Félix Bolaños: "La primera decisión importante de Feijóo en el PP es echarse en brazos de Vox en Castilla y León"

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Confiesa que primero sintió “sorpresa” y luego “tristeza”.

Félix Bolaños (Madrid, 1975) no acostumbra a hacer política de los sentimientos y, menos, a expresar los suyos. Es el ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática y, aunque ahora sale más en los medios de comunicación (“No creo que salga más, pero parece que tengo algo más de impacto”, corrige), es de los ministros más discretos y sobrios. De su ministerio se dice que vale infinitamente más por lo que calla que por lo que cuenta. No en vano, es el que redacta el orden del día de todos los Consejos de Ministros en coordinación con los altos cargos de cada uno de los departamentos. 

Persona de máxima confianza de Pedro Sánchez desde el principio del principio (las primarias del PSOE en 2014), es el encargado de algunas de las negociaciones más delicadas. Reivindica haber contribuido a que el Gobierno haya sacado adelante 135 iniciativas legislativas en lo que va de mandato “pactando con todas las fuerzas”, recalca. Para quien cree que el Gobierno hace aguas, él responde que esa tasa de éxito prueba que “la estabilidad parlamentaria es digna de elogio”. Pese a una pandemia de olas múltiples, un volcán y una guerra. E incluso pese a la votación de la reforma laboral.

Primero “sorpresa” y luego “tristeza” en el Congreso de los Diputados hace sólo unos días. No tanto por que el diputado de Vox José María Sánchez lo comparase a él con Joseph Goebbels y a Pedro Sánchez con Adolf Hitler. “Me sorprendió… ¡que no pasaba nada! ¡Todo el mundo en el Congreso ha normalizado a la ultraderecha y sus insultos! Este señor hacía unas comparaciones aberrantes y todo el mundo seguía como si tal cosa”, explica, todavía perplejo, en esta entrevista con infoLibre cuya transcripción completa (en formato pregunta-respuesta) puedes leer aquí

Tenemos que decirle a la ultraderecha que no. Que basta ya. Que no se tiene que insultar

Y tristeza al ver “que la ultraderecha se cree con el derecho de insultar impunemente a personas demócratas, a quien no piensa como ellos, al presidente del Gobierno” elegido “democráticamente por los españoles”. El diputado de Vox gritó su comparación al día siguiente de que el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, comparase lo ocurrido en Bucha o Mariupol con Gernika, algo que había indignado a Vox y a su esfera. Por eso él se muestra tajante, quizás más que en cualquier otro momento de la conversación. “Tenemos que decirle a la ultraderecha que no. Que basta ya. Que no se tiene que insultar y que tienen que integrarse en la democracia asumiendo las reglas, no intentar socavar todos los días las instituciones y a los que estamos en una responsabilidad de gobierno”.

Bolaños no ahorra en detallar por qué no hay que considerar a Vox como un partido más ni reducirlo a uno de “personas que puedan resultar anticuadas, ridículas o nostálgicas”. La lista es larga: “Aboga por ilegalizar partidos políticos que no piensan como ellos, quiere cerrar medios de comunicación, pide anular el derecho de huelga, bajar los salarios porque rechazan que se apliquen convenios colectivos en las empresas, acabar con el Tribunal Constitucional o con las comunidades autónomas, no reconoce la violencia de género, derogaría el matrimonio homosexual [...] Es el único partido al que no le gusta que se conozcan sus propuestas” porque está más cómodo en “las mentiras para sembrar odio y generar crispación”.

Este lunes, salvo muy improbable sorpresa, Alfonso Fernández Mañueco será investido por segunda vez como presidente de Castilla y León. Pero no será como en 2019, ya que el dirigente popular ha cambiado a los tres consejeros y al vicepresidente de Ciudadanos por los de Vox. La extrema derecha entra, por primera vez, en un Gobierno autonómico, algo que no había ocurrido antes. 

Sin ninguna duda el pacto con Vox en Castilla y León es responsabilidad de Feijóo

Es un antes y un después”, explica Bolaños. “Las derechas en Europa saben lo que significa la ultraderecha. Como lo saben, no llegan a acuerdos con ella. Por ejemplo, no pactan con Le Pen o con la extrema derecha alemana. Sin embargo, en España, lo que está haciendo Feijóo nada más llegar a su período de mandato en el PP es meter a la ultraderecha en un gobierno”.

