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Entrevista

José Cobo, arzobispo de Madrid, asume el "reto": es "momento" de que la Iglesia se "autofinancie"

José Cobo, recién nombrado por el papa Francisco nuevo arzobispo de Madrid.

José Cobo (Sabiote, Jaén, 1965) se ha convertido antes de los 60 años –es decir, joven dentro de los usos de la jerarquía católica– en arzobispo de Madrid, la mayor y más rica y más influyente diócesis de España. La plaza que fuera bastión del conservadurismo con Antonio María Rouco Varela es hoy avanzadilla del reformismo papal en un país con una cúpula eclesial resistente a la apertura. El nombramiento del papa le llega a Cobo con la etiqueta de progresista, que él se resiste a llevar. El arzobispo está releyendo a Edith Stein, apenas ve series –empezó The chosen– y escucha la radio.

Nada más llegar ha dicho que hay que "reubicar la Iglesia". ¿De dónde a dónde?

Reubicar la iglesia es habitar el tiempo nuevo. Estamos, como ha dicho el papa, en un cambio de época, en un tiempo donde las cosas se ven de forma distinta: la persona, el amor, la historia. Venimos de espacios donde la iglesia era la única que proponía una antropología, ahora hay una diversidad de formas de ver la vida. Tendremos que reubicar la Iglesia.

¿Está la iglesia desubicada?

No, está como todos. No estamos desubicados, sí estamos en una situación cultural y social donde nos cuesta saber a dónde vamos, en general.

¿Cuál sería el verbo? ¿Reformar? ¿modernizar?, ¿actualizar?

Habitar. Tenemos que aprender a habitar el presente, la globalización, las redes.

Concretemos. ¿A qué tipo de cambios le está costando adaptarse a la Iglesia? ¿Cambios en la relación de las sociedades con lo espiritual? ¿En los modelos de familia?

Hay un cambio general, al que a nuestra sociedad le cuesta adaptarse. Vamos en un avión y no sabemos quién es el piloto. Se nos está llamando a actualizar el Evangelio y a pensar cómo encarnarlo. Esa es la actividad de la Iglesia en cada rincón de África, Asia, Europa. Una cosa que nos ha dicho el papa: los cambios de la Iglesia no van a ser mirándonos el ombligo, los cambios están fuera.

Tendremos que reubicar la Iglesia. Una cosa que nos ha dicho el papa: los cambios de la Iglesia no van a ser mirándonos el ombligo, los cambios están fuera

¿Está la Iglesia demasiado pendiente de sí misma?

Sí. Ya lo dijo el Concilio [Vaticano II]: "Iglesia, no te mires a ti misma". Esto no consiste en "salvémonos nosotros" y "nos da igual fuera". El reto de la Iglesia de Madrid no es simplemente optimizar nuestros recursos. La llamada es ver dónde Dios ahora mismo está llamando a la Iglesia.

¿Dónde?

Hemos pasado la pandemia, nadie se acuerda ya, pero ha dejado surcos de soledad y corazones rotos. Además, los emigrantes. Empezaría por ahí, pero hay más.

Sólo el 9,5% de los jóvenes de 18 a 24 años se consideran católicos practicantes y el 24,4% no practicantes. Lejos ya del 50% en total. ¿Qué pasa ahí? ¿Qué obstáculo hay?

No hemos sabido transmitir la fe, algo ha fallado, no sé qué y lo estamos pensando. Por otra parte, hay múltiples ofertas de sentido vital. La oferta del Evangelio no tiene que ser impositiva. En Madrid tenemos 478 parroquias abiertas para cualquiera que quiera entrar. Y hay jóvenes, ¿eh? Lo que pasa es que no estamos en el escenario de antes, cuando todo el mundo entraba por la misma vía. Pero sigue habiendo jóvenes. No me importa el número, me importa más que los jóvenes sepan que, si necesitan algo, ahí estamos.

No hemos sabido transmitir la fe a los jóvenes, algo ha fallado, no sé qué y lo estamos pensando

¿No aspiran ya a eso que usted llama "el monopolio del sentido"?

Hemos pasado de un escenario en que la Iglesia tenía el monopolio antropológico a un espacio donde debemos convivir con otras formas de ver la vida. Lo único que pedimos es que la Iglesia tenga capacidad de dar su mensaje. Porque a veces se plantea una asepsia laicista donde todo lo que huela a Dios no puede tener lugar.

¿Quién defiende esa asepsia laicista?

Hay una corriente social en general, que viene de la Revolución Francesa, una especie de racionalismo de segunda fase, que quiere imponer una explicación del mundo sin Dios.

¿"Imponer"? ¿Tiene la Iglesia algún problema para ejercer la prédica? ¿Se encuentra con alguna traba para su función?

