Feijóo pone en marcha en Madrid el manual de asedio al Gobierno que triunfó contra el bipartito gallego

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David Lombao

(Praza.gal) —

26 de febrero de 2009. Faltan sólo cuatro días para las elecciones al Parlamento de Galicia, las primeras en veinte años que el PP encara desde la oposición. El candidato de los conservadores es Alberto Núñez Feijóo. El ex conselleiro de Política Territorial y vicepresidente primero del último Gobierno de Fraga exige solemnemente que el que fuera su sucesor como número dos de la Xunta, el nacionalista Anxo Quintana, cabeza de cartel del BNG, fuese destituido de forma fulminante por el presidente y candidato del PSOE gallego, Emilio Pérez Touriño.

Mientras en las portadas de la prensa estatal empezaban a aparecer las primeras revelaciones de lo que acabaría siendo la trama Gürtel, el motivo que esgrime Feijóo para exigir la caída de Quintana es una fotografía. La imagen es de hace varios años y en ella aparece Quintana a bordo de un barco propiedad de Jacinto Rey, propietario de la constructora San José, y junto al propio empresario. La foto había aparecido en su momento en las páginas de la prensa de verano sin mucho eco. Pero, durante la campaña, cabeceras afines a la derecha la recuperaron para relacionarla con el hecho de que una de las empresas del grupo San José había recibido la adjudicación de un concurso eólico de la Xunta. Otra de ellas editaba un diario de línea editorial no afín a los conservadores, fundado pocos meses antes, el Xornal de Galicia.

Esta reivindicación de Feijóo en una campaña de hace más de 13 años resonó en sus palabras de los últimos días, ya como presidente del PP, dirigidas a Pedro Sánchez y poniendo en el punto de mira a la ministra de Igualdad, Irene Montero. Como ya hiciera con Touriño, el líder conservador instó al presidente socialista a que destituya a una integrante de su Gobierno, miembro del socio minoritario del mismo. En este caso, el motivo esgrimido es el reciente viaje oficial de Montero y miembros de su equipo a EEUU, descalificado por Feijóo como "turismo en Nueva York" de " una ministra y sus amigas".

El fondo y las formas en ambos episodios son similares. Y no sólo porque salgan del mismo equipo del PP —Feijóo se llevó con él a Madrid al estrechísimo círculo de asesores que, comandado por la ex secretaria general de medios Mar Sánchez, le acompaña desde hace lustros—. También por el contexto político, económico y mediático. La única diferencia sustancial es que no se produce en medio de una campaña electoral.

Como entonces, Feijóo aspira ahora a derrocar al primer Gobierno de coalición de izquierdas. Igual que en 2009, lo hace en un contexto de profunda incertidumbre económica a nivel internacional, pero agravado fundamentalmente en los argumentarios del ex presidente de la Xunta por la culpa prácticamente exclusiva del líder de ese Gobierno (entonces Touriño, ahora Pedro Sánchez). El presidente es caricaturizado como una persona sometida a sus socios extremistas (entonces el BNG, ahora Unidas Podemos y otras fuerzas del Congreso) mientras disfrutan conjuntamente de lo que él señala como lujos y privilegios de los cuales exige conocer "facturas". Así había sucedido también, por ejemplo, con las bebidas servidas en un acto organizado por la Xunta en la Feria del Libro de La Habana en 2008, en el que Galicia era el país invitado, y al que Touriño acudió con una treintena de empresas del sector. Los célebres mojitos.

Igual que en aquellos días de febrero de 2009, el episodio coincide con la publicación, al menos en algunos medios, de textos e imágenes cuyo contexto ha sido manipulado u obviado. Antes fue la foto de Quintana y Rey, ahora es un vídeo manipulado para intentar demostrar que la propia ministra Montero se niega a dar su opinión sobre la cumbre de la OTAN en Madrid e incluso tiene dificultades para expresar esa negativa frente a los micrófonos.

Este ataque de Feijóo al Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos guarda más paralelismos con el manual de asedio que utilizó en la oposición en Galicia, y no solo en campaña sino desde poco después de asumir la dirección del PP en sustitución de Fraga. Junto a las acusaciones directas al líder del partido, otros portavoces conservadores, sus cuentas en redes sociales y las opiniones difundidas a la prensa ponen el foco en la ministra de Igualdad, el propio presidente u otros miembros del Ejecutivo utilizando los medios de transporte oficiales que le corresponden por sus cargos. 

Buena parte de estos argumentos no son muy diferentes a los utilizados en la campaña contra otra coalición, la del PSOE gallego y el BNG, por usar los vehículos oficiales propiedad de la Xunta —algunos de ellos utilizados por el propio Feijóo cuando fue conselleiro y vicepresidente—. También por contratar la compra de un nuevo coche para la Presidencia de la Xunta, que se presentó como más caro y más blindado que el del presidente de Estados Unidos (en aquel momento, Barack Obama) a pesar de no corresponderse con la realidad. O incluso por el hecho de que en uno de ellos había un pequeño frigorífico para enfriar botellas de agua, que fue señalado por el PP como "un minibar" de un "coche oficial de superlujo".

