La desmovilización social en España: entre la aparición de nuevos partidos y la 'ley mordaza'

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No hicieron falta más que unas horas para que el 15-M comenzase a concebirse como uno de los más claros ejemplos de movilización social en España. Hartos de un sistema bipartidista fuerte, de la constante corrupción y de una crisis económica lacerante, los indignados convirtieron la calle en un Parlamento alternativoParlamento . Surgieron mareas ciudadanas –en defensa de la educación o la sanidad, entre otras–, las plataformas y los diferentes colectivos sociales conseguían aglutinar cada vez a más gente y las protestas comenzaban a ser cada vez más numerosas –de suplicaron entre 2011 y 2012– y habituales. 

Pero la sociedad española se ha ido desmovilizando en los últimos años. Una caída significativa que aparece reflejada en los datos que ofrece el Ministerio del Interior en sus Anuarios Estadísticos. Según las cifras que ofrece la cartera dirigida por Juan Ignacio Zoido, el número de protestas en España –sin contar las prohibidas– ha pasado de las más de 44.000 en 2012 –el máximo en la última década– a las 43.170 en 2013, 36.679 en 2014 y 32.904 en 2015, último dato disponible.

"Todos los datos confirman que la sociedad española está reposando, está descansando del pico de movilización alcanzado en el 2012", apunta en conversación con infoLibre Kerman Calvo, profesor de Sociología en la Universidad de Salamanca y autor, junto a Hugo Garciamarín, de ¿Qué ha pasado con la movilización social? Continuidad y cambios en la protesta social en España. Una opinión con la que coinciden Ramón Adell Argilés y Cristina Flesher, sociólogos de la UNED y la Universidad de Aberdeeen (Reino Unido).

Los cambios de ciclo y la aparición de Podemos

Pero, ¿qué ha producido esta desmovilización de la sociedad española? Los expertos consultados por este diario ponen el foco en varias causas. En primer lugar apuntan a los ciclos de movilización, con fases ascendentes y descendentes. "Los aumentos de las protestas no son eternos", explica Argilés. Principalmente, añade Flesher, "porque mantener una presencia en las calles desgasta mucho, sobre todo si ves que el Gobierno o la sociedad no está respondiendo". "Es casi siempre el mismo grupo social el que suele participar en protestas, no hay personas que se vayan tomando el relevo. Por eso se cansan, es algo histórico", apunta Calvo.

La cifra de 2012 ponía fin al ciclo alcista que se llevaba registrando desde 2005, cuando las movilizaciones se situaban en 6.774 tras haber experimentado un descenso de cerca de un millar en comparación con 2004. Poco a poco el número de protestas se fue incrementando: 9.231 en 2006, 9.131 en 2007, 15.226 en 2008 y 24.023 en 2009. Los dos años siguientes, las protestas se redujeron: 21.941 y 21.297, respectivamente. Y, en 2012, coincidiendo con la reforma laboral del Ejecutivo de Mariano Rajoy y los primeros recortes, la conflictividad en las calles se duplicó.

En segundo lugar, ponen el foco en la aparición de nuevas formaciones políticas que han conseguido canalizar el descontento social. Partidos como Podemos, Ahora Madrid o Barcelona En Comú que, en palabras de Argilés, consiguieron generar "cierta esperanza en la política". "Los participantes en estas protestas vieron que sus pretensiones e intereses estaban siendo adoptados por una formación política [Podemos] de corte indignado y que emergía de la misma calle", apostilla Calvo en este sentido. Sin embargo, como recuerda la socióloga de la Universidad de Aberdeen, aunque esta aparición pudo ser "muy positiva para avanzar en determinadas reivindicaciones", esto resta "mucha energía a la protesta social".

'Ley mordaza' y músculo sindical

Los sociólogos consultados por infoLibre también coinciden en apuntar a la "represión legal" como otra de las posibles causas de la desmovilización social. En este sentido, señalan la puesta en marcha de la Ley de Seguridad Ciudadana –más conocida como ley mordaza–. "[Esta normativa] ha criminalizado la protesta de manera contundente, ha violado muchos derechos protegidos y aumenta el coste de la protesta con penas y multas", asevera Flesher. Calvo, por su parte, afirma que para algunos activistas "el miedo, la presión generada en torno a la nueva legislación les ha desmotivado a participar", aunque recalca que todavía los datos no nos permiten identificar los efectos con claridad.

Un punto de vista de comparte Argilés. Sin embargo, el sociólogo de la UNED pone también sobre la mesa otro "fenómeno" que, en su opinión, es "clave" para explicar este retroceso: "la desmovilización sindical". Esto se produce principalmente, añade, por el "desprestigio por corrupción". "Cada vez hay más paro y menos trabajadores de los clasistas. Los sindicatos se están quedando sin clase obrera", sostiene. "La falta de respuesta de los sindicatos mayoritarios ante las políticas de austeridad, los recortes y las reformas laborales impulsaron a mucha gente a la protesta social autónoma", sostiene Flesher.

