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"Justicia para Samuel": una ola de indignación recorre plazas de toda España ante el avance del odio al colectivo LGTBI

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A Samuel Luiz Muñiz le arrebataron la vida a golpes. Ocurrió en A Coruña, durante la madrugada de este sábado. "O paras de grabar o te mato, maricón", fue la frase que acompañó a la agresión, según los testigos. El secreto de sumario mantiene guardado bajo llave los detalles de la investigación sobre el móvil del ataque, pero los testimonios de su entorno han bastado para arrancar un grito unánime de condena contra la homofobia en todo el país. Ciudades como Madrid –con tres mil manifestantes, según los primeros datos oficiales–, Barcelona, Bilbao y la propia A Coruña se echaron a las plazas: "Samuel no ha muerto, lo han asesinado", "homofobia es fascismo" y "su amor no hacía daño, vuestro odio sí", son algunas de las consignas que retumbaron en las calles. Un clamor que choca con las dificultades a la hora de probar los delitos de odio en los tribunales. Las voces expertas consultadas por infoLibre admiten que, a rasgos generales, no es sencillo demostrar la existencia de un delito de odio. Y a pesar de ello, los datos oficiales muestran un repunte de la violencia contra el colectivo LGTBI.

Samuel tenía 24 años. El crimen no sólo ha ocupado titulares por su brutalidad, sino por la denuncia que las amigas del joven lanzaron desde el primer momento: la agresión, defienden, estuvo marcada por la homofobia de quienes se ensañaron la víctima. La policía comenzó este lunes a tomar declaración a los primeros sospechosos. Y aunque formalmente aún no hay detenidos, la Delegación del Gobierno en Galicia pidió "prudencia" y "tiempo" para esclarecer lo ocurrido. Según el delegado, José Miñones, no se descarta "ninguna vía", incluido el crimen homófobo. Fernando Grande Marlaska, ministro del Interior, confirmó que "no está excluida ninguna hipótesis, ni el delito de odio". El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aseguró en redes sociales confiar "en que la investigación de Policía dé pronto con los autores del asesinato de Samuel y esclarezca los hechos".

A la luz del testimonio de diversos testigos que han declarado ante las autoridades y los propios medios de comunicación, la agresión vino precedida por una discusión iniciada por un primer individuo. El desconocido, que iba acompañado de una mujer, se encaró con Samuel y le acusó de haberle grabado con su teléfono móvil. "Deja de grabar o te mato, maricón", dijo el agresor. Samuel estaba utilizando su dispositivo en aquel momento para mantener una videollamada con unos amigos, pero de poco sirvió tratar de esquivar el conflicto. Siempre según la versión de los testigos que acompañaban al joven, el desconocido arremetió a golpes contra la víctima para a continuación llamar a un grupo de personas que acabarían finalmente con su vida. En los recuerdos de aquella noche resuena la amenaza: "Te mato, maricón". El crimen, lamentan sus amigas, no se puede desligar de una profunda raíz homófoba. Así lo han señalado en redes sociales y así lo ha entendido la ciudadanía, cuya reacción inmediata cristalizó este lunes en la convocatoria de concentraciones de repulsa en diversas ciudades.

Jurídicamente, sin embargo, el componente homófobo es más complejo de probar. Susana Gisbert, fiscal delegada de Delitos de Odio en València, recuerda que "no cualquier agresión a una persona homosexual tiene por qué ser homofobia". Para sopesarlo, se deben tener en cuenta diversas circunstancias. Por un lado, existe el delito de odio (artículo 510 del Código Penal), entendido como aquel cometido con una motivación discriminatoria clara, como podría ser la homofobia. Por otro lado, existe la agravante por discriminación (22.4 del Código Penal), aquella que pesa sobre comportamientos discriminatorios dirigidos contra ciertos grupos, cuando los hechos no encajen propiamente en el delito tipificado como de odio.

Asistentes a la concentración convocada hoy lunes en A Coruña, en repulsa por el asesinato de Samuel. EFE

Charo Alises, abogada y miembro de la Federación Estatal LGTB, ahonda en el encaje judicial de este tipo de delitos. "Existen una serie de indicadores de polarización que nos dan pistas sobre si hay una motivación discriminatoria, como la pertenencia a un colectivo vulnerable, los insultos o gestos de quienes cometieron el delito o los signos externos de la víctima", es decir, si esta es "percibida como LGTBI o va vestida con algún tipo de simbología". Para Alises, sí existen indicios que podrían acreditar la existencia de alguno de estos elementos: el grupo que le ataca después no había tenido "ningún conflicto previo con el chico" y sin embargo también "le pega al grito de maricón", así que "ya no había ningún motivo para la paliza, salvo su orientación sexual".

Ambas juristas, sin embargo, coinciden en lo complejo de probar la existencia de un delito de tales características, pues se instala en la subjetividad de quien lo comete. Uno de los motivos tiene que ver con la ausencia de pedagogía y formación. Gisbert considera que la "sensibilización" en torno a los delitos de odio –que además no cuentan con una especialidad en judicatura, aunque sí en fiscalía– arrastra diez años de retraso en comparación con otros problemas estructurales como la violencia de género.

A nivel social, sin embargo, el clamor social ha sido tajante. Y no atiende tanto al móvil de la agresión, sino a la lectura homófoba que desprenden los hechos. "La paliza pudo ser provocada por un malentendido con un móvil", pero aunque no exista una clara motivación "homófoba, sí hay un elemento de homofobia", expresa Ana G. Fernández, presidenta del colectivo ALAS Coruña. "Le llaman maricón y es ahí cuando aparece el resto del grupo para apalearle, hay un tinte homófobo", completa. Suficiente para, sin caer en "juicios paralelos", condenar los hechos por el mensaje que lanzan: la libre expresión sexual o de género sigue suscitando una peligrosa respuesta violenta contra las personas LGTBI.

