En medio de la creciente tensión desatada hace menos de diez días por las revelaciones de la Fiscalía suiza sobre los 100 millones que, supuestamente, ocultaba allí Juan Carlos I, el jefe de la trama Gürtel añadió este jueves leña al fuego de un escándalo de consecuencias todavía imprevisibles. Durante su declaración como acusado en el juicio sobre la visita del papa a Valencia en 2006, Francisco Correa introdujo un elemento inesperado al asegurar que el rey emérito había sido, como él, cliente del testaferro Arturo Fasana. Y que ambos –Correa y el padre de Felipe VI– habían compartido en Ginebra la cuenta denominada Soleado, un buzón bancario donde hacen escala fondos de distinta procedencia y cuya estructura completa nunca se ha conocido.
El escueto relato trazado por el cabecilla de la red corrupta que durante 15 años prosperó al amparo de administraciones gobernadas por el PP no es nuevo. Lo que –para enfado del presidente del tribunal, que cortó en seco su avance narrativo– contó Correa este jueves ya había circulado durante años por cauces ajenos a los de la instrucción del caso Gürtel. El 14 de junio de 2013, por ejemplo, El Confidencial llegó publicar que "el chófer de Correa recogió al contable de la Gürtel en la entrada de La Zarzuela".
Inaccesible ahora a través de los buscadores habituales, la noticia comenzaba así: "Arturo Fasana, el contable de la Gürtel y gestor de la cuenta Soleado, realizó al menos una visita al Palacio de la Zarzuela en el verano de 2008. Su presencia en el complejo real era reservada, por lo que no figuraba en la agenda oficial. Pero esa confidencialidad fue rota por el propio bróker helvético. A la salida de palacio le esperaba un automóvil Audi A8, de color azul oscuro, y su conductor no era otro que Andrés Bernabé, el chófer de Francisco Correa".
Fasana estuvo investigado en Gürtel. La semana pasada fue uno de los 28 imputados que se han librado del banquillo en la que consta como una de las piezas principales de esta macrocausa. Esos 28 se libran porque quedaron fuera del auto con que el juez da por cerrada la instrucción y marca la recta final hacia el juicio oral. Y este jueves, antes de que el juez le interrumpiese para advertirle de que era de los contratos para la visita del papa sobre lo que debía declarar, a Correa le dio tiempo a decir algo más sobre Fasana y el rey emérito: "Es tan sencillo como detenerle [al testaferro] y decirle dé usted todas la cuentas de todas las personas".
El jefe de Gürtel recordó en ese momento sus "ganas de llorar" al escuchar en Nochebuena desde su celda que la justicia es igual para todas las personas. No habló antes de esto –vino a añadir– porque tenía "miedo". Y puso colofón a sus palabras: "Ese señor que está en la misma cuenta que yo y tiene el doble de dinero que yo está en libertad; la justicia no es igual para todo el mundo".
Aquella noticia de El Confidencial sobre la supuesta y nunca confirmada visita de Fasana a la Zarzuela no fue la única con que, valga el juego de palabras, Soleado emergió de las sombras que se habían ido extendiendo a medida que pudo comprobarse que ninguna de las comisiones rogatorias cursadas a Suiza daba a conocer la composición completa de su panoplia de clandestinos usuarios. El 16 de abril de 2015 trascendió el audio de una conversación entre el empresario Javier de la Rosa y el Pequeño Nicolás que algunas fuentes consideran parte del extensísimo lote de grabaciones hecho por el comisario José Manuel Villarejo. En esa charla, De la Rosa hizo un relato muy parecido al de Correa. "Tú y yo sabemos –decía el antiguo gestor de KiIO– que [Fasana] tiene en sus cuentas 300 millones del rey [por don Juan Carlos]. Y por eso está ahí bloqueado el tema Gürtel (...) Están los Albertos [Alberto Cortina y Alberto Alcocer] con el rey con 300 millones, así de claro. Porque me deben a mí mucho dinero los Albertos y por eso lo sé".
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Preso preventivo desde noviembre de 2017 por supuestos graves delitos de corrupción y extorsión, Villarejo es –aquí sin duda– artífice de la grabación a Corinna zu Sayn Wittgenstein donde la que fue amiga íntima de Juan Carlos I exponía que este había cobrado una sustanciosa comisión por sus gestiones para el consorcio español al que Arabia Saudí adjudicó el AVE a la Meca. Aquellas cintas activaron en el verano de 2018 las alarmas de la Fiscalía especial de Ginebra. Casi en paralelo, la Audiencia Nacional archivó en España con rapidez la pieza del caso Villarejo nucleada en torno a Corinna –y bautizada como Carol– pero la Fiscalía Anticorrupción abrió unas diligencias sobre las mordidas por el AVE a la Meca. En teoría y con la ley en la mano –así lo remarcan fuentes jurídicas– sería factible, aunque improbable, investigar al rey emérito una vez se judicialicen esas diligencias si es que llega a ocurrir. Pero solo en el supuesto de que surjan indicios de su participación en un hipotético delito de blanqueo perpetrado después de su abdicación, en junio de 2014.
El nombre de Villarejo no asomó siquiera en la sala de vistas donde se celebra el juicio por la visita, cuyas sesiones han quedado suspendidas durante un mes por el riesgo del coronavirus. El de Blanco Balín sí afloró en la declaración de Correa. Fue él –declaró el jefe de Gürtel– quien le presentó en Ginebra a Fasana. Y quien montó la estructura societaria internacional que le permitió esconder en el extranjero dinero del obtenido gracias a los negocios de sus empresas. O sea, de la red Gürtel.
Cercano a los Albertos, la suya es una de las figuras del caso menos conocidas en cuanto a su dimensión real. En este juicio, se cuenta entre los acusados por la visita del papa que han llegado a un acuerdo con la Fiscalía para ver rebajada su pena.
En medio de la creciente tensión desatada hace menos de diez días por las revelaciones de la Fiscalía suiza sobre los 100 millones que, supuestamente, ocultaba allí Juan Carlos I, el jefe de la trama Gürtel añadió este jueves leña al fuego de un escándalo de consecuencias todavía imprevisibles. Durante su declaración como acusado en el juicio sobre la visita del papa a Valencia en 2006, Francisco Correa introdujo un elemento inesperado al asegurar que el rey emérito había sido, como él, cliente del testaferro Arturo Fasana. Y que ambos –Correa y el padre de Felipe VI– habían compartido en Ginebra la cuenta denominada Soleado, un buzón bancario donde hacen escala fondos de distinta procedencia y cuya estructura completa nunca se ha conocido.