Sí, porque no es mayoritaria, porque hay ciertos atisbos de pensamiento único. En cuanto la Iglesia propone otra cosa, por ejemplo en su concepción de la familia o la vida, entonces dicen "no, es que la Iglesia pertenece a una ideología". Y no es verdad. Pertenecemos a una antropología y a una forma de ver la vida.

En ese "habitar" el nuevo tiempo, ¿cabe un cambio de la concepción de familia de la Iglesia? Es una de las posiciones que más críticas suscita, por un insuficiente reconocimiento de las familias que no son el matrimonio heterosexual.

En la iglesia vamos aprendiendo. Es verdad que tenemos una forma de ver la familia, pero también capacidad de acogida al que llega, cada uno con su mochila. Yo he sido cura de parroquia y cuando llega alguien roto o con preguntas no le digo: "Mira, si no vives así, no cabes aquí". [En la Iglesia] hay cosas que van a cambiar y cosas que no. Al entrar en diálogo con la sociedad, todas las posiciones deben avanzar. Lo que no voy a decir es "como está de moda esto y es el pensamiento único, tengo que acomodarme". Eso la Iglesia no lo va a hacer porque lleva 2.000 años y no lo ha hecho nunca. Ahora bien, que hay aspectos secundarios que la Iglesia pueda purificar, pues sí.

Lo que no voy a decir es 'como está de moda esto y es el pensamiento único, tengo que acomodarme'. Eso la Iglesia no lo va a hacer porque lleva 2.000 años y no lo ha hecho nunca

Entre las cosas que no van a cambiar, ¿está la imposibilidad de que dos homosexuales se casen ante Dios? ¿No sería usted en ningún caso partidario?

El matrimonio no va a ser así. Es decir, pertenece a nuestra tradición, a nuestra forma de acoger a todas las personas y entender el amor, pero el matrimonio en nuestra tradición es el sacramento de la complementariedad entre el hombre y la mujer. Otra cosa es acoger a las personas y abrazarlas y acompañarlas.

El obispo José Ignacio Munilla acaba de hacer unas declaraciones sobre la bandera arcoíris muy distintas a los términos que usted usa. ¿La "ideología de género" y la diversidad sexual provocan división dentro del episcopado?

No. La Iglesia tiene una forma de ver irrenunciable: la sexualidad no se elige. Somos creados, no decidimos nosotros, la elección no es nuestra, personal, sino que venimos creados de Dios. Eso pertenece a nuestra antropología. Nuestro reto es la acogida. En la parroquia tenemos padres que tienen hijos que dicen que son homosexuales, tenemos gente con grandes problemas de conciencia. Y creo que no podemos decirles: "Esto es así o te vas". Tenemos que aprender a acoger a todos estos colectivos con misericordia, sin renunciar a lo que pensamos. Entre la verdad que tenemos y la acogida tenemos que aprender a baremar y hacer procesos, sin decir "tú es que eres un pecador y aquí no puedes entrar". No veo a Jesús haciendo eso.

El catecismo mantiene algunas referencias que son poco acogedoras para los homosexuales

Sí. Creo que tenemos que hablar con la sociedad, pero a dos bandas. Nosotros no vamos a renunciar a nuestra antropología. Quizás haya algunos matices secundarios que purificar, pero el pensamiento único no nos puede hacer pensar lo que ellos piensan. El diálogo consiste en que nos acercamos los dos. Lo que no se puede es dejarnos fuera de juego por decir que somos creados por Dios y que la sexualidad no se elige.

Tenemos que hablar con la sociedad, pero a dos bandas. No se nos puede dejar fuera de juego por decir que somos creados por Dios y que la sexualidad no se elige

El cardenal Omella, presidente de la Conferencia Episcopal, afirma algo llamativo dado el proceso de secularización: que "el deseo de Dios está emergiendo en las ciudades", donde hay un "creciente anhelo" religioso. ¿Qué detectan?

No tengo datos, pero me he pateado los barrios. Después de muchas idas y venidas, de negar a Dios, hay una búsqueda del sentido de la vida más allá. ¿Cuáles son los test? La religiosidad popular. Entre la gente joven, los lugares de silencio. Hay sed de trascendencia. Hay gente que te dice: "Bueno, yo no soy católico, pero algo creo". La gente se va atreviendo a decirlo cuando antes era políticamente incorrecto.

Dos preguntas al hilo de su respuesta. La primera: en el boom de la Semana Santa, ¿qué porcentaje de espiritualidad ve? Con "espacios de silencio", ¿se refiere por ejemplo al yoga o la meditación?

