Hace diez años Viktor Orbán ya avisaba. No se escondía. No engañaba a nadie. "Europa será cristiana o no será", repetía. Su objetivo declarado era una "renovación espiritual" de Hungría, basada en una vinculación de nación y fe. Y no hablaba así ante sus encendidas bases del Fidesz, partido con el que había llegado a primer ministro en 2010. Lo hacía aquí, en la Universidad San Pablo CEU de Madrid, donde había acudido invitado por la Asociación Católica de Propagandistas, que celebraba aquel noviembre de 2012 su XIV Congreso Católicos y Vida Pública. Orbán, que pronunció la conferencia Esperanza y respuesta cristiana a la crisis, dejó claro cuál era su modelo. Nunca lo ha disimulado. Quería gobernar como un "vigía" de Dios. Presumía de introducir la defensa de la vida humana "desde la concepción" en la Constitución, que ahora arrancaba con la frase: "Dios bendiga a los húngaros". El público aplaudía. Complacido como el que más estaba el presentador de Orbán, el eurodiputado del PP Jaime Mayor Oreja, el hombre que más ha hecho por mantener viva y extender llama del orbanismo en España durante los últimos diez años, a pesar de una deriva autoritaria que ha ido provocando una inquietud creciente de las autoridades europeas hasta encender ahora la alerta roja.
Cabeza de cartel del PP en las europeas en 2004 y 2009 y por entonces referente de su sector duro, para Mayor Oreja el primer ministro húngaro era y es el ejemplo exacto de cómo dar la "batalla cultural". Orbán constituye, dijo, un "referente de libertad". Ha pasado una década, durante la cual Orbán se ha convertido oficialmente en la oveja negra de la UE. Pero ya entonces era claro sobre sus intención de vincular lo nacional y lo católico. Nacionalcatolicismo, en suma. Cuando visitó Madrid, Bruselas ya había empezado a dudar de la calidad democrática del país por una catarata de reformas legales que ponían en duda la independencia del Banco Central, la justicia y la libertad de prensa, al mismo tiempo que el trato igualitario a las distintas confesiones religiosas. Orbán tenía claro que su mandato era defender la llamada "familia natural", es decir, heterosexual. ¿Matrimonio homosexual? "Inimaginable", respondió.
Orbán, que presume de buenas relaciones con José María Aznar, debió de quedar contento con su acogida en España, porque regresó en abril de 2013 para disertar en Bilbao sobre Una política basada en valores cristianos, base de la regeneración de Europa, de nuevo invitado los Propagandistas Católicos. Allí sintetizó sus ideas fetiche: “Compromiso, honra, amor a la patria, constancia, grandeza…”. A su juicio, los cristianos eran "minoritarios" en la política europea, por lo que debían "solidarizarse entre ellos". Esa invitación a la creación de una red de solidaridad no cayó en saco roto. El orbanismo tiene sus filas bien nutridas en España. Es un rasgo de personalidad inherente Vox, que eleva a Orbán al estatus de estrella de la política, así como del movimiento ultracatólico que capitanean organizaciones como Hazte Oír y personajes como el propio Mayor Oreja. Pero también es un fenómeno con calado en el PP, precisamente a través de miembros del partido integrados en la red antiabortista y defensora de la "familia natural".
Más de una década de deriva
El deslizamiento antidemocrático de Orbán ha sido constante desde su llegada al poder. El régimen lleva más de una década haciendo enarcar cejas en las instituciones de la UE, donde han ido saltando alarmas por la corrupción, por una ley electoral a beneficio del Fidesz, por la pérdida de autonomía de la justicia, por los ataques a libertad de prensa, por la desigualdad de trato a las distintas confesiones y por la estigmatización de los homosexuales y los inmigrantes. La oposición denuncia que los fieles al régimen controlan la práctica totalidad de los medios, los órganos dedicados a controlar la corrupción, las universidades, los centros de investigación y el sistema judicial. Orbán tiene en el punto de mira a los inmigrantes y a las personas Lgtbi. Es una doble cruzada coherente con su doble obsesión por la protección de la identidad étnico-nacional húngara y la familia tradicional. La Constitución ha sido modificada para impedir la adopción de menores por parte de homosexuales. Una ley prohíbe hablar de homosexualidad en las escuelas, con el argumento de la "tolerancia cero con los pedófilos".
La guerra de Ucrania ha agudizado la inquietud de la UE. Orbán, que señala como "adversario" a Volodímir Zelenski, el presidente del país agredido, se ha convertido en un obstáculo para la unidad de acción ante Vladimir Putin. Tras su triunfo en las elecciones de abril de 2022, parece más desinhibido que nunca y ha afirmado lo hasta ahora impensable en la UE al defender "una raza húngara no mezclada". El Gobierno está en plena aceleración de medidas de corte reaccionario y acaba de aprobar un decreto para obligar a las mujeres que quieran abortar a escuchar antes el latido fetal.
