Hilar mucho más fino. Ser contundentes con Podemos, intentar "marcar territorio", pero sin pasarse de la raya y evitando hablar tan pronto de pactos.
Ese, a grandes rasgos, es el mensaje que ayer sábado transmitía parte de la dirigencia socialista. No se cuestiona la estrategia del secretario general, pero sí se reclama de forma inequívoca que se rebaje el tono de las críticas con el fin de no espantar a los potenciales votantes de Podemos, muchos de los cuales son electores desencantados del PSOE.
Pedro Sánchez enhebró ante los alrededor de 300 miembros del Comité Federal –su primera reunión tras su elección como jefe de filas de los socialistas– una durísima andanada contra el "populismo", en referencia a Podemos. Un proyecto, dijo, que "se construye sobre el descrédito del otro, sin aportar soluciones, ni futuro a la sociedad española o con propuestas que provocarían frustración y un pobre futuro para España". El líder advirtió de la "gran coalición de intereses que se está produciendo entre los extremos", entre PP y Podemos, con el objetivo de "debilitar" al PSOE.
Sánchez emparejó ese término con Podemos, pero la alusión no arrojaba duda alguna. Llovía sobre mojado. El martes pasado, en la primera reunión de los grupos parlamentarios de Congreso, Senado y Parlamento Europeo que presidió, llamó a "dejar de hablar de las dificultades de la izquierda y empezar a plantar cara a una derecha y a un populismo que están usando la crisis como gran coartada para entregarse al extremismo económico, político e ideológico". El miércoles, en una entrevista en Antena 3, prometió que el PSOE no pactaría con "el populismo". El viernes, en otra entrevista, esta vez en RNE, dijo explícitamente que "Podemos es populismo", que quiere llevar a España a la "deriva de la Venezuela chavista" y a las "cartillas de racionamiento". Y con él el PSOE no pactará "ni antes, ni durante, ni después".
Ayer coronó su argumentación asegurando que los socialistas deben buscar su camino propio, alejado de la "resignación" que encarna Mariano Rajoy y de las soluciones falsas que plantea "el populismo". Los dos, remachó, representan la "antipolítica" y sólo ofrecen "pasado y más pasado". Podemos contestó rápido a través del coordinador de su equipo técnico, Luis Alegre: "Es más previsible encontrarnos con un pacto de Estado entre el PP y el PSOE para taparse mutuamente los casos de corrupción y para evitar que terminen con causas jurídicas".
Diferenciar dirigentes y votantes
La acerada (y creciente) crítica de Sánchez recibió pronto matizaciones por parte de sus compañeros. Así, sorprendió que Juan Cornejo, secretario de Organización del PSOE andaluz –y, por tanto, mano derecha de la todopoderosa Susana Díaz–, eludiera calificar de "populista" a Podemos ante los medios. "Es un término de pueblo y genérico" que él no quería adjudicar a ninguna formación. Y añadió una precisión importante: que la formación de Iglesias recibe unos votos de unos ciudadanos "muy respetables", tanto como los de cualquier otra fuerza política. El dirigente andaluz sí coincidió con Sánchez en que PP y Podemos son dos extremos "que se juntan" y que se benefician mutuamente.
El dibujo del escenario hecho por parte del PSOE-A no podía pasar desapercibido, dado el peso nuclear de la federación de Díaz. Sus responsables de confianza insistían posteriormente en que Sánchez "no estuvo del todo acertado" a la hora de formular su discurso contra Podemos. "Hay que afinar más. Debemos además diferenciar entre sus dirigentes y sus votantes, porque muchos de ellos son nuestros", confiaba un miembro del Gobierno de Díaz. Esta, por cierto, no viajó ayer hasta Madrid con la excusa de que fue recibida la víspera por el rey marroquí, Mohamed VI.
