Las elecciones valencianas enfrentan las promesas sociales de la izquierda con la alerta contra el 'procés' de PP, Cs y Vox

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La estricta división por bloques es nítida. Más aún que en el conjunto de España, donde las fuerzas independentistas periféricas pueden acabar teniendo la sartén por el mango. En la Comunidad Valenciana, no. Izquierda y derecha están bien claras.

A un lado, el izquierdo, están el PSPV-PSOE, Compromís y Unides Podem-EU, que aspiran a reeditar el Pacto del Botànic, esta vez con el partido morado exigiendo sumarse al Consell. Los tres partidos, con diferentes acentos, reivindican el papel del Ejecutivo del presidente Ximo Puig (PSOE) y la vicepresidenta Mónica Oltra (Compromís) y ponen el acento en las conquistas sociales realizadas, en las que prometen profundizar.

Al otro lado, el derecho, PP, Ciudadanos y Vox –que hace una campaña de perfil subterráneo, fiándolo todo al tirón de una marca en plena efervescencia– alertan sobre la extensión a la gran comunidad levantina del conflicto identitario ligado al procés catalán.

Ese es el esquema general de la política valenciana y de su campaña electoral. Como telón de fondo, el endémico problema de la falta de financiación. Está por ver qué bloque alcanza los 50 diputados, frontera de la mayoría absoluta. Las encuestas otorgan mayoría al bloque de izquierdas, al igual que hacían en Andalucía. Nadie da nada por sentado.

infoLibre repasa los grandes temas que han ocupado la campaña electoral, reflejo de los asuntos que marcan la política de la cuarta comunidad más poblada de España, con 5 millones de habitantes.

  Coincidencia electoral

Las elecciones autonómicas de este domingo en la Comunidad Valenciana llegan marcadas por su coincidencia con las generales, fruto de un adelanto electoral de Ximo Puig haciendo uso de su prerrogativa presidencial.

Los argumentos ofrecidos por Puig han sido dos: el primero, que la coincidencia facilitaría la visibilidad de los problemas locales, al obligar a los candidatos a la presidencia del Gobierno de España a pronunciarse sobre las cuestiones que atañen a la comunidad levantina; el segundo, que al hacer uso de la prerrogativa de convocatoria electoral introducida en el Estatuto en 2007, se reivindicaba el autonomismo valenciano –en una comunidad donde abunda la sensación de haber quedado en tierra de nadie durante la construcción territorial, con el acceso vía artículo 143–.

La oposición, en cambio, ha acusado a Puig de adelantar las elecciones por puro cálculo electoral. Lisa y llanamente, para aprovecharse del posible tirón de Pedro Sánchez en las generales. Lo indudable es que Puig, que en la forja del liderazgo de Sánchez no tuvo especial sintonía con él, ha tenido los reflejos de reubicarse tras la victoria del actual candidato a la Moncloa en las primarias ante Susana Díaz.

"Oltra ha visto el adelanto como una puñalada, como una estrategia para debilitar a Compromís, que al no ser un partido de ámbito nacional, pierde con la coincidencia. La relación entre Puig y Oltra ha sido bastante buena durante la legislatura, pero esto se ha visto como una traición. Eso puede poner más duras las negociaciones para un gobierno", señala Ximo Aguar, redactor de Política de Valencia Plaza y atento observador de los movimientos de los partidos.

  Reivindicación del Botànic

La fricción por el adelanto electoral –que ha sido de sólo un mes, los comicios estaban previstos para el 26 de mayo– ha enrarecido a última una relación correcta y colaboradora entre el PSOE y Compromís. La legislatura se ha desarrollado en general con sintonía. Con tensiones, por supuesto, como las ligadas al papel que debe tener el Consell en la exigencia de una reforma estatal de la financiación. E incluso con choques públicos. Pero no ha habido crisis que pusieran en verdadero riesgo la integridad del Consell.

Puig y Oltra han logrado desmentir las advertencias de PP y Cs de que el Botànic sería un sindiós. Bonig lo ha llamado, en vez del Pacto del Botànic, el "Pacto del Titanic". Pero no se ha hundido. Una de las pruebas más evidentes de que el Botànic ha ofrecido resultados interesantes, al menos para quienes lo firmaron, es que reivindican su balance tanto el PSOE como Compromís y, desde fuera, Unides Podem.

