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El Gobierno recompone las alianzas con sus socios: salva el paquete fiscal y allana el camino de los presupuestos

Ernest Maragall: "Propongo un salario mínimo en Barcelona de 1.500 euros"

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Ernest Maragall (Barcelona, 1943) ganó las últimas elecciones municipales en su ciudad. Por un estrecho margen y frente a una Ada Colau (Barcelona en Comú) que revalidó el bastón de mando gracias a un acuerdo con el PSC, con el que ha gobernado en coalición estos años, y el apoyo inesperado de Manuel Valls (Barcelona pel Canvi- Ciudadanos), que acabó poniendo tierra de por medio y regresando a Francia.

Asegura estar "motivado" y deseando un debate "de fondo", ajeno a los personalismos y centrado en el modelo de ciudad. Mucho ha cambiado desde 2019, entre otras cosas, la importancia del procés independentista. Tanto, que los presupuestos de la Generalitat para este año nacen de un pacto entre ERC y el PSOE, reflejo de los pactos en el Congreso de los Diputados.

Cuatro candidaturas (la suya propia, la de Colau, la de Jaume Collboni, del PSC y la de Xavier Trias, de Junts per Catalunya) parecen tener opciones de ganar unas elecciones en las que los pactos serán fundamentales. Desde su despacho en la plaza de Sant Jaume atiende a infoLibre convencido de que, ahora sí, es su momento.

En el Congreso y en el Parlament, ERC ha colaborado con el PSOE/PSC y con Unidas Podemos/Comunes. ¿Estarán unidos también sus destinos en Barcelona? ¿Es esa ya la manera de hacer política en Barcelona, Cataluña y España?

Hay que respetar la particularidad de Barcelona y hacer la distinción entre los otros tres partidos [Junts, PSC, comunes, que cotizan al alza en las encuestas]. Mi proyecto es de izquierda transformadora, inteligente, ambiciosa, con unas profundas raíces en los términos de equidad, dignidad y cohesión social, que ahora mismo están en juego. Es una creciente distinción con lo que representa un socialismo que, desde un punto de vista de proyecto de ciudad, es cada vez más conservador. Y también en relación a una izquierda [en referencia a los comunes] que ya ha dado de sí todo lo que podía. Lo que ofrezco se dirige a un amplísimo porcentaje de ciudadanía, más amplio que cualquier otra fuerza.

¿Qué ingredientes tiene su propuesta?

El gobierno progresista de Barcelona durante ocho años ha generado mayor desigualdad

Incluye una dosis de crecimiento económico asociado a unas determinadas variables y sectores. Este gobierno progresista durante ocho años ha generado mayor desigualdad. Barcelona es una ciudad bipolar, con unas potencias indiscutibles y una evidente y creciente desigualdad de ciudadanos que luchan por sobrevivir más que por decidir cómo viven. Eso está asociado a un determinado modelo productivo, a una dependencia de un casi monocultivo turístico, a una cierta renuncia a una economía de mayor valor añadido. Proponemos poner sobre la mesa el concepto de salario mínimo de ciudad, que es algo que está probado, experimentado y aplicado en otros entornos, en otras ciudades.

¿Es viable?

En Barcelona los números reales nos acercarían a los 1.500 euros [brutos y en 14 pagas], si hablamos del 60% del salario medio. No defiendo privilegios, defiendo la misma capacidad, dignidad y cohesión social.

El 67% de barceloneses asegura que es difícil encontrar piso, según un informe del Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans de Barcelona. El precio medio del alquiler en Barcelona es de 1.067 euros, cuando el SMI es de 1.080 en 14 pagas. ¿Qué hacemos con el acceso a una vivienda digna?

Ha sido el gran déficit de los gobiernos actuales. La señora Colau se comprometió a generar 8.000 nuevas viviendas en sus dos mandatos. La cifra real son 2.342 en ocho años. Ahí es donde estamos. Está pendiente la regulación [de los alquileres] del Estado; la catalana, que nos tumbaron desde el Constitucional; y están pendientes las regulaciones suplementarias que podamos adoptar en el Ayuntamiento. De las que se adoptaron, hay una muy especial, que es la del 30% [en relación a la medida que obliga a los promotores a destinar tres de cada diez pisos nuevos en Barcelona a vivienda asequible]. ¿Qué ha sucedido con esto? ¿Cuántas viviendas han aparecido al amparo de esa regulación? ¿Cuánto da el 30% de 0?

El Ayuntamiento habla de 200.

¡Caramba! [ríe] Lo que hay que hacer es decidir urbanísticamente en qué puntos de la ciudad estamos en condiciones de hacer aparecer nueva construcción.

