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Feijóo llega al 12M sin discurso propio, sin candidato y volcado en alentar el conflicto

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El adelanto electoral en Cataluña acaba de complicar, y mucho, la estrategia que Alberto Núñez Feijóo se había marcado para los próximos meses. El sucesor de Pablo Casado es consciente desde el minuto uno de la importancia de las elecciones catalanas para su proyecto y confiaba en tener tiempo suficiente para construir un proyecto propio y seleccionar un candidato capaz de encarnarlo, pero la decisión de Pere Aragonès de disolver el Parlament le deja con uy poco margen.

De hecho, le ha pillado a lomos de la agitación social contra la amnistía, un discurso de eficacia probada en la España monolingüe, pero que no es bien recibido dentro de Cataluña. En Génova confiaban en que las elecciones catalanas tuviesen lugar después de las europeas, de manera que un eventual tropiezo no se interpusiera en la victoria que prevén cosechar el 9 de junio. Ahora todo ha cambiado.

El objetivo original del Feijóo era construir un discurso propio para los catalanes que le permitiese atraer el voto no independentista que no se siente cómodo con el extremismo de Vox, así como el catalanismo moderado que en su memoria representó la Convergència que precedió a Junts. Pero acabó renunciando a esta estrategia, en parte por la oposición del líder local del PP, Alejandro Fernández, pero sobre todo porque decidió asumir el modelo de agitación que su partido lleva una década utilizando para usar Cataluña como palanca contra los socialistas y los independentistas. 

La consecuencia es que Feijóo llega a sus primeras elecciones catalanas alineado con sus predecesores, Pablo Casado y Mariano Rajoy, pero convencido de que supuesto perfil autonomista —sigue exhibiendo su gestión como presidente de la Xunta como tarjetas de presentación— le permitirá atraer a los electores catalanes que dieron a la espalda al PP en las tres últimas convocatorias electorales.

De la quinta posición (11 escaños y el 8,5% de los votos) de 2015, el PP cayó a la séptima (4 escaños y el 4,24%) en 2017, justo después de la intervención de la autonomía catalana impulsada por Mariano Rajoy tras el referéndum del 1 de octubre, En 2021, con Pablo Casado al frente, el PP pasó a la octava posición, con 3 escaños y un insignificante 3,85% de los votos.

Superar a Vox

Feijóo cree tener a su alcance mejorar sustancialmente esos resultados, pero está por ver que sea capaz de superar a Vox, que hace tres años consiguió 11 diputados y el 7,7% de los votos, e incluso a Ciudadanos, que en Cataluña sigue activo y en 2021 logró retener 6 escaños y algo más del 5% de las papeletas. El mejor resultado alcanzado por el PP en unas elecciones catalanas fueron los 19 escaños (12,9%) que obtuvo en 2012.

Las encuestas alimentan la posibilidad de que esta vez el PP esté cerca de esa expectativa. La última publicada pro el CEO catalán pronostica un fuerte crecimiento del PP (entre 12 y 17 escaños) a costa de la desaparición de Ciudadanos y el retroceso de Vox (entre 6 y 9 diputados). 

 Para conseguirlo, el primer objetivo que se ha fijado Génova es escenificar la absorción de Ciudadanos. De hecho, ya han abierto conversaciones para explorar una fórmula de colaboración que pase por dar cobijo a los naranjas en sus filas. Cs prefiere una coalición, con la idea de plantear a los electores la idea de un “bloque o frente constitucionalista”, pero el PP solo considera presentarse con sus siglas. 

En Génova sueñan con la idea de una integración de Cs en el PP a partir de la cual resucitar “la victoria constitucionalista” que cosechó Inés Arrimadas en las elecciones catalanas del 21 de diciembre de 2017, cuando los naranjas lograron sumar 36 escaños, aunque no fueron capaces de tejer ninguna alianza para gobernar.

Vox quiere resistir

La disputa por el espacio de la derecha españolista anticipa una dura pugna entre el PP y Vox, cuyo líder local, Ignacio Garriga, es de hecho el número dos de Santiago Abascal. La extrema derecha fue quien mejor supo atraer en 2021 a los electores más radicalizados contra el independentismo, que antes se situaban en las filas de Ciudadanos, y el 12M intentará defender evitar verse superada por el PP.