En este contexto la UE acaba de elevar varios grados la temperatura de su reacción. La semana pasada el Europarlamento aprobó, con el voto en contra de Vox, un informe por el que dejaba de considerar a Hungría una "democracia plena" para etiquetarla como "autocracia". "Es un chiste", respondió Orbán con desdén. Pero no se lo ha parecido a la Comisión Europea, que alegando los problemas de corrupción en el país ha activado por primera vez el mecanismo de congelación de fondos y expone a Hungría a la posible posible pérdida de 7.500 millones de euros.
Orbán el perseguido
¿Quiénes apoyan en España, ese autoritario –según la UE– en el seno de la propia UE? Sus más rotundos defensores, pero no los únicos, están en Vox y en el movimiento ultracatólico. En el partido de Abascal, para quien Hungría es "un ejemplo del rumbo que merece Europea", Orbán es el guía hacia la tierra prometida. No hay el menor asomo de crítica a su deriva illiberal. Al contrario, las medidas de la UE han sido objeto de crítica por parte del partido. infoLibre preguntó este lunes a Vox por su posición tras el informe aprobado por el Europarlamento y la posible congelación de fondos, sin respuesta.
Abascal nunca ha ocultado su adhesión a las políticas y el modelo húngaros. Es más, busca resaltarla reuniéndose con Orbán –con puesta en escena de encuentro entre jefes de gobierno– y firmando manifiesto conjuntos. Dentro de Vox el entusiasmo por Orbán es exacerbado en el sector ultracatólico, el más afanado en la lucha contra el aborto y contra las leyes Lgtbi, con referentes como los diputados Lourdes Méndez Monasterio, Rocío Monasterio y Francisco Contreras.
Precisamente en el enjambre de organizaciones de la derecha católica radical abundan los seguidores de Orbán. Hazte Oír-Citizen Go, la Fundación Valores y Sociedad, la Asociación Católica de Propagandistas, Profesionales por la Ética, la Asociación Española de Abogados Cristianos y Enraizados se encuentran entre las organizaciones que hacen cerrada defensa de las políticas de Hungría. Hazte Oír le dio en 2013 a Orbán uno de sus premios anuales. Polonia Castellanos, presidenta de Abogados Cristianos, viaja a Budapest para poner a Hungría como ejemplo democrático en contraste con España.
El mensaje dominante en este espacio sociopolítico es que el Gobierno de Hungría se atreve a levantarse contra la corrección política y los dogmas progresistas y es castigado por ello. Así lo expresa Carmen Fernández, directora del Instituto de la Familia del CEU, de los Propagandistas Católicos.
La filiación prohúngara en la derecha nacionalista española de matriz religiosa entronca con un fenómeno internacional. Marine Le Pen y Eric Zemmour en Francia, Matteo Salvini y Georgia Meloni en Italia, Alice Weidel en Alemania y por supuesto la mayoría ultarconservadora del Partido Republicano en Estados Unidos han aplaudido el programa de Orbán, que en agosto de 2022, ya en plena guerra de Ucrania, compartió acto en Dallas (Texas) con Donald Trump. Nada hay ahí que salga de la lógica. Ya dijo Steve Bannon, que fuera asesor de Trump y guró de la internacional nacionalista, que Orbán fue "Trump antes de Trump".
Más difícil de suponer resulta a priori que en el PP, con su marchamo de centrismo europeísta y liberal, haya trazas de orbanismo. Pero las hay.
El PP en la red defensora de Orbán
La posición del PP sobre Hungría ha tenido vaivenes. En julio de 2021 sus eurodiputados se abstuvieron –salvo Esteban González Pons, que votó a favor– en una resolución contra las leyes homófobas de Orbán. Pablo Casado, en octubre de 2021, defendía que el Gobierno de Pedro Sánchez era "más radical" que el de Orbán. Conforme la posición del premier húngaro se ha ido haciendo menos defendible para la línea dominante en Bruselas, sobre todo a raíz de la invasión de Rusia por parte de Putin, la tónica general en el PP ha ido evolucionando hacia la discreción que suele aplicarse a los temas incómodos, aunque sin rehuir posicionamientos críticos cuando ha sido necesario. En la UE los eurodiputados españoles del PP se alinearon con la posición de su grupo y votaron a favor de la reciente resolución que niega el carácter de "democracia plena" de Hungría. El actual presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo, ha llegado a marcar distancias con Vox al señalar que se trata de un partido "en la órbita de Orbán", mientras el PP forma parte del Partido Popular Europeo, del que el Fidesz salió hace un año y medio.
Eso sí, Feijóo se ha resistido a desautorizar a quienes desde puestos de responsabilidad en el PP jalean a Orbán y sus políticas.
