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Todos contra EH Bildu: derecha e izquierda sitúan a los abertzales como el rival

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Euskal Herria Bildu (EH Bildu) es la formación que desde hace más de una década representa a la izquierda abertzale en las instituciones y que, desde entonces, ha recorrido un largo trayecto —sin prisa pero sin pausa— para tratar de convertirse en la fuerza hegemónica en el País Vasco. Y, a tenor de lo que apuntan las encuestas, van camino de conseguirlo ya que que por primera vez disputa de tú a tú la victoria con el sempiterno ganador, el Partido Nacionalista Vasco (PNV). En las últimas elecciones autonómicas, las que se celebraron en el año 2020, les separaron más de once puntos de los nacionalistas vascos —obtuvieron el 27,86% de los votos frente al 39,07% de los de Andoni Ortuzar—y, sin embargo, ahora se encuentran en una suerte de empate técnico —siempre según los sondeos— que ha llevado al PNV a iniciar una ofensiva contra ellos a la que también se han sumado formaciones como Elkarrekin Podemos y el Partido Socialista Vasco (PSE).

El actual lehendakari, Íñigo Urkullu, no escatimó en críticas hacia EH Bildu en el arranque de campaña. "Cuando este país les ha necesitado no han estado ahí. Su objetivo ha sido tratar de obtener rédito político de las dificultades sufridas por toda la sociedad", afirmó rodeado del candidato a la sucesión, Imanol Pradales y el presidente del partido, Andoni Ortuzar. "Les pierde su objetivo de asaltar el poder y desalojar del gobierno de las instituciones al PNV, más que trabajar por y para toda la sociedad", añadió. En el caso de Elkarrekin Podemos, su candidata, Miren Gorrotxategi, afirmó que los abertzales solo buscan ser el "recambio" del PNV y su lema de campaña es 'Si eres de izquierdas, ¿por qué querrías un gobierno con el PNV?', en referencia al hecho de que EH Bildu no cierra la puerta a ese acuerdo. Por último, los socialistas vascos, de la mano de Eneko Andueza, insisten en que no apoyarán en ningún caso que la izquierda abertzale ocupe la lehendakaritza.

La portavoz de la campaña electoral de EH Bildu y candidata de Bizkaia, Oihana Etxebarrieta, asegura que no les preocupa que les señalen como el rival fuerte tanto a izquierda como derecha y que, en su caso, no "van a entrar al barro" como sí están haciendo los demás. "Los partidos nos hemos dedicado a colocar marcos que no coinciden con las preocupaciones de la ciudadanía y nosotras queremos confrontar ideas, pero también buscar puntos de unión", señala en conversación con infoLibre. "Mi valoración personal sobre Podemos, Sumar o el PNV también afecta a las personas que se puedan sentir más cercanas a esos partidos", añade. Así, considera que los pactos estarán a la orden del día tras el 21 de abril y considera "incoherente" decir lo contrario: "No lo podemos hacer ni entre ni uno o dos partidos ni con unas instituciones solas, vamos a buscar espacios de cooperación", sintetiza.

A juicio de Etzebarrieta, EH Bildu ha consolidado un "modelo diferente" de hacer política, cuya clave es la "previsibilidad". "En Madrid dijimos que no íbamos a facilitar un gobierno de la extrema derecha y la derecha extrema y lo hicimos sin pedir nada a cambio, al igual que hemos dado alcaldías al PNV para que no gobernara el PP", destaca. "Se ha producido un cambio de paradigma que hace unos años sería impensable", subraya. Así, destaca que se hayan producido cambios de liderazgo dentro de su organización, comenzando por el propio candidato, Pello Otxandiano. "La regeneración provoca ilusión y, aunque no dejamos de lado la sabiduría de los veteranos, tenemos referentes con los que hemos crecido y evolucionado en este movimiento político", destaca, poniendo en valor la capacidad de análisis que tiene Otxandiano tras haberse dedicado durante mucho tiempo a la elaboración del programa.

¿Qué ha cambiado?

Los inicios de EH Bildu como formación datan del 2012, cuando la banda terrorista ETA, forzada por un aislamiento social cada vez mayor y por una presión policial muy efectiva, ya había anunciado el abandono definitivo de la violencia. Nació como una coalición de cuatro partidos a los que —siguiendo un modelo muy habitual en la izquierda— se sumaron candidatos independientes. Esos partidos eran Sortu, Eusko Alkartasuna, Alternatiba, y Aralar y de ellos el primero representa una línea de continuidad con la antigua Batasuna. Ese año obtuvieron un 25% de los votos, que cuatro años más tarde bajó al 21% coincidiendo con la aparición de Podemos, que irrumpió en el Parlamento vasco como tercera fuerza con casi el 15% y 157.334 votos. Unos meses antes, la izquierda abertzale solo obtuvo dos escaños en la Cámara Baja y certificó, al igual que ocurrió con otras izquierdas nacionalistas como el BNG, su retroceso frente al auge de los morados.

"Las elecciones generales de 2016 en las que Podemos obtuvo el mayor número de votos en Euskadi fueron determinantes para entender el cambio de rumbo de EH Bildu. La coalición cambió rostros, introdujo a más mujeres y a más gente joven y, sobre todo, cambió su discurso político, centrándolo mucho más en las políticas sociales, el acceso a la vivienda o las condiciones laborales", explica María Silvestre, catedrática de Sociología y directora del Deustrobarómetro social, a este periódico. Así, añade que su papel en el Congreso también "ha sufrido un cambio significativo" porque ahora se disputa con el PNV "qué partido representa mejor los intereses de la sociedad vasca en Euskadi, cuando tradicionalmente el abertzalismo vasco desacreditaba la política estatal".