Según él, no solo el PP ha dado “un paso muy grave”. También su nuevo líder, Alberto Núñez Feijóo, que el jueves pasado se reunió con Sánchez en el palacio de la Moncloa. “Sin ninguna duda es su responsabilidad. Este acuerdo se adopta cuando Feijóo ya es el líder de facto del PP. Ya había sido elegido por todos los líderes territoriales y era el único candidato”. Feijóo ha llegado a la dirección del PP nacional y ha decidido “echarse en los brazos de Vox. Una derecha europea y moderna tendría que evitar abrazarse y plegarse a las condiciones de la ultraderecha para seguir gobernando en Castilla y León”. 

Lo mismo podría ocurrir en Andalucía, donde no hay ninguna encuesta que indique que Juanma Moreno Bonilla pueda ser investido sin el apoyo de Vox. Tras las elecciones de diciembre de 2018, ambas formaciones sellaron un pacto. Pero Castilla y León marca un punto de inflexión, porque el partido de Santiago Abascal ya no se conforma con apoyar desde fuera sino que quiere consejerías.

Para Bolaños, Vox es la prueba del algodón de la moderación de Feijóo. “Cuando uno pretende presentarse como una persona moderada y de centro, esas palabras se compadecen muy mal con los hechos y la realidad”, insiste.

Hechos es lo que el Gobierno pide también al PP tras la reunión del jueves. Reconoce que el encuentro, que duró tres horas, es un “primer paso y, por tanto, es positivo que se haya celebrado. Fue cordial, amable”, pero sin que Feijóo dijera sí a ninguno de los 11 pactos que le propuso Sánchez (incluían el decreto sobre las consecuencias de la guerra en Ucrania, renovar el CGPJ o reafirmar la oposición a la violencia de género). Ni viceversa a las propuestas del líder del PP, todavía pendientes de ser plasmadas en un documento y que éste explicó a la prensa al concluir la reunión. 

¿Cree que España está inmersa ya en una crisis económica? “No”, responde tajante. “Tenemos una base económica sólida. La recuperación y el crecimiento que estábamos teniendo eran robustos. Piense que durante el último trimestre de 2021, España fue el que más creció, el que más subió el PIB de la UE”, explica. “Más de un 5% de crecimiento del PIB el año pasado. Por encima de las 800.000 personas ocupadas más en el último año. Veinte millones de ocupados, con la mayor cifra histórica en la Seguridad Social… y en marzo, pese al impacto de la guerra, hemos conseguido crear empleo. Es decir, que hay unas bases sólidas y lo hacemos con disciplina fiscal, llevando bien las cuentas”. 

Las medidas que hemos puesto en marcha van a funcionar

A renglón seguido, quizás como un antídoto ante el triunfalismo que a veces ven sus adversarios políticos, viene la cruz de la moneda. “Tenemos claro que la situación es compleja. La conocemos perfectamente. Sabemos lo que cuesta a un ciudadano ir a la gasolinera, lo que cuesta calentar una casa o a cualquier empresa pagar la factura de la luz, no le digo nada si es una industria potente o electrointensiva… Precisamente por eso, porque sabemos que la guerra va a tener consecuencias en España y Europa, hemos adoptado un paquete de medidas en un decreto-ley”. Incluyen el tope a los alquileres, ayudas directas a los transportistas, ganaderos o agricultores, la subida del Ingreso Mínimo Vital o la rebaja en los carburantes. “Las medidas que hemos puesto en marcha van a funcionar”, promete Bolaños al describir el paquete “más ambicioso de Europa, lo mire por donde lo mire”.

Ya en vigor, llegará después de Semana Santa al Congreso. Si no se convalidase, todas esas medidas quedarían sin efecto. El Gobierno parece tener ya los votos, algo que argumenta por haber escuchado antes las propuestas de los grupos, pero el PP asegura que no lo apoyará sin decir que votará en contra, por lo que podría abstenerse. 

Feijóo quiere hacer de la economía su principal ariete contra el Gobierno y, dentro de ese capítulo, las rebajas fiscales ocupan buena parte de su tiempo. Bolaños sonríe. “El PP tiene una vieja costumbre en relación con los impuestos. Cuando está en la oposición siempre pide bajarlos y cuando está en el Gobierno siempre decide subirlos. Hay muchos ejemplos. Me viene a la memoria una recogida de firmas para bajar el IVA cuando el PP estaba en la oposición. Tan pronto como llegaron al Gobierno, lo subieron. No sé qué hicieron con las firmas recopiladas. En esta materia, la credibilidad del PP es bastante escasa”, según él. 

