LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
Begoña Gómez cambia de estrategia en un caso con mil frentes abiertos que se van desinflando

Del empoderamiento de la militancia a la división incurable: un año del nuevo PSOE de Pedro Sánchez

22

El cese de hostilidades en el PSOE, un año después de la incontestable victoria de Pedro Sánchez en las primarias, sigue en vigor, pendiente de lo que pase en las elecciones del año próximo. Pero eso no quiere decir que los sentimientos que hace un año partieron en dos al PSOE hayan desaparecido. Más bien al contrario. Aunque no quieren opinar con nombre y apellidos —aseguran que la discrepancia pública se paga cara en estos momentos— no es difícil encontrar voces críticas con el primer año del PSOE de Pedro Sánchez. Y cuando toca sincerarse, hasta una parte de su entorno afirma que las cosas no van tan bien como deberían.

El 21 de mayo de 2017, el PSOE y Podemos estaban en empate técnico, disputándose el segundo puesto en intención de voto —según el CIS— y el partido socialista llevaba meses a medio gas, desangrándose a la espera de resolver la guerra interna que había comenzado nueve meses antes con el pulso que forzó la dimisión de Sánchez como secretario general. Al final de aquel día, el relato del golpe interno protagonizado por la vieja guardia socialista para imponer a Susana Díaz se había impuesto entre los militantes, devolviendo a Sánchez al timón de Ferraz. 50,21% a su favor por un 39,94% de la presidenta andaluza (Patxi López reunió el 9,85% restante). Inapelable.

 

Díaz, Sánchez y López, el pasado domingo en Ferraz.

La consecuencia más inmediata del capital acumulado en las primarias —la épica de una victoria construida desde la militancia frente al poder orgánico tradicional— fue el llamado efecto Sánchez, que inmediatamente aupó al PSOE a un 24,9% de intención de voto, su mejor registro desde octubre de 2015. Luego estalló la crisis catalana y lo puso todo patas arriba, sobre todo el discurso federal con el que Sánchez aspiraba a sanar las heridas territoriales que el PP, aseguraban, sólo estaba contribuyendo a empeorar.

Desde entonces, aquellos cinco puntos adicionales han ido cayendo lenta pero inexorablemente a razón de uno —aproximadamente— cada tres meses, según los datos del CIS. Y una buena parte del PSOE se ha instalado en la melancolía, atrapado entre las encuestas que dicen que Ciudadanos —e incluso Podemos— ya les han superado en las preferencias de los votantes y la convicción con la que el propio Sánchez trata de convencer a propios y a extraños que el año que viene las candidaturas socialistas serán las más votadas en las elecciones municipales. Lo que en su opinión le abrirá al año siguiente las puertas de La Moncloa.

¿Que queda a día de hoy del discurso con el que Sánchez ganó las primarias? infoLibre ha conversado con diferentes protagonistas: miembros de la actual ejecutiva y también dirigentes críticos, algunos aún en activo y otros barridos —aseguran— por el “sectarismo” de los ganadores.

¿Se ha recuperado el PSOE, como prometió Sánchez? ¿Es la referencia como alternativa al PP?

“Hace falta más tiempo”, admite un destacado miembro de la dirección en nombre de la actual ejecutiva. “Pero recuperar la posición política se ha recuperado en el sentido que hemos pasado de la abstención a Rajoy a dar la alternativa”. Y enumera, de corrido, las iniciativas que han ido presentado en el Congreso desde el pasado mes de septiembre: los presupuestos alternativos, la reforma de la ley de memoria histórica, la regulación de la eutanasia, la reforma de la Constitución, la derogación de la reforma laboral o la abolición de la ley mordaza.

“Lo que resulta curioso es que la mayoría de esas cosas están vetadas, ni siquiera votadas, por las dos derechas, la antigua y la moderna”, que en los fundamental están de acuerdo.

  Un nuevo adversario

Si hace un año la tarea prioritaria de Sánchez era consolidar la hegemonía del PSOE frente a Podemos, hoy no hay duda de que Ciudadanos es el enemigo. Porque los “poderes financieros y algunas cabeceras [informativas] están empeñadas en que la alternativa al PP sea Ciudadanos”, sostiene la misma fuente.

