Más de 3.000 personas fallecieron en el mar Mediterráneo durante el año 2017, de las que al menos 223 lo hicieron intentando llegar a costas españolas. Y ya son cuatro años consecutivos con estas preocupantes cifras. "Al terminar el año, el balance sigue siendo desolador. Aunque se hayan reducido respecto a 2016, se volvieron a superar las 3.000 muertes en el Mediterráneo. Miles de refugiados siguen atrapados en Grecia y otros países de Europa central", denunció la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en su balance de 2017. Durante el primer mes y medio de 2018 se ha mantenido la tendencia: 390 migrantes han muerto o desaparecido en el Mediterráneo, 89 intentando llegar a España. Hace una semana, fueron hallados 20 cadáveres de subsaharianos flotando en el mar a unas cuatro millas de Melilla; el día anterior, al menos 90 inmigrantes murieron tras volcar el barco en el que navegaban frente a las costas de Libia; en solo un día, la fragata Santa María de la Armada Española y la ONG Proactiva Open Arms rescataron a más de 300 inmigrantes que se encontraban en una embarcación a la deriva, también frente a las costas libias; en el mes de enero, Andalucía registró 1.465 inmigrantes llegados en patera, un 78% con respecto al mismo mes de 2017. Y la cuenta es inagotable.
Ningún país de la Unión Europea se libra de las denuncias de las ONG, que continúan criticando la pasividad manifiesta de los Veintiocho a la hora de resolver este problema. "A pesar de nuevas promesas, siguen muy lejos de cumplir sus acuerdos", criticó CEAR al término del año 2017. España, además, fue uno de los países que más incumplió la cuota de acogida impuesta por la UE en 2015. El pasado 26 de septiembre, cuando vencía el plazo, habían llegado a España 1.983 personas, aunque el compromiso adoptado era de 17.337, tanto por la vía de la reubicación –es decir, la acogida de personas procedentes de Grecia e Italia– como por la del reasentamiento –el traslado de personas de países externos a la Unión Europea, principalmente Turquía o Líbano–. No obstante, en este suspenso acompañaron a España el resto de los países comunitarios.
El año 2017 terminó con 2.688 personas acogidas en España, el 15,5% de lo que debía recibir –1.360 reasentadas y 1.328 reubicadas–, según los datos del Ministerio del Interior, que los actualiza con cada nueva llegada de refugiados. ¿Qué ha ocurrido en lo que llevamos de año? Fuentes del Ministerio han asegurado a infoLibre que, en enero, España recibió a 16 personas: un refugiado iraquí llegado el 17 de enero; 10 miembros de una misma familia el 24 de enero; y cinco personas sirias procedentes de Turquía el pasado día 30. Además, en lo que llevamos de febrero, nuestro país ha acogido a 12 refugiados procedentes de Italia.
"Se espera que lleguen más personas. El goteo es permanente", aseguran desde el Ministerio. No obstante, desde que se cumplió el plazo no se han vuelto a imponer nuevas cifras de acogida a los países de la Unión Europea, y desde la institución no han sabido explicar si las llegadas seguirán produciéndose hasta que se alcancen esas cuotas. "Vamos recibiendo a estas personas según van avanzando sus expedientes", explican.
2018: la tendencia se repetirá
Desde las ONG no se muestran muy optimistas con respecto a lo que puede ocurrir en materia de acogida en este nuevo año. Según informó Amnistía Internacional a preguntas de este diario, la Unión Europea se ha comprometido ahora a recibir, por la vía del reasentamiento, a otras 50.000 personas. De ellas, España solo se ha comprometido a recibir a 1.000. "Y veremos si lo cumple", lamentan, puesto que nuestro país "ha sido uno de los que menos esfuerzo ha hecho para afrontar la crisis de refugiados", critican.
"España ha tenido muchas oportunidades para mostrar su mejor cara, pero no ha terminado de hacerlo", critica Paula San Pedro, responsable de incidencia política de acción humanitaria y experta en migraciones y refugiados de Oxfam Intermón. "España se ha comprometido a seguir con las cuotas", pero el problema "es que eran vinculantes hasta septiembre", explica. Ahora, "terminó el plazo y se hace borrón y cuenta nueva". "Falta mucho compromiso", apunta.
Su organización, tras el incumplimiento del compromiso adquirido en 2015, presentó una demanda ante la Comisión Europea contra el Gobierno. "La respuesta ha sido que España está cumpliendo, frente a otros países que no lo hacen", cuenta San Pedro. La institución se refería a Polonia, Hungría y República Checa, que se negaron a la acogida.