La agresión que terminó con la vida del joven se producía precisamente al cierre de una semana clave. El Orgullo LGTBI clausuraba una vez más su celebración y su reivindicación, después de un año cargado de simbolismo, con la reciente aprobación del anteproyecto de ley LGTBI. Sobre el colectivo pesa, sin embargo, la amenaza latente de la extrema derecha. "Es el momento de pararse a ver qué está pasando, analizar la situación y pedir la implicación de las instituciones", clama Fernández, quien entiende el crimen de este fin de semana como un "punto de inflexión". La activista carga contra los "discursos de ultraderecha que campan a sus anchas por todo el país", no sólo en las calles sino también en las instituciones. Un discurso que tiene consecuencias materiales y que da cobijo a una "minoría que se ve refrendada para poner en práctica sus discursos de odio".

Sólo en Galicia, esta semana se han producido incidentes de acoso al colectivo LGTBI. El fin de semana anterior, en vísperas del Orgullo LGTBI, un matrimonio homosexual fue atacado por un hombre en A Coruña, con una porra extensible. Días después, la organización Avante Compostela denunciaba la agresión contra una joven trans en la ciudad. Y este mismo lunes, los medios de comunicación se hacían eco de dos ataques más: uno contra un mural de un instituto en Oleiros (A Coruña), cuya fachada amaneció con pintadas homófobas –"maricón muerto, abono pa mi huerto"– y otro contra el Comité Antisida de A Coruña, después de que rompieran y quemaran la bandera LGTBI que ondeaba de su ventana.

La escalofriante tendencia queda avalada por los datos oficiales. Según las cifras del Ministerio del Interior, los delitos de odio que tienen como base la orientación sexual e identidad de género han ido aumentando en los últimos años. En su informe más reciente, fechado a 2019, el ministerio de Fernando Grande Marlaska contabiliza un total de 278 delitos de esta tipología. Un año antes la cifra era de 182. Esta imagen, sin embargo, da cuenta únicamente de aquellos delitos denunciados, pero deja fuera todo el espectro que nunca llegará a las autoridades. Los distintos observatorios contra la LGTBIfobia que se levantan en diversas comunidades alertan de que la violencia no denunciada es mucho mayor. En su informe de 2020, el Observatorio de A Coruña documenta un total de 252 casos atendidos en la comunidad y 48 incidentes de odio confirmados como tal. En 2019 fueron atendidos 152 casos y confirmados 40 incidentes de odio.

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Las reacciones ante el asesinato del joven gallego no han dejado de sucederse desde este fin de semana. El mismo lunes, el Concello de A Coruña convocó un minuto de silencio secundado por todos los grupos municipales en la Praza de María Pita para expresar una condena sin paliativos ante lo sucedido. A nivel autonómico, el BNG ha pedido que se esclarezcan los hechos y se investigue si efectivamente existió una motivación homófoba en el crimen. Varios ministros han publicado en redes sociales mensajes de censura ante la violencia. "A Samuel, de 24 años, lo asesinaron por ser gay. Detrás de esta infame y creciente homofobia se encuentra la normalización del odio al diferente y a la diversidad", señalaba Alberto Garzón, ministro de Consumo.

La misma línea la seguía Ione Belarra, al frente del Ministerio de Derechos Sociales: "Los discursos de odio son caldo de cultivo para estos delitos". A lo que Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, añadía que "no hay peros ante esta violencia mortal que quiebra nuestra idea de libertad, de convivencia y de diversidad". La titular apelaba a no callarse "ante quien alimenta el odio y quien lo ejecuta". Fernando Grande Marlaska, ministro del Interior, ha mostrado su preocupación ante los delitos de odio registrados por su departamento y ha calificado el caso de "dramático". En la ciudad herculina, arropada por el batir de las olas, reposa una pancarta: "No a la violencia". Junto a ella, una carta del padre de Samuel agradece el apoyo recibido. Toda Galicia salió a la calle este lunes para pedir justicia, un grito cuyo eco ha retumbado en centenares de ciudades como Madrid, Barcelona, Salamanca, Zaragoza, Badajoz, Valladolid o León.

Manifestación celebrada este lunes en la Puerta del Sol para condenar la brutal agresión que acabó este sábado con la vida del joven Samuel.

A Samuel Luiz Muñiz le arrebataron la vida a golpes. Ocurrió en A Coruña, durante la madrugada de este sábado. "O paras de grabar o te mato, maricón", fue la frase que acompañó a la agresión, según los testigos. El secreto de sumario mantiene guardado bajo llave los detalles de la investigación sobre el móvil del ataque, pero los testimonios de su entorno han bastado para arrancar un grito unánime de condena contra la homofobia en todo el país. Ciudades como Madrid –con tres mil manifestantes, según los primeros datos oficiales–, Barcelona, Bilbao y la propia A Coruña se echaron a las plazas: "Samuel no ha muerto, lo han asesinado", "homofobia es fascismo" y "su amor no hacía daño, vuestro odio sí", son algunas de las consignas que retumbaron en las calles. Un clamor que choca con las dificultades a la hora de probar los delitos de odio en los tribunales. Las voces expertas consultadas por infoLibre admiten que, a rasgos generales, no es sencillo demostrar la existencia de un delito de odio. Y a pesar de ello, los datos oficiales muestran un repunte de la violencia contra el colectivo LGTBI.

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