¿Se puede?

Claro que se puede crecer, en pocas semanas se va a hacer la aprobación inicial del plan director urbanístico, que habla de más de 20.000 viviendas posibles en suelo urbano. Y esa cifra aún podría crecer más.

La Generalitat debe 1.300 pisos a la mesa de emergencia, denuncia el Ayuntamiento.

Estoy de acuerdo. La Generalitat tiene que ponerse ahí con toda la energía. Uno de los elementos de mi proyecto va a ser ese, el establecimiento de alianzas entre Ayuntamiento y Generalitat.

¿Qué ha fallado?

Hasta ahora ha habido gobiernos más bien de dominio conservador en ese ámbito concreto, pero ahora se abre una oportunidad y vamos a aprovecharlo. El 30% famoso ha conseguido paralizar la inversión inmobiliaria en Barcelona.

¿Usted lo quitaría?

No, lo adaptaría, lo pondría al día de un modo inteligente. Hay que acordar la tasa de retorno de esas inversiones y tiene que ser socialmente aceptable, compatible con la aparición de vivienda asequible. En ese terreno lo estamos haciendo mucho peor que Madrid.

Su partido en el Parlament ha pactado con fuerzas conservadoras, como Junts y Ciudadanos, además del PSC, una ley antiokupas, mientras estas han bajado un 20% en Barcelona desde 2019. Las entidades en defensa del derecho a la vivienda temen que sirva para perseguir a familias vulnerables que ocupan pisos de bancos vacíos. ¿Usted puede asegurar que no será así?

Con esa ley hacemos frente a ese fenómeno, que es complejo y que tiene algunos elementos que deben ser combatidos, porque también hay auténticas empresas…

¿Son la mayoría?

No, ¡qué va!

Han votado con el gobierno municipal para evitar revertir la supermanzana (o superilla, en catalán) que se está haciendo en estos momentos en el Eixample, la mayor transformación urbanística que propone el ejecutivo de Colau, pero a la vez han pactado con Junts evitar que se puedan construir nuevas supermanzanas. ¿Están ustedes a favor o en contra?

Las supermanzanas están gentrificando y expulsando familias

No me parece el modelo. La experiencia lo va demostrando día a día. Tiene efectos secundarios dentro del propio ámbito afectado y sobre todo en el entorno que ponen en cuestión la bondad del instrumento. Es mejor partir de un diseño de efectos globales, equilibrados en el conjunto de la ciudad. Las superilles están gentrificando y expulsando familias. Nosotros avisamos antes de que sucediera eso. Hay una opinión mayoritaria que coincide con la crítica.

El 4 de marzo se prevé una gran movilización en Barcelona para protestar contra las infraestructuras que ha pactado su partido con el PSC para desencallar los presupuestos de la Generalitat: el macroproyecto del Hard Rock en Tarragona y el Cuarto Cinturón en el Vallès. Además, el ejecutivo de Pere Aragonès estudia una nueva propuesta de ampliación del aeropuerto del Prat, en el que se plantea una pista flotante sobre el mar de 3,4 km de largo y con un coste de 2.100 millones de euros, 400 millones de euros más que la de Aena. Todo ello en un contexto de emergencia climática.

No está asumido, está pactado que hay que estudiar y establecer un comité de expertos. El Govern y nosotros exigimos que cualquier decisión que se tome tenga en cuenta el cambio climático. Prefiero esperar a que el informe de los técnicos diga cuáles son los equilibrios y las mejores opciones.

¿Pero qué le parece la última propuesta sobre la ampliación del aeropuerto del Prat que ha salido a la luz?

Es un problema estético, en estos momentos. Es una propuesta que tiene unos elementos de espectacularidad que parecen difíciles de encajar. Hay ocho o nueve propuestas, seguro que el comité de expertos va a aportar concreciones sobre la actualización del aeropuerto. Lo importante es cómo conectamos con Reus y Girona, cómo respetamos el medio ambiente, cómo garantizamos conexiones intercontinentales. Hay que huir del simple crecimiento turístico.

¿Entonces?

No me convence ninguna opción, pero no soy yo ni quién debe, ni mucho menos, decidir sobre cuál es buena y cuál es mala.

Defienden en Barcelona la implantación de una tasa a los cruceros, pero el presidente del Port de Barcelona, Lluís Salvadó, de su mismo partido, está en contra porque dice que eso haría que las empresas se fueran a otros puertos del Mediterraneo que no tuvieran ese tributo. ¿En qué quedamos?