Miguel Tellado, portavoz del PP en el Congreso y estrecho colaborador de Feijóo, lo tiene claro: el PP tiene que jugar un papel “fundamental” como “el único y principal referente del constitucionalismo”. “Sólo aglutinando el voto de centro-derecha” y “el voto constitucionalista se puede cambiar la situación de Cataluña y de paso cambiar la situación de España”.

Feijóo tiene en su contra que todavía no tiene candidato. Ha ido retrasando el congreso del partido en Cataluña a la espera de tomar una decisión sobre su actual líder, Alejandro Fernández, que no es del agrado de Génova. Él mismo nunca ha disimulado sus desavenencias con Feijóo por abrirse a negociar su investidura con Junts. La agenda oculta del presidente del PP, su disposición a aprobar indultos condicionados en el marco de un plan de reconciliación que sirva para pasar página definitivamente del procés, levanta ampollas entre Fernández y sus seguidores.

Lo cierto es que el PP no tiene mucho tiempo. Tiene que confirmar a Fernández o decidirse por alguno de los nombres que se han barajado en los últimos meses: la portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Dolors Montserrat; el concejal en el Ayuntamiento de Barcelona Daniel Sirera; el diputado del PP y exportavoz de Cs Nacho Martín Blanco o el alcalde de Castelldefels, Manu Reyes. Tellado no quiso anticipar nada este jueves en una entrevista en televisión. “Corresponde a los partidos decidir quiénes van a ser los candidatos”.

El tirón de Feijóo

En todo caso, en Génova conceden a esa decisión una importancia relativa porque están convencidos de que Feijóo tiene tirón en Cataluña. ¿En qué se basan? En las encuestas, que aun sin candidato pronostican al PP una fuerte subida —es verdad que parte desde muy abajo—, y en el resultado que obtuvieron en las generales del 23J en Cataluña, en las que consiguieron un 13,37% de los votos (casi el doble que en 2019). 

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Feijóo, que se va a volcar en Cataluña, comenzó la campaña este jueves en el Congreso, subiendo a la tribuna de oradores en debate final de la amnistía. “Se lo digo ya”, proclamó, advirtiendo a los socialistas su intención de ir a por los electores del PSC que no compartan la decisión de conceder medidas de gracia. “De aquí al 12 de mayo va a haber un partido que defienda los intereses de la mayoría de los catalanes y no solo de algunos políticos independentistas. Va a haber un partido que defienda una política mejor, porque una política mejor es posible y para Cataluña es imprescindible. Y va a haber un partido que no va a pedir el voto de los catalanes constitucionalistas para entregárselo a los partidos independentistas”, remarcó. 

La amnistía será, de hecho, la piedra angular de las elecciones catalanas. Y el PP se propone liderar la oposición a la ley. “No se atrevan a vendernos la reconciliación”, advirtió el líder del PP, “porque esta ley divide a España en dos y divide a Cataluña en dos”. 

Pese a las expectativas que él mismo creó cuando llegó a la sede de Génova, el discurso de Feijóo en Cataluña no será muy diferente del que utilizó Casado: tratará de convencer a los electores de que el PSOE vea a conceder a los independentistas un referéndum de autodeterminación. “Las elecciones catalanas”, se atrevió a pronosticar este jueves en el Congreso, “marcarán el inicio del final de este Gobierno. Cuando Sánchez deje de ser útil (a los independentistas), le dejarán caer”.

El adelanto electoral en Cataluña acaba de complicar, y mucho, la estrategia que Alberto Núñez Feijóo se había marcado para los próximos meses. El sucesor de Pablo Casado es consciente desde el minuto uno de la importancia de las elecciones catalanas para su proyecto y confiaba en tener tiempo suficiente para construir un proyecto propio y seleccionar un candidato capaz de encarnarlo, pero la decisión de Pere Aragonès de disolver el Parlament le deja con uy poco margen.

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