Por ello, ante la falta de compromiso que advierte San Pedro, lo esperable es que la tendencia de acoger a muchas menos personas de las que se impone por parte de la UE continúe. "Desde 2014 ya no somos un país de tránsito, somos un país de acogida, y España está fallando porque no ha sabido adaptarse a este cambio", afirma San Pedro.
Primeros pasos del Pacto Mundial sobre Refugiados
Esta situación se produce en un escenario en el que parece que comienza a hacerse realidad, a nivel mundial, el compromiso de los estados para resolver el problema. El primer paso se dio en 2016, cuando la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes, en la que los países se comprometían a proponer, este año 2018, el conocido como Pacto Mundial sobre Refugiados.
A la declaración se suscribieron 193 países, aunque Estados Unidos decidió abandonarla tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. "Nuestras decisiones sobre las políticas de inmigración deben ser tomados por los estadounidenses y solo por los estadounidenses. Nosotros decidiremos la mejor forma de controlar nuestras fronteras y quién recibirá autorización para entrar en nuestro país", dijo la embajadora ante Naciones Unidas, Nikki Haley.
El siguiente paso se dará el próximo día 13 de febrero, cuando comienzan las discusiones formales de los estados miembros con el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur), que presentó el pasado 1 de febrero el "borrador cero" del pacto, cuyo objetivo es, explicaron, transformar la manera en la que la comunidad internacional da respuesta a la crisis de refugiados. "Ante un nivel de desplazamiento forzado sin precedentes, es necesario un nuevo acuerdo sobre la gestión global de las crisis de refugiados", sostuvo el alto comisionado adjunto de Protección de ACNUR, Volker Türk. El borrador incluye el Marco Integral de Respuesta para los Refugiados (CRRF, por sus siglas en inglés), detallado en el Anexo 1 de la Declaración de Nueva York, y un programa de acciones para ayudar a convertir las políticas en acciones concretas.
El borrador, según explica a infoLibre María Jesús Vega, la portavoz del Acnur en España, es el resultado de un año de consultas "con todo tipo de actores, como empresas, ONG y refugiados", y la aplicación del CRRF en diversos países y situaciones, como Honduras o Guatemala. "Este pacto es un hito histórico", celebra. "A él se incorporan muchos actores, no solo los estados, así que es un proceso inclusivo que también empodera a los refugiados", afirma.
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El borrador del Pacto incluye cuatro aspectos clave, según Vega: "la admisión de refugiados –abriendo otras vías como la reunificación familiar–, el apoyo a necesidades humanitarias urgentes, el apoyo a los países de acogida y el apoyo a soluciones concretas, como la repatriación voluntaria". Sobre todo, explica, hay que "facilitar la integración de estas personas en las comunidades donde se les acoge" mediante, por ejemplo, "una adecuada inserción sociolaboral" y "el refuerzo de los servicios públicos", que a veces se ven desbordados.
Sin embargo, San Pedro, a pesar de lo positivo del avance, no se muestra demasiado optimista. "Es un documento de carácter voluntario. Esto era previsible pero evidencia una vez más la falta de compromiso", critica. El borrador cero, para ella, es insuficiente, y "siempre va a menos". "Al final quedará en papel mojado", lamenta.
Las conversaciones con los estados terminarán en julio, y el borrador definitivo, con las modificaciones que se acuerden, tendrá que ser aprobado en la próxima Asamblea General de la ONU, en el mes de septiembre. En ese momento, definitivamente, el Pacto comenzará a andar.
Más de 3.000 personas fallecieron en el mar Mediterráneo durante el año 2017, de las que al menos 223 lo hicieron intentando llegar a costas españolas. Y ya son cuatro años consecutivos con estas preocupantes cifras. "Al terminar el año, el balance sigue siendo desolador. Aunque se hayan reducido respecto a 2016, se volvieron a superar las 3.000 muertes en el Mediterráneo. Miles de refugiados siguen atrapados en Grecia y otros países de Europa central", denunció la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en su balance de 2017. Durante el primer mes y medio de 2018 se ha mantenido la tendencia: 390 migrantes han muerto o desaparecido en el Mediterráneo, 89 intentando llegar a España. Hace una semana, fueron hallados 20 cadáveres de subsaharianos flotando en el mar a unas cuatro millas de Melilla; el día anterior, al menos 90 inmigrantes murieron tras volcar el barco en el que navegaban frente a las costas de Libia; en solo un día, la fragata Santa María de la Armada Española y la ONG Proactiva Open Arms rescataron a más de 300 inmigrantes que se encontraban en una embarcación a la deriva, también frente a las costas libias; en el mes de enero, Andalucía registró 1.465 inmigrantes llegados en patera, un 78% con respecto al mismo mes de 2017. Y la cuenta es inagotable.