Boris Johnson, ministro de Exteriores británico, explicaba así, hace cuatro días en la Cámara de los Comunes, lo que se le pasó por la cabeza cuando su homólogo español, José Manuel García-Margallo, le planteó la posibilidad de que ambos Estados compartiesen la soberanía sobre Gibraltar: "Me acordé de Marlon Brando en El Padrino cuando dijo: Señor Barzini, debo decirlo, lo siento, pero mi respuesta es no"El Padrino.
Johnson, ex alcalde conservador de Londres, no se distingue por la consistencia de sus opiniones. Ha cambiado de parecer sobre múltiples asuntos –entre ellos el propio Brexit, que al principio no apoyaba y del que acabó siendo el gran valedor entre los tories– y se le atribuye una cierta tendencia a la improvisación y la boutade. Pero en el caso de Gibraltar es fácil seguir un rastro de continuidad en sus manifestaciones de sabor patriótico. "Las manos fuera de nuestra Roca", escribía para empezar un artículo en el Telegraph en 2013, texto en el que acusaba al PP de usar Gibraltar para lanzar cortinas de humo sobre los problemas económicos de España.
El Peñón no es parte de Reino Unido, sino un territorio bajo soberanía británica. Y es en esta soberanía en la que hace énfasis Johnson, que tras su nombramiento como ministro de Exteriores se apresuró en recibir a Fabián Picardo, ministro principal de Gibraltar (del Partido Socialista Laborista de Gibraltar). Las veces en que Johnson se ha manifestado sobre Gibraltar ha afirmado que es "fan" del Peñón y que el Gobierno británico "redoblará la guardia" para garantizar la soberanía de la Roca, siete kilómetros cuadrados donde residen unas 30.000 personas, pero cuya importancia económica es mucho mayor que su tamaño. El número de empresas al corriente de sus deberes fiscales –lo que las autoridades gibraltareñas llaman "compañías activas"– supera las 16.000, con lo que hay más de una por cada dos habitantes.
A pesar de que en el referéndum sobre la permanencia o la salida de Europa los ciudadanos de Reino Unido votaron por el Brexit, Gibraltar quiere seguir dentro o al menos mantener algún estatus especial en sus relaciones con la Unión. El sí a Europa en el referéndum del 23 de junio obtuvo casi el 96% de los votos en Gibraltar. No en vano, el Peñón ha disfrutado desde 1973 de las ventajas de la UE –tratados comerciales, libre circulación de personas y empresas, ayudas y fondos comunitarios...– , a las que ha sumado caramelos como la exención del IVA y la independencia de la unión aduanera, que están entre los motivos de su prosperidad económica. El Brexit es una amenaza para todo ello.
Una carta de Theresa May
Picardo lleva desde el mismo día que se decidió el Brexit embarcado en una intensa gira políticaBrexit para minimizar el impacto de la salida de la UE sobre Gibraltar. El dirigente gibraltareño logró que Theresa May, primera ministra británica, pusiera por escrito, en una carta en respuesta a otra anterior del ministro principal de Gibraltar, su compromiso con la soberanía de Gibraltar e implícitamente contra las pretensiones españolas.
"El desenlace del referéndum sobre la UE no afectará a nuestro firme compromiso con Gibraltar y su pueblo. Nunca concluiremos acuerdos mediante los cuales Gibraltar pase a estar bajo la soberanía de otro Estado en contra de sus deseos ni participaremos en ningún proceso de negociación de la soberanía que no satisfaga a Gibraltar”, decía la carta de May.
Oferta de cosoberanía
El Gobierno español, que considera al Peñón la única colonia de Europa, se niega a que Gibraltar reciba un trato preferencial de la UE ahora que los ciudadanos británicos han votado por irse. Es más, el Gobierno rechaza que Gibraltar forme siquiera parte de las conversaciones sobre el Brexit entre la UE –de la que forma parte España– y Reino Unido –que está en la rampa de salida–.
El punto de partida del Ejecutivo de Mariano Rajoy es que la salida de Reino Unido de la UE implica automáticamente la de Gibraltar. No hay más que hablar a ese respecto, a juicio del Ejecutivo. Según el Gobierno español, la única manera que tiene Gibraltar de evitar los perjuicios que va a suponer el Brexit para su modelo económico es aceptar la cosoberanía, esa oferta que a provocó que Boris Johnson se acordase de Vito Corleone.
Verja desmantelada o verja fronteriza
El ministro español de Exteriores, José Manuel García Margallo (PP), visitó este martes Algeciras (Cádiz), en la comarca del Campo de Gibraltar, para detallar su oferta, que tiene como atractivo principal el desmantelamiento de la verja, esa engorrosa barrera física y política que dificulta el tránsito entre uno y otro lado. Más suave en las formas que en otras ocasiones, Margallo afirmó que el Brexit es "una oportunidad histórica para realizar el desarrollo integral del Campo de Gibraltar", lanzando la idea de que toda la comarca podría beneficiarse en este contexto mucho más de lo que lo hace de la prosperidad del vecino gibraltareño.
Este mensaje tiene como destinatarios a los municipios de la zona, que temen que el conflicto diplomático acabe complicando los accesos a los entre 7.000 y 10.000 trabajadores españoles que cada día cruzan la verja, y que ya están sufriendo en su bolsillo la devaluación de la libra tras el Brexit.