Detectamos un deseo de trascendencia en las múltiples ofertas que emergen en la ciudad: yoga, zen, búsqueda de las energías de la naturaleza. En Madrid las casas de espiritualidad las tenemos llenas de ofertas. Eso es un signo. Y la religiosidad popular se está constituyendo en una puerta de entrada a un proceso interior, aunque luego hay que purificar, acompañar y enriquecer.

¿Le inquietan las nuevas espiritualidades? ¿Y ese auge del conspiracionismo, a veces con ribetes religiosos? ¿Cómo ve la iglesia ese fenómeno?

Nos preocupa que la búsqueda pueda ser manipulada y anule la conciencia. En la Iglesia tenemos cautelas para que nunca un proceso personal derive en un abuso de poder.

Detectamos un deseo de trascendencia en múltiples ofertas que emergen: yoga, zen, búsqueda de las energías de la naturaleza. Y la religiosidad popular se está constituyendo como una puerta de entrada a un proceso interior

Omella afirmó que ante las elecciones de 2023, tanto el 28M como las generales, había que tener en mente "la dignidad de la persona" y "el inviolable derecho a la vida". ¿Deben ir los católicos a las urnas pensando en la eutanasia y el aborto?

Antes de votar, hay que discernir el voto. El discernimiento es más profundo y nos lleva a emitir el voto no encajonándonos en un partido. Omella no sólo habla de la vida, también de la concepción de la familia, de los inmigrantes, de la brecha social. Hay que discernir cuáles son los problemas y quién responde mejor. Claro, sería más fácil decir: "Hay que votar a este". El discernimiento es un lío pero también es más apasionante.

¿Acepta la etiqueta de aperturista, de progresista, o lo ve cosa de periodistas?

Es un poquito cosa de periodistas. Porque, mira, ¿a Jesús de qué lo acusarían? ¿De aperturista? Si de lo que acusarían a Jesús me acusan a mí me parece muy bien [lo dice en tono distendido, sin aparente ánimo de comparación]. Yo hay cosas en que soy conservador. Me ha llamado la Iglesia a sostener su tradición. Pero soy un conservador que, como en la parábola del samaritano, se baja del caballo si hay alguien al borde del camino. Como conservador me bajo del caballo muchas veces. Y hay cosas en que puedo ser progresista pero la tradición de la Iglesia me dice "cuidado".

¿Qué cosas?

En asuntos por ejemplo de la vida política. La Iglesia me dice "oye, para un poco, tienes que mirar a tus hermanos, no sólo lo que tú piensas". Yo puedo querer una cosa en mi vida, en mi parroquia, porque mi ideología es esa, pero escucho a los de la parroquia de al lado y digo: "Espera. Yo no tengo la última palabra. Vamos a ser más moderados".

¿A Jesús de qué lo acusarían? ¿De aperturista? Si de lo que acusarían a Jesús me acusan a mí me parece muy bien

Suena a que el contexto de la Iglesia refrena su progresismo.

No, porque yo he nacido en la tradición de la Iglesia. En la Iglesia soy feliz. He conocido a todos los obispos y somos buena gente. Somos de todos los colores pero nos llevamos bien. Políticamente a lo mejor no se entiende, pero eclesialmente es una realidad.

¿Por qué no ha visitado España el papa Francisco?

Pues porque el mundo es grande, la Iglesia es muy grande. No es sólo europea. Quizás tenemos un deje de eurocentrismo. Como los papas están en Roma, lo más cercano son las iglesias boyantes con tradición. Pero el papa ha asumido una postura muy evangélica, que es mirar hacia las periferias y hacia los invisibles, hacia los lugares de conflicto y los olvidados. Ha elegido los lugares periféricos antes que los más tranquilos.

¿Por qué no ha visitado España el papa Francisco? Pues porque el mundo es grande, la Iglesia es muy grande. No es sólo europea. Quizás tenemos un deje de eurocentrismo

¿Cuándo terminará Cremades & Calvo Sotelo el informe sobre los abusos?

Dentro de poco, calculo que en la próxima plenaria, al principio del curso próximo.

El Arzobispado de Madrid ha sido reconocido como el que más en serio se ha tomado este problema. ¿Es referencia para las diócesis más lentas?

No me siento referencia. Madrid es una diócesis con posibilidades. Don Carlos [Osoro, su antecesor] dio luz verde al proyecto Repara, donde no queríamos cubrir el expediente, sino bajar un poquito más. Hemos ido aprendiendo. No puedo decir si todas las diócesis tienen que hacerlo, porque no todas tienen medios, pero sí se está replicando en otras.

¿Partía usted de una idea sobre las dimensiones del problema distintas a lo que le ha mostrado la realidad?

Sí. Al principio, uno afronta con miedo. No sabemos qué vamos a encontrar. Uno va con esa idea: "¿Qué querrán?". Pero cuando uno es capaz de escuchar a la víctima y da el paso de creerla por encima de todo, se te caen los sombrajos.