Los nuevos portavoces en Congreso y Senado, Antonio Hernando y María Chivite, entre el presidente asturiano, Javier Fernández, y el alcalde de Vigo, Abel Caballero, en el Comité Federal | INMA MESA
Javier Fernández, presidente de Asturias –y candidato seguro en las primarias autonómicas que ayer convocó el Comité Federal–, advirtió de que es el PP el "adversario de referencia" del PSOE. Fernández, no obstante, dijo compartir "totalmente" el discurso de Sánchez y subrayó que el PSOE, una formación de "soluciones reales", no puede "plantearse pactos con soluciones que no son reales". El líder de los socialistas del Principado expresó la necesidad imperiosa que tiene el partido de buscarse un hueco, de encontrar su espacio. "Sabiendo que la crisis es una temporada alta para cualquier tipo de populismo, tenemos que dejar claro que hay soluciones nacionales y europeas que no son fáciles, ni gratuitas, ni inmediatas, frente a las simplificaciones de cualquier signo", completó. Miquel Iceta, primer secretario del PSC, llamó a reflexionar sobre las causas: "Es un ejemplo de la crisis del sistema y de la necesidad de los socialistas de dar una respuesta a esta crisis".
Barones como el valenciano Ximo Puig –también secretario de Reformas Democráticas de la ejecutiva federal– o el extremeño Guillermo Fernández Vara mostraban mucha cautela, pero aconsejaban igualmente modular las críticas a Podemos. "Lo que tenemos que hacer ahora es marcar nuestro territorio y no hablar de pactos de ningún tipo, porque no toca. Es poner el carro delante de los bueyes, porque a lo que debemos aspirar es a tener una mayoría suficiente –advertían desde el entorno más directo de Puig–. Compartimos parte del diagnóstico de la realidad (el hastío, el descontrol de los mercados...) con Podemos, pero nos separan las soluciones. Lo que la gente espera de nosotros es que denunciemos con claridad que hay propuestas de Podemos que no son reales. Y tenemos que separar a sus jefes de los votantes".
"No, hablar de pactos no procede ahora, porque ya se verá tras las autonómicas y municipales –añadían desde el círculo de Fernández Vara–. Ahora bien, el patrimonio de la descalificación no lo puede tener sólo Pablo Iglesias. Y se verá al final del camino si Podemos deja gobernar a la derecha o apoya a la izquierda. Si está haciendo esta operación para que el PP gobierne en más sitios que ahora, entonces tendrá los días contados". El temor de los socialistas es que IU se deje "arrastrar" por el partido de Iglesias y pueda acabar engullida por él. Ello despojaría al PSOE de un báculo con el que, hasta ahora, había contado en muchos ayuntamientos y en Gobiernos autonómicos. Caso de Andalucía, que no es poca cosa. "No ganamos nada pasándonos de la raya. Tenemos que ser inteligentes y no insultar a la gente, no indisponer a sus votantes. Porque una cosa es por ejemplo Juan Carlos Monedero, que es populismo a tope, y otra los electores. Pero complejos, ninguno. Podemos quiere la estructura de IU y los votantes del PSOE, y nosotros tenemos que defender nuestro espacio", complementaban a su vez fuentes próximas al barón manchego, Emiliano García-Page.
Réplica del secretario general
Hilar fino también significa, a juicio de algunos miembros del Comité Federal, cuidar los argumentos. Machacar que las soluciones de Podemos son "irreales", sí, pero "no cargar contra él como hacen Esperanza Aguirre o Paco Marhuenda [director de La Razón]". Al PP le interesa inocular el "miedo" en contra del PSOE, en palabras de Fernández. Y al PSOE, como avisaban ayer distintas fuentes, le interesa explotar "un camino propio", sin olvidar que compite en el mismo espacio que Iglesias.
Las reservas de los dirigentes territoriales con los ataques a Podemos tiene su razón de ser en las próximas elecciones autonómicas y municipales, las de mayo de 2015, en las que ellos se juegan primero su pellejo. Las encuestas auguran que la formación de Iglesias puede asentarse como tercera fuerza, por delante de IU, en algunas zonas de España, y por ello desterrar los pactos de antemano resulta, a juicio de muchos, arriesgado, pues quizá se convierta en bisagra para desalojar al PP del poder. Y si se tirase de Podemos, el discurso tan rotundo de Sánchez habría quebrado a la primera.
