Memoria histórica
Del hartazgo a la esperanza: cinco voces tras la tercera búsqueda de García Lorca
El tercer intento de encontrar los restos del poeta Federico García Lorca, asesinado y supuestamente enterrado entre Víznar y Alfacar (Granada) en la madrugada del 17 al 18 de agosto de 1936, ha concluido sin que aparezcan fosas o cuerpos. No obstante, sus promotores se dan por satisfechos. A falta de cerrar las conclusiones, creen que han delimitado una zona en la que en efecto hubo enterramientos y se inclinan por la hipótesis de una exhumación posterior de los restos humanos, según el historiador Miguel Caballero. Una teoría que sin duda va a generar controversia.
El primer intento de localizar los restos de Lorca fue realizado por la Junta de Andalucía en 2009, a petición de familiares de asesinados junto al poeta, y se centró en el punto que había indicado un personaje local, apodado Manolillo el Comunista, al hispanista Ian Gibson. Los dos siguientes intentos, en 2014 y ahora, han estado liderados por el historiador Miguel Caballero y el arqueólogo Javier Navarro, que han tratado de encontrar a Lorca en el conocido como Peñón del Colorao, a 400 metros de donde se realizó la primera tentativa. Ninguno de los intentos ha dado con los restos: ni de Lorca, ni de sus compañeros de infortunio, ni de nadie.
Navarro y Caballero se han apoyado, para determinar el lugar de la búsqueda, en los testimonios vertidos por José María Nestares, capitán responsable del frente de Víznar cuando fue asesinado Lorca, por su hijo Fernando Nestares y por los falangistas Joaquín Espigares y Pedro Cuesta, entre otros. Los investigadores no han encontrado fosas ni restos humanos, aunque no descartan que los haya habido. Es más, así lo creen.
Este último intento se ha realizado con escaso apoyo institucional y con precariedad de medios. Además la familia Lorca se ha opuesto desde el principio, por lo que los trabajos sólo se han podido realizar gracias al impulso de familiares de las tres víctimas fusiladas y supuestamente enterradas junto al autor de La casa de Bernarda Alba. Este apoyo imprescindible para la búsqueda ha venido, concretamente, de Nieves García Catalán, nieta del maestro Dióscoro Galindo, y de la CNT, en calidad de "familia ideológica" de los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas.
El paradero de Lorca, mito de la literatura y símbolo mundial de la barbarie del fascismo contra el talento, la inteligencia y la libertad, sigue siendo un misterio. infoLibre hace un examen de la situación a través de cinco testimonios fundamentales para determinar el futuro de la búsqueda de los restos del escritor.
Laura García Lorca, portavoz de la familia Lorca
"Mío tío es destacado, celebrado y recordado por su obra, vida y circunstancias de su muerte. El hecho de encontrar sus restos, una tibia, un hueso, no nos produce ningún consuelo". Así se explica Laura García Lorca, portavoz de la familia del poeta y presidenta de la fundación que lleva su nombre. Lo dice con toda claridad. "No hemos querido impedir en ningún momento que otras familias buscaran a sus familiares. Lo que decimos es que nosotros no estamos buscando los restos de nuestro tío". ¿Desea que no haya más búsquedas? "Esperamos que no. De Federico, no. Y esta posición es compartida por toda la familia".
Laura García Lorca lanza una dura crítica a éste y a los anteriores intentos de localización: "El efecto es perverso porque ahora parece que no hay muertos. Buscan y no aparece, y parece que no pasó lo que pasó. Lo único que se ha encontrado es una bala. Resulta terrible que parezca que la masacre no tuvo lugar". A su juicio, las búsquedas de Lorca vienen determinadas por un "enorme interés mediático" que acaba actuando como motor y generador de interés.
