Durante los últimos meses, especialmente tras las elecciones autonómicas y municipales del pasado mayo, Alberto Garzón (IU) y Pablo Iglesias (Podemos) mantuvieron conversaciones para tratar de alcanzar un entendimiento de cara a las elecciones generales del próximo diciembre. Pero todo saltó por los aires este martes: Podemos anunció en un comunicado la ruptura de los contactos y el proyecto de confluencia, convergencia o unidad popular quedó definitivamente roto. No habrá acuerdo de la izquierda a nivel estatal, y los pactos territoriales –léase Cataluña o Galicia– pueden estar de nuevo en la cuerda floja.
Tras el fracaso, un resultado anunciado para muchos, sorprenden las diferencias entre las versiones oficiales de ambas partes: Podemos asegura que nunca estuvo interesado en un pacto con IU, menos aún en una coalición. No se lo permite el mandato popular que emana de la votación de la asamblea fundacional de Vistalegre, sostienen en la formación morada. Garzón, en cambio, afirma que jamás se planteó "fichar" por las listas de Pablo Iglesias. Sus razones: IU y Podemos no son lo mismo, se siente orgulloso de la "mochila" y la "herencia" de su organización, y la unidad popular no se construye en torno a personalismos.
Lo cierto es que a uno y otro lado aparecen voces que señalan las dudas que suscitan estos relatos: ¿Cómo es posible que representantes de Podemos e IU estuvieran sentados a la mesa durante tres meses y al término de las conversaciones ni siquiera parezcan saber de qué estaba hablando el otro? ¿Si el único objetivo de Podemos era Garzón, realmente se puede hablar de unidad popular? ¿Y si Garzón nunca pensó en ir de empotrado en las candidaturas de Podemos, por qué voces críticas de su partido lo acusan de devaluar IU para forzar una OPA hostil por parte del partido de Iglesias?
Estas son algunas de las claves de una negociación imposible que fracasó en su intento de que el 20 de diciembre sólo haya una papeleta a la izquierda del PSOE.
1. El objetivo: Alberto Garzón
Podemos asegura que nunca ha ocultado su verdadera aspiración. Y este miércoles, su secretaria de Análisis Político y Programa, Carolina Bescansa, la enunció una vez más: "El objetivo era que Alberto Garzón se incorporara a las listas del cambio. Nos habría gustado que así fuera, pero no pudo ser". Ya por la tarde, el secretario general, Pablo Iglesias, declaró: "Creo que se me ha notado muchísimo en los últimos meses que he intentado que Alberto [Garzón] pudiera estar con nosotros. Hubiera sido maravilloso que estuviera".
Fuentes de Podemos refrendan esa versión. Aseguran que en el partido había "mucho interés" por incorporar a Garzón a la lista morada. Una papeleta electoral donde las siglas de Podemos estarían, a la fuerza, en primer lugar, y donde la única opción es que otra marca se sumara en segundo plano. "Alberto –añade un miembro del Consejo Ciudadano, el máximo órgano de dirección entre congresos– era el principal objetivo por el valor de su figura". La idea –apunta otra voz del partido– era llamar a Alberto a Podemos "como en su día se llamó a Tania" [Sánchez], inicialmente designada candidata de IU a la Comunidad de Madrid, que abandonó el partido antes de los comicios, y que formará parte de las listas de Podemos a las generales.
Voces críticas en IU creen que Garzón, sabiéndose querido, tenía un verdadero "interés en irse a Podemos". Un integrante de la dirección de IU sostiene que en el seno de la formación había dos planteamientos: quienes defendían que la convergencia debía ser "un gran movimiento político y social", y los que apostaban por buscar el acuerdo sólo con Podemos. Este mismo dirigente cree que las negociaciones con Garzón fueron un tema que él planificó "en exclusiva". Agrega que "nada de lo ocurrido se entiende" salvo que el objetivo final del candidato de IU a la Moncloa fuera "ir en las listas de Podemos".
José Luis Centella, secretario general del PCE y coordinador de la Presidencia Federal de IU, niega ese extremo en declaraciones a infoLibre: "Podemos intentó quebrar la voluntad de Alberto, pero los encuentros que él ha mantenido siempre han sido para facilitar la unidad. Nunca se ha tratado de una cuestión individual ni personal", asegura. Centella admite que a Podemos esa táctica "le salió bien en las autonómicas con Tania Sánchez" y que por eso "lo intentó repetir de cara a las generales". Pero fueran cuales fueran las intenciones finales, el dirigente de Izquierda Unida no comprende que en las filas moradas alguien se llegara a plantear que Garzón hablaba "al margen de IU", porque la cuestión sobre la mesa siempre fue la "convergencia general".
2. El método: devaluar IU y dinamitar madrid
Los críticos en IU sostienen que Garzón orquestó una operación para "humillar a IU" y forzarla a aceptar lo que Podemos estuviera en disposición de ofrecer. El miembro de la dirección de IU apunta que su candidato a la Presidencia del Gobierno lleva "tres meses devaluando la marca de Izquierda Unida" y que ese proceso "sólo se justifica si quieres vender como un éxito el encaje de tres nombres en las listas de Podemos". Esa es la única explicación lógica, subraya: "Alberto ha puesto a parir a IU para delibilitarla y negociar con Podemos sin pedir mucho".
