De decir que no podía “dejar entrar en el gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quiénes están deshumanizando a los inmigrantes, y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI”, a considerar “imprescindible el respeto, el diálogo y el acuerdo programático con Vox”. El giro que ha llevado a cabo la lideresa del PP en Extremadura, María Guardiola, empujada por Alberto Núñez Feijóo, ha sido de 180 grados.
La misma persona que la semana pasada, hace muy pocos días, llamó “señor feudal” al líder extremista, Santiago Abascal, y “capataz” a su mano derecha, Jorge Buxadé; la candidata del PP que denunció las “ansias de poder y soberbia” de Vox, su deseo de “ocupar sillones” y sus “zancadillas, desunión y ansia” y los contrapuso a los “principios, ideas y compromiso” del Partido Popular extremeño, dice ahora que está ante “una oportunidad histórica”.
“Para llegar al destino, un paso siempre debe seguir a otro, y hay que darlos en el orden adecuado para que la travesía sea culminada con éxito. Porque cada paso es decisivo y el Partido Popular tiene un doble objetivo al que no vamos a renunciar, y es conformar el mejor gobierno para Extremadura y para España”.
Ni rastro de su desafío a la extrema derecha, cuando decía que no iba a “mercadear con la ilusión de Extremadura, a regalar consejerías” o a “entrar en batallas culturales que están superadas”.
Órdenes de Génova
La dirección de Génova ha forzado a su candidata por Extremadura a dar marcha atrás, a desdecirse de sus graves acusaciones contra Vox y a desistir del dilema que estaba planteado en sus constantes entrevistas en los medios de comunicación: o gobernaba en solitario, decía, o habría que ir a nuevas elecciones.
Feijóo ha optado por corregirla a ella y avalar, de paso, la estrategia de su homólogo valenciano, Carlos Mazón, que no ha tenido inconveniente alguno en dar entrada a los ultras en su gobierno, en ceder a sus propuestas en materia de violencia machista, inmigración y educación y que acaba de entregar la presidencia de Les Corts a una diputada de Vox conocida por su ultracatolicismo y su militancia contra el aborto.
El líder del PP y su equipo han optado por esta solución teniendo muy en cuenta el coste que la actitud de Guardiola estaba provocando en el partido allí donde sí ha pactado con la extrema derecha —Castilla y León, la Comunitat Valenciana, Aragón y Balears, además de 140 municipios de toda España— y a la vista de la dificultad que el propio Feijóo estaba teniendo para justificar por qué el partido actúa de manera contradictoria en cada territorio.
Guardiola se ha visto forzada a enviar a sus militantes una carta reculando. En ella dice textualmente que quiere “evitar interpretaciones malintencionadas o distracciones que nos aparten del camino” y aparcar el pulso con Vox. Sus palabras, afirma la lideresa extremeña del PP trasladando a sus militantes el argumentario de Génova, están siendo utilizadas “para tratar de influir en la campaña nacional, y esa presión se está trasladando injustamente al PP en su conjunto”.
La prioridad es Feijóo
La razón de este volantazo la explica ella misma: “En un mes volvemos a tener una cita importantísima en la que nos jugamos el futuro del país” y en la que el PP necesita “repetir e incluso mejorar ese extraordinario resultado”. La prioridad para Génova es que Feijóo tenga el mejor resultado posible. No los principios que antepuso Guardiola hace ahora una semana. “Nada ni nadie debe desviarnos de esta meta”, llevar a Feijóo a la Moncloa, admite en la carta. “Lo responsable y procedente es anteponer el interés de nuestro país y evitar cualquier crispación”.
Pese a que públicamente había dicho que dejaría su puesto si Génova intentaba obligarla a pactar con Vox, Guardiola no ha aguantado ni una semana. La presión sobre ella se hizo visible el viernes en Madrid, durante el acto de toma de posesión de Isabel Díaz Ayuso, a la que había sido invitada.
No hay constancia de una reunión con Feijóo, pero sí de del frío respaldo mostrado por el presidente nacional del PP, que se enredó en porcentajes de voto para justificarla pero sin apoyar los motivos que ella había alegado para defender su oposición. La propia Ayuso defendió pactar con Vox, igual que la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre. Hicieron el resto los articulistas de la derecha mediática, muy descontentos con ella y con la manera en que Génova gestionó la negociación de los pactos, hasta el punto de que las críticas directas a Feijóo habían comenzado a arreciar.
El equipo de campaña de Feijóo, a diferencia de lo que ocurrió en las municipales del 28M, está teniendo serias dificultades para marcar en los contenidos. Lleva semanas obligado a dar explicaciones, la mayoría de las veces contradictorias, para justificar las negociaciones en diferentes territorios. Feijóo ha acabado definitivamente vinculado a Vox, hasta el punto de que ya nadie duda de que llegado el caso gobernará con la extrema derecha. Y ya hay encuestas que detectan un cierto estancamiento de la expectativa de voto del PP y una reactivación de voto de la izquierda. Nada preocupante, de momento, pero sí lo suficientemente significativo como para que Génova se lo haya tomado en serio.
Sin asesor estratégico
La presión contra Guardiola se extendió además a su principal asesor estratégico, Santiago Martínez-Vares, director de la agencia Rebellious Words y autor intelectual de la táctica que llevó a la candidata del PP al resultado del 28M confrontando abiertamente con los ultras. La web Okdiario, muy vinculada a la extrema derecha, pero que pide abiertamente el voto para Feijóo, difundió una grabación en la que Martínez-Vares asegura querer acabar con Santiago Abascal.
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A través de un comunicado, su agencia comunicó que ha dado por terminada su relación profesional con Guardiola para evitar “que quienes quieren hacerle daño” encuentren en su relación con ella “un motivo para atacarla“.
Entretanto, el líder de Vox, Santiago Abascal, bendijo el giro de Guardiola, que considera una rectificación en toda regla. Es un "buen paso", aseguró en Les Cortes Valencianes, a donde había acudido para presenciar cómo el PP hacía presidenta de la Cámara a una diputada ultracatólica de su partido. “El respeto es básico entre las dos fuerzas políticas que han votado los extremeños. Estamos obligados a entendernos y a construir una alternativa”.
Génova intenta desde hace días que se deje de hablar de pactos y ahora confiaba que el cambio de postura de Guardiola sirviera para retirar de las primeras páginas de los periódicos y de los informativos su errática política de pactos. Feijóo lo intenta por todos los medios. El viernes trató de volver a meter en la agenda el tema de Bildu y Esquerra y este lunes lo hizo avanzando algunas de las propuestas de lo que será, dijo, su programa económico cuando llegue a la Moncloa.
De decir que no podía “dejar entrar en el gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quiénes están deshumanizando a los inmigrantes, y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI”, a considerar “imprescindible el respeto, el diálogo y el acuerdo programático con Vox”. El giro que ha llevado a cabo la lideresa del PP en Extremadura, María Guardiola, empujada por Alberto Núñez Feijóo, ha sido de 180 grados.