En Alemania, la activista sueca Greta Thunberg parece haber roto con su popular imagen del pasado. Los alemanes le dan la espalda por su posicionamiento en el conflicto palestino-israelí. No es la única joven activista que ha pasado de ser fuente de inspiración a caer en el olvido.
“Juventud, divino tesoro”, escribía el poeta Rubén Dario. Pero la juventud y la adolescencia, como el poema Canción de Otoño en Primavera, tienen un fin.
A medida que crece Greta Thunberg, que ahora tiene veinte años, parece que se le está agotando el inspirador poder que se le atribuía hace unos años. Ese poder de cuando aún iba a la escuela pero se ponía de huelga para llamar la atención contra el cambio climático. Ese fue el origen del movimiento Fridays For Future.
Del agotamiento de ese poder hay indicios, al menos, en Alemania. Tanto es así que hasta cabría preguntarse si no ha comenzado el inicio del ocaso de su carrera como referente internacional. Como adolescente, Greta compartió escena internacional con las grandes figuras de la política internacional como, por ejemplo, el Barack Obama presidente de Estados Unidos o la Angela Merkel canciller de Alemania.
Su ya célebre frase exclamativa '¡How dare you!' o “¡Cómo se atreven!”, la pronunció en toda una cumbre por la acción climática de la ONU, en Nueva York. Era 2019 y aún tenía apenas 16 años. Hoy, sin embargo, Greta Thunberg tiene 20 años y ha perdido mucho del imán que convirtió en Alemania a Fridays For Future en una organización capaz de influir muy directamente en la política de la que es la primera economía de Europa y la cuarta a nivel mundial.
A rebufo del activismo de la sueca ha hecho carrera como personalidad pública la también activista climática teutona Luisa Neubauer. Ella es la lideresa de Fridays For Future en Alemania. Neubauer ha terminado siendo una figura destacada en el partido de Los Verdes, que integra la coalición gubernamental que dirige el canciller germano, Olaf Scholz.
Como Neubauer, Greta se ha percibido en Alemania como una figura del progresismo. Sin embargo, desde el pasado 7 de octubre, el progresismo alemán se ha distanciado de la activista sueca. Esta ha elegido, sobre todo, solidarizarse enfáticamente con el sufrimiento de los civiles palestinos en la guerra de Israel contra Hamas resultante del pogromo yihadista del pasado 7 de octubre. En Alemania, salvo contadas excepciones, el progresismo ha elegido mostrar vehemencia en su expresión de solidaridad con Israel y su derecho a defenderse dentro de la legalidad internacional.
En una reciente entrevista con el semanario Die Zeit, Neubauer reconocía estar “decepcionada” con que “Greta Thunberg no hubiera dicho nada de las víctimas judías de la masacre del 7 de octubre”. Otro barón de Los Verdes, el nada menos que vicecanciller y ministro de Economía de Alemania, Robert Habeck, ha aplaudido “la claridad con la que la sección alemana de Fridays For Future se ha distanciado de sus amigos internacionales”, incluido Greta.
Pero no sólo en el ecologismo alemán se ha roto con Greta Thunberg. También ha pasado algo similar, en general, con unos medios de comunicación germanos que no hace tanto celebraban el compromiso de la sueca. Tal vez lo que mejor ilustre esta ruptura sea esa reciente y crítica portada de Der Spiegel en la que se veía a Greta con un pañuelo palestino. El titular de esa primera página rezaba: “el camino equivocado de un ídolo”.
En páginas interiores, la revista editada en Hamburgo contaba cómo en una reciente visita de la activista sueca a Ámsterdam, para participar en la que fue la mayor manifestación contra el cambio climático celebrada en Los Países Bajos, la figura de Greta ya dividía más de la cuenta dentro del movimiento contra el calentamiento global. “Cuando Greta Thunberg o cualquier otro activista habla permanentemente sobre la cuestión palestina, eso es algo que genera preocupación por la división del movimiento”, citaba el Der Spiegel a un integrante neerlandés del movimiento contra el cambio climático.
