Guerra al humo: las ciudades en las que se inspira el plan de la Generalitat para prohibir fumar en las terrazas

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La guerra a golpe de ley contra el tabaquismo que comenzó en 2005 podría redoblarse. Al menos en Cataluña. La Agència de Salut Pública catalana ha anunciado que prohibirá fumar en las terrazas de los bares y restaurantes y en todo lugar abierto donde cualquiera pueda verse obligado a respirar el humo del tabaco de un fumador. Lo hará en la próxima ley de adicciones que está preparando y que espera que esté lista el año que viene, en 2020. Pero la noticia no ha generado la misma respuesta en todos los sectores. Lo que para las asociaciones que luchan contra el tabaquismo es algo positivo y necesario para los hosteleros es una norma negativa que tendrá consecuencias sobre el consumo. Un debate, no obstante, que no es nuevo. Ya se dio en 2010, cuando se modificó la Ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo aprobada cinco años antes para restringir todavía más el consumo de tabaco en los lugares públicos. Pero las asociaciones son claras: si en aquel momento la catástrofe que anunciaban desde la hostelería no se cumplió, ahora tampoco lo pasará. Además, en otros lugares ha funcionado. Nueva York lleva años con una legislación muy restrictiva respecto al tabaco en la que se pohíbe fumar en las terrazas, en los parques, en algunas plazas y hasta en las playas. Y Suecia, desde el 1 de julio, tampoco permite el consumo de tabaco ni en el espacio al aire libre de los bares ni en las paradas del transporte público. 

La ley que prepara la Generalitat se dirige en esta misma dirección. Según informó La Vanguardia, Salut pretende limitar el consumo de tabaco en las marquesinas de los autobuses y de los trenes, en los recintos deportivos al aire libre y hasta en el interior de los coches. Pero el debate, no obstante, se ha centrado en la prohibición de fumar en las zonas exteriores de bares y restaurantes. Ahora mismo, según explica Raquel Fernández, presidenta de Nofumadores.org, la legislación sobre esta cuestión deja demasiados cabos sueltos. Y por eso, critica, se ha incumplido sistemáticamente. "La ley lleva a la interpretación y por eso ha sido un coladero que ha llevado al incumplimiento. Las leyes, cuanto más sencillas y claras sean más fácilmente se cumplen. Por eso es el momento de dar un paso adelante y no permitir fumar en las terrazas", argumenta. 

Pero, ¿qué dice exactamente la ley? La normativa 28/2005 indica que sólo está permitido fumar en espacios al aire libre, es decir, en "todo espacio no cubierto o todo espacio que estando cubierto esté rodeado lateralmente por un máximo de dos paredes, muros o paramentos". "Esto, que a priori parece tan sencillo, no lo es tanto cuando lo llevas a la práctica", indica Fernández, que afirma que cada terraza es diferente a la anterior y que, en ocasiones, están protegidas con hasta tres o cuatro paramentos, especialmente en los meses de invierno. De hecho, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) denunció ya en el año 2015 que la normativa no se estaba cumpliendo. De todas las terrazas que visitaron (190 cafeterías), el 87% incumplía la prohibición. Especialmente en Madrid y Bilbao. El pasado mes de mayo lo volvieron a comprobar: visitaron 70 establecimientos con terraza cerrada en varias ciudades; en 67 de ellas se fumaba. La Universidad de Alcalá de Henares también lo constató: en el 80% de las terrazas madrileñas se incumple la norma.

 

Infografía sobre la legislación antitabaco. | Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social

"Esto es muy lesivo", censura Fernández. "Hay muchos perjuicios para la salud. Cuando estás en una terraza, el de al lado se fuma tu cigarro. Y un cliente puede marcharse, pero un trabajador no", lamenta. Se convierten, de este modo, en fumadores pasivos de forma involuntaria. Y aunque los riesgos son menores, también existen. El Ministerio de Sanidad publicó un artículo el pasado mes de mayo con motivo de la celebración del Día Mundial sin Tabaco en el que se asegura que "la exposición al humo ambiental de tabaco continúa asociándose a una importante carga de morbilidad y mortalidad para la población, donde niños y embarazadas constituyen grupos de especial riesgo". Según sus datos, se estima que el número de muertes atribuibles a este tóxico ambiental en España ascendió a 1.028 fallecimientos en 2011.