La narrativa sobre la que la dirección del PSOE construye esta afirmación consiste en lo siguiente: Albert Rivera tiene “el mandato de los poderes financieros de sustituir a la derecha episcopal porque los poderes financieros han llegado a la conclusión” de que lo importante no es conservar determinados usos sociales (el rechazo al matrimonio entre personas del mismo sexo, al aborto, al divorcio o incluso a la eutanasia) sino mantener intacto “el tronco económico. Esa derecha, que se homologa más a algunas derechas europeas, es Ciudadanos”.

Los poderes económicos y determinados medios, siempre de acuerdo con el razonamiento de la actual dirección, “quieren una derecha menos cínica pero más derecha, y han encontrado su ideal en Rivera, que es la voz de su amo, que obedece a los poderes financieros, que puede abrir la mano en materia de libertades sociales”, pero que en “la visión de Estado está un paso atrás del PP.” Ciudadanos es un “partido nacionalista español” que “está más de acuerdo con AP que el PP”. Tienen “mejor telegenia, pero su visión es la de ‘Una, Grande y Libre’ [en referencia al lema fascista que la Dictadura integró en el escudo de la España franquista durante cuarenta años] porque algunos son cachorros de la derecha antigua, aunque se vistan de Armani”.

¿Significa eso que, en el futuro, ya no sería posible un acuerdo para gobernar entre el PSOE y Ciudadanos? Ahora mismo, con las posiciones que defienden los de Rivera, no lo sería. “Tienen dos amos: la actualidad y los algoritmos de las encuestas. Y así se pueden hacer pocas alianzas”. En todo caso, precisan, el problema no es con quién gobernar, sino qué hacer. Después de las elecciones, “si somos la mayoría minoritaria, hay que poner sobre la mesa qué puntos tenemos para avanzar en un acuerdo”. Y ver si “a Podemos se le ha pasado el infantilismo y se ha dado cuenta de que acampar y gobernar no es lo mismo“ y si “Ciudadanos se ha desprendido de su amos”.

  "Somos la alternativa al PP y ahora también a Ciudadanos", afirma un miembro de la dirección socialista

Durante este año, precisa otra dirigente próxima a Sánchez, “hemos conseguido trabajar” y superar el malestar que causó que el partido, siguiendo las instrucciones de la gestora —y del sector que acabó perdiendo las primarias—, facilitase la investidura de Rajoy. El PSOE está demostrando, afirma, que no es complaciente, que representa “a la izquierda”, tal y como se comprometió Sánchez a hacer si la militancia le devolvía a la Secretaría General. “Somos la alternativa al PP y parece que ahora también a Ciudadanos”.

¿En qué es traduce esa vuelta a la identidad de izquierdas? “El hito fundamental son los Presupuestos”, explica la misma fuente. “Y ahí hemos rechazado el recorte del gasto social y hemos defendido un reparto justo de la riqueza”. A lo que hay que añadir iniciativas para cambiar el mercado laboral, luchar contra la violencia machista, conseguir un pacto educativo o aumentar el salario mínimo, todas paralizadas en el Congreso.

“El PSOE ha sido siempre de izquierdas. Lo que pasa es que algunas veces ha buscado sectores electorales más a la derecha que le han supuesto sangrías por la izquierda”, razona otro dirigente con asiento en la Ejecutiva. Pero las resoluciones del 39º Congreso, el celebrado inmediatamente después de la victoria de Sánchez en las primarias, definen al PSOE “como de izquierdas y hay que estar a lo que decidió el 39º Congreso”.

Otras voces, algunas también con presencia en la dirección, son más escépticas. “Yo creo que eso tampoco se ha notado mucho. Se hacen propuestas de izquierdas como se hacían antes”, admite una de ellas. Al fin y al cabo, recuerda, las iniciativas que se han promovido ya estaban en el programa electoral y no vienen de los compromisos adquiridos en primarias.

  ¿Más de izquierdas?

Lo de ser de izquierdas “es un eslógan”, sentencia un antiguo dirigente todavía con escaño. “El partido no es hoy más de izquierdas que con [Alfredo Pérez] Rubalcaba o [José Luis Rodríguez] Zapatero”.

Ni se ha recuperado el PSOE ni es más de izquierdas, sostiene sin reservas una de las dirigentes que más se mojó en defensa de la candidatura de Susana Díaz. “Estamos incluso por debajo en intención de voto” y “es una tendencia en el 80% de las encuestas. Es para echarse a temblar. El PSOE de Pedro Sánchez está bastante peor que el PSOE original”, ironiza en referencia al apellido con el que la mayor parte de la prensa rebautizó a los socialistas. Hasta “los militantes se están dando cuenta de que no tiene proyecto” más allá de su “propia supervivencia”.

