Hace ya diez meses que Pablo González fue detenido por los servicios secretos polacos en la frontera de Ucrania. El periodista, que trabajaba para varios medios, informaba sobre la oleada de refugiados tras el inicio de la guerra.
Desde ese fatídico 28 de febrero, el entorno de Pablo González denuncia que las autoridades polacas no han presentado “pruebas contundentes” para mantenerle encerrado.
En el intento de defender sus derechos, la familia ha contratado hasta a tres equipos legales. Pero los costes de los abogados, sumados a la manutención del periodista en la cárcel suponen un esfuerzo casi imposible para su entorno. “Hasta ahora hemos tirado de los ahorros y la ayuda de familiares y personas cercanas, pero la situación ha llegado a tal punto que nos vemos obligados a solicitar ayuda a la sociedad" ha explicado Oihana Goiriena, la pareja de Pablo González y madre de los tres hijos de ambos.
Juan Teixeira, amigo cercano del periodista, justifica así la creación de #FreePabloGonzález, la asociación mediante la que van a canalizar a partir de ahora las donaciones civiles. Explica que el dinero recaudado irá destinado principalmente a pagar los tres equipos legales que tiene: “Desde España coordina Gonzalo Boye, pero después cuenta con Bartosz Rogala, el abogado polaco que lo lleva representando meses. Luego además tiene otro equipo de abogados polacos”. Estos gastos son “bastante importantes”, según asegura Teixeira, porque además tienen que costear las dietas y el traslado de todo este equipo —-la prisión en la que se encuentra se sitúa a 100 km de Varsovia, y sus representantes se desplazan allí con regularidad—.
Además, también le envían entre 300 y 400 euros al mes a la cárcel. Con este dinero el periodista compra las “pocas cosas” que le dejan, como suplementos que necesita “por no ver nunca la luz del sol”. “La alimentación que le proporcionan en prisión es bastante deficitaria y necesita intentar cubrir sus necesidades con suplementos alimenticios y vitamínicos tanto comprados en el economato como encargados al exterior”, explican desde la asociación.
Con la creación de esta asociación pretenden que no se olvide la situación del periodista. “Intentamos recordar a la sociedad que en España tenemos nuestro propio Julian Assange y es Pablo González”, reivindica Teixeira.
En estas fechas en las que todas las familias se reúnen por Navidad, González continúa encerrado sin poder hablar con los suyos. Los servicios de inteligencia polacos se encargan de revisar todas las cartas que el periodista manda o recibe del exterior, las cuales sufren un gran retraso por la dificultad del idioma —todo debe ser traducido al polaco para controlar que González no hable de ciertos temas—.
La última comunicación que tuve con él es una carta que recibí hace diez días pero que fue escrita hace meses
“La última comunicación que tuve con él es una carta que recibí hace diez días pero que fue escrita hace meses”, explica su amigo. Lamenta el retraso en las comunicaciones, que hacen que el periodista se sienta desconectado de los suyos. Aun así, Teixeira comenta con ilusión que González no ha perdido el sentido del humor: “Nos cuenta que se le hace larguísimo, pero que bueno, se lo está tomando con filosofía. Se está tomando ese tiempo para pensar, para leer, para hacer deporte…”. Pero lo que tiene claro el periodista es que “tiene muchas ganas de salir y de contar todo lo que está viviendo” y que agradece mucho lo que se hace desde España para ayudarle.
Hace apenas tres semanas Oihana Goiriena visitó a su pareja. Esta ha sido la primera visita presencial de un ser querido que ha tenido. Las únicas que le han permitido tener han sido de su equipo legal.
No hay “pruebas contundentes”
Estos meses han estado plagados de injusticias para el periodista. Acusado de ser un espía ruso, Polonia no ha puesto sobre la mesa ninguna prueba. Según explica Teixeira, “las únicas pruebas que han hecho públicas es que viajaba con dos pasaportes, uno ruso y otro español, algo que es perfectamente legal y que se justifica porque nació en Rusia. Y después que recibía dinero desde Rusia. Esto es cierto, porque recibía 300 euros de su padre que vive allí”.
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Entiende que hay personas que duden de su inocencia, pero lo único que exigen desde la asociación es que se celebre “un juicio justo y rápido”. “Ya han pasado diez meses desde que está en prisión preventiva y no sabemos lo que va a pasar. Todo indica a que el juicio se va a seguir demorando. Nos parece una situación intolerable”, denuncia Teixeira.
Campaña de crowdfunding
En una nota de prensa que manda la asociación #FreePabloGonzález, explican que esta es una “organización sin ánimo de lucro con los objetivos de servir como altavoz de denuncia de esta injusta situación, así como coordinar una campaña de crowdfunding para ayudar a hacer frente a los gastos que genera la defensa del periodista”.
“Desde la Asociación #FreePabloGonzález se solicita que, una vez realizada la aportación, se envíe un email a la dirección freepablogonzalez@gmail.com, con los datos básicos de contacto para que en las próximas semanas se pueda agradecer personalmente a todas aquellas personas que ayuden a Pablo”, afirman desde la organización.
Hace ya diez meses que Pablo González fue detenido por los servicios secretos polacos en la frontera de Ucrania. El periodista, que trabajaba para varios medios, informaba sobre la oleada de refugiados tras el inicio de la guerra.