Otro elemento que también ha incidido en el cambio del discurso de EH Bildu a juicio de la socióloga es el procés catalán iniciado en 2017. "Ha sido visto desde Euskadi con una gran racionalidad, sin que se generara ningún contagio emocional ni ningún impulso por seguir sus pasos, más bien todo lo contrario", apunta. De hecho, aunque la formación liderada por Arnaldo Otegi mantiene un acuerdo de colaboración con Esquerra Republicana desde hace años y se presentarán en coalición, junto al BNG, en las próximas europeas, sus estrategias tanto en Madrid como en sus respectivos territorios no pueden ser más distintas. Silvestre subraya que la formación "se ha adaptado a las preocupaciones de la ciudadanía" en un momento histórico "en el que la pulsión soberanista o independentista no es mayoritaria ni prioritaria". Aun así, matiza que "eso no quiere decir que se esconda o se reniegue del discurso nacionalista".

De hecho Etzebarrieta incide en que su formación aplica esa pulsión soberanista a las políticas en materia social. "Nos encontramos una falta de soberanía en política migratoria, en la forma en la que queremos acoger, hay serios problemas que queremos solventar también en vivienda, por ejemplo", señala. En el último Sociómetro del Gobierno vasco, la preocupación de la ciudadanía por los temas sociales se situaba por encima de los territoriales, con problemas ligados sobre todo al mercado de trabajo y a la sanidad, dos de las cuestiones en las que más están incidiendo desde EH Bildu. "No debemos perder de vista que las dos fuerzas que encabezan las encuestas electorales son nacionalistas y agrupan el voto mayoritario en el País Vasco, pero hoy, las prioridades son otras", zanja Silvestre.

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Antes de la creación de EH Bildu, el clamor de todas las fuerzas políticas era convencer a la izquierda abertzale de que podía defender sus ideas pacíficamente. Y normalizarse en un sistema político que hasta ese momento le discutía la condición de legalidad. Y lo hicieron, aunque precisamente sea ese el motivo por el que tanto le critican desde el Partido Popular y Vox, que defienden establecer un cordón sanitario en torno a la izquierda abertzale, a quienes sitúan directamente como miembros de la banda terrorista ETA. La derecha busca identificar a políticos que jamás han tenido nada que ver con la violencia, como es el caso de la mayoría de los militantes de EH Bildu, o que sí formaron parte de la banda terrorista pero que la abandonaron o ya cumplieron la correspondiente condena. Y, de paso, hacer ver que el Gobierno de Pedro Sánchez es cómplice.

La estrategia del PNV no es tan agresiva, pero sí que considera que se ha producido un lavado de imagen hacia la formación de Otegi pese a que las heridas del terrorismo siguen presentes. Por su parte, se trata de una cuestión que incomoda al PSOE, que también ha sufrido en primera persona ataques por parte de la banda terrorista, pero que ha evitado la confrontación directa con EH Bildu en los últimos tiempos. Dentro de las filas socialistas se ha producido un cambio de estrategia, ya que por primera vez en la historia, sus diputados fueron recibidos por el presidente del Gobierno en el marco de las negociaciones para la investidura de Sánchez el pasado año. Las caras largas de la entonces portavoz socialista, Adriana Lastra, y del diputado Rafael Simancas, en 2019 eran la prueba del recelo a considerarlos socios del Ejecutivo, una etiqueta que tardaron en utilizar.

Lo cierto es que hay dirigentes de la formación que se resisten a condenar expresamente y sin paliativos los asesinatos cometidos por ETA, aunque sí rechazan enfáticamente toda forma de violencia, en un intento permanente de recordar que una parte de ella tuvo su origen en el aparato del Estado. "Hoy el 90% de la sociedad vasca rechaza el uso de la violencia como arma política, tal y como ocurre en las democracias avanzadas donde los objetivos políticos se persiguen y se consiguen con el uso de la política, de la negociación y el consenso", apunta la catedrática de Sociología y directora del Deustrobarómetro social. Para la directora de campaña de EH Bildu, hay un intento deliberado de "volver a sacar ese fantasma que no aporta nada" a la convivencia. Asegura que su partido defiende el "trabajo de memoria y de reparación" con ese pasado "todavía reciente".

Euskal Herria Bildu (EH Bildu) es la formación que desde hace más de una década representa a la izquierda abertzale en las instituciones y que, desde entonces, ha recorrido un largo trayecto —sin prisa pero sin pausa— para tratar de convertirse en la fuerza hegemónica en el País Vasco. Y, a tenor de lo que apuntan las encuestas, van camino de conseguirlo ya que que por primera vez disputa de tú a tú la victoria con el sempiterno ganador, el Partido Nacionalista Vasco (PNV). En las últimas elecciones autonómicas, las que se celebraron en el año 2020, les separaron más de once puntos de los nacionalistas vascos —obtuvieron el 27,86% de los votos frente al 39,07% de los de Andoni Ortuzar—y, sin embargo, ahora se encuentran en una suerte de empate técnico —siempre según los sondeos— que ha llevado al PNV a iniciar una ofensiva contra ellos a la que también se han sumado formaciones como Elkarrekin Podemos y el Partido Socialista Vasco (PSE).

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