Pedir menos impuestos y más ayudas es realismo mágico, ningún país europeo ha bajado impuestos

El ministro reivindica que, en realidad, ya hay muchos impuestos que han bajado. “Hay un paquete de bajada de impuestos que afecta a la electricidad que supone entre 10.000 y 12.000 millones de euros para el erario público. Es dinero que no ingresa el Tesoro Público. Hemos tomado otras medidas: eximir de la tasa portuaria al sector pesquero o reducir los peajes de las electrointensivas en un 80% [...] Es muy fácil en la oposición decir que hay que bajar impuestos y que quieren más ayudas. Eso no deja de ser realismo mágico. El Estado ha de tener recursos para hacer políticas públicas y paliar los efectos de la crisis. Por cierto, ningún Gobierno europeo ha bajado impuestos”. 

¿Y subir impuestos o aplicar bajadas con progresividad? ¿Tiene sentido que el comisionista Luis Medina Abascal se beneficie de la bajada del gasóleo tanto como un transportista que trabaja a pérdidas? ¿Tiene sentido que las empresas eléctricas con grandes beneficios no contribuyan un poco más? “Es un debate muy interesante”, responde. “Con la bajada del precio de las gasolinas hemos priorizado que sea inmediata. Cualquier otro modelo llevaba más tiempo, era complejo y difícil de implementar. Lo que queríamos era que desde el 1 de abril bajase la gasolina. Y se notó. Llené el depósito la semana pasada y en mi factura tenía 13 euros de descuento”. 

Europa está volviendo a nuestros corazones al apostar por un modelo socialdemócrata y por lo público

Para bajar una inflación que reconoce “desbocada” es imprescindible bajar los precios de la energía, algo por lo que Sánchez y el primer ministro portugués, António Costa, batallaron en la última cumbre europea. Según él, Europa, también los gobiernos conservadores de algunos de sus países, aplica sin escándalo medidas netamente socialdemócratas. “La UE está apostando por un modelo socialdemócrata para la salida de las crisis y se ha acogido con total normalidad por parte de gobiernos socialdemócratas y conservadores”, algo muy distinto a lo ocurrido en la crisis financiera y de deuda de hace una década, cuando se optó por la “austeridad, los recortes y el dolor”. “Cuando hay una crisis, cuando vienen mal dadas, hay que apoyar lo público para que pueda ayudar a las personas o sectores con más dificultades. En esos momentos, al liberalismo ni está ni se le espera, como entendimos en 2008. Sólo caben políticas públicas y socialdemocracia. Europa está volviendo a nuestros corazones con políticas de manera conjunta”, se felicita.

Los abusos en la Iglesia y la Ley de Memoria

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Como ministro de la Presidencia, entre sus funciones está la relación con la Conferencia Episcopal, de la que espera colaboración para esclarecer los abusos cometidos en el seno de la Iglesia. “Yo me reuní con el cardenal Omella, el presidente de la Conferencia Episcopal. Le pedí que colaborara con esa comisión por el bien de la Iglesia en primer lugar. No puede parecer que la Iglesia mira para otro lado, tiene que comprometerse”. ¿Se comprometió a algo concreto? “Me dijo que lo iba a estudiar y que tenía que ver exactamente cómo se iba a organizar esa comisión” que el Congreso le ha pedido al Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo.

Bolaños confía en esa iniciativa pública. No así algunas de las víctimas, como el escritor Alejandro Palomas, que llegó a reunirse con Pedro Sánchez y ahora participa en una plataforma crítica con la ‘comisión Gabilondo’. “Es muy respetable. Lo que tenemos que hacer es poner las condiciones para que todas las personas que quieran acudir a esas comisiones de investigación para esclarecer los hechos puedan hacerlo. A mí me importa mucho la parte de prevención, de que no vuelva a pasar nunca en el futuro y cuáles son las iniciativas legislativas que debemos tomar”. 

¿Y la Ley de Memoria? Ya está en tramitación, pero los socios del Gobierno no creen que vaya a ver la luz en esta legislatura, como publicó infoLibre. “Espero que sea una ley comprometida con las víctimas, siguiendo los estándares europeos, que apueste por la verdad, la Justicia y la reparación, por el deber de no repetición. La memoria es también el presente. Cuando vemos imágenes en Ucrania tenemos que saber que esas imágenes ocurrieron hace muchas décadas en España. También hubo bombardeos indiscriminados sobre población indefensa en España. También hubo muchas personas que tuvieron que salir de su país despavoridas, huyendo de la guerra y del terror. La memoria al final es no sólo solidarizarte con la víctima sino también recordar lo que pasó para que nunca jamás se vuelva a repetir”. 

Confiesa que primero sintió “sorpresa” y luego “tristeza”.

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