El expresidente del Gobierno Felipe González advirtió del regreso al "caos" que supondría hacer caso a los "montones de tonterías" que se dicen sobre la reforma de la Constitución planteada como la única solución para que España haga frente a la actual crisis social e institucional, una propuesta que también genera dudas al que fuera su vicepresidente, Alfonso Guerra, quien avisó de que "la política del contentamiento no funciona con los nacionalismos".
González y Guerra volvieron a compartir atril este jueves en la Casa de América de Madrid para recordar los 40 años del congreso de Suresnes (Francia) y, aunque con matices, coincidieron en su escepticismo ante la posibilidad de reformar la Carta Magna y en sus críticas a los nacionalismos. Y lo hicieron sin referirse expresamente ni al presidente de la Generalitat, Artur Mas, ni a la propuesta de reforma del actual secretario general, Pedro Sánchez, que escuchaba muy atento a ambos para después defender su reforma federal.
Los históricos dirigentes socialistas –antiguos amigos que no compartían escenario desde que coincidieran en un mitin en 2011– elogiaron la tarea de los socialistas que siguieron defendiendo sus ideas en los difíciles años de la dictadura y alabaron el pacto constitucional de 1978. Guerra defendió que están "equivocados" quienes critican este acuerdo, porque no se podía haber ido ni "más lejos" ni "más cerca" de donde se llegó. Además, González recalcó que, hasta este momento, los españoles nunca habían conseguido que su texto fundamental perdurara de una generación a otra. "Siempre se liquidó para hacer un invento que nunca funcionaba", ha dicho.
Por eso, el expresidente alertó de que el "debate" sobre la reforma de la Carta Magna es "muy viejo y antiguo", aunque evitó referirse directamente a la reforma de la Constitución con un sentido federal que defiende la dirección del PSOE para hacer frente al desafío soberanista en Cataluña.
Un proyecto "con vocación de mayoría"
Para ello se remontó al cuarto presidente de EEUU, James Madison, de quien recordó sus palabras a favor de mantener la vigencia de la Constitución como "marco habilitante". "El marco habilitante es el que nos permite actuar con reglas incluso para cambiar lo que sea necesario de ese marco. Si se desprecia esa herencia, nos podemos encontrar con una situación de caos", defendió. Y dicho esto, recalcó que considera un error pensar que cada generación tiene que elaborar su propia Constitución o, como ha dicho en otro momento, que "los muertos no tienen que gobernar sobre los vivos".
El expresidente reclamó que, en lugar de centrarse en la reforma de la Constitución, el PSOE impulse un proyecto "con vocación de mayoría", al igual que se hizo tras el congreso de Suresnes que derivó en la victoria socialista en 1982. "No hay que pensar en cómo pierde la mayoría el adversario para componer las relaciones de fuerzas", remachó González.
Eso sí, admitió que entre los mayores desafíos a los que se tendrá que enfrentar ese nuevo PSOE está la "grave crisis territorial", que resumió en el hecho de que "el nacionalismo tan destructivo vuelva a galopar" en España y en otros países. En este sentido, en la única alusión al desafío independentista catalán, lamentó que se hable de nuevo de "los buenos y los malos catalanes".
El que fuera su vicepresidente también dejó claras sus dudas sobre las posibilidades de emprender esta reforma. "Son muchos los que están convencidos de la necesidad de perfeccionar la Constitución que nos hizo ciudadanos", señaló, para después preguntarse "a saber qué reforma es posible, atendiendo a la posición hoy de las fuerzas políticas".
Guerra avisó de que "la política del contentamiento no funciona con los nacionalismos", porque la "base" de su proyecto es "el descontento y el victimismo" y su "técnica, la manipulación y el engaño" y cargó contra el presidente de la Generalitat, Artur Mas, a quien no nombró, pero de quien habló al denunciar a esos "políticos borrachos de la vanidad" que "empujan a su comunidad a una secesión suicida bajo las presiones del nacionalismo". Dicho esto, apuntó a las "experiencias de los años 30" y señaló que ya se conocen "bien" esas tentaciones de "embelesar a millones de personas" con una política basada en "la vanidad y la arrogancia".
"Nacionalismo y socialismo son incompatibles"
Además, advirtió de que "socialismo y nacionalismo son incompatibles". De hecho, defendió que cuando un socialista se declara nacionalista, no sabe si será nacionalista pero "es seguro que no es socialista". Y reconoció que los socialistas no siempre han actuado "con lucidez" en este asunto, porque, en su opinión, permitieron pervivir la "patrimonialización del concepto de España por la dictadura franquista", de manera que se ha creado en la izquierda una cierta "reticencia para hablar de España" que ha facilitado la política nacionalista.
Hasta el punto, dijo, que se considera heroico gritar "visça Cataluña" o "gora Euskadi", pero "denigrante" decir "viva España". Esto, avisó, supone "regalar España a la derecha", que es precisamente quien votó en contra de la Constitución de 1978. "No podemos caer en este tipo de error", insistió.
Sánchez: "El verdadero ser de España, una España federal"
Tras estas intervenciones, el secretario general del PSOE defendió su propuesta de reforma constitucional, que planteó por primera vez su antecesor, Alfredo Pérez Rubalcaba, que no estuvo en el acto. Sánchez subrayó la conveniencia de emprender esa reforma que "alumbre el verdadero ser de España, que es la España federal".
