Las cifras se han invertido y España ha pasado, en tan sólo un año, de ocupar el tercer puesto al primero en la lista de los países mediterráneos receptores de migración. Según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde el 1 de enero hasta el 19 de diciembre han llegado a las costas españolas 56.480 migrantes, un 182% más que en el mismo periodo del año anterior, cuando la cifra se situó en 20.043 personas. Ha desbancado, de este modo, a Italia, que en 2017 recibió a 118.914 migrantes, un 414% más que durante este año, cuando han arribado a las costas italianas 23.126. Grecia, por su parte, se mantiene en el segundo puesto, aunque también ha visto cómo las llegadas de los migrantes han aumentado en un 8%.
Pero además, de forma paralela al incremento de llegadas a España, ha aumentado el número de fallecidos en la travesía. Durante el año 2017, fueron 223 las personas que perecieron en su viaje hacia las costas españolas. La cifra es demasiado elevada, pero poco tiene que ver con la de este año: del 1 de enero al 19 de diciembre la cifra ha aumentado hasta las 769, un 244% más. Se trata, según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), de la cifra más alta desde el año 2006, cuando la conocida como crisis de los cayucos ahogó casi 6.000 vidas cerca de las costas de las Islas Canarias.
Sin embargo, la ruta del Mediterráneo central —por la que los migrantes llegan a Italia y Malta— continúa teniendo razones para mantener el apodo de ruta más mortífera del mundo: a pocos días de que acabe el año, ya han muerto 1.306 personas. La cifra, aunque desoladora, mejora los datos del año pasado, cuando en el mismo periodo ya habían perdido la vida 2.852.
La ruta del Mediterráneo este —que lleva a los migrantes a Chipre y Grecia—, por su parte, empeora sus datos. La cifra de fallecidos ha aumentado en un 174%, pues en lo que llevamos de año han muerto en esta zona 167 personas, 106 más que en el año 2017.
Ha habido, por tanto, un cambio claro de tendencia: los flujos migratorios se han movido desde el Mediterráneo central al Mediterráneo oriental. Y esto tiene una explicación, aunque se sitúa muy lejos de la teoría del efecto llamada tan explotada desde la derecha y extrema derecha europea y española. Todos los expertos consultados por infoLibre coinciden: no es que España se haya convertido, de un año para otro, en un destino predilecto para migrantes y refugiados, lo que ocurre es que la ruta que llega hasta nuestro país es la menos peligrosa. Y lo es, fundamentalmente, desde que las políticas xenófobas del ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, llegaron al Gobierno del país.
Lo peligroso será que este tipo de gestión se extienda, según los expertos. Si la extrema derecha continúa en auge y la política migratoria se basa en el control de fronteras —o incluso en la externalización de estas—, continuarán aumentando los fallecidos, según Gemma Pinyol, directora de políticas migratorias y diversidad en Instrategies e investigadora asociada del GRITIM-UPF. La solución, por tanto, pasa porque la Unión Europea encuentre algún mecanismo obligatorio de solidaridad entre Estados miembros, tal y como lo entiende Daniel Canales, portavoz de Amnistía Internacional España.
Italia cierra sus puertas: la explicación al aumento de llegadas a España
"Llevaos vuestra carga humana a Gibraltar, España o Francia", dijo Salvini el pasado mes de junio. Constataba así la política migratoria que adoptaba, a partir de ese momento, el Gobierno italiano: cierre total de fronteras. No había pasado ni un mes de su llegada al Ejecutivo, pero cumplía con lo prometido en campaña. Defendió mano dura con la migración y la tuvo. A partir de entonces, las ONG han tenido prohibida la entrada a los puertos italianos con migrantes y refugiados rescatados a bordo y, por ende, las llegadas al país han disminuido considerablemente. Pero esas personas, tal y como aseguran los expertos consultados, han migrado igualmente. Pero eso sí, por otra ruta.
Esa ruta ha sido, fundamentalmente, la del Mediterráneo oriental, cuyo destino principal es España. "Con el cierre de la ruta italiana, las dificultades de los barcos para salvar personas que se ahogan allí han aumentado y esta situación, a la vez, ha movido el flujo hacia España", explica Pinyol. No son las mismas personas, aclara, porque las que viajan de Libia a Italia difícilmente pueden llegar a nuestras costas, "pero ahora mismo es la ruta con el acceso más sencillo". Prueba de ello son las cifras de fallecidos, muy superiores en la ruta del Mediterráneo central que en la del oriental.
Canales coincide con ella. Según afirma en conversación con este diario, este movimiento de los flujos migratorios ya se produjo y se comprobó que, efectivamente, el cierre de una puerta a Europa provoca, necesariamente, la búsqueda de otra nueva. "En un primer momento, se produce una reducción de las entradas por el Mediterráneo oriental provocado por la firma del pacto entre la Unión Europea y Turquía", recuerda. Es entonces cuando los migrantes y refugiados intentan acceder al continente a través de Italia y no de Grecia. "En ese momento el país pone en marcha una política de puertas cerradas. Así, con el bloqueo de esa ruta, el flujo llega a España", afirma.
