Alberto Núñez Feijóo extiende una mano para pedir pactos de Estado al Gobierno mientras usa la otra para enterrar, definitivamente, uno de los que históricamente han intentado poner freno a la compraventa de voluntades políticas: el pacto antitransfuguismo.
El Partido Popular de Navarra, con las bendiciones de la calle Génova, se reunirá este martes en Pamplona con los diputados en el Congreso Sergio Sayas y Carlos Adanero para “analizar de manera formal su posible integración en la estructura del PP”.
Sayas y Adanero son dos tránsfugas: diputados que han sido expulsados por indisciplina del partido que les llevó al Congreso, en este caso UPN, y que no han renunciado a sus escaños. Ficharlos, como pretende hacer el PP, supone una flagrante violación del pacto antitransfuguismo que este partido firmó, aunque en abril de 2021 decidiese abandonarlo después de ser amonestado por haberlo incumplido para frustrar la moción de censura con la que PSOE y Ciudadanos intentaron acabar con la presidencia de Fernando López Miras.
El pacto en cuestión, uno de los pocos acuerdos de Estado suscritos por todos las formaciones políticas en los últimos cuarenta años, prohíbe expresamente a los partidos “admitir” a concejales o diputados elegidos en una lista diferente “mientras mantengan el cargo conseguido en su partido original”. Es decir: admitir a Sayas y a Adanero en el PP incumplirá el pacto contra el transfuguismo, a menos que previamente renuncien a sus escaños en el Congreso.
Génova quiere ficharles para “trabajar de forma coordinada en la configuración de un proyecto competitivo que frene los ataques a una comunidad en la que gobierna el PSOE gracias al apoyo expreso de Bildu”. La voluntad de entendimiento entre la plataforma de los dos diputados navarros y el PP de Navarra “es amplia”, aseguran. “El objetivo es aglutinar el voto de centro derecha, pero también lograr el de aquellas personas que no quieran para la comunidad foral un Gobierno del partido de Pedro Sánchez con el apoyo del partido de Arnaldo Otegi”.
Sergio Sayas y Adanero fueron expulsados de UPN después de incumplir el acuerdo que su partido había suscrito con el Gobierno para apoyar en el Congreso la reforma laboral impulsada por la vicepresidenta Yolanda Díaz. Los dos diputados, conscientes de que sus votos eran decisivos, engañaron deliberadamente al Ejecutivo diciéndoles que votarían a favor de la iniciativa con la intención de causarle una inesperada derrota.
Sin embargo, el azar hizo que la votación saliese adelante sin su apoyo gracias al error cometido por un diputado del PP, Alberto Casero. Su voto favorable a la reforma laboral arruinó la estrategia de los dos tránsfugas así como la del Partido Popular y de Vox, que confiaban en ellos para causar una seria derrota al Gobierno. Aquella votación está todavía pendiente de que el Tribunal Constitucional decida si aquel voto equivocado debió contabilizarse o no.
¿Alentados por el PP?
La traición de Sayas y Adanero a su partido fue interpretada en su día como una decisión instigada por el PP, gobernado entonces por Pablo Casado y Teodoro García Egea, con el que ambos habían hablado en los días precedentes. Los tránsfugas, sin embargo, siempre han negado que cambiasen su voto alentados por el PP y a cambio de ingresar en este partido, circunstancia que ahora parece estar a punto de producirse.
Que el PP volviese al pacto antitransfuguismo fue una de las propuestas que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, trasladó a Alberto Núñez Feijóo en la reunión que ambos mantuvieron en Moncloa en abril de 2022, poco después de que el principal partido de la oposición consumase su abrupto cambio de liderazgo.
Feijóo nunca respondió, ni a favor ni en contra, pero el fichaje de Sayas y Adanero confirma que no tiene la menor intención de volver a aquel pacto, suscrito con el fin de limitar una práctica cuyos “efectos suponen la alteración de la representación política durante la misma legislatura, cambiando la orientación de la relación de fuerzas surgida de las urnas” y que “no sólo son perjudiciales para la gobernabilidad, sino que deterioran los fundamentos del sistema político, propiciando disfunciones y comportamientos que pueden instalarse de forma endémica en nuestra vida pública”.
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La entrada de ambos tránsfugas, alineados en posiciones más próximas a Vox que del PP —los dos cosechan con frecuencia aplausos de la bancada ultra gracias a la dureza de sus intervenciones contra el Gobierno—, demuestra que al líder del PP le vale todo con tal de engrosar sus filas. A falta de una amalgama mejor, el hilo conductor que une a los dos exdiputado de UPN con los sorayistas que Feijóo empezó a recuperar la semana pasada, encabezados por Borja Sémper e Íñigo de la Serna, ambos ideológicamente más templados, así como con los dirigentes de Ciudadanos que Génova está tratando de captar a pesar de la incomodidad de Isabel Díaz Ayuso, no es otro que el deseo, común a todos ellos, de echar a Pedro Sánchez de la Moncloa.
Con el fichaje de Sayas y Adanero, Feijóo asume otra línea de actuación de Casado: la voluntad de no ponerse límites a la hora de forzar mayorías. La anterior dirección del PP fue quien instigó con éxito la compra de diputados de Ciudadanos a cambio de cargos públicos para dinamitar la moción de censura contra López Miras.
Una actuación que en su día motivó una resolución de los expertos de la comisión antitransfuguismo que certificó la “condición de “tránsfugas” de los cuatro exdiputados de Ciudadanos que tumbaron la moción de censura en Murcia, así como del presidente de esta región, Fernando López Miras, al considerar que fue “inductor y beneficiario” de la conducta tránsfuga de estos parlamentarios.
Alberto Núñez Feijóo extiende una mano para pedir pactos de Estado al Gobierno mientras usa la otra para enterrar, definitivamente, uno de los que históricamente han intentado poner freno a la compraventa de voluntades políticas: el pacto antitransfuguismo.