Las imágenes se repiten sin cesar. Miles de personas entre voluntarios y autoridades trabajan para limpiar las calles y las viviendas que hace una semana se vieron arrasadas por la que ha sido la segunda peor dana sucedida en Europa en lo que llevamos de siglo. Es imposible cuantificar el tiempo que todavía queda para que los vecinos de las localidades más afectadas —sobre todo en la Comunitat Valenciana pero también en Letur, Albacete— puedan recuperar algo parecido a la normalidad. Ya van seis días entre lodos y agua estancada y ya han dejado de ser pocas las voces que alertan de las consecuencias sanitarias que eso puede provocar. Por eso llaman a empezar a actuar. Con calma, pero también con determinación.
Hasta ahora la prioridad no ha sido esa. Lo ha podido comprobar de primera mano Unai García, voluntario de DYA Cantabria que hasta este domingo ha estado realizando labores de atención de emergencias con el servicio 112 València. "Este fin de semana comenzó a levantarse vapor y polvo que puede ser nocivo y ante eso la población ha ido poniéndose mascarillas, pero sin ningún criterio. Con la limpieza del lodo pasa algo parecido. La gente lo ha ido quitando con lo que han ido llevando, pero sin ningún tipo de rigor", explica en conversación con infoLibre.
Por eso hay que "centralizar la información", entienden desde la Sociedad Española de Epidemiología. Lo contrario puede provocar que lo único que llegue a los ciudadanos sea todavía más "desinformación" de la que ya circula. Precisamente con ese objetivo el Ministerio de Sanidad empezó la semana pasada a mantener reuniones diarias con la Conselleria de Sanidad valenciana, tras lo que se movilizó al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) y al Instituto de Salud Carlos III para "abordar la vigilancia, prevención y control de los riesgos en salud pública", además de "elaborar los protocolos necesarios para la detección y el diagnóstico precoz".
Este lunes además se constituyó definitivamente el grupo de trabajo de Sanidad en el que participará la ministra Mónica García y al que acompañarán uno de Transportes (con Carlos Puente), otro de Derechos Sociales (con Pablo Bustinduy), otro de Vivienda (con Isabel Rodríguez), otro de Trabajo (con Yolanda Díaz), otro de Economía (con Carlos Cuerpo) y otro de Interior (con Fernando Grande-Marlaska). En paralelo, la Conselleria dirigida por Marciano Gómez ha nombrado un coordinador de campo de sanidad ambiental para que se tomen muestras y se pueda "ir por delante ante cualquier tipo de incidencia o problemas de salubridad". "Estamos haciendo una evaluación constante, continua y permanente de los riesgos epidemiológicos", señaló el conseller. Pero realmente, ¿cuáles son esos peligros? Y lo más relevante, ¿hay forma de prevenirlos o minimizarlos desde una acción individual?
Las aguas y lo que permanece en ellas, el principal peligro
Cristina Juesas pertenece a la Fundación iO, una organización científica que se dedica "al estudio y control de las enfermedades infecciosas en el mundo", y explica que en ningún caso nos encontramos en una carrera contrarreloj. Es decir, el "peligro real", dice, ya existe, y no va a ser mayor en los próximos días. "El día 1 había menos peligro que ahora, pero ya estamos en un momento que dentro de dos éste no va a ser mayor", indica. ¿Y por qué se explica? Porque el lodo que se encuentra en la calle ya puede estar contaminado, y no puede hacerlo más. El único peligro por tanto de no finalizar las tareas de limpieza es seguir en contacto con él, pero no que se vea incrementada su peligrosidad.
En cualquier caso, ¿cuál es el peligro concreto del lodo que sigue acumulado en las calles? Según María Dolores Bargues, catedrática de Parasitología en la Universitat de València, que puede contener ciertos patógenos responsables de "enfermedades de transmisión hídrica". "En una situación normal las aguas residuales se eliminan, pero en estas condiciones han quedado en el ambiente, así que los gérmenes están más accesibles", indica. ¿Y cómo pueden llegar a infectar? Pues no mediante un mero contacto con la piel, pero sí con su acceso a las vías respiratorias.
