa se centra en la adjudicación por parte de la Generalitat una de las empresas de la trama de la instalación de un stand en la Feria Internacional de Turismo (Fitur). En su auto de procesamiento, el juez instructor consideraba que existía "un arsenal de indicios" como para señalar que Camps "participó en el direccionamiento" de la licitación a favor de Orange Market para premiar la "paciencia y resignación" de la firma ante el "impago de la multimillonaria deuda" que el PP valenciano tenía con ella. La Fiscalía Anticorrupción solicita para el expresidente valenciano dos años y medio de cárcel por los delitos de prevaricación y fraude.
La macrosala de la Audiencia Nacional sólo ha acogido, por el momento, cinco sesiones de un juicio que puede alargarse hasta las puertas de las autonómicas. Pero han sido todo un torpedo en la línea de flotación del expresidente valenciano. Frente al micrófono se han situado los principales cabecillas de la trama corrupta, que forman parte del grupo de acusados que han alcanzado un acuerdo de colaboración con el Ministerio Público. O ex trabajadoras de empresas vinculadas a la Gürtel y ex altos cargos de aquel Ejecutivo valenciano. Todos estos testimonios han colocado el foco sobre Camps, quien no ha ocultado en los últimos meses su interés por regresar a la primera línea política. Y han complicado considerablemente su estrategia de defensa.
Correa: "Éramos un brazo del PP"
El primero en disparar fue Francisco Correa. Lo hizo a finales de enero. En su declaración ante el tribunal, el empresario señaló a Camps, a quien dijo haber conocido en "la famosa boda" de la hija de José María Aznar, como la vía de entrada de la Gürtel en la Comunitat Valenciana. Sentado en una mesa, con dos micrófonos apuntando hacia su boca, el considerado líder de la trama explicó que si se decantó por abrir una "oficina en Valencia" fue por la "muy buena relación" que tenía con el expresidente regional Álvaro Pérez, El Bigotes. Y relató que él presionaba a su socio para intentar tener contratos de la Generalitat y éste "tenía que contactar" con Camps o los consejeros. "Éramos un brazo del PP", fue otra de las frases que resonaron en la sala.
La declaración de Correa irritó a Camps. Tanto, que se enganchó con él a la salida de juicio. "Eres un hijo de puta", espetó el exlíder de la Generalitat al empresario corrupto, insultos que el propio expresidente regional ha negado en declaraciones a los medios. Un enfrentamiento que obligó a comienzos de esta semana al tribunal a pedir tranquilidad en la sala: "Este es un tribunal democrático y, por lo tanto, debe presidir un orden mínimo, absteniéndose de emitir juicios de valor y cualquier otro tipo de comentario a las partes que declaren en este proceso". El llamamiento se produjo justo antes de que el ex secretario del PP en Galicia Pablo Crespo y 'El Bigotes' terminasen de cerrar el círculo alrededor de Camps que había empezado a trazar Correa.
Crespo y 'El Bigotes' cierran el círculo
La declaración del primero, considerado el número dos de la trama, arrancó en la sesión de finales de enero. Entonces, resaltó la "química" existente entre Pérez, quien fuera director de Orange Market, y Camps. Un relato en el que continuó profundizando esta misma semana. "El eje básico de que nosotros decidiésemos implantarnos en Valencia y no en otra región, como pudiera ser Murcia o Cataluña, era la buena relación que el señor Pérez mantenía con el señor Camps. Es decir, nuestra ventaja operativa, nuestra ventaja comercial, era esa. No es lo mismo llegar a puerta fría que ir introducido por una persona que tiene influencia no solamente jerárquica, sino probablemente moral", resaltó a Anticorrupción. Una buena relación que, aseveró, "casi todo el mundo conocía".
Si sus viejos socios se encargaron de preparar el terreno, El Bigotes remató finalmente el asunto. "Entiendo que se quiera negar lo innegable, pero había mucha gente en Valencia que sabía cuál era mi relación con el señor Camps", apuntó el responsable de Orange Market ante las preguntas de la fiscal Anticorrupción, Concepción Sabadell. Durante su declaración, Pérez señaló que fue el expresidente valenciano quien le propuso trasladarse a la Comunitat Valenciana: "En un principio hablamos de hacer los eventos y los actos del partido. Él sabía cómo trabajábamos. Sabía que eran una garantía de éxito los mítines". "Yo le pedía que me ayudara y él me ayudaba", fue otra de las frases que marcaron su interrogatorio.