No obstante, según la Encuesta Nacional de Salud de 2017 publicada en el Instituto Nacional de Estadística (INE), el porcentaje de fumadores no es demasiado elevado. Los datos aseguran que sólo un 22% de la población mayor de 15 años afirma fumar a diario y un 2,34% dice hacerlo de forma ocasional. Por el lado contrario, hay un 50,65% de personas que aseguran que nunca han fumado. Aun así, los datos de fallecimientos a causa del tabaquismo siguen siendo preocupantes. Según el Ministerio de Sanidad, "se estima una media nacional de 51.870 muertes atribuibles al año, presentando una evolución diferencial, con tendencia de disminución en los hombres frente a un aumento en las mujeres, en las que las muertes por cáncer de pulmón se han duplicado en los últimos 20 años, relacionado con su posterior incorporación al consumo de tabaco".

Nueva York y Suecia, experiencias de prohibición; Alemania y Grecia, normativas más laxas

Se acaba de cumplir una década desde que la Unión Europea dijo que quería acabar con el humo del tabaco. Fue cuatro años más tarde de que España aprobara su ley. En ese momento, la Comisión Europea propuso al Consejo que todos los países miembros introdujeran leyes para proteger a los ciudadanos de los posibles perjuicios en la salud que ocasiona el tabaquismo. Y puso un plazo: quería que ocurriera antes del año 2012. Así que el Consejo publicó una Recomendación en el año 2009. Y la Comisión revisó cómo había funcionado cuatro años después. Las conclusiones fueron las siguientes: en primer lugar, que todos los países de la UE habían adoptado medidas contra la exposición al humo, pero diferentes en cada país; en segundo, que la legislación de algunos países había sido tan compleja que vigilar el cumplimiento se antojaba casi imposible; en tercero, que las leyes habían funcionado, puesto que la exposición al tabaco había caído considerablemente (en los bares, por ejemplo, del 46% al 28%); en cuarto, que Bélgica, Polonia y España eran un ejemplo; y en quinto, que los beneficios sobre la salud de las normativas eran inmediatos

Pero esto fue tan sólo una primera toma de contacto con la legislación antitabaco. Lo cierto es que todavía hay países con normativas más laxas que no han emprendido una lucha como la que, por ejemplo, ha hecho España. Según Fernández, Alemania y Grecia son algunos de esos ejemplos. La ONG Smoke Free Partnership incluye en su página web un mapa con datos de 2016 en los que analiza, país a país, qué permiten y qué impiden las normas aprobadas. Según sus datos, en Grecia, por ejemplo, está permitido fumar en algunos tipos de bares. 

En la otra cara de la moneda se encuentra la ciudad de Nueva York, donde el consumo de tabaco está extremadamente restringido y donde, según Ubaldo Cuadrado, portavoz de Nofumadores.org, el sector de la hostelería está completamente desvinculado del tabaco, lo contrario que ocurre en España.. Los neoyorquinos (y los turistas) no pueden fumar en los bares ni en los restaurantes, pero es que tampoco pueden hacerlo en los parques ni en las playas. La ley, que se aprobó en 2011 restringió el consumo en los 1.700 parques, en plazas emblemáticas como Times Square y en los más de 23 kilómetros de playas de la ciudad. Y en este último aspecto España ya se ha fijado. De hecho, en algunas playas de Galicia, Asturias, Cataluña, Murcia, Andalucía, Baleares o Canarias ya se ha prohibido que los bañistas descansen en la toalla con un cigarro entre sus dedos. 

No sólo es Nueva York. Desde el pasado 1 de julio, los ciudadanos que vivan en Suecia tampoco pueden encenderse ningún cigarro en las terrazas de los bares. Y la medida ha tenido una buena acogida, al menos de momento. Mikel Sola, miembro de Nofumadores.org, vive allí y asegura a infoLibre que, por ahora, la normativa se está respetando. En algunos lugares, de hecho, los clientes fuman al otro lado de la calle donde está situada la terraza, dice. Pero además, la ley también prohíbe fumar en las paradas del transporte público. Pero allí, dice, la legislación no se respeta de la misma manera. 