No oculta su especial desagrado por las dos últimas tentativas, inspiradas por la obra historiográfica de Miguel Caballero, que sostiene que tras el asesinato de Federico García Lorca hay una trama de rivalidades y pugnas entre familias de la burguesía granadina, situando las causas políticas en segundo plano. "Que la búsqueda esté liderada por una persona cuya teoría es que el asesinato fue una cuestión de rencillas familiares por unas tierras... No. Fue un asesinato político. Era una persona que se había identificada con la República, progresista y de izquierdas, y que era odiado fundamentalmente por esas razones y por circunstancias de su vida, como su homosexualidad", señala.
"La represión fue brutal, especialmente en Granada. Terrible. Para nosotros aquello es un cementerio", explica García Lorca. Por eso se inclina por que se deje como está, pero "protegiendo" el lugar. Es decir, que no se intente allí construir un campo de fútbol, como en 1998. "El hecho de que sus restos estén mezclados con todos los demás nos parece lo más elocuente. Lo que más me gustaría es que su nombre apareciera en una placa en orden alfabético. Eso ayudará a que se recuerde a los demás. Claro, el hecho de que esté ahí Federico García Lorca recuerda a todas las demás víctimas de la represión brutal en Granada. Nos parece que es en ese lugar donde Federico tiene que ser distinguido junto a todos los demás", concluye.
En rigor, el arqueólogo Navarro y su equipo no buscaban a Lorca, sino a Dióscoro Galindo, a petición de su nieta. Pero contaban con que, si aparecían restos, los Lorca se avendrían a facilitar una posible identificación. Ella dice que esa presunción "no está fundada". "No hemos llegado a ese momento", afirma Laura García Lorca, que estas fechas trabaja en el regreso del legado del poeta a Granada.
Es consciente de que circulan muchas historias y leyendas urbanas sobre el paradero de los restos de su tío. La mayoría señala que fue exhumado durante el franquismo, con la colaboración de las autoridades y de la familia, teóricamente con el fin de darle digna sepultura y evitar futuros hallazgos. "Me parece un disparate. No tiene ni pies ni cabeza", zanja.
Tampoco comparte la denuncia presentada por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ante la juez argentina María Servini de Cubría, que ha provocado la apertura por parte de ésta de una investigación. "Esto es un país democrático, no una dictadura. No necesitamos ir a ningún sitio a reclamar. Nada ni nadie impide en España investigar. Esto es insinuar que hay oposición por parte del Estado español a investigar sobre la guerra civil". ¿Y no la hay a investigar penalmente, como habría demostrado el intento frustrado de investigación del juez Baltasar Garzón? Laura García Lorca no responde en este punto, si bien insiste en que no le encuentra sentido a la denuncia ante la jueza argentina.
Nieves García Catalán, nieta de Dióscoro Galindo
"Es un palo. Otra vez lo mismo". Nieves García Catalán, nieta del maestro Dióscoro Galindo, asesinado y supuestamente enterrado junto al poeta, ha sido la impulsora formal de este proceso de búsqueda. "Me llamó primero Javier [Navarro, el arqueólogo] y luego Miguel [Caballero, el historiador]. Me dijeron que con lo que han visto no les parece que haya motivos para continuar", explica con tristeza por teléfono desde Baides (Guadalajara), donde reside con su hija. Ella hace todo esto por su padre de acogida, Antonio Galindo, que se lo pidió. Durante toda su vida, Antonio masticó la pena por el asesinato de su padre y anheló una búsqueda.
García Catalán no sabe qué hacer ahora. Estaba ilusionada y ha sido un palo. En otras conversaciones con infoLibre tenía una actitud más vehemente: avisaba de posibles demandas ante la justicia internacional, criticaba la posición de la familia Lorca o de la Junta de Andalucía. Esta vez el tono es distinto. Y las palabras también denotan cierta melancolía: "Todos vamos perdiendo la fuerza para continuar. Sigo en pie de guerra, apoyando las posibilidades que pueda haber. Pero esta vez había puesto todas mis esperanzas. El lugar era ése. Además yo tengo ya 57 años, mi hermana tiene 78. Ella ya no está en esto, una vez que aportó el ADN para una posible identificación se retiró. Me dijo que no tenía fuerzas para continuar".
