Extrema derecha
El discurso de odio de Vox que PP y Cs se niegan a calificar de ultraderecha
Este domingo Andalucía se convertirá en la primera prueba en las urnas para el partido ultraderechista Vox tras su multitudinario acto en Vistalegre del pasado octubre. Buena parte de los sondeos publicados otorgan a la formación ultra representación en el Parlamento andaluz y Vox está aprovechando este impulso para difundir un mensaje basado, fundamentalmente, en postulados nacionalistas españoles, rechazo visceral de la inmigración –a la que tachan de "invasión"– críticas contra normas como la ley de violencia de género y revisionismo histórico.
Vox fue fundado en 2014, pero se ha mantenido en la marginalidad hasta hace apenas unas semanas, cuando celebró un multitudinario mitin en Madrid que consiguió reunir a miles de personas y puso el foco mediático sobre una formación que, liderada por el ex alto cargo del PP Santiago Abascal, mantiene un discurso que bebe de los grandes partidos ultraderechistas europeos. Las elecciones andaluzas serán la primera prueba real del verdadero poder de convocatoria de Vox, pero ante su ascenso, los dos principales partidos de la derecha –PP y Cs– no han descartado pactar con ellos.
Este mismo lunes, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, aseguraba que los conservadores no tendrían problemas en pactar con los extremistas de Abascal si así consiguieran desalojar al PSOE de la presidencia de la Junta de Andalucía. "Si Ciudadanos y Vox encajan en nuestro programa, podemos pactar con ellos", sostuvo García Egea, que aseguró que lo que no le gusta de Vox es "que sus votantes no voten al PP" y que "critique al PP por cuestiones" que están en su "ADN", como "la unidad de España, la libertad de educación o la libertad de empresa".
"Y no me gusta su falta de europeísmo", añadía García Egea en la misma línea que el candidato de Ciudadanos a presidir la Junta de Andalucía, Juan Marín, que aseguró este lunes que su partido es "europeísta" y quiere negociar con "los partidos que compartan estas posiciones". Marín, no obstante, no respondió directamente a la cuestión de si alcanzarían acuerdos con Vox tras las elecciones y se limitó a señalar que respeta las posiciones de todos los votantes. Con los partidos como el ultraderechista con quienes, señaló el candidato, no comparten postulados, "ya tendremos oportunidad a partir del 2 de diciembre de decidir".
Pese a sus posiciones, Ciudadanos y el PP han evitado en varias ocasiones en los últimos meses calificar a Vox como un partido de "ultraderecha". El presidente de los conservadores, Pablo Casado, se limitó a afirmar que no tenía intención de definir "al resto de partidos" en una entrevista en El Objetivo, mientras que el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, aseguró al ser preguntado por la posición ideológica de Vox que él no es "analista político" y que, por ello, no quería ubicar a la formación de Abascal. "Que cada uno juzgue y les ponga una etiqueta", afirmó días más tarde Rivera.
Cataluña y "los primates de ERC"
El discurso de Vox, no obstante, tiene muchos puntos en común con formaciones europeas que sin duda pueden calificarse como de extrema derecha. Pero la formación de Abascal tiene un filón del que no disponen sus colegas europeos. la tensión territorial en Cataluña. Pese a que la doctrina del Tribunal Constitucional defiende su posibilidad de existir, Vox apuesta abiertamente por la ilegalización inmediata de los partidos independentistas, y de hecho, hace unos días, el propio Abascal –cuyo partido ha denunciado al president catalán Quim Torra por "incitación al odio y xenofobia"– tachó a ERC de "primates" tras la polémica discusión entre el portavoz republicano Gabriel Rufián y el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell.
"Los primates de ERC no deberían estar en el Congreso, pero no por maleducados y zafios, sino por separatistas golpistas. Esos partidos convertidos en organizaciones criminales golpistas deben ser desarticulados e ilegalizados", aseguró el líder de Vox en su Twitter. Y no es la primera vez que defiende la prohibición de las formaciones independentistas: el pasado agosto, en una entrevista en El Español, Abascal planteaba que lo primero que habría que hacer para solucionar la crisis territorial en Cataluña sería ilegalizar "los partidos golpistas con la actual ley de partidos" para, posteriormente, proceder a la prohibición de todos los "partidos separatistas".
"Y plantearía una gran transformación del Estado de las autonomías. Hay competencias, como educación, sanidad y seguridad, que tienen que volver cuanto antes", señalaba igualmente el líder de Vox, abanderando otra de sus grandes propuestas: la eliminación de las comunidades. "Vox es un partido que nace, entre otras cosas, enfrentándose al Estado de las autonomías y que plantea una transformación total del Estado de las autonomías en un Estado unitario", planteaba en dicha entrevista Abascal, que el pasado abril calificaba de "chiringuito de los 17 estaditos" el actual modelo territorial y denunciaba el "autonomismo papanatista" del entonces líder de la oposición, Pedro Sánchez, a quien meses más tarde acusaba de haber llegado al Gobierno con el apoyo de formaciones "golpistas" y un "partido terrorista" como EH Bildu.