Margallo pretende situar la pelota en el tejado de Picardo con su oferta de desmantelar la verja, una idea que el Gobierno español ya ha presentado incluso ante la ONU. Porque uno de los problemas que tiene Margallo es que la posición de Picardo, que básicamente pretende dejar las cosas como están mediante algún tipo de acuerdo con la UE, encuentra eco favorable entre los actores económicos y sociales de una comarca que ronda un 30% de paro y que se beneficia de la irradiación económica del Peñón. Según un informe de la Cámara de Comercio del Peñón, la actividad económica de la Roca aporta a la comarca del Campo de Gibraltar un 25% de su PIB, si bien es una estimación. CCOO y UGT, preocupados ante el enconamiento de las posiciones, volvieron este martes a hacer una llamada al entendimiento y al pragmatismo.
Doble nacionalidad y acceso al mercado interior
La oferta española incluye: cosoberanía, doble nacionalidad de los gibraltareños, un modelo económico esencialmente similar al actual y acceso al mercado europeo interior con sus libertades de circulación de personas, mercancías, servicios y capitales. Los críticos con la oferta en Gibraltar no la ven como una mano tendida, sino como una amenaza encubierta, como una forma de explicar disimuladamente todo a lo que tendría que renunciar el Peñón si no acepta.
En caso de no aceptar, sostiene el Ministerio, Gibraltar debería asumir que sería un tercer país y que España tendría derecho a realizar los controles fronterizos que considerase oportunos, limitando sus relaciones diplomáticas a Reino Unido. Gibraltar sería un pueblo de frontera de un país extracomunitario. En palabras de Margallo, pasará "automáticamente" a ser un país extranjero y la verja una frontera exterior. Esta posibilidad es preocupante tanto para Gibraltar como para toda la comarca. Pesa el recuerdo del cierre de la verja entre 1969 y 1982, que tantos problemas causó a los trabajadores de la zona.
Picardo ha rechazado reiteradamente la oferta de cosoberanía española, pese a que a priori dejaría intacto el régimen fiscal de Gibraltar. Este mismo martes, reunido en Sevilla con los máximos representantes de los sindicatos CCOO y UGT, volvió a rechazar de plano incluso dialogar sobre la posibilidad. En 2002 hubo un referéndum en Gibraltar sobre esta cuestión, que ganó abrumadoramente el no.
Monos y banderas
Las relaciones entre España y Gibraltar están muy deterioradas. Margallo ha realizado comentarios sobre el contrabando –"Aunque en Gibraltar fumaran todos los monos no podrían consumir tanto tabaco"– o para justificar el cierre del Instituto Cervantes –"En Gibraltar salvos los simios todos hablan español"– que han sido calificados como despectivos por las autoridades del Peñón. "Al Gobierno se lo ve como un matón de patio de colegio", señala Jesús Verdú Baeza, profesor de Derecho y de Relaciones Internacionales de la sede en Algeciras de la Universidad de Cádiz. El Gobierno del PP también dio por muerto el Foro Tripartito (Reino Unido-España-Gibraltar), un intento de suavizar las relaciones diplomáticas. Este martes, a preguntas de los asistentes en un almuerzo-coloquio del Grupo Joly en Los Barrios, Margallo dijo que no tenía ninguna relación con Picardo, pero que estaba dispuesto a tenerla.
Al ministro, objeto de frecuentes críticas de Picardo y de la prensa gibraltareña, le gusta prodigar comentarios sobre la inminente llegada de la bandera española a Gibraltar. "Pondré la bandera y mucho antes de lo que Picardo cree", dijo recientemente en TVE. Este martes añadió: "España no va a renunciar jamás a la reclamación de Gibraltar". "Es absolutamente inimaginable que un Estado ajeno a la UE mantuviese una colonia dentro de la UE", señaló el ministro, que no está "tan seguro" de que su propuesta de cosoberanía caiga en saco roto. Pero Picardo ya dejó clara hace unos días la posición de las autoridades del Peñón: "Ni en cuatro años, ni en 40, ni en 400, ni en 4.000 años".
"Un pedazo de seda rojo y amarillo"
Este martes el ministro principal de Gibraltar abundó en la misma idea, acudiendo también a la batalla simbólica al referirse a los enfrentamientos por colocar "un pedazo de seda rojo y amarillo" en el Peñón. Criticó desde Sevilla el "nacionalismo rancio" de Margallo y no descartó un nuevo referéndum en el que el no a la cosoberanía tendría todas las de ganar –aunque no está entre sus pretensiones convocarlo–. "No es procedente que en el siglo XXI todo tenga que pasar por un pedazo de seda rojo y amarillo que condicione todo esto", afirmó.
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Críticas de la Junta
El asunto es especialmente peliagudo en Andalucía. Según la Junta, Reino Unido es el primer país inversor en la comunidad, con 1.137 millones en los últimos 20 años. Es también el que más turistas aporta, con 2 millones al año. Hay 85.000 residentes británicos en Andalucía, entre ellos muchos jubilados que suponen una nada desdeñable fuente de ingresos.
Al Gobierno andaluz (PSOE) no le gusta cómo está gestionando el asunto el Ejecutivo central. A juicio del Gobierno regional, el grupo interministerial para abordar los efectos del Brexit se centra en asuntos de cosoberanía, resultando poco útil para la resolución de los problemas a pie de verja. Miguel Ángel Vázquez, portavoz del Gobierno andaluz, dijo este martes: "No es momento de soflamas ni de hablar de cosoberanía".
Boris Johnson, ministro de Exteriores británico, explicaba así, hace cuatro días en la Cámara de los Comunes, lo que se le pasó por la cabeza cuando su homólogo español, José Manuel García-Margallo, le planteó la posibilidad de que ambos Estados compartiesen la soberanía sobre Gibraltar: "Me acordé de Marlon Brando en El Padrino cuando dijo: Señor Barzini, debo decirlo, lo siento, pero mi respuesta es no"El Padrino.