La nieta de Dióscoro Galindo afirma que seguirá "apoyando a Javier y a Miguel con lo que intenten". Lamenta la escasez de medios con la que han contado los investigadores, así como que el terreno en el que han buscado la fosa estuviera "machacado". "Se acotan las posibilidades. El lugar era ése. Mi padre siempre dijo que donde está el Parque García Lorca no era, que eso era ficticio. Yo pensaba que ésta podía ser una buena oportunidad. Ahora pienso que retiraron todos los cuerpos", señala García Catalán, que deposita pocas expectativas en la investigación de la juez Servini porque "le están cerrando todas las puertas" en España.
Javier Navarro, arqueólogo
Arqueólogo y presidente de la asociación Regreso con Honor, Javier Navarro se niega a hablar de fracaso. Todo lo contrario. Admite que el trabajo "ha sido duro", pero no se muestra decepcionado, salvo por la "pena" de no haber encontrado los restos de Dióscoro Galindo y haber satisfecho la pretensión de Nieves García Catalán, de quien habla con cariño y respeto. "Por lo demás, contento. Nos ha servido para aclarar algunas cosas. Hemos conseguido localizar los puntos previos que teníamos marcados, el límite del campo de instrucción, la zona donde están los pozos...", afirma Navarro, que insiste en el "excelentísimo" equipo con el que ha trabajado.
Su conclusión es que "los pozos han sido removidos". Un momento, ¿significa eso que, según los indicios del trabajo sobre la tierra, parece que allí había enterramientos que ya no hay de cuerpos que ya no están? Navarro evita responder, alegando que prefiere esperar a tener sus conclusiones. Pero sí insiste en los indicios de "remoción". Esto abona la hipótesis de una exhumación posterior de los cuerpos.
¿Y ahora qué? "Tenemos que sacar conclusiones de carácter científico y publicarlas. A nosotros nos gustaría plantear una excavación distinta", destinada no ya a buscar cuerpos, sino a comprobar si los hubo. "Una intervención científica puede determinar si hubo restos humanos y se los llevaron en estado esqueletal", señala.
Antes quiere datar en laboratorio la "remoción". Si el estudio determina que la tierra fue removida "entre 1938 y 1940", no tendría sentido una intervención científica "porque los cuerpos se los habrían llevado enteros". "Pero si es posterior", señala, "se puede recuperar algo y habría lugar a una búsqueda [de huesos desprendidos]". Navarro también deja la puerta abierta a "analizar y recoger tierras y ver componentes químicos", por si se detectaran en ellos evidencias de restos humanos.
Navarro lamenta la falta de recursos con la que ha afrontado la búsqueda, incluido un contratiempo añadido: contó con recursos de la Junta de Andalucía durante menos tiempo del que esperaba. Es más, se queja de que ahora los promotores de la búsqueda tienen que pagar "5.000 o 6.000 euros" para "tapar la zona". Afirma que lo que más ha "entorpecido" su trabajo son las sucesivas alteraciones del terreno: una limpieza en 1978, una pista de motocross en 1991, las tierras de relleno en 1998 para el campo de fútbol... No obstante, aunque con otros medios podía haber llevado la búsqueda más lejos, con lo que ha podido hacer le basta para concluir que los cuerpos no están ahí.
Afirma que no se han sentido "solos" durante el proceso de búsqueda. "Ha venido mucha gente a apoyarnos", explica, aunque también "gente que pasaba por la carretera y nos gritaba alguna cosa desde el coche, en fin...". "Y luego ha habido algunon de ésos con bigotico estrecho y gafas de sol que andaban cerca no ponían buena cara, pero no decían nada", desliza Navarro con su acento aragonés, dejando escapar una risilla.