¿Ls obispos han despertado ya al verdadero alcance del problema de los abusos?

Sí, yo creo que sí. Ha costado. Las nuevas generaciones de obispos más jóvenes hemos entrado más rápidamente, y a las mayores les ha costado.

¿Cuánto queda por avanzar en la incorporación de la mujer al poder de la Iglesia?

La Iglesia es hija de su tiempo, que es el mismo que en nuestra sociedad. Pero el papa también aquí ha acelerado. En la iglesia de Madrid la complementariedad ya es muy importante. Y sí, nos queda visibilizar un montón la sensibilidad de la mujer.

¿Cabe un sacerdote católico sin celibato?

El celibato es una riqueza del mundo católico. Como ha dicho el papa, hay otras fórmulas en de la iglesia, pero en este momento el celibato es una riqueza que vamos a mantener.

El celibato es una riqueza del mundo católico que vamos a mantener

¿Llegará algún día la Iglesia católica en España a su autofinanciación?

Espero que sí. Espero que sí. Espero que sí porque la Iglesia se tiene que preparar para todos los escenarios. Y yo creo que podemos ser como seamos... Seremos más pobres, ¿verdad? Pero a lo mejor es una oportunidad para otras cosas, ¿no? Hombre, es verdad que la Iglesia en España además tiene una presencia social y vecinal importante. Yo lo que pediría es que no fuera discriminada. Pero que se autofinancie en lo esencial, pues sí, puede ser un momento, como está sucediendo en otros países, bien.

¿Qué habría que hacer para eso? ¿Renunciar a la casilla del IRPF?

Hay fórmulas, en todo el mundo hay mil fórmulas. Pero sin renunciar al puesto y al papel que tiene la Iglesia en la sociedad. Hay Estados que reconocen no sólo la función social de la Iglesia, sino la función vital de la fe y la religión. Y esto es una apuesta que puede hacer el Estado. Bueno, a lo mejor esto significa una colaboración del Estado para potenciar a las distintas religiones. Dicho esto, que la Iglesia se haga cargo de sus propios gastos, que la Iglesia sea capaz independientemente de que el Estado la ayude o no a mantenerse y sostenerse, es un reto que tenemos por delante.

¿Llegará algún día la Iglesia en España a su autofinanciación? Espero que sí porque la Iglesia se tiene que preparar para todos los escenarios. Y yo creo que podemos ser como seamos... Seremos más pobres, ¿verdad? Pero a lo mejor es una oportunidad

¿Diría usted que la Iglesia ya no tiene privilegios fiscales tras la última reforma?

Ya no tiene privilegios. La Ley de Mecenazgo nos coloca a todos en el mismo nivel. Es verdad que la Iglesia tiene una presencia social más amplia que otras instituciones y que otras confesiones. No es que seamos más importantes o tengamos que tener más privilegios, pero hay una realidad significativa que el Estado tiene que reconocer.

Y la reconoce, ¿no?

Sí, sí, hasta ahora sí. Hay una buena legislación.

¿No podría afinarse la exención del IBI? Hay exenciones en inmuebles que se alquilan, por ejemplo.

En los últimos acuerdos ha habido limitaciones a esas exenciones.

En el IBI no.

La aplicación del IBI responde a una ley más genérica, no sólo de la Iglesia, y nos ajustamos a sus parámetros.

¿Qué balance hace de la relación con el Gobierno de esta legislatura?

Ha sido una relación formalmente correcta. Han aparecido leyes que no coinciden con la propuesta de la iglesia y no responden a nuestra hoja de ruta. Y nos duele, bueno, que se hayan puesto derechos o propuesto derechos funciones que creemos que no son así. Ese es el dolor más allá de las relaciones institucionales, que han sido correctas y fluidas.

Se refiere a las leyes del aborto, eutanasia, trans...

Sí, también a la dificultad de [dar] documentación a migrantes, o a la situación de los migrantes no acompañados...

Han aparecido leyes que no coinciden con la propuesta de la Iglesia y no responden a nuestra hoja de ruta. Y nos duele

¿Sobreestimaron ustedes el impacto negativo de la Lomloe sobre la concertada? Han pasado dos años y medio desde su aprobación y no se detecta afectación. ¿Mantienen ustedes que supone un tratamiento injusto para la concertada?

Ahora mismo estamos en diálogo. La educación católica quiere tener su espacio. No queremos ser la única, pero sí tener nuestro espacio en al abanico educativo.

¿Da el asunto de las inmatriculaciones por zanjado?

Sí, ya se ha corregido. A nivel estatal lo desconozco, en Madrid sí está terminado.

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