Tampoco es más de izquierdas, insiste. Ni ha echado a Rajoy de La Moncloa ni ha aclarado con quién quiere pactar, si con Podemos o con Ciudadanos, Un día quiere reprobar a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y al día siguiente apoya el artículo 155.

  “Sánchez tiene una ensalada en vez de un modelo de Estado”, ironiza un crítico

En materia territorial, por ejemplo, Sánchez “tiene una ensalada” en vez de un “modelo de Estado. No entiende el modelo federal que dice defender y va cambiando de mensaje” en cada territorio. Zapatero, recuerda a modo de ejemplo, “lo tenía: un proyecto en el que creía y lo defendía hasta el final. Había que negociar y se hacía. Ahora no hay nada que defender, Sánchez dice algo diferente en cada sitio” y el resultado de todo ello, concluye, es “un divorcio inmenso” con los militantes y con los votantes, una mezcla de “desapego y desafección”.

La Ejecutiva admite que la estrategia territorial, que se basa en una propuesta negociada de reforma constitucional, “no está teniendo éxito”, pero precisa que, “no es atribuible al PSOE”, sino a quienes boicotean la comisión de evaluación del Congreso que debe servir de base a la reforma de la Carta Magna. Y arremete de nuevo contra Ciudadanos, cuyo ideal “es acabar con el modelo autonómico”. “Si uno no quiere dos no riñen, pero tampoco se besan. Ciudadanos tiene obsesión por sustituir al PP y si para eso hay que volver al ‘Una, Grande, Libre”, repite, “volverán”.

Las expectativas de que la vía federal que promueven los socialistas para solucionar la crisis catalana acabe imponiéndose son bajas, reconoce la mayoría de los dirigentes con los que ha hablado infoLibre, Pero todos admiten que es el único camino. “Tiene que abrirse paso”, concede uno dirigente crítico. Y servir para “cerrar el modelo autonómico”. “Si no se ha avanzado hasta ahora no puede achacársele a Sánchez”, concluye.

 

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante la reunión que mantuvieron este martes en la Moncloa.

¿Y qué pasa con el 155? ¿Haberse alineado con el Gobierno como lo ha hecho en este asunto está contribuyendo a situar al PSOE como un partido subalterno de PP? Sánchez se comprometió a poner fin a la subordinación de los socialistas, resultado de haber facilitado la investidura de Rajoy. ¿Lo ha conseguido?

La dirección no niega el problema —salir en la foto de la mano del PP— pero asegura que no hay opción. “Habría que preguntar cuál es la alternativa: ¿Apoyar las majaderías de Puigdemont? No podemos ser separatistas ni nacionalistas”. Hasta Podemos, recuerda la misma fuente, “tiene problemas para cuadrar ese discurso”.

  Una situación difícil

“Es una situación muy complicada, una situación excepcional”, justifica otra dirigente del grupo mas próximo a Sánchez. El PSOE sabe, señala una compañera de ejecutiva, que “el votante de izquierdas es más critico” y hay que hacer “una labor de pedagogía”. Porque “no podemos renunciar al modelo de convivencia que representa la Constitución del 78”.

Otros no ven en el 155 un problema de subordinación, sino de “inseguridad”. “El PSOE no tiene ni ha tenido una posición subordinada con el PP; en cuestiones de Estado” los dos partidos “coinciden”. Es en realidad, según un dirigente crítico, “un problema de falta de capacidad a la hora de defender el discurso. En el 155, por ejemplo, había que haber ido por delante y no al rebufo. Sin dudas y con seguridad, sin complejos”.

En el balance del primer año de Pedro Sánchez al frente del PSOE en este mandato —su segunda vida, como le gusta decir a él mismo—, hay otras dos promesas que evaluar: la transformación del partido para que los militantes tengan voz en cuestiones clave y la necesidad de coser, de sanar las heridas y restaurar la unidad interna. La primera se consumó en febrero. La segunda se ha convertido en el gran punto negro de la gestión de Sánchez durante estos doce meses.