Sánchez volvió a pedir al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que se avenga a esta reforma, porque "con la ley no basta, es condición necesaria pero no suficiente". Mientras tanto, reclamó a Mas, que está "empecinado y obstinado en seguir con una consulta que sitúa a Cataluña fuera de la legalidad constitucional" que respete las leyes.
Ataques a Podemos
González también reclamó ante Sánchez que impulse un proyecto "con vocación de mayoría que llene el vacío entre lo banal y la demagogia populista" que, en su opinión, domina en la actualidad la escena política. El expresidente advirtió del riesgo de no pasar a la iniciativa en la defensa de un proyecto propio. "No hay que pensar en cómo pierde la mayoría el adversario para componer las relaciones de fuerzas", resumió, para añadir que esta fue la clave para la victoria de 1982.
"No vale sólo con decir lo que está mal sino también lo que estamos dispuestos a hacer", apostilló, al tiempo que abogaba por "un nuevo comienzo" en el PSOE. "Un PSOE con proyecto para conquistar la mayoría de los ciudadanos, eso sería el nuevo Suresnes hoy", ha enfatizado.
Pedro Sánchez, Felipe González y Alfonso Guerra, con la dirigente federal y presentadora del acto, Adriana Lastra, este 16 de octubre en la Casa de América de Madrid | INMA MESA
Guerra también encaró el aniversario de Suresnes como un momento de "recuerdo" pero también de "compromiso con el futuro". Así, recordó que en 1977, cuando cayó la dictadura, el socialismo se presentó "de nuevo" a los españoles con el temor de que el favor de los españoles se fuera "a otra fuerza política de la izquierda beneficiada por la propaganda del régimen", el Partido Comunista (PCE), y apuntó que algo así sucede en la actualidad. "Ahora otros populismos están beneficiados por las cadenas de televisión, incubando el huevo de la serpiente, porque si alguna vez tuvieran el poder lo primero que harían sería cerrar esas cadenas siguiendo las enseñanzas de sus maestros allende los mares", avisó.
Sánchez: "Nuevas ideas y más socialismo"
Sánchez se comprometió a liderar un proyecto con "nuevas ideas y más socialismo" para que su partido vuelva a tener "un gran principio" como el que tuvo en 1974 cuando Felipe González protagonizó el congreso de Suresnes y defendió que, para eso, también es esencial "recuperar la ejemplaridad perdida en algunas ocasiones" y "quitar cualquier tipo de despojo que haya de corrupción". "Si hacemos esto, y estoy convencido de que lo estamos haciendo ya, no me cabe duda que volveremos a tener un gran principio", señaló.
Sánchez se mostró convencido de que, si sacan adelante este proyecto y lideran "un nuevo contrato social", los socialistas pueden volver a ganar las elecciones generales en 2015. Según dijo, si en el 1982 triunfó "la España de los derechos" y en 2004, "la España de las libertades", el próximo año lo hará "la España de las oportunidades".
Tras agradecer el trabajo de quienes hicieron posibles esos cambios en España, también ante el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, el líder de los socialistas hizo hincapié en que su generación está llamado a "limpiar" el cauce que es el PSOE y "recuperar su ejemplaridad perdida en algunas ocasiones". Sánchez insistió en que los españoles miran al PSOE como "el partido del cambio", un cambio que "sólo pueden liderar" los socialistas y que requiere un partido "ejemplar", que no sólo base su política en palabras, sino también en hechos.
El PSOE, hoy "más decente"
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En este punto, sacó pecho de la contundencia con la que han reaccionado a la implicación de socialistas en el escándalo de las tarjetas B de Caja Madrid. "Yo creo que el PSOE es hoy un partido más decente si cabe después de haber expulsado a los usuarios de las tarjetas negras de Caja Madrid", ha señalado. Entre ellos se encuentra Virgilio Zapatero, que fue ministro con Felipe González.
Además, también defendió su intención de poner "un candado a las puertas giratorias" y se comprometió a que no habrá más expresidentes del Gobierno que sigan cobrando del erario público si mantienen una actividad privada continuada. Según dijo, el "capitalismo de amiguetes", el PSOE se lo deja a Miguel Blesa, a José María Aznar, a Mariano Rajoy Rajoy, a "toda la Gürtel y a todos los amiguitos del almaGürtel ".
En su intervención, Guerra también animó a sus compañeros a declarar su orgullo de ser socialistas aunque haya "decepciones" entre algunos de los suyos. El veterano dirigente socialista denunció que "la codicia se ha apoderado de los hombres, también a veces de gente que dice militar" en el PSOE. "Me avergüenza que por dinero algunos apuñalen los principios del socialismo", reconoció, entre los aplausos del auditorio.
El expresidente del Gobierno Felipe González advirtió del regreso al "caos" que supondría hacer caso a los "montones de tonterías" que se dicen sobre la reforma de la Constitución planteada como la única solución para que España haga frente a la actual crisis social e institucional, una propuesta que también genera dudas al que fuera su vicepresidente, Alfonso Guerra, quien avisó de que "la política del contentamiento no funciona con los nacionalismos".