Aquel día, Camps insistió, en declaraciones a los medios, en que la relación que mantuvo con El Bigotes fue "estrictamente profesional". Lo hizo tras una sesión en la que se habían reproducido audios y vídeos que apuntalaban esa fuerte conexión entre ambos. En uno de ellos se podía ver al director de Orange Market pronunciando un discurso en el día de su boda. En un momento dado, se dirige a Camps, uno de los invitados: "Siempre me ha dado cosas buenas, siempre se preocupa de mí. [...] Es cojonudo como amigo". "No he visto a nadie en este vídeo que haya levantado la mano y haya dicho: yo no te conozco de nada", aseveró El Bigotes en sede judicial.
En aquella jornada también se reprodujeron algunas llamadas telefónicas intercambiadas entre ambos personajes. Una de ellas, durante la Nochebuena de 2008, unos minutos antes de las diez de la noche. "Feliz Navidad, amiguito del alma", se escucha a Camps. "Oye... que te sigo queriendo mucho", responde Pérez. A partir de ahí, el expresidente valenciano, que deja claro a su interlocutor que le quiere "un huevo", y El Bigotes dedican unos segundos a hablar sobre "lealtad".
–Bueno, que... contarás muchos años con mi lealtad, ¿vale? – le dice el responsable de Orange Market.
–Perdona, ¿durante muchos años? No, hijo de puta, durante toda tu vida –le contesta Camps entre risas.
Primero la "gran deuda", luego "los trabajos"
Durante esa sesión Camps protagonizó un nuevo incidente. Sin embargo, no se conoció hasta la jornada siguiente. El martes, la vista oral se retomó con el tribunal ordenando al expresidente valenciano que abandonase la última fila y pasase a ocupar la primera para tenerlo controlado. Los magistrados tomaron dicha decisión después de que uno de los abogados denunciase que el exdirigente conservador le había llamado "miserable" durante el interrogatorio del lunes. Pero la defensa del exlíder del Ejecutivo regional, aprovechándose de la condición de abogado en ejercicio de su cliente, logró que se le permitiese sentarse en el estrado. Y desde ahí, ataviado con una toga, Camps siguió la nueva ronda de declaraciones.
Ver másExtrabajadoras de 'Gürtel' aseguran que Camps introdujo a la trama en Valencia y ofreció contratos con la Generalitat
Las siguientes en sentarse frente al tribunal fueron dos extrabajadoras de empresas de la Gürtel: Isabel Jordán y Mónica Magariños. Su relato fue similar al del resto, insistiendo en que la trama entró en territorio valenciano a través de Camps. Además, la primera de ellas ratificó lo que ya deslizaba el juez instructor en su auto de procesamiento. Así, Jordán dijo que los trabajos que se hicieron para el PP generaron "una gran deuda". Y remató: "A partir de ahí, de esa gran deuda digamos, empiezan a darle a Pérez los diferentes trabajos que se hacen".
El juicio continuó este miércoles con el interrogatorio al exjefe de gabinete de la Conselleria de Bienestar Social Enrique Navarro. En él, detalló que acceder a un conseller "no es sencillo" y que Pérez "apareció allí de la nada". Contó que en un momento dado preguntó a la consellera por qué hacían con El Bigotes un balance final de legislatura. Y que el motivo era puramente estratégico. "Me dijo que tenía amistad con [Ricardo] Costa y proximidad con Camps. [...] Era una manera de congraciarse, porque la relación no era fluida debido al momento tenso entre campistas y zaplanistas. Se trataba de lanzar un gancho a ver si Álvaro Pérez hacía la gestión de hablar bien de nosotros ante el señor Costa y él ya transmitiría a quien corresponda", explicó.
Navarro, además, reconoció que su departamento troceó las facturas a Orange Market para no superar los límites establecidos legalmente para la contratación directa. "Era una práctica habitual. Se sabía que era un fraccionamiento pero no un ilícito penal, sino una irregularidad administrativa", señaló. Irregularidades en la contratación que también confirmó este miércoles otra de las acusadas. Tras una semana intensa, el juicio se reanudará de nuevo el lunes.
La última Convención Nacional del PP estuvo marcada por los reencuentros. Y, en concreto, por el de Francisco Camps con sus viejos compañeros de partido. Después de una década alejado de la primera línea política, el expresidente de la Generalitat quiso aprovechar el cierre del cónclave en la Plaza de Toros de València para dar impulso a su reaparición pública. Entonces, el partido arropaba a Pablo Casado. Y Camps aún esperaba poder librarse del último frente judicial que tiene pendiente. Pero no lo logró. Desde finales de enero, el expresidente valenciano está sentando en el banquillo de los acusados, viendo cómo los principales cabecillas de la Gürtel le señalan directamente. Un cerco que se va estrechando cada vez más alrededor del exdirigente conservador.