  La democratización interna no tiene marcha atrás

Los partidarios de Sánchez insisten en que el cambio de modelo orgánico, que garantiza dar voz de los militantes en asuntos decisivos, “era necesario después de lo que pasó“ en el Comité Federal que forzó la dimisión del secretario general. Aquello “fue un punto de inflexión”. El PSOE tiene que “ser un partido más participativo”, aunque eso no significa que se haya convertido en asambleario, advierten. Eso tiene que combinarse con el trabajo de la “dirección de partido; el equilibrio es importante”.

Los críticos no lo asumen del mismo modo. Es verdad que, escaldados por las primarias, ni siquiera dieron la batalla interna, ni en el 39º Congreso ni en el Comité Federal que acabó aprobando el reglamento de participación interna. Aseguran que el modelo representativo, el que ha regido el PSOE a lo largo de su historia, tiene muchas más virtudes que defectos. Y no ven ninguna ventaja en la generalización de las consultas directas a la militancia.

Pero la dirección tiene claro que el cambio no tiene marcha atrás. “La militancia sigue empoderada, pidiendo cuentas”. Y eso es “muy difícil de quitar”, por más que alguien quisiera intentarlo.

Si la democratización interna destaca como el principal compromiso cumplido, la restauración de la unidad está a la cabeza en la lista de las asignaturas pendientes. Los críticos son unánimes: la situación es ahora incluso peor que hace un año. peor “La dirección tiene un comportamiento sectario” con quienes no apoyaron a Sánchez. El secretario general “ha dividido aún más el partido”, las cosas están “mucho peor”. La actual dirección prefiere a “los afines” en vez de a “los más capaces” y el resultado es “un equipo mediocre”, concluye una de las dirigentes más críticas con el sanchismo.

 

El vencedor de las primarias socialistas, Pedro Sánchez, este domingo en la sede de Ferraz.

Hasta los miembros de la ejecutiva consultados por infoLibre admiten que la división persiste, aunque tratan de matizarla. Todo “sigue igual”, admite uno de ellos. “Ahora, hasta que pasen las municipales y autonómicas, la gente estará más callada”, pero las heridas “no ha cicatrizado”. El problema sigue “pendiente, incluso peor”.

Otros creen que las manifestaciones críticas de quienes perdieron las primarias —especialmente Susana Díaz, Emiliano García Page y Javier Lambán— tienen “que ir moderándose”, y atribuyen también un poder balsámico a la contienda electoral que se avecina. “Somos conscientes de la responsabilidad que tenemos y todos irá trabajando en la misma dirección”.

Sánchez gana seis federaciones en las primarias autonómicas del PSOE, pero se le resisten las más numerosas

Ver más

  “La manera de integrarse no es casarse con Pedro Sánchez”

“Esos procesos no se hacen por decreto”, señala la ejecutiva. “Cuando se viene de una catarsis como la que ha tenido el PSOE, hay gente que se siente más o menos herida”, pero el partido tiene que aprender que “la iniciativa dentro del pluralismo es posible”, una lección que también se tiene que aplicar al conjunto de la política española. Si “no hacemos como en Portugal, le haremos el caldo gordo a la derecha”.

Pero si los críticos “no se sienten integrados, será cosa suya”, advierten. El verano pasado se celebró un congreso y se aprobaron unas resoluciones, en la mayoría de los casos con su apoyo, recuerdan. “La manera de integrarse no es casarse con Pedro Sánchez ni declararse sanchista, que es una estupidez. Lo que hay que hacer es respetar las resoluciones del congreso y llevarlas a cabo todos obligatoriamente”. En la política„ subraya la dirección de Pedro Sánchez, “lo importante son los acuerdos y los mandatos, la misión que tenemos que desarrollar. Si el congreso decidió que los desarrolle este equipo y que esas sean las políticas”, la única crítica admisible es “si el equipo está aplicando esas políticas voluntad de la mayoría o no lo está haciendo”.

El cese de hostilidades en el PSOE, un año después de la incontestable victoria de Pedro Sánchez en las primarias, sigue en vigor, pendiente de lo que pase en las elecciones del año próximo. Pero eso no quiere decir que los sentimientos que hace un año partieron en dos al PSOE hayan desaparecido. Más bien al contrario. Aunque no quieren opinar con nombre y apellidos —aseguran que la discrepancia pública se paga cara en estos momentos— no es difícil encontrar voces críticas con el primer año del PSOE de Pedro Sánchez. Y cuando toca sincerarse, hasta una parte de su entorno afirma que las cosas no van tan bien como deberían.

Más sobre este tema
>