Los fondos buitre encuentran un nuevo filón: las deudas de pequeños Ayuntamientos

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Al clásico cartel de Se vende se le ha unido en los últimos años un sorprendente complemento directo: Se vende aldea. Se vende pueblo. La despoblación y el abandono dejan detrás viviendas en ruinas, tierras sin labrar, pero también posibilidades para quien pueda y sepa “sacar partido”, como indica en su dominio web y correo electrónico la inmobiliaria española especializada en este tipo de bienes desde hace casi 30 años: Aldeas abandonadas. Con el discurso político y mediático centrado en la insostenible crisis de vivienda en las ciudades, hay otros movimientos tectónicos ocurriendo de manera más discreta en lugares donde apenas se repara. Se está vendiendo todo: aldeas, pueblos deshabitados, viviendas rurales, castillos, molinos, pazos, masías, mansiones, bodegas, casonas, fincas, palacetes. ¿Quién tiene entre 20.000 y 200.000 euros para comprarlos? Bastantes particulares y empresas, antiguos emigrantes que regresan con capital y extranjeros que disponen del dinero para aterrizar. ¿Quién tiene el millón de euros adicional que en ocasiones se necesita para rehabilitar y poder, efectivamente, sacar partido a la compra? Ahí viene la letra pequeña de este sismo inmobiliario: fondos de inversión y fondos buitre suelen estar detrás o directamente en la firma de algunas de estas operaciones cuando hay gran riesgo o gran capital mediante.

El último caso que se ha conocido en España, y al que se refieren de inmediato los abogados de los despachos especializados consultados para este reportaje, es el de Burguillos, una localidad sevillana de unos 6.600 habitantes. Un fondo buitre que, como la mayoría de los que están entrando en este mercado, es estadounidense, ha comprado la deuda del Ayuntamiento: unos 27 millones de euros. ¿Por qué a KSAC Europe Investments, con sede en Nueva York, le interesa la deuda de un municipio español? “Es la típica dinámica de los fondos buitre en el ámbito bancario. Ahora encuentran un filón en créditos de los Ayuntamientos, porque tienen activos inmobiliarios”, explica a infoLibre Juan Ignacio Navas, del despacho especializado en derecho bancario Navas & Cusí. “Compran la deuda por un porcentaje inferior a su importe, por ejemplo, 1 millón de euros lo compran por 100.000 y, entonces, comunican al deudor que a partir de entonces se deben relacionar con ellos, y comienzan a reclamarles la totalidad a través de los inmuebles, van a por los inmuebles municipales”, indica a infoLibre Fernando Gavín, del despacho de litigación bancaria Gavín y Linares.

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¿Y cómo llegan los fondos buitre a saber, siquiera, que un pueblito español está en aprietos de deuda o directamente abandonado? Contactan con consultoras sobre en qué se puede invertir en España. Después de mercados tan competidos y saturados como las grandes capitales y las costas, los ojos de estos avistadores se han posado sobre un territorio inadvertido pero vasto. El 80% de la población española vive sólo en el 20% del territorio. En el 80% del territorio que alberga sólo al 20% de la población tienen todavía mucho por conquistar. “En el último año, hemos detectado que, a pesar de la subida de tipos de interés, el precio de la vivienda no baja, sino al contrario. La gente no puede adquirir hipotecas, porque están carísimas. Pero tanto los bancos como los fondos buitre tienen especial interés en adquirir inmuebles y eso nos lleva a pensar que está empezando una nueva burbuja inmobiliaria. Que van a pegar otra subida enorme. Y probablemente esto de comprar las aldeas se haga pensando en un mercado extranjero, personas que valoran muchísimo vivir en un sitio tranquilo con buen clima. Está cada vez más de moda en Estados Unidos retirarse en Europa, lo tienen idealizado”, reflexiona la abogada Loleta Linares.

Un nueva gallina que todavía no pone sus huevos de oro

Los anuncios de pueblos a la venta llaman la atención en los medios locales, donde trasluce una cierta esperanza de cualquier posibilidad de futuro distinta al abandono total. Los compradores suelen presentarse con grandes promesas de creación de empleo y dinamización, como ocurre con el boom de las plantas de biogás, pero tantas veces no se concreta o queda en muy poco. Un caso paradigmático de estas gallinas que todavía no ponen sus huevos de oro es el de Salto de Castro, un pueblo de Zamora que salió a la venta en Idealista y fue adquirido por el empresario toledano Óscar Torres por 300.000 euros, con el apoyo de un fondo de inversión chileno. En teoría iba a desarrollar en él un proyecto de turismo rural, pero la operación ha terminado en que la localidad está de nuevo a la venta. Ahora por 580.000 euros. “Un grupo árabe y uno estadounidense” han estado interesados, según el portal inmobiliario, pero hasta el momento no ha trascendido que la transacción se haya completado.

“Esto es muy complicado, no es tan fácil, ni tan bonito, recibimos muchas llamadas, muchos correos, pero nos quedamos con poca cosa”, asegura en conversación con este periódico Elvira Fafián, creadora y responsable de Aldeas abandonadas, inmobiliaria que se presenta como la primera de España especializada en este tipo de ventas. Cuando ellos abrieron, “hablar de vender pueblos sonaba rarísimo”. Ahora participan en un mercado que crece con nuevos actores, como los fondos buitre. “Hay llamamientos de ven a lo rural, lo rural existe, hay plataformas que se están beneficiando, pero no todo vale. Necesitamos gente, pero con una base, con proyectos”, defiende. Ellos trabajan sobre todo con particulares y empresas. “Mucha gente nos llama que quiere volver a vender, y pierden dinero en el camino. Porque no han encajado en el medio rural, porque los críos se hacen mayores y ya no quieren esa vida, porque una persona de la pareja se queda sola”, indica. También les llaman fondos buitre. “Llaman, se pueden interesar, pero nosotros transacciones no estamos haciendo, nosotros pedimos saber qué se va a hacer después de la inversión. No es que rechacemos, pero cuando viene un comprador averiguas, pides carta de intención, certificado bancario. Prefiero que venga un particular o un empresario, pero aceptamos todo”.

Al clásico cartel de Se vende se le ha unido en los últimos años un sorprendente complemento directo: Se vende aldea. Se vende pueblo. La despoblación y el abandono dejan detrás viviendas en ruinas, tierras sin labrar, pero también posibilidades para quien pueda y sepa “sacar partido”, como indica en su dominio web y correo electrónico la inmobiliaria española especializada en este tipo de bienes desde hace casi 30 años: Aldeas abandonadas. Con el discurso político y mediático centrado en la insostenible crisis de vivienda en las ciudades, hay otros movimientos tectónicos ocurriendo de manera más discreta en lugares donde apenas se repara. Se está vendiendo todo: aldeas, pueblos deshabitados, viviendas rurales, castillos, molinos, pazos, masías, mansiones, bodegas, casonas, fincas, palacetes. ¿Quién tiene entre 20.000 y 200.000 euros para comprarlos? Bastantes particulares y empresas, antiguos emigrantes que regresan con capital y extranjeros que disponen del dinero para aterrizar. ¿Quién tiene el millón de euros adicional que en ocasiones se necesita para rehabilitar y poder, efectivamente, sacar partido a la compra? Ahí viene la letra pequeña de este sismo inmobiliario: fondos de inversión y fondos buitre suelen estar detrás o directamente en la firma de algunas de estas operaciones cuando hay gran riesgo o gran capital mediante.

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