JuntsxCat y la CUP buscan retomar la república "proclamada" mientras ERC apuesta por "avanzar" hacia la independencia

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La unidad de acción del independentismo catalán depende de los resultados electorales del 21 de diciembre. Si no obtienen mayoría absoluta en el Parlament, o en su defecto el apoyo improbable de Catalunya en Comú-Podem a la hoja de ruta unilateral, van a tener muy complicado dar continuidad al proyecto de república catalana que proclamaron el 27 de octubre.

Eso, al menos, es lo que se deduce de los programas electorales deJuntsxCat, la lista encabezada por el huido Carles Puigdemont, de ERC-CatSí, liderada por Oriol Junqueras, preso en la cárcel madrileña de Estremera, y de la CUP-CC, la formación anticapitalista que dio soporte al Govern durante la legislatura que acaba de terminar.

Más allá de exigir la liberación de los independentistas que permanecen en prisión preventiva (e implícitamente el levantamiento de las acusaciones que pesan contra los miembros del Govern destituido que buscaron refugio en Bélgica), las tres formaciones políticas difieren en el análisis de lo ocurrido en las últimas semanas en Cataluña, así como en los pasos que deben darse a partir del 22 de diciembre.

La lista de Puigdemont y la CUP han construido sus proyectos a partir de una única hipótesis: dar continuidad a la república catalana ya proclamada poniendo en marcha la ley de Transitoriedad anulada por el Tribunal Constitucional y haciendo efectivas todas sus previsiones para hacer realidad el Estado independiente catalán. Esquerra, en cambio, matiza mucho más el escenario poselectoral y únicamente se compromete a “avanzar” hacia la república catalana.

Los de Oriol Junqueras prometen “trabajar para hacer efectivo el reconocimiento del derecho a la autodeterminación ejercido por el pueblo de Cataluña en referéndum el 1 de octubre” pero no hacen referencia al desarrollo de la ley de Transitoriedad en términos equivalentes a sus antiguos aliados. De hecho, proponen “emplazar al Estado y al Gobierno a negociar la plena independencia”. Y admiten, además, que la república catalana aún no existe al proponer la apertura de “un gran diálogo de país con vocación constituyente para ensanchar la amplia mayoría ciudadana a favor de hacer realidad la república catalana”.

Ese “gran diálogo” debe permitir, explica Esquerra, “construir un punto de encuentro común entre la ciudadanía” para “transitar ordenadamente y de la manera más ampliamente participada y mayoritaria posible hacia la república catalana”.

El programa de ERC reconoce que las consecuencias del referéndum del 1 de octubre (la proclamación de la independencia) no se han podido “materializar”. “Ahora toca, pues, ganar nuevamente en las urnas y constituir un Govern fuerte que potencie aquellos ámbitos de decisión a partir de los que avanzaremos hacia la república catalana”.

Pero ese nuevo Govern, advierte el programa con el que ERC pide el voto en estas elecciones, “sólo podrá desplegar toda su eficacia en la medida que sepa reunir a su alrededor todas aquellas voluntades favorables al ejercicio del derecho a decidir y contrarias a la aplicación del artículo 155”, lo que significa que únicamente será capaz de retomar la hoja de ruta independentista si suma al procés a Catalunya en Comú-Podem. “Sólo a partir de ahí se podrá avanzar para hacer realidad la república catalana como una opción legítima después de los resultados del referéndum del 1 de octubre”, añade el documento.

El programa de Esquerra es, además, el más concreto de los tres a la hora de proponer medidas de gobierno en diferentes ámbitos, algunas de las cuales implican mantener el status quo de Cataluña dentro de España, como la que hace referencia al corredor mediterráneo.

El programa electoral de Junts per Catalunya, en cambio, no deja lugar a dudas. Arranca con una reafirmación de la legalidad catalana anulada por el Constitucional y por el Gobierno de Rajoy con el apoyo del Senado: no se trata de elegir un president (“ya tenemos uno”, sostiene) sino de reforzar el resultado del 1-O. La candidatura impulsada por el PDeCAT se compromete a “restaurar” a Carles Puigdemont como president de Cataluña, a desarrollar la república catalana en los términos establecidos por la Ley de Transitoriedad, a pedir la revocación de las causas pendientes “por motivos políticos” y a exigir al Gobierno español que acepte la voluntad de los catalanes.

Debate sí, pero “constituyente”

JuntsxCat, igual que ERC, propone “promover un gran debate nacional, participativo y de empoderamiento de la ciudadanía”, pero en este caso en términos de “proceso constituyente”. Su objetivo sería abordar “los rasgos y los ejes que deben conformar la constitución de la república catalana”.