España, "propiedad privada de los nacionales"
Pero quizá el principal blanco del discurso de Vox son los inmigrantes, especialmente aquellos procedentes de países de mayoría islámica. "No es lo mismo aceptar la inmigración de países latinoamericanos que la inmigración de países islámicos. Priorizaríamos la inmigración en función con la coincidencia con nuestros valores culturales y políticos", señalaba Abascal el pasado agosto, aunque no obstante también planteaba que "la inmigración tiene que ordenarse" y "regularse en función de las necesidades de la economía nacional". "Si los españoles se van a trabajar fuera de España no parece que necesitemos más inmigrantes en estos momentos. No es cierto que vienen a mantener las pensiones, sino a recibir las prestaciones que muchos españoles no alcanzan", afirmaba el líder del partido ultraderechista.
Buena muestra de la ideología de Vox con respecto a la cuestión de la inmigración es la afirmación de Abascal que sirvió de titular para aquella entrevista: "Una nación es propiedad privada de los nacionales, y son estos los que deben decir cómo se entra y con qué criterios". Y los inmigrantes musulmanes son un objeto habitual de crítica para el líder de Vox y sus compañeros, que incluso recurren a mitificaciones históricas para defender que "525 años después" de la Toma de Granada por parte de los Reyes Católicos, Vox sigue "diciendo no a la invasión musulmana" y "defendiendo la identidad cristiana de España", en palabras del número dos del partido, Javier Ortega Smith.
Los mensajes y declaraciones de líderes de Vox denunciando los supuestos males de la inmigración son frecuentes, y también lo es que asocien a todo el colectivo con problemas de seguridad ciudadana de toda índole. Para Vox, los inmigrantes son causantes de buena parte de los problemas de abuso y acoso sexual, y así lo ha expresado Abascal en varias ocasiones. "¿Cómo sabemos que los 'inmigrantes' que nos manda Alemania no son los que han protagonizado miles de agresiones sexuales sin resolver en ese país?", se preguntaba en agosto. "De la supermanada de salvajes de Alicante no se habla casi [...] porque son inmigrantes musulmanes", afirmaba en marzo. Y, en julio, achacaba irónicamente a "las bondades del multiculturalismo" y "el legado de los progres" los disturbios ocurridos en la celebración por la consecución del Mundial de fútbol en Francia.
"Pablo Mezquitas" y el origen de Valls y Echenique
Pese a la dilatada carrera de su líder en las instituciones, el discurso antiestablishment es otra de las patas fundamentales del discurso de Vox, y de hecho Abascal ha asociado su discurso contra el multiculturalismo y la inmigración a sus críticas a la "casta política". Del líder de Podemos, Pablo Iglesias, Abascal ha asegurado que es "el sujeto más peligroso del Congreso" y se refiere habitualmente a él como "Pablo Mezquitas". Del secretario de Organización del partido morado, Pablo Echenique, el líder de Vox aseguró que haría "todo lo posible" para que sea "expulsado de España" por "atacar las libertades en España y ser "extranjero, aunque haya obtenido la nacionalidad".
Ni siquiera el ex primer ministro francés y candidato de Ciudadanos la Alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, se ha librado de los ataques xenófobos de Vox. El portavoz de los ultraderechistas, Ignacio Garriga, espetó a Valls que Vox defenderá "a los barceloneses de manteros, izquierda y franceses" cuando el candidato se mostró proclive a implantar un "cordón sanitario" y no pactar con Vox, mientras el propio Abascal mandó a Valls "a Martinica o algo" tras sus críticas.
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La memoria histórica o la ley contra la violencia de género son otros de los asuntos recurrentes en el discurso de Vox, aunque no en la misma medida que la inmigración. La primera de las dos normas supone, para Abascal, una legislación "totalitaria", y para defender esta posición el líder de Vox no duda en hacer revisionismo histórico acusando al PSOE de ser el culpable de que estallase la Guerra Civil. "Con la memoria histórica al único partido del Congreso que hay que pedir cuentas por el pasado es al PSOE, que dio golpes de Estado sangrientos contra la república, estuvo detrás del asesinato del jefe de la oposición y trajo la Guerra Civil. Si algo hay que ilegalizar es el PSOE", afirmaba Abascal el pasado septiembre.
En lo relativo a la ley contra la violencia de género, el partido apuesta por sustituirla por una ley contra la violencia intrafamiliar, y de hecho éste es uno de los temas preferidos de Francisco Serrano, juez en excedencia y candidato de Vox a la presidencia de la Junta de Andalucía. En una entrevista publicada este mismo lunes, Serrano aseguraba que la justicia española no es imparcial porque es "el lobby de género el que impone sus sentencias", y sostenía que en España existe un "negocio" y una "industria del género" del que vive una parte del movimiento feminista.
"Hay que luchar contra el maltrato en su justa medida para que las mujeres que sean realmente maltratadas puedan ser protegidas", apuntaba Serrano, que denunciaba que "la nueva religión del Estado", en referencia a esta supuesta ideología de género, "ya no quiere jueces cabales que dicten sentencias ajustadas a derecho y conforme a sus convicciones y su conciencia", sino "que sean los servicios sociales, nuestro propio chiringuito de género, el que decida cuando una mujer puede ser considerada maltratada y cuando el hombre debe ser considerado un maltratador".