Severn Cullis-Suzuki, la primera Greta
Sólo el tiempo dirá si Greta sigue siendo un “ídolo” o ya no lo es. Der Spiegel afirma que el carácter de referente pertenece al pasado. Tal vez Thunberg haya comenzado a notar que se le da la espalda, a ella y a su causa. No sería la primera vez que esto pasa.
A la propia Greta la compararon en su día con Severn Cullis-Suzuki. Ella fue “la Greta Thunberg de los años noventa”. Al finales del siglo pasado, esta canadiense, hija del académico, divulgador científico y activista medioambiental David Suzuki, se dio a conocer en todo el mundo como la “niña que calló al mundo por cinco minutos”. El apodo alude al tiempo que duró su discurso en una conferencia por el clima de la ONU celebrada en Río de Janeiro.
Como Greta, Cullis-Suzuki puso sobre la mesa en el debate internacional el que los políticos estuvieran jugando con el futuro de las generaciones futuras. “Perder mi futuro no es como perder usa elecciones o un par de puntos en la bolsa”, diría Cullis-Suzuki. Un cuarto de siglo después, Greta reprocharía a los lideres mundiales “haber robado con palabras vacías” su futuro y su infancia. De Cullis-Suzuki, sin embargo, muy pocos se acuerdan hoy.
En la Encyclopedia Britannica no hay una entrada para ella. Sí la hay, sin embargo, para Greta Thunberg. Según ha contado la revista estadounidense National Geographic, publicación de cabecera para los amantes del medioambiente, la fauna y la flora del planeta, Cullis-Suzuki está licenciada en ecología. También está casada y ha tenido dos niños. Vive en una de las islas de la costa oeste de Canadá. En 2020, Cullis-Suzuki parecía haber dejado la causa climática para sacarse un doctorado antropología lingüística.
No hay que remontarse tan atrás para ver cómo el 'star system' en que en ocasiones se convierte activismo genera estrellas cuya relevancia en el debate público les hace parecerse al de fugaces cuerpos celestes que cruzan el firmamento. Ni uno de los más grandes reconocimientos internacionales que puede recibir toda persona, el premio Nobel de la Paz, es capaz de grabar para siempre el nombre de alguien en la memoria colectiva.
¿Llegará Greta Thunberg tan alto como Malala?
Basta pensar cómo se ha pasado página del coraje de otra niña activista como la paquistaní Malala Yousafzai, más conocida como Malala. Ella se llevó ese máximo galardón de la Academia Sueca por su militancia en favor del derecho a la educación de las niñas. Su activismo le llevó a enfrentarse con los talibanes de su país que, como los de Afganistán, no consienten que las niñas puedan aprender en las escuelas. Hace once años, cuando Malala tenía 14 primaveras, sobrevivió a un intento de asesinato.
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Con 15 años, Malala recibió el premio Nobel de la Paz. Ahora, adulta y ya graduada en la prestigiosa Universidad de Oxford, en el Reino Unido, ella se dedica a luchar por los derechos humanos, especialmente el derecho a la educación de las niñas refugiadas. Lo hace a través de su organización, el Malala Fund, que se concentra en que las niñas del mundo puedan “educarse y liderar”.
Tal vez Malala haya dejado el primer plano del activismo internacional, pero ha puesto las bases para que su causa trascienda. Cullis-Suzuki y la propia Greta Thunberg se auparon en el debate público por la causa climática. La primera ya hace años que se puede considerar “amortizada”.
A Greta le puede estar pasando lo mismo, en vista del debate que ha comenzado a despertar en Alemania y los Países Bajos. En su momento, el nombre de Greta Thunberg sonó para recibir el Premio Nobel de la Paz. Ahora no está tan claro que Greta llegue tan alto como Malala. Como Cullis-Suzuki, ya no es adolescente.
En Alemania, la activista sueca Greta Thunberg parece haber roto con su popular imagen del pasado. Los alemanes le dan la espalda por su posicionamiento en el conflicto palestino-israelí. No es la única joven activista que ha pasado de ser fuente de inspiración a caer en el olvido.