  Avances sociales y corrupción

Es la tarea desarrollada por el Ejecutivo la que ofrece combustible ahora al discurso de campaña de Puig y Oltra. Ambos reivindican los avances sociales realizados y prometen más, presentando la era del PP como la de la corrupción, el despilfarro y el deterioro de los servicios sociales. Lo hacen Puig, como presidente, y Oltra, como vicepresidenta y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas. Destacan el incremento del gasto en educación y sanidad, la reversión de la privatización del Hospital Alzira, la creación de un modelo de gratuidad de libros de texto, el incremento de la cobertura en dependencia, la reapertura de la televisión autonómica...

Coinciden también en apuntarse la "estabilidad", que ponen en relación con la bajada del desempleo, y el cambio que supone haber acabado con la corrupción del PP. Es lo que Puig llama, en curioso sintagma, haberse quitado de encima la "hipoteca reputacional". Poco a poco –subraya–, cuando la gente mira a la Comunidad Valenciana, ya no piensa en corrupción. También lo destaca Oltra, conocida por su contundencia en la denuncia de la corrupción. "Hay un marco de estabilidad, de seguridad. Cuando una empresa se va a instalar, ahora nadie le demanda una mordida", afirmó en el debate de la televisión pública À Punt celebrado el jueves.

  Más o menos izquierda

El profesor de Derecho Constitucional Rubén Martínez Dalmau, candidato de Unides Podem-EU, se presenta como la garantía de que PSOE y Compromís hagan política de izquierdas. Hay una clara coincidencia con la estrategia de Pablo Iglesias. Al igual que el secretario general del partido, Martínez Dalmau alerta del riesgo de un pacto del PSOE con Ciudadanos. A lo largo de la legislatura, Podemos se ha mostrado como un factor de exigencia para el cumplimiento del pacto, también como un moderador en las tensiones surgidas entre los de Puig y los de Otra. Martínez Dalmau afirma que el Gobierno valenciano ha avanzado en la buena dirección, pero poca distancia.

Si todas las encuestas coinciden en que el PSOE ganará las elecciones con claridad y dan una ajustada mayoría al bloque de izquierdas, Unides Podem constituye la principal incógnita de las elecciones. Si no llegara al 5%, no entraría en Les Corts, lo cual pondría en riesgo la mayoría de izquierdas. Los indecisos y Vox convierten las elecciones en un melón sin catar. Para afianzar su posición y marcar perfil, Martínez Dalmau ha fiado su campaña a un acento nítidamente social y progresista, beneficiándose también de la estructura de Esquerra Unida del País Valencià. A diferencia de 2015, cuando Podemos no quiso entrar en el Ejecutivo –aspiraba a un sorpasso al PSOE a corto plazo que le impedía estrechar colaboración–, ahora Martínez Dalmau sí reclama consellerías.

  Falta de financiación

Un hecho asumido en la Comunidad Valenciana es su infrafinanciación. Nadie la niega, aunque discrepan en el reparto de culpas. Puig ha tenido que ver cómo, tras reprochar a Mariano Rajoy que no reformase el sistema, Pedro Sánchez tampoco lo ha tocado. Oltra se reivindica así como la más coherente e insobornable en la defensa del cambio de modelo. El tema interesa menos a PP y Ciudadanos, que creen que los partidos del Botànic utilizan la falta de financiación para justificar sus incumplimientos.

Dentro del debate territorial, las formaciones encabezadas por Isabel Bonig (PP) y Toni Cantó ponen el énfasis en el riesgo de contagio nacionalista en la Comunidad Valenciana. Acusan además a Pedro Sánchez de beneficiar a Cataluña a costa de la Comunidad Valenciana. "Hay una cierta contaminación de todo el debate por el tema catalán. Según el presidente, la coincidencia con las generales iba a dar visibilidad a los problemas valencianos. Creo que ha sido al revés. La campaña ha acabado siendo nacional, centrándose en el problema territorial, pero más bien fría en lo valenciano", señala Juan Antonio Caballero, presidente de la Confederación de Asociaciones de Vecinos y Consumidores de la Comunidad Valenciana.

Y no es que no haga falta abordar el tema territorial, puntualiza Caballero, pero a su juicio hay que hacerlo encarando el problema específico de la comunidad. "Aquí el problema número uno es la financiación. Es un problema serio. Hemos visto políticas [del Consell] que nos parecía que iban en la dirección correcta. En vivienda, en sanidad, en educación... Pero hay un bloqueo absoluto por la falta de financiación. Es que no hay dinero. Es un problema que hay que resolver. Un problema que no afecta exclusivamente a la Comunidad Valenciana, pero sí especialmente", señala.