La misma lógica se había aplicado a la puesta en marcha de reformas en el complejo administrativo de San Caetano, sede de la Xunta de Galicia, que identificaron con un supuesto gusto de socialistas y nacionalistas por el "lujo". Bajo el actual Gobierno del PP en Galicia, los planes de reforma y ampliación del en otro tiempo ruinoso San Caetano superan ya los 100 millones de euros y, poco antes de la marcha a Madrid de Feijóo en sustitución de Pablo Casado, la Xunta renovó los vehículos oficiales del presidente y de todos los conselleiros y conselleiras.

Estas y otras ideas fuerza resonaron aún con más intensidad en la carrera electoral de 2009 en mítines y declaraciones de campaña del PP, que tenía como jefe al actual presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, que por entonces era secretario general del partido. Pero también en otras acciones de las que los conservadores negaron ser autores.

Estas operaciones habían comenzado con el boicot a los carteles electorales del PSOE gallego a través de cartelería con textos como "¿Reformarías una oficina por dos millones de euros? Touriño sí". Continuaron, por ejemplo, con el envío de correos electrónicos de remitente desconocido a los medios de comunicación en los que se insinuaban acusaciones de violencia machista dirigidas a Anxo Quintana, responsable como vicepresidente del área de Igualdad del Gobierno gallego, reproducidas después en varios mítines del entonces líder del PP en Ourense, José Luis Baltar. 

En esos días también se puso en circulación y fue enviada a los medios de comunicación la información falsa de la cancelación de un acto electoral del propio Quintana en Santiago por un accidente de tráfico del entonces líder del BNG que en realidad no había ocurrido. Estos y otros elementos de la campaña sumieron en el desconcierto y en la impotencia al PSOE gallego y al BNG, que al mismo tiempo se miraban entre ellos de soslayo tras un final de legislatura tan marcado por la incipiente crisis económica como por las tensiones entre los socios de un Gobierno que planeaba llevar a cabo algunas de sus medidas estrella en su siguiente mandato.

En este contexto, un día después de que Feijóo reclamara a Touriño la destitución de Quintana, el entonces vicesecretario general del PSOE, José Blanco, dirigió varias preguntas al entonces presidente del PP, Mariano Rajoy, ante los primeros compases de la Gürtel. "¿Quién paga la campaña sucia del PP en Galicia? ¿Quién paga los panfletos sucios, las banderas infames, el torpedeo de las campañas publicitarias y los correos basura?", había cuestionado Blanco desde su blog y durante un mitin. Meses antes, en el verano de 2008, Blanco le había propuesto a Touriño adelantar las elecciones para evitar el desgaste de la incipiente crisis económica.

El 1 de marzo de 2009, día de cita con las urnas, PSOE y BNG sumaron más votos que el PP: 524.488 socialistas y 270.712 nacionalistas (un total de 795.200) frente a los 789.427 de los populares. Pero los de Feijóo lograron restar al BNG un diputado por la provincia de A Coruña, el número 38 que supone la mayoría absoluta en el Parlamento y, por tanto, la presidencia de la Xunta. 

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Once días después, Touriño presidió su primer Consello da Xunta en funciones y a continuación, ante la prensa, pronunció la que posiblemente fue su intervención más contundente contra Feijóo. El expresidente, que ya había dimitido como secretario general de los socialistas gallegos por los resultados electorales, desveló que cuando el Gobierno de coalición llegó a la Xunta el parque móvil contaba con 32 coches de la marca Audi y que en ese momento tenía exactamente el mismo número. También desveló que, como presidente, Fraga ordenó la compra de varios Audi A8 (uno de ellos, por valor de 331.000 euros) y un Volkswagen Touareg, este último sin concurso. Y que Feijóo, como conselleiro y vicepresidente, "circuló por el país, incluso en campaña electoral, subido en un Audi A8". 

“Tanta demagogia, oportunismo y falsedad acumulada no entra en el edificio administrativo de San Caetano”, concluyó Touriño en tono grave, incluso amargo, antes de censurar la “baja estatura moral” de aquel “señor” que lo iba a suceder en la Presidencia de la Xunta. Justificó que nunca lo había manifestado durante la campaña porque cada uno tiene su forma de actuar y tales acusaciones no encajaban en la suya. Años después, en una entrevista con Praza.gal, el expresidente dejó esta reflexión: "Infravaloramos al PP y a sus aliados".

Aquí puedes leer el texto original en gallego.

26 de febrero de 2009. Faltan sólo cuatro días para las elecciones al Parlamento de Galicia, las primeras en veinte años que el PP encara desde la oposición. El candidato de los conservadores es Alberto Núñez Feijóo. El ex conselleiro de Política Territorial y vicepresidente primero del último Gobierno de Fraga exige solemnemente que el que fuera su sucesor como número dos de la Xunta, el nacionalista Anxo Quintana, cabeza de cartel del BNG, fuese destituido de forma fulminante por el presidente y candidato del PSOE gallego, Emilio Pérez Touriño.

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