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El Gobierno responderá a la maniobra de Feijóo y Weber contra Ribera "con datos" y "sin caer en el barro"

El "nosotros" de Feijóo y el odio al "otro": por qué los extranjeros pobres pagarán el crimen de Algeciras

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"¿Cómo y en qué medida afecta el terrorismo a los ciudadanos de a pie?", se pregunta Amélie Godefroidt, investigadora en el Centro sobre la Paz y el Desarrollo de la Universidad KU, en Lovaina (Bélgica). La exhaustiva respuesta que ofrece la investigadora belga resulta preocupante, más aún escuchando la reacción de Alberto Núñez Feijóo (PP) y Santiago Abascal (Vox) tras el asesinato de un sacristán en Algeciras (Cádiz) por parte de un ciudadano marroquí supuestamente vinculado con el salafismo. El motivo: Godefroidt comprueba, con datos de treinta países durante 35 años, que el deslizamiento autoritario que provocan los actos terroristas, así como la reacción de hostilidad e intolerancia contra las minorías, sobre todo musulmanas, se agravan con los discursos de nosotros contra ellos. Discursos que resuenan estos días en España.

Godefroidt acaba de publicar en la prestigiosa revista American Journal of Political Science el artículo Cómo el terrorismo afecta (y no afecta) a las actitudes políticas de los ciudadanos. El trabajo, un análisis de 325 estudios sobre más de 400.000 encuestados de 1985 a 2020 en treinta países, entre ellos España, concluye que el terrorismo está "significativamente asociado", en orden de mayor a menor vinculación, con la hostilidad hacia grupos externos –sobre todo los musulmanes–, el conservadurismo político y la adhesión a los líderes. Este tercer efecto, la adhesión a los líderes en momentos traumáticos conocida como rally round de flag, a menudo citado como una consecuencia casi natural tras un atentado, se da "en menor medida" que los otros dos.

"Cuanto más expuesta, preocupada o enfadada esté una persona por el terrorismo", anota Godefroit, "más despreciará a los otros" y más "encontrará consuelo en las políticas conservadoras". El efecto más generalizado y consistente es el "endurecimiento" de las actitudes "hacia los grupos externos en general y hacia los musulmanes, los árabes y los inmigrantes y refugiados en particular". Los estudios también ponen de relieve que esta "hostilidad" se traduce en "un apoyo a las restricciones de los derechos y libertades de esos grupos discriminados o en políticas antiinmigración más estrictas". "Está documentado un mayor apoyo a soluciones de represalia, militares y de perpetuación del conflicto –en lugar de conciliadoras y diplomáticas– frente al terrorismo", señala la autora.

Imaginemos una persona que se siente "neutral" con respecto a los inmigrantes ilegales, a menudo en situación de exclusión y pobreza. Esto lo ubicaría en un punto 50, siendo 0 el máximo rechazo y 100 el máximo respaldo. Pues bien, la aparición del terrorismo y el debate en torno al mismo hace que esa persona se mueva 7 puntos en dirección al rechazo, hasta el escalón 43.

Las peores noticias son para los musulmanes. El "coeficiente de correlación" entre el aumento de la hostilidad es el doble tras un atentado islamista que de otro grupo externo, 1,21 frente a 0,56. Se da además un fenómeno de "culpabilidad por asociación", que incrementa el estigma sobre el grupo completo (los musulmanes) si la organización responsable profesa esa religión. Esta "culpabilidad por asociación" se extiende al margen de que la inmensa mayoría de los musulmanes no tengan relación con el terrorismo, o incluso al margen de que hay inmigrantes refugiados que hayan huido precisamente del terrorismo islamista.

"Nosotros" no matamos por religión

El abanico de conclusiones presentadas por la investigadora belga es pertinente ahora para el caso español, dado el reciente crimen perpetrado en Algeciras por un hombre marroquí, que asesinó a un sacristán e hirió a varias personas más, entre ellas un sacerdote, sucesos que están siendo investigados como "terrorismo". Godefroidt sugiere que, más que la violencia en sí, lo que impulsa las reacciones públicas es la "amenaza de violencia" de unos grupos específicos que están entre nosotros, y entre los que destacan por su exposición los musulmanes. "Es más probable que los actos violentos perpetrados por estos actores marginados sean calificados de 'terrorismo' y politizados en el discurso público, estimulando así respuestas sociopolíticas distintas", señala la investigadora.

La autora, a la hora de explicar la conformación de las reacciones sociales al terrorismo, otorga un gran protagonismo a los discursos públicos. ¿Qué hemos visto tras el crimen de Algeciras? Feijóo ha afirmado que "nosotros", en referencia los cristianos, no matamos por religión "desde hace siglos", mientras en "otros pueblos", en referencia a los musulmanes, sí hay personas que lo hacen. En cuanto a Vox, desde el momento en que se hizo pública la sospecha de posible atentado terrorista, ha emprendido una campaña no sólo sobre la supuesta incompatibilidad de la religión musulmana con la sociedad española y sus valores, sino contra la inmigración llegada de países de mayoría árabe.

Sarahi Boleko, presidenta de SOS Racismo Madrid, afirma que los líderes políticos deben tener "mucho cuidado" tras los crímenes como el de Algeciras. "Hay muchos discursos del nosotros frente a ellos. ¿Y quiénes son ellos? ¿Quién es el otro? El inmigrante musulmán, el diferente. Si las condenas se hacen así, se acaba señalando a una población entera, a un colectivo entero, generando discriminación contra quien no ha hecho nada, sólo por su origen étnico-racial o religioso, apartando el foco de la verdadera motivación del asesinato, que es una radicalización de un individuo", señala Boleko, que afirma que, tras hechos como el de Algeciras, surge una "emotividad" que abona el terreno para los discursos sin matices.