El resto del programa, los capítulos que señalan las propuestas concretas en diferentes ámbitos, no es, ni mucho menos, tan detallado como el de Esquerra, pero sí está salpicado de referencias que implican la independencia, como que Cataluña se hará cargo de la alta velocidad ferroviaria, o que elaborará su propia ley de Extranjería. La lista de Puigdemont propone incluso “identificar los riesgos y las amenazas en materia de seguridad que afectan a Cataluña” y definir su “estrategia de seguridad nacional partiendo de los medios” de que dispone “actualmente y definiendo los medios de que se debería dotar al país en el futuro para garantizar” su “seguridad”.

También plantea aprobar, por primera vez, un régimen electoral propio. “En el nuevo régimen electoral”, señala el programa, “implantaremos el voto electrónico y facilitaremos el voto por correo y anticipado. Reduciremos la duración de las campañas electorales y minimizaremos los gastos con un envío único de información electoral, y con un riguroso control previo y posterior de los gastos de las candidaturas”. Y “crearemos un órgano que vele por la calidad democrática del proceso electoral”.

En materia financiera, JuntsxCat apenas da detalles y se limita a afirmar que la “financiación de las inversiones y de los servicios públicos necesita de una fiscalidad que permita garantizar unos ingresos suficientes, adecuados a la riqueza y a las necesidades del país”.

La CUP-Crida Constituent reconoce en su programa electoral que el soberanismo ha llegado “al borde de la independencia política”, pero no más allá, y culpa, además de al Gobierno central y a la Unión Europea, a “una cierta ingenuidad” y también a “una cierta falta de previsión y de firmeza del Govern para hacer efectiva la república”. Lo ocurrido, subrayan los anticapitalistas catalanes, tiene que ver con la idea de que era “posible ejercer la autodeterminación de acuerdo con una legalidad diseñada para impedir su ejercicio”.

El programa de la CUP es muy crítico con la desaparecida JuntsxSí por haber aprobado la proclamación de la república “sin ninguna intención de defenderla ni desplegarla como lo demuestra el abandono del Govern y el Parlament y el acatamiento sin resistencias al 155”. “El poco tiempo que tardan PDeCAT y ERC en anunciar que se presentaban a las elecciones del 21D evidencia que preferían la salida de las elecciones autonómicas el desarrollo y defensa activa de la república”, denuncian.

En su análisis, los cupaires, como se les conoce en Cataluña, reconocen que “sin ejército ni policía ni una mayoría social suficiente no es viable la vía eslovena a la independencia” que intentó consumar el Govern. Y van más allá: “Se ha demostrado”, sostienen, “que el Estado español sólo entiende la lógica de los hechos y la fuerza de la movilización masiva. Las luchas de liberación nacional han requerido siempre que las mayorías sociales estuvieran dispuestas a afrontar dosis de violencia y de represión por parte de los Estados que insistían en negar sus derechos”. Y “el Estado español ha demostrado que no cederá sólo a los votos y la democracia”.

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En este contexto, la renuncia del antiguo Govern a desplegar la república proclamada el 27 de octubre “ha situado las tareas de creación de la república en una fase de gran complejidad”, admiten. Pero aún así, la CUP-CC proclama su firme compromiso en “la materialización y la construcción de la república del 1 de Octubre”.

Para consumar ese propósito, proponen, el “bloque republicano” debe asumir que construir la república pasa por desarrollar una estrategia que necesariamente combine iniciativa política y una estrategia de resistencia a las imposiciones”. Y propone medidas concretas basadas en la unilateralidad, que se “ha demostrado como la única manera posible” de avanzar en esa dirección. “Sabemos que no es una vía de resultados inmediatos, pero también sabemos que es la única manera sincera de materializar el derecho a la autodeterminación”.

Por esa razón, advierten los anticapitalistas, después del 21D sólo apoyarán un Govern cuyo programa consista en “desplegar la república del 1 de octubre" con medidas muy concretas que tomen como punto de partida la Ley de Transitoriedad anulada por el TC, empezando por la convocatoria de una asamblea constituyente. Y, si no es posible, adoptarán una táctica de boicot ausentándose de los plenos del Parlament o favoreciendo el bloqueo de la toma de decisiones parlamentarias con el objetivo de denunciar la “violación del mandato popular del 1 de octubre”.

La unidad de acción del independentismo catalán depende de los resultados electorales del 21 de diciembre. Si no obtienen mayoría absoluta en el Parlament, o en su defecto el apoyo improbable de Catalunya en Comú-Podem a la hoja de ruta unilateral, van a tener muy complicado dar continuidad al proyecto de república catalana que proclamaron el 27 de octubre.

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