Juesas se remite en este punto a lo aprendido durante la pandemia. Igual que entonces, es importante que ninguna parte del cuerpo toque este agua o barro y, en caso de hacerlo, que haya una correcta higiene. Y que nunca acceda a los ojos o la boca, por ejemplo. Por eso Bargues pide también el uso de mascarillas y gafas, además de guantes y botas de goma. Y una especial atención a la posibilidad de realizarse cortes con los instrumentos que se manipulan o con cualquier tipo de objeto que pueda estar sumergido en las calles. "Cualquier herida puede ser una puerta de entrada, así que hay que desinfectarla de inmediato", insiste.
¿Y si no funciona esta prevención? Entonces el abanico de lo que puede suceder es amplio. Como detalla Juesas, lo más habitual es que se produzcan problemas gastrointestinales como diarreas que, aunque a priori parezcan inofensivas, pueden causar problemas graves a niños, personas mayores e inmunodeprimidas. "Se pueden producir salmonelosis, e.coli o, en casos graves, hepatitis A", explica la experta, que concreta también que la presencia de cadáveres, ya sean animales o humanos, en las aguas no produce un agravamiento del problema. El agua es peligrosa con o sin ellos, dice.
Por eso Federico Arribas, de la Sociedad Española de Epidemiología, pide también tener especial cuidado con los alimentos y las bebidas que se ingieren. Y pide, además, dejar la limpieza de zonas como garajes a los profesionales. "Puede haber una contaminación por monóxido de carbono", advierte.
Plagas de mosquitos
Ninguna de las voces expertas consultadas amplía el peligro mucho más allá en el tiempo de la finalización de la limpieza, pero sí advierten de otro peligro que, sin una adecuada prevención, podría materializarse el verano de 2025. La Albufera valenciana es el espacio natural con más mosquitos tigre de toda la Unión Europea y una inundación puede provocar que el espacio en el que habitan estos insectos —ya sean tigre o de cualquier otro tipo— se vea ampliado. "Proliferan en el agua estancada y normalmente con insecticidas no se expanden, pero ahora sí puede ocurrir", señala Juesas.
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El peligro radica en que son transmisores de virus como el del Nilo o el dengue. Este verano, de hecho, se ha producido una explosión de casos de ambas enfermedades debido, principalmente, a la aceleración del cambio climático. La primera enfermedad de hecho ya se considera asentada en el suroeste de España y en toda la costa mediterránea, y a medida que aumenta la temperatura media del país se facilita su asentamiento en nuevos territorios. En cuanto a la segunda, su principal vector es el aedes aegepty, conocido como el mosquito tigre, que también se está expandiendo por España gracias al aumento de las temperaturas. Este, además no necesita grandes humedales, sino que es un insecto muy urbano que le basta con pequeños recipientes de agua estancada para poner huevos, y puede criar en terrazas, alcantarillas o jardines. El dengue se diferencia del virus del Nilo en que se transmite de animal a humano a través de un mosquito, si no que el aedes aegepty pica a humanos infectados y luego contagia a otras personas.
Por eso Bargues pide que, entre las medidas de protección, también se utilicen repelentes. Y que las labores de expansión de los insecticidas se tomen muy en serio. "Si la fumigación se lleva a cabo a tiempo no pasará nada, pero si no las zonas húmedas van a ser un verdadero criadero", dice la catedrática.
Por último, Arribas da un último consejo, con miras también al futuro. Y es que quien entre dentro de la población diana se vacune de gripe y de covid. "La epidemia de ambas enfermedades suele llegar en diciembre o enero, pero este año habrá personas que no puedan tener su vivienda bien climatizada, así que es importante a nivel preventivo", señala.
Las imágenes se repiten sin cesar. Miles de personas entre voluntarios y autoridades trabajan para limpiar las calles y las viviendas que hace una semana se vieron arrasadas por la que ha sido la segunda peor dana sucedida en Europa en lo que llevamos de siglo. Es imposible cuantificar el tiempo que todavía queda para que los vecinos de las localidades más afectadas —sobre todo en la Comunitat Valenciana pero también en Letur, Albacete— puedan recuperar algo parecido a la normalidad. Ya van seis días entre lodos y agua estancada y ya han dejado de ser pocas las voces que alertan de las consecuencias sanitarias que eso puede provocar. Por eso llaman a empezar a actuar. Con calma, pero también con determinación.