  Cataluña de fondo

El PP lleva la delantera, con las encuestas en la mano, en la pugna por el liderazgo en el campo conservador. No obstante, Ciudadanos insiste –al igual que hace Albert Rivera en España e hizo Juan Marín en Andalucía– en su voluntad de alcanzar la Presidencia. Los dos partidos han descartado cualquier pacto con el PSOE, a la manera de Pablo Casado y Albert Rivera con Pedro Sánchez. Su opción es la vía andaluza. La campaña de PP y Cs se desarrolla bajo la sombra amenazante de Vox, la gran incógnita. El CIS le da entre 5 y 6 escaños. En Andalucía le daba uno y sacó 12.

Los tres partidos del campo conservador coinciden en que la Comunidad Valenciana vive una suerte de proceso catalanizador, auspiciado por un Ximo Puig rendido al Bloc Nacionalista Valencià, uno de los partidos coaligados en Compromís. "Si no lo evitamos, será un problema como Cataluña en diez años", ha señalado Cantó, que denuncia la privación del derecho de los padres a escolarizar a sus hijos con el español como lengua vehicular. "Cuatro años más de Botànic y seremos Baleares. Otros cuatro y esto será Cataluña", ha dicho en otra ocasión, recordando que Ciudadanos advirtió de la fractura social en ciernes en Cataluña antes que PP y PSOE.

"El PP y Ciudadanos intentan vincular a Compromís con el independentismo. Es verdad que Compromís tiene toques nacionalistas, pero vamos, no es independentista. Y ha habido críticas muy claras de Oltra a Puigdemont, que conoce todo el mundo. En la sociedad valenciana es difícil que cale eso de 'España, España, España'. Aquí la gente se siente tan valenciana como española, lo dicen las encuestas. Pero esta estrategia viene de atrás. La derecha ataca a la izquierda diciendo que subvenciona el catalanismo. Y ahora dicen que se está produciendo un proceso de inmersión lingüística que acabará como el de Cataluña hace 20 años", señala Ximo Aguar, redactor de Política de Valencia Plaza.

Por supuesto, ni PP ni Cs limitan su campaña al tema territorial. Ambos son muy duros con la gestión del Botànic. El PP pone el énfasis en las listas de espera, promete importantes bajadas de impuestos –Sucesiones, Patrimonio...– y más educación concertada. Cs, que también carga contra Puig y Otra por las listas de espera, ha convertido los "barracones" escolares en preocupación prioritaria, así como los "chiringuitos" llenos de "enchufados". Tanto PP como Cs, que atacan al PSOE y Compromís por la tasa de paro (14,11%, seis décimas por debajo de la media), hacen campañas muy similares a la andaluza. Allí les salió bien. Pero tuvieron ayuda: Vox.

  Exaltación identitaria

El partido ultraderechista es imprescindible en cualquier ecuación para conformar una mayoría conservadora. Con la candidatura de José María Llanos, profesor de Derecho en la Universitat de València, Vox se beneficia de que la campaña se desarrolle en un clima de cierta efervescencia identitaria. Los medios y creadores de opinión más exaltados en la reacción nacionalista al unilateralismo independentista del procés sitúan la Comunidad Valenciana –y Navarra, en el "frente norte"– como la siguiente frontera de la batalla de "reconquista", término aceptado ya por Santiago Abascal y Pablo Casado.

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Federico Jiménez Losantos, que está orgulloso de la oferta electoral de la derecha desde Vox a Ciudadanos y destaca el regreso del PP a las posiciones más beligerantes en materia educativa de la mano de Bonig, afirma que la Comunidad Valenciana es el siguiente ratio del "Lebensraum catanazi", en referencia a la idea de "espacio vital" del pueblo alemán que justificó el Tercer Reich. La influencia de este discurso extremista en las fuerzas conservadores es fácilmente observable. Ciudadanos, que se acaba de quedar solo en la abstención sobre la reforma del Estatuto en las Cortes Generales, es incluso más beligerante que el PP con este tema, que es su seña de distinción. O lo era. Porque Vox lo ha sublimado.

"Valencianos, siempre del Reino de Valencia, nunca del Pais Valencià", comenzó Abascal su discurso este jueves. El candidato Llanos, que cobró durante ocho años de un chiringuito del PP (ver aquí la información de El Confidencial), también tiene un discurso extremo sobre inmigración. "Se atacan las raíces cristianas, Oltra atrae a los inmigrantes para que los atienda Cáritas", ha declarado.

Llanos liderará en breve un grupo propio en Les Corts. Quizás sea decisivo para el gobierno de la cuarta comunidad más poblada de España, con cinco millones de habitantes.

La estricta división por bloques es nítida. Más aún que en el conjunto de España, donde las fuerzas independentistas periféricas pueden acabar teniendo la sartén por el mango. En la Comunidad Valenciana, no. Izquierda y derecha están bien claras.

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