Las reprimendas más explícitas y duras las halló Sánchez por boca de José Antonio Pérez Tapias, el portavoz de Izquierda Socialista (IS), que pujó con él y con Eduardo Madina por la Secretaría General el pasado julio. Y las hizo tanto dentro como fuera del Comité Federal. Pidió "no cerrar ninguna puerta" a alianzas postelectorales con Podemos, formación a la que no se puede, a su juicio, satanizar. No se puede meter "en el mismo saco" el choque con el PP con el debate que pueda existir con la formación de Iglesias. "No se puede decir nunca jamás", le dijo Juan Antonio Barrio de Penagos, también de IS. Hay que respetar a los que siguen las "reglas del juego democrático", no hacer comentarios negativos ni poner etiquetas, sino más bien "utilizar la razón y dar las razones del PSOE", apuntaló la exministra Matilde Fernández.
Juan Cornejo, secretario de Organización del PSOE andaluz, durante su intervención ante el Comité Federal, este sábado | INMA MESA
Sánchez, en su intervención de cierre del Comité Federal, sí reconoció que el "adversario" es el PP, porque es quien está ejecutando las políticas de recorte y quiere sacar rédito del "auge del populismo" para "perpetuarse en el poder". Y con quien no se puede pactar, remachó, es "con el doctor No". E insistió en que los socialistas deben defenderse de quienes les agreden. "Podemos no es un fenómeno de izquierda, su dialéctica es sistema y antisistema, casta y no casta. Y son ellos los primeros en reconocer las bondades de Venezuela, a cuyos Gobiernos han asesorado. Y al PP le interesa dar aire a un partido para fragmentar la izquierda, como hizo en los noventa con IU", explicaban desde el entorno del secretario general.
En Ferraz, los colaboradores del líder asumen que el debate seguirá aún, y admiten la cuestión de los pactos vendrá sobre todo tras las elecciones. Pero decir de partida no "es una manera de relajar el debate", de procurar "pasar a otro tema". "Es una manera de afirmar que, en las actuales circunstancias, no caben los pactos", sentenciaba un alto mando de la dirección federal.
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Reunión corta y tranquila
Podemos marcó, pues, el debate del primer Comité Federal de Sánchez. Una cita, por lo demás, tranquila, como pintaron todos los dirigentes consultados. Apenas cuatro horas de debate, 19 peticiones de palabra (menos de la mitad que en otras ocasiones), ningún choque serio y la ratificación del reglamento y calendario de primarias –municipales, autonómicas y generales– por un 96%. "Unidad" en torno al secretario general, destacó la dirección, "salvo algún matiz muy leve". Sánchez solemnizó además su intención de ser candidato a la Presidencia del Gobierno.
Cuestiones antaño conflictivas como las primarias apenas suscitaron controversia, más allá de las quejas de Izquierda Socialista. No se modificó ni el umbral mínimo de avales (5% para las federales, 10% para las comunidades y 20% para los municipios de más de 20.000 habitantes), ni se tocó el calendario adelantado (19 de octubre y 30 de noviembre para las locales, entre ambas fechas para las regionales y 26 de julio las nacionales). Tampoco se vislumbran rivales para Sánchez. La exministra Carme Chacón, antes una fija en las quinielas, recalcó que no había dedicado "ni un minuto" a pensar en su propia candidatura porque lo principal es que habrá primarias abiertas. Madina no intervino ni se salió de la disciplina de voto. El ambiente es, por ahora, relajado, de estreno. El entusiasmo, no obstante, no parecía estar ayer por las nubes, a juzgar por los desvaídos aplausos que recibió Sánchez durante su primera intervención ante el máximo sanedrín socialista. La euforia del debut se había diluido.
Hilar mucho más fino. Ser contundentes con Podemos, intentar "marcar territorio", pero sin pasarse de la raya y evitando hablar tan pronto de pactos.