Un foco orbanista en el PP se encuentra en la organización "provida" y contra la "ideología de género" Familia y Dignidad Humana, que reivindica las políticas por la "familia" y la "vida" del Gobierno de Orbán. En la dirección de esta fundación hay seis parlamentarios y altos cargos del PP [ha llegado a haber siete]: los senadores Javier Puente y Ana Camíns; el diputado José Ignacio Echániz; el presidente del partido en Cataluña, Alejandro Fernández; la comisionada de Gobierno para la Atención a las Víctimas de Terrorismo de Madrid, Rocío López; y el consejero madrileño David Pérez.
El presidente es el senador cántabro Javier Puente, con un largo historial de mensajes de apoyo a las políticas de Orbán, junto al que se fotografiaba orgullosamente en septiembre de 2018. "Hay que copiar a Hungría y Polonia", escribía el 10 de junio, hace poco más de tres meses. En octubre de 2021: "Fuerza y ánimo a Polonia y Hungría por su lucha, por su defensa de la vida y contra la ideología de género". Abundan los mensajes de parecido tenor.
El senador del PP Puente forma parte del "consejo asesor" de Political Network for Values, una organización que reúne a políticos cristianos conservadores de todo el mundo y cuyo principal impulsor y presidente de honor es Mayor Oreja. Hay una importante presencia española en la organización. Ignacio Arsuaga, presidente de Hazte Oír y Citizen Go, es miembro de la junta directiva. Lola Velarde, activista del movimiento español "provida", es la directora ejecutiva. Para Political Network for Values, Hungría es el gran referente. Katalin Novák, uno de los más sobresalientes puntales del régimen húngaro, fue presidenta de PNfV entre abril de 2019 y marzo de 2022, cuando fue elegida jefa de Estado de Hungría. Novák, que había sido secretaria de Estado de Asuntos de Familia desde 2014 y ministra de Familia desde 2020, es el rostro de la agenda húngara por la "familia natural", contra la "ideología de género" y por los roles diferenciados hombre-mujer en el régimen de Orbán. Puente ha sido un acérrimo defensor de Novák.
Ver másHungría, Francia, Suecia, ¿Italia?: la ultraderecha afianza su escalada europea en plena guerra
PNfV, la organización impulsada por Mayor Oreja y que tiene a Puente como asesor, defiende con entusiasmo las políticas de Orbán en defensa de la "soberanía" y la "familia". Así celebraba la semana pasada la nueva normativa contra el aborto.
"La política familiar de Hungría es un ejemplo de las mejores prácticas a nivel mundial", sostiene PNfV en su web. La organización celebró en mayo de este año en Budapest su última "cumbre transatlántica" para poner en común "casos de éxito". Puente viajó a la capital húngara para participar. El programa mostraba cuál era el principal referente, el principal surtidor de "casos de éxito": Hungría. Figuraban como ponentes tres altos cargos del Gobierno de Orbán, dos europarlamentarios y un diputado nacional, todos del gobernante Fidesz. A ellos se sumaba el director del Center for Fundamental Rights de Hungría y un investigador del Mathias Corvinum Collegium de Budapest, un centro de estudios avanzados y residencia de estudiantes que ejerce como punto de socialización de las élites conservadoras nacionales.
infoLibre preguntó al PP por su opinión sobre el régimen húngaro al hilo de los últimos posicionamientos del Parlamento europeo y la Comisión sobre Hungría, así como sobre las posiciones del senador Puente y de la organización que preside, sin respuesta. Tampoco hizo declaraciones Puente.
Hace diez años Viktor Orbán ya avisaba. No se escondía. No engañaba a nadie. "Europa será cristiana o no será", repetía. Su objetivo declarado era una "renovación espiritual" de Hungría, basada en una vinculación de nación y fe. Y no hablaba así ante sus encendidas bases del Fidesz, partido con el que había llegado a primer ministro en 2010. Lo hacía aquí, en la Universidad San Pablo CEU de Madrid, donde había acudido invitado por la Asociación Católica de Propagandistas, que celebraba aquel noviembre de 2012 su XIV Congreso Católicos y Vida Pública. Orbán, que pronunció la conferencia Esperanza y respuesta cristiana a la crisis, dejó claro cuál era su modelo. Nunca lo ha disimulado. Quería gobernar como un "vigía" de Dios. Presumía de introducir la defensa de la vida humana "desde la concepción" en la Constitución, que ahora arrancaba con la frase: "Dios bendiga a los húngaros". El público aplaudía. Complacido como el que más estaba el presentador de Orbán, el eurodiputado del PP Jaime Mayor Oreja, el hombre que más ha hecho por mantener viva y extender llama del orbanismo en España durante los últimos diez años, a pesar de una deriva autoritaria que ha ido provocando una inquietud creciente de las autoridades europeas hasta encender ahora la alerta roja.