Miguel Caballero, historiador
"Estoy totalmente reafirmado en que ése es el lugar", afirma Miguel Caballero. Vehemente y optimista, Caballero está convencido de que han buscado donde tenían que buscar. "Hemos localizado la cabecera del campo de instrucción, el camino por donde bajaban las tropas... Y es justo donde nos llevó Nestares. Además hemos encontrado balas. Las evidencias son muy fuertes, a pesar de que ha habido alteraciones muy profundas del terreno", señala. Caballero, menos diplomático que Navarro, sí se muestra "absolutamente" convencido de que hubo un enterramiento y posteriormente una exhumación.
Cree que hay mucho trabajo por hacer, aunque descarta a las administraciones, a las que más que como aliadas ve como obstáculos. "No tenemos por qué presentarle nuestro informe a ninguna administración. Esto ha sido una iniciativa privada. Tenemos que justificarnos ante la familia de Dióscoro Galindo y ante nuestros donantes [los que han aportado dinero para la búsqueda, cuya identidad no revela]", explica. Caballero, al igual que Navarro, ve pertinente una nueva búsqueda para determinar con exactitud si hubo fosa, aunque no le pone fecha ni entra todavía a determinar cuál podría ser el camino administrativo.
Ian Gibson, historiador
Ian Gibson, el más reconocido experto sobre la vida y la muerte de Federico García Lorca, está "triste". Sobre la búsqueda frustrada del poeta, es muy prudente. "No voy a opinar", dice. Es fácil de entender. Al haber estado la primera búsqueda, la de 2009, inspirada en sus investigaciones, teme que cualquier valoración suya se entienda como crítica u oportunismo. "Me entristece mucho. Estoy sufriendo por [Miguel] Caballero y los demás, que han hecho un gran esfuerzo", señala. Afirma que prefire esperar hasta que el equipo publique sus conclusiones, por si ahí puede hacer alguna aportación.
Lo que sí quiere dejar dicho es que le da "vergüenza" que los investigadores hayan tenido que trabajar buscando a Lorca en un entorno "donde hubo un campo de fútbol". "Es increíble. ¿Cómo se pone un campo de fútbol en un lugar así?", se pregunga. Gibson se acaba calentando. Aunque nacido en Dublín en 1939, lleva toda una vida en España, país del que tiene la nacionalidad. Y es de sangre caliente. Para Gibson hablar de Lorca es hablar del poeta que ha marcado su trayectoria investigadora, pero sobre todo es hablar de España, un país que considera que no está en paz con su pasado. Un país que hace que le hierva la sangre.
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"Lorca es el máximo símbolo, el desaparecido más conocido del mundo. Él simboliza 130.000 asesinados en cunetas. Y Franco tan tranquilo, allí enterrado... Todo esto a mí me da ganas de....", se explaya el investigador, que lamenta "la permanente calumnia de que se reabren heridas por decir estas cosas". "Un país que deja a sus asesinados en cunetas no sé si merece un respeto, me parece a mí", afirma Gibson, que considera a España, su país, un lugar "fantástico". "Me mojo y hablo claro. No lo haría si no tuviera nacionalidad española", señala con un punto de humor.
Algunos detalles lo "deprimen" especialmente. "Hay cosas bochornosas en todo esto. No sólo el campo de fúbol [en la zona donde han buscado a Lorca]. Es que hay un hotel allí cerca que se llama Ruta de Lorca, donde sirven platos como como "Doña Rosita" y cosas así. A unos pasos del lugar de fusilamiento... Me da pena que pueda haber tanta insensibilidad", afirma Gibson.
Considera que la memoria histórica "es la gran asignatura pendiente de este país". "España tiene que afrontar el problema del holocausto, pero hay un derecho inmisericorde". Y expone una esperanza: "Tal vez podría salir del próximo Congreso [de los Diputados] un acuerdo. Porque si España no resuelve el problema de las cunetas, no va a ser el país que podría llegar a ser". A su juicio es una cuestión de "dignidad".