Se observa fácilmente a través de los datos de la OIM. El pacto UE-Turquía se firmó en el mes de marzo de 2016. Observando los datos de la institución, desde el 1 de enero hasta el 21 de diciembre de ese año, las llegadas de migrantes a las costas italianas y griegas eran, más o menos, similares: al primer país arribaron 179.525 personas y al segundo 173.244. El cambio llega observando las cifras de un año después, 2017, cuando se comenzaron a notar los efectos del acuerdo: en el mismo periodo —del 1 de enero al 20 de diciembre—, llegaron a Italia 118.914 personas; a Grecia, 28.800. Y ahora, otro año después, tras el cierre de fronteras italianas, es España el país que recibe más migrantes: 56.480.
CEAR, por su parte, en un documento que publicó el pasado mes de julio, apunta a las mismas causas. "La política de cierre de puertos de los gobiernos de Italia y Malta, que incumplen así con sus obligaciones de auxilio en el mar, y los continuos obstáculos a los barcos de rescate en el Mediterráneo central está provocando que las personas busquen rutas alternativas para poner a salvo sus vidas", afirmó la ONG. Pero fue un poco más allá: "Las revueltas en el Rif, así como el uso de las migraciones como elemento de presión en las negociaciones entre Marruecos con España y la UE, podrían estar favoreciendo una relajación en las medidas de control migratorio marroquí", elemento en el coincide Pinyol.
¿Se mantendrá la tendencia en 2019?
España se ha convertido en la principal vía de entrada de la migración al continente europeo. Pero, ¿lo seguirá siendo durante 2019? En enero de este año, el director de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), Fabrice Leggeri, se atrevió a anunciar que en 2018 se produciría lo que ha ocurrido. Así, dijo que "lo más probable" era que el flujo de llegadas de migrantes a España aumentara durante estos 12 meses, aunque descartó que la razón fuera el desplazamiento de la ruta del Mediterráneo central. A escasos cuatro días de que termine el año, Leggeri no ha hecho ninguna previsión similar, aunque los expertos apuntan a que la tendencia podría mantenerse, si no igual, similar.
Pinyol asegura que lo que podría ocurrir a partir del próximo martes es que continúen las políticas migratorias de control y externalización de fronterasexternalización de fronteras. "Una de las cosas que los políticos de Europa han aprendido es que no quieren muertos en sus fronteras. Por eso, mi teoría es que los controles se van a externalizar cada vez más a países terceros", explica. ¿Qué son exactamente? Se pueden llamar también países de tránsito y son, por ejemplo, Marruecos o la propia Turquía —Estados que no forman parte de la Unión pero que actúan en muchas ocasiones como muro de contención de los movimientos migratorios—.
Ver másEl Open Arms atraca en el puerto gaditano de Crinavis con más de 300 migrantes a bordo
"Lo que genera la externalización y no pensar en políticas migratorias que vayan más allá del control de las fronteras es que se muevan las muertes de sitio para que no se vea lo que realmente ocurre", critica. "Si no damos respuestas sensatas, veremos a los muertos más lejos y les prestaremos menos atención. Eso nos dejaría peor: si con presión no hacemos nada, imaginemos lo que pasará sin ella", lamenta.
Canales, por su parte, se muestra más cauto. "Es difícil hacer una proyección de cara al futuro", afirma, "pero lo que creo es que Europa tiene un reto, y desde Amnistía Internacional creemos que pasa por reformar el sistema europeo de asilo". En particular, se refiere al reglamento de Dublín —por el que los migrantes tienen que solicitar el asilo en el primer país europeo que pisan, en el cual además deben permanecer hasta que se resuelva la solicitud—. De ahí, continúa, "habría que caminar hacia un mecanismo obligatorio de distribución de cuotas de personas refugiadas".
Ya se intentó. Fue, concretamente, en el año 2015, pero no funcionó porque, precisamente, el cumplimiento de las cuotas era voluntario: ningún país europeo cumplió con lo prometido en los dos años que tenían de plazo. "Hay un reto, y la forma de abordarlo no es cerrar las fronteras porque, como ya hemos visto, eso es jugar con vidas de personas", sentencia.
Las cifras se han invertido y España ha pasado, en tan sólo un año, de ocupar el tercer puesto al primero en la lista de los países mediterráneos receptores de migración. Según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde el 1 de enero hasta el 19 de diciembre han llegado a las costas españolas 56.480 migrantes, un 182% más que en el mismo periodo del año anterior, cuando la cifra se situó en 20.043 personas. Ha desbancado, de este modo, a Italia, que en 2017 recibió a 118.914 migrantes, un 414% más que durante este año, cuando han arribado a las costas italianas 23.126. Grecia, por su parte, se mantiene en el segundo puesto, aunque también ha visto cómo las llegadas de los migrantes han aumentado en un 8%.