La Iglesia católica ha logrado en los últimos cinco años un superávit de más de 100 millones de euros gracias al dinero público que le llega del IRPF de todos los contribuyentes. Esta práctica, la acumulación de un remanente que la Conferencia Episcopal Española (CEE) utiliza para engordar la caja y financiar a la televisión Trece, fue cuestionada por el Tribunal de Cuentas en su informe sobre los fondos públicos que recibe la institución católica gracias a la llamada "casilla de la Iglesia".
Los 38,8 millones de superávit de 2021, último ejercicio del que la CEE ha presentado memoria justificativa de los fondos estatales recibidos, son un cifra récord, según se desprende del examen de las memorias de la Iglesia desde 2007, el primero del que CEE tuvo la obligación de publicar a qué asignaba los recursos obtenidos vía IRPF. De esos 38,8 millones, la CEE envió 6 a la televisión Trece, integrante su grupo mediático Ábside. Los números de la Iglesia evidencian que la autofinanciación prevista en los acuerdos entre el Estado y la Iglesia de 1976-1979 sigue siendo una quimera.
Récord de ingresos en medio de la secularización
La publicación de la memoria –que este año corrió a cargo del secretario general de la CEE, Francisco César García Magán– es una contrapartida aceptada por la jerarquía católica en 2006 ante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a cambio de disfrutar de una subida de la asignación por cada equis marcada del 0,5239% al 0,7%.
Se trata de una subida que hoy permite a la Iglesia recibir más de 300 millones de euros al año. Y eso al margen de otras muchas vías de apoyo público del Estado: educación concertada, profesores de Religión en la pública, rehabilitación de templos, exenciones fiscales, capellanes en hospitales...
La memoria permite saber que la asignación tributaria recibida en el último ejercicio cerrado por la Iglesia fue de 321,31 millones, cifra que incluye el pago a cuenta de 2021 y la liquidación de la declaración de la renta presentada en 2020, es decir, correspondiente al IRPF de 2019, según detalla el documento. Estos 321,31 millones son el máximo histórico recibido por la Iglesia católica en España en un solo año, un hito alcanzado precisamente en medio de un galopante proceso de secularización de la sociedad.
Salarios y seguridad social
Aunque sin gran detalle, la memoria de 2021 muestra a qué conceptos dedicaron los obispos esos más de 320 millones. La mayor parte, casi 230 millones, fueron al "sostenimiento" de las 70 diócesis, fundamentalmente para pagar los salarios de los religiosos y el personal. Además, emplearon 23,65 millones la seguridad social del clero. Estas dos partidas, que suman 253,65 millones, suponen cerca del 80% del total.
Las siguientes partidas por cuantía fueron para Cáritas (6,49 millones, si bien esta ONG recibe la mayoría de los fondos públicos a través de la "casilla de fines sociales"), centros de formación (5,32 millones), comunicación (5,1 millones, partida en la que destaca la campaña Xtantos para alentar a los contribuyentes a marcar la "casilla de la Iglesia") y rehabilitación de templos (4,12 millones). La Iglesia dedicó 2,33 millones a pagar a sus obispos y envió medio millón de euros a la Santa Sede, entre otros gastos.
Un superávit cuestionado por el Tribunal de Cuentas
Pero la jerarquía católica no gastó todo lo que recibió. El resultado del ejercicio arroja un superávit de 38,8 millones, que se suma a los ya obtenidos desde 2017 para sumar 103,4.
La acumulación de superávit es un asunto polémico que ya hizo enarcar las cejas a los auditores del Tribunal de Cuentas que pusieron la lupa a las memorias de 2016 y 2017. La primera noticia sobre el resultado de aquellos trabajos la publicó infoLibre cuando desveló que el informe preliminar alertaba del descontrol del dinero público entregado a la Iglesia. Tras esta información, el sector más conservador del Tribunal de Cuentas se alineó con la jerarquía católica para limitar el alcance de las conclusiones.
La versión final del informe, de 2020, mantenía en esencia el diagnóstico general, pero suavizado. Eso sí, la referencia a los superávits era crítica. Este excedente de dinero gracias a una inyección pública "podría plantear una posible divergencia entre el compromiso de colaboración adquirido por el Estado y las necesidades efectivas de financiación de la Iglesia católica". La auditoría también señalaba que la existencia de "eventuales desajustes", fueran déficits o superávits, no estaba regulada por un acuerdo Iglesia-Estado.
infoLibre preguntó a la CEE por los motivos del superávit en los últimos cinco años, sobre las observaciones del Tribunal de Cuentas y sobre la cuantía actual del fondo de reserva de la Iglesia, entre otras cuestiones. No hubo respuesta.
Un 10% más de colectas
La presentación de la memoria anual de la CEE, que tuvo lugar este miércoles, volvió a ser más una ceremonia publicitaria de la Iglesia en plena campaña de la renta que un ejercicio de rendición de cuentas. El documento, de 98 páginas, no recoge a qué ha dedicado la Iglesia el dinero público recibido hasta la 74.
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La memoria está dominada por un balance de actividades de la Iglesia, que presume de múltiples números como sus 16.126 sacerdotes, 35.507 religiosos, 1.028 seminaristas, 87.923 catequistas, 8.326 monjas y monjes de clausura, 36.911 profesores de religión, 11.457 parroquias en poblaciones rurales, 8.864 centros sociales y asistenciales, 2.412 colegios católicos concertados y más de un millón de cofrades.
La imagen global que ofrece la Iglesia a través de su memoria es la de una institución que se debilita en el terreno vocacional mientras mantiene una significativa actividad de atención social y conserva sus mayores espacios de influencia en la educación y la religiosidad popular.
Además de la subida del dinero público recibido, en 2021 aumentaron las colectas. Lógico, 2020 había sido un mal año, por el confinamiento. Así que las aportaciones de los fieles se elevaron de 310,8 a 343,1 millones, casi un 10,4%.
La Iglesia católica ha logrado en los últimos cinco años un superávit de más de 100 millones de euros gracias al dinero público que le llega del IRPF de todos los contribuyentes. Esta práctica, la acumulación de un remanente que la Conferencia Episcopal Española (CEE) utiliza para engordar la caja y financiar a la televisión Trece, fue cuestionada por el Tribunal de Cuentas en su informe sobre los fondos públicos que recibe la institución católica gracias a la llamada "casilla de la Iglesia".