“Llenar la cesta de la compra sigue siendo un lujo para millones de familias porque seguimos inmersos en el mayor proceso inflacionario desde la década de los años 80 del siglo pasado”, proclamó hace pocos días el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, a la vista de que los precios de los alimentos no reducen su presión sobre los consumidores.
El Índice de Precios de Consumo (IPC) de febrero refleja una subida de un 0,9% en relación al mes anterior y eleva una décima la tasa interanual, hasta el 6%, por el encarecimiento de la electricidad, de los paquetes turísticos y de los alimentos, que dispararon sus precios un 16,6% respecto a febrero de 2022, según los datos definitivos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Y es eso, el precio de los alimentos, lo que más preocupa a los ciudadanos, lo que el Gobierno no ha conseguido doblegar y donde pone más el énfasis Feijóo, mezclándolo con la inflación subyacente para poder decir que el dato es el peor de la Unión Europea.
Pero, ¿cómo están en realidad los precios de los alimentos en España en comparación con el resto de la Unión y, en particular con los grandes países que integran el mercado único?
Los datos recopilados por Eurostat, el organismo que se encarga de traducir a números la situación económica y social de la Unión, nos dicen que si tomamos como referencia los precios del año 2015, en enero —el último publicado— el incremento de los precios España acumulaba un 31,3%. Es decir, que si los precios de los alimentos tenían un valor 100 hace ocho años, ahora están en 131,3. Son dos puntos más que en diciembre de 2022.
La importancia del contexto
El dato no deja de ser preocupante, pero se entiende mejor su verdadera dimensión si se observa que es 5,4 puntos porcentuales menos que la media de la Unión Europea y exactamente igual que la cifra combinada de los países de la zona euro. Porque la tormenta perfecta que está disparando los precios de los alimentos no es un fenómeno español sino que afecta a todo el mundo y la Unión Europea no es una excepción.
Las causas son múltiples y complejas. En primer lugar, porque el comercio mundial se encuentra en parte bloqueado como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania. Casi la mitad del potasio que se comercializa en el mundo tiene origen en Rusia y Bielorrusia, dos países sometidos a sanciones de la Unión Europea, y el 25% del nitrógeno mundial es de origen ruso, lo que ha disparado los precios de los fertilizantes, cuya producción exige además un elevado consumo de energía.
A eso hay que añadir el incremento de los precios de los combustibles, lo que afecta no sólo a la producción sino también al transporte, y la sequía que afecta a la producción en gran parte del planeta.
Aun siendo conscientes de que la subida del precio de los alimentos es un problema europeo y mundial, el Gobierno asegura que va a hacer cuanto esté en su mano para “limitar” la subida de precios. El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, declaró esta semana estar pendiente de un cambio de tendencia como consecuencia una evolución de los costes “positiva” que estaría tardando en revelar esos efectos.
En estos momentos, lamentó el ministro, asistimos al cruce de dos situaciones “tremendamente complejas”, ya que a las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania, que tiene una dimensión alimentaria, se unen la sequía y las altas temperatura.
La situación en España no es buena y está lejos de estar todavía bajo control, pero comparativamente es mejor que en la mayoría de los países de la Unión. Son 16 de 27 los socios de la UE con cifras peores que la nuestra, desde Hungría, con un 201,6 (lo que significa que allí los precios de los alimentos son ahora mismo mas del doble de lo que eran en 2015) hasta Portugal, con tres décimas más que España.
Por encima de nosotros están países tan grandes como Polonia (en el séptimo puesto, con un índice 156,6), Alemania (en el puesto 10º, con un 142) o Países Bajos (en 15º lugar, con un 134,2). Francia, en cambio, está mejor (puesto 21 con un índice de 127,1), igual que Italia (ocupa el 23º lugar de la lista con un 124,2). El que menos ha sufrido el encarecimiento de los precios es Irlanda, según la herramienta de monitorización desarrollada por Eurostat a partir de datos IPC armonizado correspondientes al mes de enero de 2023. Los precios de los alimentos en este país apenas son hoy 5,4 puntos más elevados que los que temía en 2015.
Precios por alimentos
Las cifras, sin embargo, son muy diferentes en función de qué alimentos se trate. En el conjunto de la UE, si comparamos una selección de algunos de los más comunes, lo que más ha crecido sobre el índice 100 de 2015 han sido los huevos (152,6), seguidos del pan (140,4), las aves de corral (139,3), el pescado y el marisco (136,1), la carne (134) y la fruta (131,9).
España no es la peor parada en ninguna de estas categorías. El pan, por ejemplo, tomando en consideración las cinco principales economías de la Unión, en nuestro país encareció su precio desde 2015 en 23,2 puntos, por debajo de la media de la UE (40) y de países como Alemania (42,7), Países Bajos (28,5) e Italia (26). Solo Francia se situó por debajo con 18,9 puntos porcentuales.
Si nos fijamos en el indicador de la carne, ocurre lo mismo. En España se encareció en 26,1 puntos porcentuales tomando como base el año 2015. Una cifra elevada, pero considerablemente mejor que la de Alemania (43,2) y por debajo de las de Países Bajos (29,3) de Francia (27) o de la media de la Unión (34). Aquí el mejor comportamiento de la precios entre los países grandes se lo anota Italia, con 20,9 puntos porcentuales.
En el caso del precio de las aves de corral, España ha registrado la mejor evolución de las cinco grandes economías de la Unión, con 26,8 puntos (tres décimas por debajo de diciembre). Por encima están los demás: Alemania (53,5), Holanda (42), la media de la UE (39,3), Italia (31,8) y Francia (29,3).
Ver másRoig admite que Mercadona ha subido los precios "una burrada"
La herramienta de monitorización de precios de la alimentación puesta en marcha por Eurostat permite comparar también la evolución de los precios del pescado y el marisco, de especial importancia era la dieta española. Y aquí España tampoco sale mal parada con un encarecimiento de 32,7 puntos sobre el año 2015, que sólo mejora Italia con 25,7. La media de la Unión, en cambio, está en 36,1, Francia en 40,2, Holanda en 43,5 y Alemania en 43,7.
La posición de España no es tan buena, en cambio, en el apartado de los huevos. A pesar de un estimable retroceso de diciembre a enero, el precio de este producto en nuestro país se ha encarecido 42,6 puntos sobre el año 2015, la referencia establecida por Eurostat. Es una cifra mejor que la de la media de la UE (52,6) y de países como Alemania (58) y Holanda (84,9), pero está por detrás de la que afrontan los consumidores italianos (29,4) y franceses (27,8).
La peor evolución de esta selección de alimentos en nuestro país afecta a la fruta. En España su precio, según Eurostat, experimenta una evolución favorable desde abril de 2022, pero aun así se ha encarecido en 32,2 puntos sobre el año 2015, lo que significa que estamos en peor situación que la media de la Unión (31,9), Italia (25,7), Alemania (24,6) y Países Bajos (24), Únicamente la cifra de Francia, con 26,9 puntos porcentuales, es peor que la nuestra.
“Llenar la cesta de la compra sigue siendo un lujo para millones de familias porque seguimos inmersos en el mayor proceso inflacionario desde la década de los años 80 del siglo pasado”, proclamó hace pocos días el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, a la vista de que los precios de los alimentos no reducen su presión sobre los consumidores.