El presidente del Port de Barcelona hace de presidente del Port de Barcelona, no representa ni a Esquerra Republicana ni al grupo municipal, que tendrá opinión propia sobre eso.

¿Barcelona está perdiendo pie respecto a Madrid en cuanto a su pujanza económica o cultural?

Nuestro problema no va a ser nunca competir con Madrid, aquí tenemos carácter propio

Nuestro problema no va a ser nunca competir con Madrid o estar en permanente dependencia. Hay datos en todos los sentidos y algunos son de clara ventaja de Barcelona en algunos aspectos: la tasa de paro, por ejemplo, es inferior en Barcelona. El debate que yo propongo sobre el modelo productivo en Barcelona seguramente no tiene el mismo sentido en Madrid y no tiene por qué tenerlo. Aquí tenemos carácter propio, tenemos personalidad. Barcelona tiene que volver a ser referencia como gran capital europea.

Estamos aceptando dependencias y pérdidas de personalidad como consecuencia de los modelos de globalización que se habían impuesto en los últimos 20 años y que ahora están en cuestión, afortunadamente. Nos están comprando las ciudades. Pues Barcelona no se vende y no se va a dejar comprar. Barcelona no puede seguir creciendo en el sentido de ciudad franquicia. Que otros lo acepten o no es su problema.

¿A Barcelona le ha pasado factura el procés?

Los datos demuestran que a Barcelona no le ha pasado factura el procés

Los datos y la evidencia demuestran lo contrario. Ha habido una cierta inhibición de Barcelona como institución.

¿Barcelona tiene que ser entendida como un símbolo?

Lo que no debe es inhibirse. Tiene que expresar su diversidad y mantener esa personalidad y cualidad social, de dignidad del espacio público, de calidad urbanística… la ciudad ha perdido empuje en ámbitos concretos, como vitalidad creativa.

¿Qué balance hace de la gestión del Gobierno de coalición? ¿Teme un Gobierno de Feijóo con Abascal?

El riesgo está ahí. Tenemos que preguntarnos cómo hemos llegado a esa situación, qué estamos haciendo desde la izquierda para facilitar que muchos electores que siempre han votado a la izquierda ahora se planteen votar no ya a la derecha, sino a la ultraderecha.

ERC es una fuerza decisiva en el parlamento español, condiciona muchas leyes y apoya al gobierno de coalición.

No sé si es nuestra obligación, pero es nuestra responsabilidad. Ayudamos a la gobernación desde una perspectiva progresista. Estamos ante un cambio de etapa, también en Barcelona, porque todo ese movimiento [en referencia a Unicas Podemos], que es una reacción absolutamente no sólo justificada sino absolutamente legítima y necesaria, no fue capaz de convertirse en proyecto de transformación.

Yolanda Díaz y Ada Colau están muy unidas.

Veo a Yolanda Díaz y Ada Colau cada vez más delimitadas en un ámbito concreto que ya ha dado de sí

Las veo cada vez más delimitadas en un ámbito concreto, que ya ha dado de sí. Ada Colau ha tenido ocho años para verificar si su proyecto de transformación llevaba alguna parte y la desigualdad está creciendo en la ciudad.

Lo que está claro es que tras el 28 de mayo habrá que elegir. ¿Se ve gobernando con Trias, Collboni o Colau?

Quiero ganar con una mayoría clara que me permita las mejores condiciones para conseguir un gobierno amplio, estable y distinto al actual en ese sentido.

Con Colau, no, ¿entonces?

He venido a sustituirla, a ganar y creo que estoy en condiciones de conseguirlo.

Pero la gente querrá saber con quién va a pactar su partido.

El elector tiene que decidir a qué partido le otorga mayor confianza y qué posibilidades de gobernación quiere. Aspiro a que el voto de los ciudadanos sea en base a la ciudad que ofrezcamos. Estas elecciones no van ni sobre una persona ni sobre un partido y aun menos sobre si volvemos al 2015 o el 2019.

¿Ve a Trias o Collboni como su primer teniente de alcalde?

Yo me veo como alcalde.

¿Y de primer teniente de alcalde?

Ya veremos, cuando tengamos el mapa completo.

Ernest Maragall (Barcelona, 1943) ganó las últimas elecciones municipales en su ciudad. Por un estrecho margen y frente a una Ada Colau (Barcelona en Comú) que revalidó el bastón de mando gracias a un acuerdo con el PSC, con el que ha gobernado en coalición estos años, y el apoyo inesperado de Manuel Valls (Barcelona pel Canvi- Ciudadanos), que acabó poniendo tierra de por medio y regresando a Francia.

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