Durante las tres últimas legislaturas –las dos de Zapatero y la primera de Mariano Rajoy–, la mayor parte de las movilizaciones contabilizadas por el Ministerio del Interior eran por motivos laborales. En 2005, de las 6774 protestas que ocuparon las calles españolas, 1917 (un 28,3%) tenían esta motivación. La cifra fue aumentando progresivamente hasta alcanzar un primer pico en 2008 –a cierre de ese año habían supuesto un 39,55% del total–. Durante los dos años siguientes esta proporción se redujo, repuntando nuevamente en 2011 (37%) y volviendo a caer en 2012 (34,3%). Desde ese momento, el porcentaje de protestas por motivos laborales no paró de aumentar –38,4% en 2013, 39% en 2014 y 41% en 2015–.

Caída de las huelgas

"Históricamente, los sindicatos han sido los que más han conseguido movilizar. Algo que ha dejado de ser así a partir de 2011", asevera Argilés. El profesor de sociología de la Universidad de Salamanca, sin embargo, no comparte la hipótesis de la desmovilización sindical. Según explica, si bien "asumíamos una desaparición de los sindicatos", los datos muestran que "realmente son ellos los que han permitido que la explosión inicial del 15M no desapareciera". 

Según los datos ofrecidos por Interior, durante el Gobierno de Zapatero la mayor parte de las movilizaciones fueron convocadas por asociaciones ciudadanas en lugar de por sindicatos. Pero, como explica Calvo, esta tendencia se invirtió en 2012, curiosamente tras el estallido del 15M, y ha perdurado hasta 2015. En sólo un año, los sindicatos pasaron de ser los promotores del 30,8% de las manifestaciones a convocar un 42,3%. Sin embargo, poco a poco estas cifras se han ido reduciendo.

La disminución de movilizaciones en los últimos años coincide también con la reducción del número de huelgas. Según los datos de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), recogidos en sus diferentes informes sobre conflictividad laboral, la cantidad de huelgas registradas no ha parado de reducirse desde el año 2012. Si bien la patronal registró un incremento constante entre 2010 y 2012 –de 1112 se aumentó hasta 1284–, desde 2013 la cifra ha ido disminuyendo progresivamente. En 2015 se situó en 823, por debajo de las contabilizadas en 2005, 2006 y 2007, antes de que estallase la crisis.

"La conflictividad en el mundo del trabajo ha decrecido al mismo ritmo que han ido cayendo los expedientes de regulación de empleo o los cierres de empresas", afirma en conversación con este diario Fernando Lezcano, secretario de Organización de CCOO. En su opinión, eso explica la "imagen de mayor desmovilización de los sindicatos" y asegura que ellos no han sido los "culpables" de esa caída de protestas. "Donde se han producido conflictos en empresas y sectores, allí hemos estado", apostilla. Y sentencia: "A la gente no la puedes convocar si no hay esa conflictividad real".

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Las nuevas mareas andaluzas

A pesar de la desmovilización social en España a lo largo de los últimos años, con unas mareas que poco a poco han ido disminuyendo en intensidad, siguen apareciendo movimientos puntuales que resultan exitosos. Tal es el caso, por ejemplo, de las protestas en varias ciudades andaluzas para exigir a la Junta mejoras en la sanidad pública. La primera movilización se produjo a mediados de octubre en Granada, donde decenas de miles de personas salieron a la calle para protestar contra el plan de reorganización hospitalaria. Un mes después, las marchas se reprodujeron por todo el territorio andaluz. Este domingo, volvieron a tomar la calle.

"En un país como España, con una organización descentralizada, no es de extrañar que, por ejemplo, haya una marea que funcione en Galicia y no en Andalucía. Las coyunturas pueden cambiar", sostiene Calvo, que no descarta que ahora se produzca un repunte de estos movimientos tras algunos años "de descanso". "Para que una manifestación resulte exitosa, intervienen varios ingredientes: una red social de activistas con altos niveles de experiencia, confianza y solidaridad; una narrativa compartida y coherente de diagnóstico del problema y sus responsables; medios creativos e impactantes de comunicación; legitimidad; y, sobre todo, ganas, ilusión y energía para seguir adelante", sentencia Flesher. 

No hicieron falta más que unas horas para que el 15-M comenzase a concebirse como uno de los más claros ejemplos de movilización social en España. Hartos de un sistema bipartidista fuerte, de la constante corrupción y de una crisis económica lacerante, los indignados convirtieron la calle en un Parlamento alternativoParlamento . Surgieron mareas ciudadanas –en defensa de la educación o la sanidad, entre otras–, las plataformas y los diferentes colectivos sociales conseguían aglutinar cada vez a más gente y las protestas comenzaban a ser cada vez más numerosas –de suplicaron entre 2011 y 2012– y habituales. 

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