Los hosteleros: críticas en la forma y en el fondo

La propuesta de la Generalitat también tiene sus detractores. Y las críticas a la futura normativa llegan, sobre todo, del sector de la hostelería. "La valoración es muy negativa. Estamos radicalmente en contra", dice Roger Pallarols, director general del Gremi de Restauració de Barcelona. Y tienen varios motivos. Según explica, el primero ha sido la forma en la que se ha anunciado la nueva legislación. Según Pallarols, se ha hecho sin consultarles. "No es de recibo que un sector productivo tan importante se entere de una noticia de estas características lanzada como un globo sonda a partir de un medio de comunicación", critica. Pero va más allá. "Tampoco es de recibo que tras la protesta que hemos emitido y tras las cartas remitidas solicitando un encuentro urgente a la consejera de Salud y a la de Empresa todavía no hayamos recibido ningún tipo de respuesta", denuncia. 

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No obstante, aunque esto no se hubiera producido, la crítica continuaría. Y es que los hosteleros advierten de que la nueva legislación puede tener un impacto enorme en el sector. Impacto que, además, ni siquiera se ha valorado. "No se puede legislar menospreciando el impacto que puede tener en un sector productivo tan importante que no tiene sustituto", dice. "En Barcelona", continúa, la hostelería "crea más de 70.000 puestos de trabajo directos. Un golpe al sector es un golpe a la economía productiva, al PIB y a la creación de ocupación. Es de una irresponsabilidad enorme pensar en medidas sin valorar el impacto que pueden tener en sectores imprescindibles para la supervivencia de muchas familias", argumenta. 

Su posición no acaba ahí. Según añade, "España ya tiene una de las legislaciones más avanzadas del mundo en materia de restrucción del consumo de tabaco". Y recuerda, aunque se diga lo contrario, que ya "supuso un golpe importante a la hostelería". Algo que desde Nofumadores.org niegan categóricamente. "Los hosteleros ahora hablan de hecatombe. En 2010 ya avanzaban una caída de la facturación y del empleo y no pasó nada", dice Fernández. Por eso, cree que si entonces no se cumplieron las catástrofes que anunciaban desde la hostelería, ahora tampoco

Pero Pallarols cree que la norma no saldrá adelante. Y critica duramente que se quiera eliminar el "refugio" que los bares dieron a los fumadores después de que se aprobara la ley antitabaco. Rechaza, además, las acusaciones de incumplimiento de la ley que aseguran las asociaciones. "Es una falsedad, por lo menos en Barcelona. La ley dice que no puede haber consumo en terrazas con más de dos paredes y la normativa municipal de autorización de terrazas ya es especialmente restrictiva y este tipo de terrazas no existen en Barcelona de forma mayoritaria", explica. Lo que están haciendo mencionando esto, dice, es "intentar contagiar el debate". No obstante, dice, "si hay establecimientos que se saltan ley, hay que actuar contra ellos, no alarmar a todo el sector". 

La guerra a golpe de ley contra el tabaquismo que comenzó en 2005 podría redoblarse. Al menos en Cataluña. La Agència de Salut Pública catalana ha anunciado que prohibirá fumar en las terrazas de los bares y restaurantes y en todo lugar abierto donde cualquiera pueda verse obligado a respirar el humo del tabaco de un fumador. Lo hará en la próxima ley de adicciones que está preparando y que espera que esté lista el año que viene, en 2020. Pero la noticia no ha generado la misma respuesta en todos los sectores. Lo que para las asociaciones que luchan contra el tabaquismo es algo positivo y necesario para los hosteleros es una norma negativa que tendrá consecuencias sobre el consumo. Un debate, no obstante, que no es nuevo. Ya se dio en 2010, cuando se modificó la Ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo aprobada cinco años antes para restringir todavía más el consumo de tabaco en los lugares públicos. Pero las asociaciones son claras: si en aquel momento la catástrofe que anunciaban desde la hostelería no se cumplió, ahora tampoco lo pasará. Además, en otros lugares ha funcionado. Nueva York lleva años con una legislación muy restrictiva respecto al tabaco en la que se pohíbe fumar en las terrazas, en los parques, en algunas plazas y hasta en las playas. Y Suecia, desde el 1 de julio, tampoco permite el consumo de tabaco ni en el espacio al aire libre de los bares ni en las paradas del transporte público. 

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