Las elecciones madrileñas alimentan la pelea entre PP y Vox por los electores radicalizados contra el Gobierno

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Fernando Varela

No habrá paz entre Pablo Casado y Santiago Abascal. Al menos de momento. Con Ciudadanos en riesgo de desaparición, la atención en el campo de la derecha se centra en lo que pueda pasar entre el Partido Popular y Vox. El presidente del PP no tiene intención de seguir el consejo que le trasladó el jueves José María Aznar y mantiene su plan de reunificar el voto agrupando a todos los electores a la derecha del PSOE en su propio partido en vez de negociar y pactar acuerdos preelectorales con los de Abascal.

Aznar, a través de un editorial de la Fundación FAES, pidió a Casado que el “reagrupamiento en el centro derecha” que ha comenzado con la “implosión de Ciudadanos” se consolide “como un proceso de unión de fuerzas, no como una apuesta por la derrota de un adversario que ha ocupado provisionalmente un segmento del electorado que el PP puede legítimamente reclamar”. Una referencia que sólo puede entenderse como dirigida a Vox.

Pero Casado asegura tener datos demoscópicos que, habiendo absorbido a los votantes que en el pasado apoyaron a Ciudadanos, sitúan al PP, por primera vez desde la época de Mariano Rajoy, en cabeza en las preferencias de los electores. Y ahora que, según él, ya lidera las encuestas apela a los votantes de Vox para que, según sus propias palabras, “optimicen” el voto regresando a su partido. Así lo hizo saber en una entrevista en Trece TV, la emisora propiedad de la iglesia católica, muy seguida por los electores de derechas más radicalizados.

La expresión no ha gustado nada a Abascal, que este mismo viernes reaccionó con dureza a las palabras de Casado desde El Programa de Ana Rosa (Telecinco), una de las tribunas mediáticas más influyentes entre los conservadores. El líder del PP, acusó, se dedica ahora a la “propaganda falsa” (sic).

Todo el PP se ha lanzado estos días, tras la victoria en Madrid, a repetir a coro la misma idea: el PP es “la única alternativa a Pedro Sánchez”. Casado argumenta que entre PP y Vox sólo hay “matices”. “Habrá quien dirá”, explicó, que en “inmigración habrá que dar más caña, pero es que cuando hemos gobernado la inmigración ilegal ha caído”, aseguró. “Da igual: en lo importante [en el PP] representamos a todo el centro derecha”. Un espacio que el número dos de Casado, Teodoro García Egea, situó esta semana “entre el radicalismo de Sánchez y el extremismo de Vox”.

“La gente está harta de experimentos y de crispación”, añadió en referencia a Vox. “Y quiere soluciones, Y los que saben aportar soluciones son los partidos que ya han gestionado”, como el PP y no como Vox.

Finiquitado Ciudadanos y en dificultades Unidas Podemos, Casado sueña con la resurrección del bipartidismo. Echa en falta el “turnismo”, reconoció en la misma entrevista, porque le parece una buena solución para gobernar España sin depender de acuerdos entre partidos.

“Esto no va de ser radical o de ser cobarde” como se ha presentado la alternativa entre Vox y el PP. “Va de tener unas ideas claras y de saber gestionar”. Sin “renunciar a dar la batalla de las ideas”, subrayó, reivindicando algunas de las señas de identidad de los de Abascal. Porque “es compatible el pragmatismo en la gestión con la ideología que tiene consecuencias positivas en el día a día de las personas”.

Casado quiere que la bandera de enganche del PP para las generales sea “echar a Sánchez”. Y es a ese proyecto al quiere atraer a los votantes de Vox con el argumento de que para quienes quieran “echarle lo más eficaz es votar al PP. Por una cuestión de optimización” del voto. Y dar ese salto no será difícil porque, según él, su partido y el de Abascal defienden “lo esencial: una España unida, una España segura, próspera, en libertad”.

Es por eso que pedirá a los partidarios de Vox que den un “voto de confianza” a su partido. Porque “sabiendo que el PP ya está por encima en intención de voto, estoy convencido de que muchos votantes que son de centroderecha vendrán al PP”, aseguró.

A Abascal se le agota la paciencia

Que el PP haya puesto el punto de mira en los votantes ultras no ha gustado nada en Vox. Abascal lleva semanas moviéndose entre el elogio a Isabel Díaz Ayuso y la frialdad hacia Casado. Pero a la vista de que la estrategia con la que el PP pasa por absorber su proyecto político como ya ha hecho con Ciudadanos, este viernes se le agotó la paciencia.

La acentuada distancia que le separa de Casado, declaró en Telecinco, “no es una cuestión de relaciones personales” sino de “verdad o de mentira”. “Casado acaba de decir que la moción de censura de Vox ha tenido como consecuencia que el PP haya duplicado resultados en Madrid y Vox solo haya sacado un escaño más” y eso, subrayó, no es cierto. Es una “frase muy poco decorosa” que expresa una actitud muy distinta a la de Vox, que no dijo “algo parecido en Cataluña cuando el PP estuvo a punto de desaparecer” y su formación irrumpió con 11 escaños en el Parlament.

“Es un error interpretar los datos en clave partidista. Hay que analizarlos en clave nacional”, criticó . Y es “propaganda falsa” pedir “la optimización” del voto. “Ha sido muy optimizado en Andalucía y Madrid”, recordó, porque en ambas comunidades autónomas se ha evitado que gobierne la izquierda.

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Abascal confesó estar “realmente preocupado” porque Casado “intente engañar a los electores” apelando al voto útil, una actitud que distinguió de la de Ayuso, a la que agradeció “la mano tendida”. “Vox sabe qué es lo que tiene que hacer, que es representar a sus electores como en toda España, en Cataluña o Andalucía y es lo que vamos a hacer en las generales a las que, por cierto, nos presentamos para ganar", subrayó.

El líder de Vox sigue insistiendo en la necesidad de convocar elecciones generales cuanto antes. Lo lleva haciendo hace un año y eso también le distingue de Casado, que rehúye en todo momento pedir un adelanto electoral.

La relación personal entre Casado y Abascal se rompió cuando el presidente del PP se desmarcó de los ultras en el debate de la moción de censura con la que Vox intentó hacerse con el liderazgo de la oposición a Pedro Sánchez. Abascal y una parte importante de la derecha mediática tacharon de críticas ad hominen buena parte de los argumentos empleados en aquella ocasión por Casado y consideran excesiva aquella intervención, un discurso feroz en el que retrató al presidente de Vox como un traidor al PP que no tiene la formación necesaria para gobernar España y cuyo proyecto tachó de“sueño del nacionalismo”, además de “salvavidas” y “socio en la sombra” de Sánchez. “La izquierda llevaba 30 años queriendo que hubiera un partido como Vox: usted se lo ha regalado”. “La izquierda le cuidará como hasta ahora, le usará para que siga su ofensiva contra el PP”, avisó. “Su partido es el seguro de vida política de Sánchez para seguir de inquilino en La Moncloa”.

No habrá paz entre Pablo Casado y Santiago Abascal. Al menos de momento. Con Ciudadanos en riesgo de desaparición, la atención en el campo de la derecha se centra en lo que pueda pasar entre el Partido Popular y Vox. El presidente del PP no tiene intención de seguir el consejo que le trasladó el jueves José María Aznar y mantiene su plan de reunificar el voto agrupando a todos los electores a la derecha del PSOE en su propio partido en vez de negociar y pactar acuerdos preelectorales con los de Abascal.

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