José Manuel García Margallo, ministro de Exteriores: "La ciudadanía europea es algo que va parejo a la nacionalidad de los estados miembros". Oriol Junqueras, líder de ERC y candidato de Junts pel Sí: "Está garantizada nuestra continuidad como ciudadanos europeos porque ya lo somos". Así pudo escucharse en sus primeras intervenciones a los participantes del debate celebrado este miércoles en 8tv. Dos puntos de partida contradictorios que sirvieron como base al resto de razonamientos que fueron vertiendo en los poco más de 60 minutos que duró este duelo que mantenía al PP y al Gobierno con los dedos cruzados. Cualquier metedura de pata de su ministro iba a suponer un bache enorme en una campaña en la que las encuestas no pintan nada bien.
El debate fue exquisito en las formas de ambos participantes. Pero quedó claro que miran en direcciones diferentes. Que mantienen posturas irreconciliables: "No te tires, Oriol. Te vas a dar una galleta", llegó a decirle el ministro tras recordarle –lo hizo en dos ocasiones– que cuando el ve que unos amigos suyos se quieren tirar por un puente, intenta disudirles de que lo hagan. Llevado esto al caso que nos ocupa, los amigos son los catalanes.
El primero de los bloques de este encuentro iba dirigido a aportar algo de luz a la cuestión de la pérdida de nacionalidad. No había mejor contexto que las declaraciones del día anterior del presidente del Gobierno en una entrevista concedida a Onda Cero en la que, tras varios traspiés, intentó zanjar el debate con un "es una disquisición que no conduce a parte alguna".
Como después haría Junqueras para sostener justo lo contrario, Margallo tiró de legislación, recordó que la Comisión Europea se ha pronunciado al respecto y puso algunos ejemplos –el de Argelia, entre otros– para apoyar su tesis de que la salida de la UE es automática.
Se le notaba que esta parte del debate no era la que más le gustaba. "Hay que explicar qué pasa con el gasto social, los mercados, la moneda...", decía anticipándose a uno de los bloques posteriores. La cuestión estaba, según él, en si es "buen negocio" para los catalanes seguir en España, que "sale de la crisis", y, por extensión en Europa o emprender el camino en solitario.
En su turno, Junqueras negaba la mayor. Y hurgaba en la herida que había dejado abierta el presidente del Gobierno el día antes. "Las declaraciones del presidente lo resuelven con claridad [...] ante tamaño consenso es evidente que nuestra posición es clara y contundente", dijo. "Nadie lo discute", sentenció. Ya había citado a la Constitución Española y al Código Civil. Después llegaría la declaración de derechos humanos de Naciones Unidas, que "especifica que ningún ciudadano podrá ser privado de su nacionalidad". Y para los intentos de extrapolación del ministro también tuvo respuesta: "El ejemplo de Argelia es delicioso porque nos sitúa en un contexto colonial", fue una de ellas.
La cuestión de la nacionalidad, por momentos con argumentos muy técnicos, consumió gran parte de este duelo televisado. Margallo no se movía: "La exclusión se produce en el mismo momento de la declaración de independencia". Junqueras, tampoco: "Aquellos ciudadanos que no renuncien a la española, la mantendrán". Y el ministro no se daba por vencido. "¿Me está diciendo que los siete millones de personas de la supuesta República catalana pedirán el amparo de la Constitución?", llegó a preguntar en dos ocasiones.
El "apocalipsis" de Margallo
Pasado el ecuador del debate, los participantes se quitaron el traje de legisladores. Llegó el momento de lo que el ministro definió como "efecto frontera". En definitiva, los riesgos a los que, a su juicio, se enfrentan los catalanes en un escenario de independencia. Si antes eran leyes, ahora tocaba hablar de cifras. Las vertió una detrás de otra, casi sin respirar: el mercado laboral perdería 689.000 empleos, la tasa de paro pasaría del 19 al 37%, las pensiones caerían entre el 38 y el 40%... "Entre 350 y 400 euros al mes perdería cada pensionista", añadió. También tocó el gasto social. Según sus números caería entre el 25 y el 39%. Y sí: "Habría corralito y fuga de depósitos".
Junqueras tiró de ironía. Se quejó de que Margallo había escrito "el cuento de la lechera al revés", "una sucesión de profecías apocalípticas". "Estamos en el siglo XXI. España no es las URSS de 1989 y Rajoy no es Gorbachov". Para defenderse de las cifras del ministro llegó a decir que cuanto más pequeños son los estados, mejor les va en lo económico.
"Se os quiere mucho. No rompamos", se despediría el ministro después de advertir que se equivocan quienes creen que "votando por el sí va a tener una posición negociadora mejor para otros temas". "Nunca serán tan buenas las relaciones entre España y Cataluña como cuando Cataluña sea independiente", diría Junqueras. Dos mensajes diferentes de arranque a final.
Una cita polémica
La gestión de este debate no ha sido nada fácil. Sobre todo para el Partido Popular y el Gobierno. Margallo siempre ha sostenido que cuando dijo que sí a Junqueras lo hacía con el consentimiento de su jefe, Mariano Rajoy. Pero en el Gobierno y en el PP han acusado al ministro de Exteriores de "ir por libre" y de poner la campaña del PP de Cataluña en riesgo a pocos días de la cita ante las urnas. Hasta el punto de que el jueves pasado, sectores del Ejecutivo y de partido que lo sustenta presionaron a Margallo para que diera marcha atrás.
Desde Génova se aseguraba que el PP de Cataluña había pedido al resto del partido que no se apartasen del discurso del candidato y que la reacción de Margallo había sido una clara intromisión.
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Pero las aguas ya bajaban agitadas. La dirección del partido ya estaba molesta con el ministro después de que este se mostrase partidario de una reforma de la Constitución para encajar el "hecho catalán". Una vez más, se desviaba del argumentario oficial. Y es que, a la vuelta de las vacaciones de verano, la formación intentaba dar carpetazo a este debate asegurando que no había base para una reforma de la Carta Magna. Hasta el punto de que se comprometieron a no llevar nada al respecto en el programa electoral con el que Mariano Rajoy concurrirá a las generales en diciembre.
En su defensa salió la dirección del PP de Cataluña. Desde el entorno del candidato, Xavier García Albiol, subrayan que Margallo le consultó antes de confirmar su presencia en este debate y que éste no tuvo dudas a la hora de animarle.
Uno de los ejes de la campaña de los conservadores en esta campaña está siendo el de los riesgos que conllevaría para Cataluña independizarse de España. Y entre esos riesgos está, señalan, el abandono inmediato de la Unión Europea. "¿Quién mejor que el ministro de Exteriores para explicarlo?", señalan desde el PP de Cataluña.
José Manuel García Margallo, ministro de Exteriores: "La ciudadanía europea es algo que va parejo a la nacionalidad de los estados miembros". Oriol Junqueras, líder de ERC y candidato de Junts pel Sí: "Está garantizada nuestra continuidad como ciudadanos europeos porque ya lo somos". Así pudo escucharse en sus primeras intervenciones a los participantes del debate celebrado este miércoles en 8tv. Dos puntos de partida contradictorios que sirvieron como base al resto de razonamientos que fueron vertiendo en los poco más de 60 minutos que duró este duelo que mantenía al PP y al Gobierno con los dedos cruzados. Cualquier metedura de pata de su ministro iba a suponer un bache enorme en una campaña en la que las encuestas no pintan nada bien.