"Nosotros condenamos contundentemente este crimen. Cuando añadimos también una crítica a este tipo de discursos de nosotros contra ellos, surge la crispación, porque se nos dice que no estamos condenando el crimen, cuando sí lo hacemos. Lo que ocurre es que también tenemos que decir que los discursos como el de Feijóo o Vox son peligrosos porque no ponen el acento en el verdadero motivo [del crimen], sino en el odio al otro, a la persona migrante y racializada", explica.

El contraste con los discursos de nosotros contra ellos lo ponen palabras como las de la familia de la víctima, Diego Valencia, llamando a defender su memoria mediante la "convivencia pacífica" en Algeciras. "Diego dedicó siempre su vida a los demás, sin mirar nacionalidad, religión o cualquier otra seña de identidad", comunicó la familia este lunes.

Discursos "antimusulmanes" sobre una base de desconfianza

¿Cómo pueden influir los discursos tipo nosotros contra ellos? ¿Pueden agravar el problema de la estigmatización de la comunidad musulmana? "Sin duda", responde Godefroidt, para quien "una gran parte del resentimiento antimusulmán y de los ataques de represalia que vemos tras el terrorismo islamista" son atribuibles a los "discursos mediáticos/políticos y a las narrativas de las élites".

Godefroidt responde que sí a la pregunta sobre si la comunidad musulmana tiene motivos de preocupación. "Vimos reacciones violentas antimusulmanas después de, por ejemplo, Charlie Hebdo, los atentados de París de noviembre de 2015 y los atentados de Bruselas de 2016. En general, en mi investigación, encuentro que los ataques terroristas islamistas a menudo desencadenan actitudes y comportamientos antimusulmanes y antiinmigrantes", señala la autora, que atribuye también responsabilidad a algunos medios de comunicación.

En el caso de los musulmanes, existe ya una importante base de intolerancia. Quienes profesan esa religión son un colectivo especialmente castigado por los prejuicios. Mariano Torcal, catedrático de Ciencia Política de la Universitat Pompeu Fabra y director del Research and Expertise Centre for Survey Methodology, ha incluido en su recién publicado ensayo De votantes a hooligans. La polarización política en España (Catarata, 2023) un cuadro que no deja lugar a dudas. Los datos salen del proyecto financiado por el Ministerio de Ciencia Tri-pol (Triangle of Polarization). Como se ve, sólo un 21% muestra opiniones favorables a los musulmanes, porcentaje que cae al 6% entre los partidarios de Vox y al 15% entre los del PP. En cuanto a los refugiados, sólo el 45% tiene una opinión favorable. En el caso de los seguidores de Vox, son un 22%. Del PP, un 38%

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Los estudios analizados por Godefroidt son de diverso tipo. En ocasiones los participantes fueron expuestos a un artículo o a un videoclip sobre un acto de violencia concreto –por ejemplo, el 11S, atentado que desencadenó una fuerte producción académica sobre respuesta social al terrorismo–; otras veces las opiniones son recabadas en una encuesta más amplia, en la que se pregunta por un reciente acontecimiento terrorista. A veces, los estudios medían la percepción sobre la amenaza del terrorismo, mientras que otros estudios se interesaban más por las valoraciones afectivas.

En conjunto el terrorismo provoca un deslizamiento de la opinión pública hacia la derecha, tanto en las actitudes como en el voto. En primer lugar, los estudios acreditan que provoca un cambio cognitivo ligado a la sensación de "inevitabilidad e imprevisibilidad de la muerte", así como de "peligro" para uno mismo y su país. La violencia terrorista "desafía los supuestos humanos básicos sobre el mundo como predecible, seguro y benigno" y atiza un "estado de excitación emocional negativa" que multiplica los deseos de "represalia". Las opciones conservadoras logran presentarse como capaces de dar mejor satisfacción a este estado de ánimo, a tenor del análisis de Godefroidt.

"Incluso los que se autoidentifican como liberales se adhieren con más fuerza a candidatos, políticas e ideologías conservadores, autoritarios y de derechas", anota la autora. El caso más estudiado es Estados Unidos, sobre todo tras los atentados del 11S. Si una persona que se siente neutral sobre el Partido Republicano –en un punto 50 siendo 0 máximo rechazo y 100 máxima adhesión–, el terrorismo lo mueve 7 puntos en dirección al apoyo, hasta los 57.

"¿Cómo y en qué medida afecta el terrorismo a los ciudadanos de a pie?", se pregunta Amélie Godefroidt, investigadora en el Centro sobre la Paz y el Desarrollo de la Universidad KU, en Lovaina (Bélgica). La exhaustiva respuesta que ofrece la investigadora belga resulta preocupante, más aún escuchando la reacción de Alberto Núñez Feijóo (PP) y Santiago Abascal (Vox) tras el asesinato de un sacristán en Algeciras (Cádiz) por parte de un ciudadano marroquí supuestamente vinculado con el salafismo. El motivo: Godefroidt comprueba, con datos de treinta países durante 35 años, que el deslizamiento autoritario que provocan los actos terroristas, así como la reacción de hostilidad e intolerancia contra las minorías, sobre todo musulmanas, se agravan con los discursos de nosotros contra ellos. Discursos que resuenan estos días en España.

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