En el contexto de esa maniobra enmarca la ruptura de IU federal con su federación madrileña a principios de verano. Fue entonces cuando la dirección de Cayo Lara armó una nueva agrupación que sustituyó a la antigua IU-CM, vinculada al escándalo de de las tarjetas black a través del exdirigente Moral Santín y de la responsabilidad política que sectores de IU atribuyeron a los excoordinadores madrileños Ángel Pérez y Gregorio Gordo, que fueron expulsados de IU federal pero no de IU-CM. En realidad, afirman fuentes de la dirección de IU, el objetivo era "deshacerse" de la militancia de Madrid, porque esta no habría aceptado jamás diluir la marca IU en las listas de Podemos.
Ya sin IU-CM, añaden estas fuentes, la federación andaluza de IU suma por sí sola mayoría absoluta, y habría podido aprobar en solitario la operación de absorción de cara a las generales. En otras palabras: "Dar luz verde a ir bajo el paraguas de Podemos". "Alberto dijo que, o le quitaban la federación madrileña, o se iba en julio, y se quitó de en medio a IU-CM. Ha conseguido una IU a su medida, con vía libre para controlar toda la organización", añaden. Otras voces, en cambio, creen simplemente que Garzón pecó de "ingenuo" al confiar en que la maniobra de reemplazo de IU-CM por la nueva IU de Madrid sería exitosa. Las cifras demuestran que no fue así, y que la agrupación se dejó por el camino la mayor parte de su militancia. El resultado: el partido está más debilitado que nunca en Madrid.
3. El escollo: LAS listas electorales
El plan para la confluencia de IU y Podemos o para la integración de Garzón en las candidaturas moradas –según versiones– se topó con varios frenos. Fuentes de la dirección de IU sostienen que el problema fundamental fue que no se llegó a un acuerdo sobre las listas. Aseguran que a Alberto Garzón se le ofreció el número uno por Málaga y a José Luis Centella el número tres por la provincia de Sevilla.
Tras el batacazo de Catalunya Sí que es Pot en las autonómicas catalanas –donde quedó incluso por debajo de los registros de ICV en solitario–, se afianzó la tesis de que la hipotética candidatura de confluencia no obtendría el tercer escaño por Sevilla, lo que dejaría a Centella fuera. Una piedra en el camino difícil de superar. Podemos no dio su brazo a torcer, porque el primer puesto en esa provincia está reservado para una integrante de Izquierda Anticapitalista y la dirección de Iglesias considera vital colocar de número dos a alguien de confianza y de origen 100% Podemos.
Centella y fuentes de Podemos desmienten ese extremo. "No se ha negociado nada –dice Centella–. No se ha hablado de puestos en las listas, ni se trataba de negociar entre cúpulas. Repito: IU no ha negociado puestos". Desde el partido de Iglesias se admite que se habló del interés de Podemos en captar a "gente de IU" y que, lógicamente, estas personas acabarían teniendo un encaje en las candidaturas para las generales, pero subrayan que no hubo negociación por posiciones concretas. El deseo por llevar a dirigentes destacados de Izquierda Unida a las listas de Podemos, aseguran, era compartido por Garzón.
En la tarde del miércoles, Izquierda Abierta –IzAb, el partido de Gaspar Llamazares– se sumó al debate y emitió un comunicado en el que celebró que IU "haya rechazado encajar a algunas personas en las listas de Podemos". "Un enfoque tan excluyente y arrogante –agregó– sólo podía saldarse con la capitulación o el fracaso". La formación entiende que "no es comprensible" la renuncia a la identidad de IU, a la que considera un "actor de referencia para millones de personas": "Hay mucha vida más allá de Podemos", resume en la nota.
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4. El telón de fondo: el papel del PCE
Como telón de fondo está el papel del PCE, el partido mayoritario en el seno de Izquierda Unida. Las fuentes de la dirección IU consultadas por infoLibre apuntan que la organización consideró inasumible el último requisito impuesto por Podemos para la confluencia: la inexistencia de un vínculo jurídico que, en forma de coalición, agrupara a ambos partidos. Más allá del gesto de no querer juntar ambas siglas en un plano de igualdad, la petición de los dirigentes del partido morado implicaba que IU podría quedarse sin fondos de las subvenciones electorales. El PCE reclamó buscar otras vías para garantizarse los ingresos económicos necesarios para su supervivencia, la respuesta no llegó, y se sumó al cúmulo de obstáculos al proyecto común.
Además de la cuestión económica, y quizás incluso por encima de ella, hay otro punto importante que ha determinado el fracaso de la confluencia. Y es que varias fuentes, tanto de Izquierda Unida como de Podemos, manifiestan que el PCE se planteó la candidatura única como una ocasión para dar un salto y pasar de IU a controlar las estructuras de partido de Podemos. "La estrategia del PCE –resume un miembro de la dirección de IU– era acabar con IU para ir a un nuevo sujeto político". Ese sujeto, coinciden las voces consultadas, es naturalmente Podemos donde, por el contrario, existe un temor hacia esta posibilidad y muchas reticencias hacia todo lo que abra la puerta a la entrada de miembros del citado PCE.
Durante los últimos meses, especialmente tras las elecciones autonómicas y municipales del pasado mayo, Alberto Garzón (IU) y Pablo Iglesias (Podemos) mantuvieron conversaciones para tratar de alcanzar un entendimiento de cara a las elecciones generales del próximo diciembre. Pero todo saltó por los aires este martes: Podemos anunció en un comunicado la ruptura de los contactos y el proyecto de confluencia, convergencia o unidad popular quedó definitivamente roto. No habrá acuerdo de la izquierda a nivel estatal, y los pactos territoriales –léase Cataluña o Galicia– pueden estar de nuevo en la cuerda floja.